Pedro Alfonso (1062 - c.1140)

Disciplina Clericalis

El tratado Disciplina clericalis es una de las colecciones de relatos moralizantes medievales mas importantes. Los relatos están diseñados para entretener, instruir y orientar la vida. Incluyen proverbios, versos, fábulas y anécdotas tomadas de las tradiciones judías, árabes y de los clásicos griegos. El texto fue muy conocido en toda la Edad Media y traducido desde su versión original latina al francés, gascón, italiano, castellano e inglés, llegando su influencia hasta la lejana Islandia. Sobrevive hoy en 76 manuscritos latinos medievales. [1]

La obra consta de 34 relatos estructurados en diálogos entre maestros o padres y discípulos e hijos, cuyo principal objetivo es trasmitir la sabiduría práctica de la vida. Pedro Alfonso hecha mano de su vasto conocimiento de fuentes orientales. El mismo relata de esta manera el método de composición y los recursos que tuvo a mano:

... he compilado esta modesta obra, hecha en parte de sentencias de filósofos y de sus comentarios, en parte de proverbios, fábulas y versos árabes y en fin de comparaciones tomadas de animales y pájaros. He también respetado la justa medida, ya que si escribiera mas de lo necesario mis escritos serían más una carga que una ayuda para el lector. Yo quisiera que esta composición sea —tanto para los que la leen como para los que la escuchan— una ocasión para instruirse. Que gracias a lo que contiene, se acuerden de lo que han olvidado(Disciplina Clericalis, 2).

Ofrecemos aquí la traducción castellana de los primeros quince "exempla". [2].

Ediciones

ver. latina: PL 157. 527-706; Alfons Hilka & Werner Söderhjelm, Petri Alfonsi Disciplina Clericalis, I: Lateinischer Text, en: Acta Societatis Scientiarum Fennic 38/4 (1911). Versión electrónica latina en: The Latin Library, http://www.thelatinlibrary.com/alfonsi.disciplina.html  [consultada el 09-2006] y en Intra text CT, http://www.intratext.com/X/LAT0745.HTM  [consultada el 09-2006]; ver. castellana: Disciplina clericalis, Edición y traducción del texto latino Angel González Palencia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto "Miguel Asín" (Madrid 1948); Disciplina clericalis, Nueva biblioteca de autores aragoneses, introducción y notas de María Jesús Lacarra, traducción de Esperanza Ducay, Guara Editorial (Zaragoza 1980); ver. en inglés: A translation of the twelfth-century Disciplina Clericalis of Pedro Alfonso, traducido por Joseph Ramon Jones y John Esten Keller, The Scholar's Guide, Pontifical Institute of Mediaeval Studies (Toronto 1969); The Disciplina clericalis of Petrus Alfonsi, The Islamic World Series, translated and edited by Eberhard Hermes, translated into English by P.R. Quarrie, University of California Press (Berkeley 1977); ver. en francés: La discipline de clergie, introduction, texte latin, traduction nouvelle et notes par Jacqueline-Lise Genot-Bismuth; en annexe, Une ordonnance de mèdecine andalouse & La lettre de Joseph le Khazar au Vizir du Calife de Cordoue, en rèponse sa lettre ; avec la participation de Simone Beau & une contribution de Gèrard Genot, Editions Evropeiski dom - Editions de Paris (Saint-Petersbourg - Paris 2001); ver. electronica en franccés: Disciplina clericalis, [web file], version digital por M. Monat, professeur émérite de langue et littérature latine à l'Université de Besançon, Tradere: Bibliothèque pour les arts, les sciences humaines et religieuses, en: http://www.tradere.org/spiritualite/alphonse/discipline/discipline.htm, [consultada el 15/09/2006] ver. alemana: Die Kunst, vernüftig zu Leben (Disciplina clericalis), ed. y traducc. de Eberhard Hermes, Artemis Verlags (Zurich 1970)

