En la arboleda de la amplia senda
nos encontramos el hombre y yo.
él, con su atado de largos leños
yo, con mi carga de rama en flor.
Nos contemplamos calladamente,
sin que ha turbarnos fuera el rubor.
él admiraba mis flores bellas,
yo, de sus leños ansié el calor.
Hubo revuelos en la arboleda,
mientras bajaba apacible el sol,
y reanudamos la marcha juntos,
rumbo a la choza del leñador.
Con mano diestra cruzó los leños
y el fuego alegre nos dió calor.
sobre mis hombros solté el cabello
y puse flores en un jarrón.
La choza estaba fragante y tibia,
igual que un nido cobijador;
afuera; el viento, la sombra el frío.
adentro; el fuego, el hombre y yo
Tomó mis manos serenamente...
leí en sus ojos la petición...
desde entoces los leños arden
y hay siempre flores en el jarrón.
( poema de: Edelmira Chizzini De Mattia. )
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