Bésame despacio,
tan suave como el murmullo de las hojas,
tan fuerte como la ola que entrega su vida ante una roca,
tan débil como el claro de luna que ésta noche nos arropa.
Bésame así
sin ataduras,
sin miedo al impacto,
con la fragilidad que encierra un niño,
con la seguridad de quien llega a su nido.
Bésame de nuevo,
una y otra vez,
quédate a vivir en mis labios,
adhierete a ellos,
y descubre que bajo la nieve de tu ausencia
sepultada se encuentra la granada de mi pasión.
Bésame mucho amor,
bésame la vida
y cuando amanezca,
arrójame a la muerte con tu partida.