Repertorios Bibliográficos

ANTONIO, NICOLÁS, Bibliotheca Hispania vetus (Matriti 1788) 2 vols.; Edición facsimilar (Madrid 1996) Tomo II, L. VII cap. III, p. 10 nº 35-38; LATASSA Y ORTÍN, FÉLIX DE, Bibliotheca antigua de los escritores aragoneses que florecieron desde la venida de Christo hasta el a o 1500, en la Oficina de Medardo Heras (Zaragoza 1796) 2 vols.; edición electrónica en: Labandeira Fernández, Amancio, [Ed.], Biobibliografías españolas. Compilación de repertorios clásicos, [recurso electrónico] Clásicos Tavera de la Bibliografía Iberoamericana, Vol. I-2 (Madrid 2000) vol. I, p. 121-128; RODRÍGUEZ DE CASTRO, JOSÉ, Biblioteca española : tomo primero que contiene la noticia de los escritores rabinos españoles desde la epoca conocida de su literatura hasta el presente, En la Imprenta Real de la Gazeta (Madrid 1781); versión electrónica en: Labandeira Fernández, Amancio, [Ed.], Biobibliografías españolas. Compilación de repertorios clásicos, [recurso electrónico] Clásicos Tavera de la Bibliografía Iberoamericana, Vol. I-2 (Madrid 2000) Vol. I, p. 19-20.


Prólogo

Palabras de Pedro de Alfonso, siervo de Jesucristo y autor de este libro: Le doy gracias a Dios, que es el primero sin principio, de quien provienen todos los bienes, fin sin fin, perfección de todo bien, sabiduría que da al hombre la sabiduría y la razón, que ha insuflado en nosotros su sabiduría, nos ha iluminado con la admirable claridad de su razón y nos ha enriquecido por la gracia de su Espíritu Santo de múltiples maneras. En efecto, a pesar de ser yo un pecador, él se ha dignado revestirme de su sabiduría multiforme, para que la luz que me ha confiado no permanezca escondida debajo del celemín. Por impulso del mismo Espíritu, he recibido la exhortación de componer estas páginas para utilidad de muchos y le suplico que conduzca a buen término este libro que aquí comienzo y que me custodie para que nadie pueda decir que he desobedecido su voluntad. Amen

Que Dios venga entonces en mi ayuda en esta taréa, él que me ha puesto a componer este libro y a traducirlo al latín. En efecto, en la época en que reflexionaba sin cesar sobre mí mismo, me apliqué también por todos los medios a conocer las causas de la creación del hombre, y descubrí que el espíritu humano, por orden del creador, está llamado a dedicarse, mientras dura su existencia en la tierra, al ejercicio de la filosofía por medio de la cual puede tener un conocimiento mejor y mas profundo de su creador; y de esta manera aplicarse a vivir en una sabia continencia, a saber rechazar por medio de su oración los males que lo amenazan y a caminar en este mundo por un camino que lo conduce al Reino de los Cielos. Y si ha vivido en obediencia a esta santa disciplina, ha cumplido el fin para el cual había sido creado y debe llamarse perfecto. Además me he dado cuenta cuán fragil es la constitución del hombre; para que no caiga en el desánimo uno debe fortificarla y hacerla avanzar paso a paso; pero también he recordado su dureza: para que retenga cualquier cosa el hombre debe ser tratado con dulzura; y puesto que es olvidadizo, tiene necesidad de muchos medios que lo hagan acordarse de aquello que olvida.

He aquí la razón por la cual he compilado esta modesta obra, hecha en parte de sentencias de filósofos y de sus comentarios, en parte de proverbios y fábulas árabes y en fin de comparaciones tomadas de animales y pájaros. He también respetado la justa medida, ya que si escribiera mas de lo necesario mis escritos serían más una carga que una ayuda para el lector. Yo quisiera que esta composición sea —tanto para los que la leen como para los que la escuchan— una ocasión para instruirse. Que gracias a lo que contiene, se acuerden de lo que han olvidado.

Le he puesto un título a este libro y lo he tomado de su materia: este es Clericalis Disciplina ; en efecto intenta motivar la educación de los clérigos. He pensado por otra parte que en la medida en que me lo permitan mis capacidades, es necesario que no se encuentre nada en nuestro tratado que sea contrario a nuestras creencias o extranjero a nuestra fe. Para lo cual ayúdeme Dios todopoderoso a quien ofrezco mi esfuerzo. Amen

Si de todas maneras alguno, con mirada humana y exterior se da cuenta de cualquier error que mi naturaleza humana ha dejado escapar, yo lo invito a releer esta obra con una mirada más sutil y la someto para ser corregida por él y por todos aquellos que conocen perfectamente la fe católica. Un filósofo sabe, en efecto que nada es perfecto en las obras humanas.

