(1226)
Entre todos los escritos que conservamos de San Francisco es este tal vez el que podemos llamar "más suyo". Junto con la Regla, pide Francisco sea guardado (i.e. practicado y vivido) sencillamente y sin glosa hasta el fin (v. 39). No todos los autores están de acuerdo en torno al lugar y la fecha de composición. Se tiende a datar en los últimos días de su vida y por tanto en la Porciúncula.
El testamento es un canto a la historia de Francisco con el Señor y del Señor con él. Tiene un claro carácter autobiográfico leido desde la perspectiva del seguimiento vivido en la Iglesia que Jesús quiso. Hay ciertos subrayados que hacen pensar en el querer diferenciar y tomar distancia de otros movimientos pauperistas como los cátaros o albigenses: la fe en los sacerdotes (v. 6) que administran el cuerpo y sangre de Cristo (v. 10); la honra a los teólogos que administran las palabras divinas (v. 13). Podemos percibir también las primeras tensiones internas de la Orden en las recomendaciones a vivir del trabajo, el no pedir Iglesias a la curia romana "so pretexto de predicación", la instistencia en la obediencia al ministro general, etc.
Por sobre todo, el Testamento es una bendición para sus
hermanos, porque es el legado de su propia vida de configuración con Cristo
pobre y humilde, peregrino y mendicante.
1 El Señor me dio de esta manera, a
mi el hermano
Francisco, el comenzar a
hacer penitencia; en
efecto, cómo estaba en
pecados, me parecía muy
amargo ver leprosos.
2 Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y
practique con ellos la
misericordia.
3 Y, al separarme de los mismos, aquello que me
parecía amargo, se me
torno en dulzura de alma y del
cuerpo; y después de
esto, permanecí un poco de
tiempo y salí del siglo.
4 Y el Señor me dio una fe tal en las iglesias que
oraba y decía así
sencillamente:
5 Te adoramos, Señor Jesucristo, también en todas tus
iglesias que hay en el
mundo entero y te bendecimos,
porque por tu santa cruz
redimiste al mundo.
6 Después de esto, el Señor me dio, y me sigue dando
una fe tan grande en los
sacerdotes que viven según
la norma de la santa
Iglesia romana, por su
ordenación que si me
viese perseguido, quiero
recurrir a ellos.
7 Y si tuviese tanta sabiduría cómo la que tuvo
Salomón v me encontrase
con algunos pobrecillos
sacerdotes de este siglo
en las parroquias en que
habitan no quiero
predicar al margen de su voluntad.
8 Y a estos sacerdotes y a todos los otros quiero
temer,amar y honrar cómo
a señores míos.
9 Y no quiero advertir pecado en ellos, porque miro en
ellos al Hijo de Dios y
son mis señores
10 Y lo hago por este motivo: porque en este siglo nada
veo corporalmente del
mismo altísimo Hijo de Dios
sino su santísimo cuerpo
y santísima sangre, que
ellos reciben y solos
ellos administran a otros.
11 Y quiero que estos santísimos misterios sean
honrados y
venerados por encima de todo y colocados
en lugares preciosos.
12 Y cuando encuentre en lugares indebidos los
santísimos nombres y sus
palabras escritas, quiero
recogerlo, y ruego que se
recojan y se coloquen en
lugar decoroso.
13 Y debemos también honrar y tener en veneración a
todos los teólogos y a
los que nos administran las
santísimas palabras
divinas, cómo a quienes nos
administran espíritu y
vida (cf.Jn 6,64).
14 Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me
mostraba que debía hacer
sino que el altísimo mismo
me revelo que debía
vivir según la forma del santo
Evangelio.
15 Y Yo lo hice escribir en pocas palabras y
sencillamente y el señor
papa me lo confirmo.
16 Y los que venían a tomar esta vida, daban a los
pobres todo lo que
podían tener (Job 1,3), y se
contentaban con una
túnica remendada por dentro y
por fuera; con el cordón
y los calzones.
17 Y no queríamos tener mas.
18 El oficio lo decíamos los clérigos al modo de los
otros clérigos, y los
laicos decían padrenuestros; y
bien gustosamente
permanecíamos en iglesias.
19 Y éramos indoctos y estábamos sometidos a todos.
20 Y yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y
quiero firmemente que
todos los otros hermanos
trabajen en algún oficio
compatible con la decencia.
21 Los que no lo saben, que lo aprendan, no por la
codicia de recibir la
paga del trabajo sino por el
ejemplo y para combatir
la ociosidad.
22 Y cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos
a la mesa del Señor,
pidiendo limosna de puerta en
puerta.
23 El Señor me revelo que dijésemos este saludo: El
Señor te de la paz.
24 Guárdense los hermanos de recibir en modo alguno
iglesias, moradas
pobrecillas, ni nada de lo que se
construye para ellos, si
no son cómo conviene a la
santa pobreza que
prometimos en la Regla,
hospedándose siempre
allí cómo forasteros y
peregrinos (cf.Gen 23,4;
Sal 38,13; 1Pe 2,11).
25 Mando firmemente por obediencia a todos los hermanos
que, estén donde estén,
no se atrevan a pedir en la
curia romana ni por si ni
por intermediarios, ningún
documento en favor de una
iglesia o de otro lugar,
ni so pretexto de
predicación, ni por persecución de
sus cuerpos;
26 sino que, si en algún lugar no son recibidos,
márchense a otra tierra
a hacer penitencia con la
bendición de Dios.
