Mis manos aferradas a tu alma,
oprimiendo tu corazón,
levantándote por la cintura
ceñidas a tus muslos,
mis dedos en cada rincón de mis poemas
la cama, los ladrillos,
haz de ser tú un solo jadeo conmigo
un grito que paralice y perfeccione la noche,
un ser, inútil, saciado entre los brazos de las sábanas.