El temor de Dios

Enoch el filósofo que en árabe es llamado Edric, le dijo a su hijo: Que el temor de Dios sea tu ocupación y la ganancia vendrá a ti sin ningún esfuerzo.

Otro filósofo dijo: El que teme a Dios todo le teme a él; pero el que no teme a Dios, le teme a todo.

Otro filósofo ha dicho: Aquel que teme a Dios ama a Dios; aquel que ama a Dios, obedece a Dios.

Un árabe dice en un verso: Si no obedeces a Dios, tu aparentas que lo amas; pero esto no es creíble; si verdaderamente lo amaras le obedecerías. En efecto, quien ama, obedece.

De la hipocresía

Sócrates dijo a sus discípulos: Vigilad para no ser al mismo tiempo obedientes y desobedientes a Dios. Ellos le dicen: Explícanos lo que nos dices. El les responde: rechacen la hipocresía. En efecto, la hipocresía es aparentar ser obediente a Dios en presencia de los hombres, pero en realidad desobedecerle a escondidas.

Uno de sus discípulos le dijo: ¿Hay algún otro tipo de hipocresía de la cual el hombre se deba guardar? Sócrates dijo: Hay algunos hombres que se ufanan de obedecer a Dios pero lo hacen a la vista de todos más que en lo secreto, con el fin de ser considerados santos por los hombres y de esta manera ser honrados por ellos. Hay aun otra hipocresía más sutil y mas grave: cuando ayunan y dan limosna y al ser preguntados si lo han hecho responden: ¡Dios lo sabe! Lo hacen a fin de ser tenidos en mayor reverencia y para que no se diga de ellos que son hipócritas por que revelan a los ojos de los hombres sus actividades. Yo creo asimismo que son pocos los que no practican este género de hipocresía. Vigilad por lo tanto para no ser seducidos por esta hipocresía y perder el fruto de vuestro trabajo. Para que esto no suceda, haced todas las cosas con una intención recta; no busquen ser glorificados y adulados.

Otro filósofo dijo: Si caminas firmemente hacia Dios, encontrarás todo lo que buscas.

La hormiga, el gallo y el perro

Balaam que en lengua árabe es llamado Lucaman, le dijo a su hijo: Hijo, que la hormiga no sea mas sabia que tu; ella almacena en verano de lo que vivirá en invierno. — Hijo, que el gallo no sea mas vigilante que tu; el se levanta al alba mientras que tu duermes. — Hijo, que el gallo no sea mas fuerte que tu; el mantiene satisfechas a diez esposas mientras que tu no puedes mantener a una sola. — Hijo, que el perro no tenga el corazón mas noble que tu; el no olvida a sus benefactores mientras que tu te olvidas de los tuyos. — Hijo, no consideres peque a cosa tener un solo enemigo ni como excesivo tener mil amigos. Escucha esta historia:

Ejemplo I: el medio-amigo

Un árabe, sobre su lecho de muerte llama a su hijo y le dice: Dime hijo mío, cuántos amigos te has hecho en esta vida? El hijo le respondió diciendo: creo que he hecho unos cien. Su padre le dijo: el Filósofo dice: ¡No alabes a un amigo antes de haberlo puesto a prueba! Mira, yo he nacido antes que ti y me he hecho apenas la mitad de un amigo. ¿Cómo es que tu te has hecho ya cien? Ve y ponlos a prueba a fin de saber si entre todos ellos habrá uno que sea realmente un amigo perfecto. Y el hijo le dijo: cómo deberé ponerlos a prueba? El padre le dijo: pon en una bolsa un ternero cortado en trozos, de manera que la bolsa se vea bañada en sangre. Cuando llegues a la casa de un amigo dile: amigo mío por accidente he matado a un hombre, te ruego entiérralo en algún lugar escondido; nadie sospechará de ti y así me podrás salvar. El hijo hizo como el padre le había ordenado. El primer amigo que encontró le dijo: llévate contigo ese muerto sobre tu espalda! Ya que has hecho mal, sufre las consecuencias! No entrarás en mi casa! Hizo lo mismo con varios amigos y todos le respondieron de la misma manera. Llegando de nuevo a su padre le contó lo que había hecho y lo que le había pasado. El padre le dijo: te cabe lo que dijo el filósofo: los amigos son muchos cuando uno los cuenta, son raros cuando uno está necesitado. Ve a encontrar el medio amigo que yo tengo y fíjate lo que te dice. Fue y mostrándole la bolsa le dijo lo mismo que le había dicho a los demás. El medio-amigo le dijo: entra en la casa, no es este un secreto que los vecinos deben propagar. Entonces hizo salir a su mujer con toda su familia y cavó una tumba. Cuando vio el hijo que todo estaba terminado, le contó toda la historia y le agradeció. Luego volvió a su padre y le contó lo que había pasado. Entonces le dijo el padre: es a propósito de un amigo de este género que el filósofo ha dicho: El verdadero amigo es aquel que te ayuda cuando todo el mundo te abandona.