27 Y quiero firmemente obedecer al ministro general de
esta fraternidad y al
guardián que le plazca darme.
28 Y de tal modo quiero estar cautivo en sus manos, que
no pueda ir o hacer fuera
de la obediencia y de su
voluntad, porque es mi
señor.
29 Y aunque soy simple y enfermo, quiero sin embargo,
tener siempre un clérigo
que me recite el oficio
cómo se contiene en la
Regla.
30 Y todos los otros hermanos estén obligados a
obedecer de este modo a
sus guardianes y a decir el
oficio según la Regla.
31 Y a los que se descubra que no rezan el oficio según
la Regla y quieran
variarlo de otro modo, o que no
son católicos, todos los
hermanos, sea donde sea,
estén obligados por
obediencia, dondequiera que
hallen a uno de estos, a
presentarlo al custodio mas
cercano del lugar donde
lo descubran.
32 Y el custodio este firmemente obligado, por
obediencia, a custodiarlo
fuertemente, cómo a hombre
en prisión día y noche,
de manera que no pueda ser
arrebatado de sus manos
hasta que en propia persona
lo consigne en manos de
su ministro.
33 Y el ministro este firmemente obligado, por
obediencia, a remitirlo
por medio de tales hermanos,
que lo custodien día y
noche cómo a hombre en
prisión, hasta que lo
lleven a la presencia del
señor de Ostia, que es
el señor, protector y
corrector de toda la
fraternidad.
34 Y no digan los hermanos: Esta es otra Regla; porque
esta es una recordación,
amonestación y exhortación
y es mi testamento, que
yo, el hermano Francisco,
pequeñuelo, os hago a
vosotros, mis benditos
hermanos, para que mejor
guardemos catolicamente la
Regla que prometimos al
Señor.
35 Y el ministro general y todos los otros ministros y
custodios estén
obligados, por obediencia, a no
añadir ni quitar nada en
estas palabras.
36 Y tengan siempre consigo este escrito junto a la
Regla.
37 Y en lodos los capítulos que celebran cuando leen la
Regla, lean también
estas palabras.
38 Y a todo mis hermanos, clérigos y laicos, mando
firmemente, por
obediencia, que no introduzcan
glosas en la Regla ni en
estas palabras, diciendo:
39 Esto quieren dar a entender; sino que así cómo me
dio el Señor decir y
escribir sencilla y puramente
la Regla y estas
palabras, del mismo modo las
entendáis sencillamente
y sin glosa, y las guardéis
con obras santas hasta el
fin.
40 Y todo el que guarde estas cosas, sea colmado en el
cielo de la bendición
del altísimo Padre, y sea
colmado en la tierra de
la bendición de su amado
Hijo, con el santísimo
Espíritu Paráclito y con
todas las virtudes de los
cielos y con todos los
santos.
41 Y yo el hermano Francisco, vuestro pequeñuelo
siervo, os confirmo
cuanto puedo, interior y
exteriormente esta
santísima bendición.
Este texto fue dictado según la leyenda de Perusa al hermano Benito de Piratro entre abril y mayo de 1226. Según el texto de la leyenda: "Una tarde sintió ganas de vomitar debido a sus males de estómago. Los esfuerzos que hizo fueron tan grandes, que empezó a echar sangre, y continió echándola toda la noche hasta la madrugada. Viendo sus compañeros que casi moría por la debilidad y por los dolores de la enfermedad, con inmensa pena y llorando le dijeron: 'Padre, bendícenos y bendice a todos tus hermanos'.. El les dijo: 'Que se acerque a mí el hemano Benito de Piratro'... Acercándose el hermano, el bienaventurado Francisco le dijo: 'Escribe...'
1 Escribe cómo bendigo a todos mis hermanos, a los que
están en la Religión y
a los que han de venir hasta
la consumación del
siglo.
2 Como, a causa de la debilidad y el dolor de la
enfermedad, no me
encuentro con fuerzas para hablar,
declaro brevemente a mis
hermanos, mi voluntad en
estas tres palabras:
3 Que, en señal del recuerdo de mi bendición y de mi
testamento, se amen
siempre mutuamente,
4 que amen siempre a nuestra señora la santa pobreza y
la guarden,
5 y que vivan siempre fieles y sumisos a los prelados
y a todos los clérigos
de la Santa Madre Iglesia.
Volver al Indice de documentos
Notas
1. Texto tomado de la edición española de los Escritos de San Francisco, edición preparada por José Antio Guerra, Tercera edición revisada, BAC (Madrid 1985) 120-125; versión electrónica por los PP. Franciscanos de Argentina.
Este texto electrónico forma parte de los Documentos para el estudio de la Historia de la Iglesia Medieval una colección de textos del dominio público y de copia permitida relacionados a la historia de la Iglesia Medieval.
Salvo indicación contraria, esta forma específica de documento electrónico está amparada bajo derechos de autor. Se otorga permiso para hacer copias electrónicas, su distribución en forma impresa para fines educativos y uso personal. Si se reduplica el documento, indique la fuente. No se otorga permiso alguno para usos comerciales.