Sé que va a llegar.
Lo sé por su escolta de besos
que galopan desbocados
por las sienes y los cuellos.
Por el viento que levanta
su guardia de suspiros.

Lleva una tormenta en el pecho
y los rayos, para estallar,
usan los dedos.
Los oídos ya no quieren escuchar.
Y su saliva es una mezcla,
un cóctel de ansia y azúcar.

Entonces nuestros sueños
no son nuestros,
se funden en un sueño.
El suyo.

Todo el espacio, todo el ser
en un punto.
Toda la vida en un segundo.
Lleva una rosa en la garganta
y le estallan margaritas en los ojos,
el olor a polen inunda el mundo
que cabe entre los dos.

Alguien deshoja margaritas
y se pregunta : ¿Si ? , ¿No ?.
Entonces nuestros cuerpos
ya son un cuerpo
que no es ninguno de los dos.

¿Quién será ?. Él. Es él.
Ya no sé si mis sueños
son tus sueños.

En tu espalda tengo el cielo,
y temblamos como el lago
acariciado por el viento.
Aunque acabe el mundo,
¿Qué más da ?

Pero a veces, sólo a veces,
se funden las dos almas en un alma
que no pertenece a nadie ;

¿De quién será ?
¿Será de alguien que vendrá ?

Después se vuelven a separar.
Dos almas.
Dos cuerpos.
Dos sueños.
Pero algo nuevo queda.
¿Donde estará ?

Entonces el amor se marcha.
Lo sé por su escolta de besos,
que galopa cada vez más lejos
por las sienes y los cuellos.
Ya volverá ...