El hijo de dijo entonces al padre: ¿has conocido tu un hombre que haya encontrado un amigo perfecto? El padre le contestó: yo no lo he visto pero he sentido hablar de alguno. Entonces el hijo le dijo: háblame de este hombre para que me pueda hacer de un amigo semejante. Entonces el padre le dijo:

Ejemplo II: el amigo íntegro

Me han contado la historia de dos mercaderes; uno vivía en Egipto el otro en Bagdad; sólo se conocían de oídas y por medio de sus negocios; cuando era necesario se comunicaban por carta. Sucedió que el que habitaba en Bagdad debió ir a Egipto para realizar ciertos negocios. El egipcio, cuando supo de su venida, corrió a su encuentro y lo recibió con alegría en su casa; le ofreció su ayuda en todo, como se acostumbra entre amigos y durante ocho días le presentó toda la clase de los cantos que se podían oír en su casa. Al cabo de esos ocho días el huésped se enfermó. El dueño de casa, muy afectado por lo que le pasaba a su amigo, hizo venir a todos los médicos de Egipto para que lo examinaran. Los médicos, después de haberle tomado el pulso, examinaron varias veces su orina, y no le encontraron ninguna enfermedad. Y como no le habían encontrado ninguna enfermedad física, supieron que se trataba de una pasión amorosa. Habiéndose enterado de eso, el dueño fue a verlo y le preguntó si había en su casa una mujer de la que se había enamorado. El enfermo le dijo: preséntame todas las mujeres de tu casa, y si por casualidad la descubro entre ellas, te la mostraré. Habiendo escuchado eso, el egipcio le presentó las cantantes y las sirvientas, pero ninguna le gustó. Después de eso le mostró todas sus hijas; pero a éstas también como las precedentes las rechazó totalmente y las descuidó. El dueño tenía también en su casa una joven noble que venía educando desde hacía tiempo para hacerla su esposa. Se la mostró también. El enfermo después de haberla mirado, dijo: Es de ella que viene mi muerte, y en ella está mi vida. Habiendo escuchado eso, el dueño le dio esta joven noble para que la desposara, con todos los bienes que iba a recibir con ella. Además, le dio lo que le hubiera dado a la joven si la hubiera tomado como esposa. Entonces el enfermo tomó la esposa y todo lo que había recibido con ella, y luego, después de haber arreglado todos sus asuntos, volvió a su país.

