Qué curioso...
he desperdiciado dos décadas y un poco más buscando una
identidad que me haga parecer menos absurda ante los demás.
Cuantas veces he callado...
cuantas veces me tragué el sabor amargo de lo
jamás pronunciado... y todo para no conocer el insulso sazón que tiene el
rechazo.
Pero es más curioso aún ver tantos rostros felices caminando por las
calles, cuerpos disfrazados con telas importadas y con esa sensación de vivir
en un pequeño y a la vez gigante mundo que ha sido inventado bajo las
medidas de nuestras desmesuradas ambiciones.
No quiero ser una más de los muchos que gastan su vida esperando el
reconocimiento de otro que no puede -y nunca podrá- calificar talento
alguno.
Prefiero lo libre, lo sincero
sin cadenas, sin tapujos
y sin la estúpida influencia que pretende comerciarnos como si fueramos
objetos devaluados.
Prefiero dejar la puerta abierta para que entre todo aquel que quiera
entrar.
No sé como pudieron lavarme el cerebro durante tanto tiempo...
hoy he
despertado, y aunque todavia siento la saliva espesa, empiezo a percibir la
azucarada gloria de lo eternamente mio:
MI ESENCIA.