Algún tiempo después, el Egipcio perdió todos sus bienes por toda clase de desgracias, y convertido en pobre, se dijo que iría a Bagdad a lo del amigo que tenía allá, para que se compadeciera de él. Desnudo y hambriento emprendió camino y llegó a Bagdad, en el silencio de la noche. Pero tuvo vergüenza de presentarse en la casa de su amigo, desconocido y a semejante hora temió que lo echaran. Entró pues a un viejo templo para pasar la noche. Y allí, mientras que angustiado le daban vuelta en la cabeza toda clase de pensamientos, vio en la ciudad, cerca del templo, dos hombres, y uno mató al otro y se escapó subrepticiamente. Acudieron corriendo muchos de la ciudad por el ruido, y encontraron al muerto; buscando a quién pudo haber cometido el asesinato, entraron al templo con la esperanza de encontrar allí al asesino. Pero al Egipcio es a quien encontraron y le preguntaron quién había matado al hombre y de su boca aprendieron que era él mismo, él deseaba dar fin a su pobreza con su muerte. Lo arrestaron entonces y lo metieron en prisión. La mañana siguiente lo condujeron ante los jueces: condenado a muerte fue llevado para ser crucificado. Como de costumbre acudió mucha gente, entre los que se encontraba el amigo por el que había venido a Bagdad. Mirándolo con mucha atención, éste reconoció al amigo que había dejado en Egipto. Recordando entonces todas las bondades que había obtenido de él en Egipto y pensando que si moría su amigo, no podría correspondérselas, decidió asumir la muerte en su lugar. Con una voz fuerte gritó entonces: ¿Porqué condenan ustedes a un inocente, y adónde lo llevan? El no ha merecido la muerte; soy yo quien ha matado al hombre. Entonces la gente del país lo detuvieron, lo ataron y lo llevaron con ellos a la cruz y anularon la pena de muerte del otro. Pero el asesino caminaba en medio de este grupo y se dijo: Soy yo quien ha matado y ese otro es condenado. Ese inocente es librado al suplicio mientras que yo, el culpable estoy en libertad. ¿Cuál es la razón de esta injusticia? No conozco ninguna otra que un permiso de Dios. Pero Dios, juez justo, no deja ningún crimen sin castigo. Por miedo a que más tarde me castigue más severamente, voy a presentarme como culpable de este crimen: así salvándolos de la muerte expiaré el pecado que he cometido. Se abalanzó entonces delante del peligro diciendo: Heme aquí, soy yo quien ha hecho eso, suelten a ese inocente. Los jueces, asombrados lo hicieron encadenar, después de librar al otro de la muerte. Entonces, inseguros de su propio juicio, lo condujeron delante del rey, junto con el que habían liberado, y después de haberle contado los detalles, lo llevaron también a él a dudar. Luego, de acuerdo con su Consejo, el rey les perdonó todos los cargos que habían acumulado contra ellos, con la condición, sin embargo, que expusieran las razones por las que esos cargos pesaban sobre ellos. Entonces los acusados le relataron la verdad. Todos fueron absueltos por unanimidad, y el habitante del país que había decidido morir por su amigo lo llevó a su casa; después de haberlo recibido según las costumbres le dijo: Si consientes vivir conmigo, todo será compartido por nosotros en forma conveniente; pero si quieres volver a tu patria, vamos a dividir en partes iguales lo que poseo. Entonces éste, que amaba la dulzura del sol natal, aceptó los bienes que el otro le había propuesto y volvió a casa.

Después de este relato el hijo dijo a su padre: ¡Qué difícil sería encontrar semejante amigo!

Otro filósofo dijo a propósito de amigos aún no puestos a prueba: Cuídate una vez de tus enemigos y mil veces de tus amigos, pues puede darse que un amigo se convierta en un enemigo: podrá entonces lograr tu perdición más fácilmente.

Otro filósofo dijo también: desconfía del consejo dado por aquel a quién tú se lo pides, a menos que éste no sea a tu parecer de una fidelidad comprobada.

Y otro filósofo: mientras que puedas, da a tu amigo consejos con miras al bien, aún si no quiere creerte. Es justo, en efecto, que le des buenos consejos, aún si como un insensato él no siga tu justo consejo.

Y otro: no reveles tus decisiones a todo el mundo: el que guarda su decisión en su corazón, guarda la posibilidad de elegir mejor.

Otro: una decisión escondida permanece de alguna manera encerrada en ti, pero cuando es revelada, es ella la que te tiene encadenado en su prisión.

Otro: No te asocies a tus enemigos cuando puedes encontrar otros aliados: pues el mal que habrás hecho, ellos lo denunciarán; en cuanto al bien, ellos no lo mencionarán.

Un poeta ha dicho: una de las más pesadas desgracias para un hombre libre en este mundo, es verse necesitado de llamar a un enemigo para que lo ayude.

Alguien preguntó a un Árabe: ¿Cuál es la mayor desgracia que te ha acontecido en este mundo? El Árabe: que la necesidad me haya forzado a encontrar un enemigo para que me otorgara lo que yo quería.

EL Adulador

Otro: no te asocies a un adulador, cuya compa ía es para ti una vergüenza.

Otro: no te glorifiques con las lisonjas de un adulador: viniendo de él, una lisonja es una vergüenza, y una vergüenza es una lisonja.

Un filósofo, pasando por la calle, encuentra a otro filósofo en tren de bromear con un adulador, y le dice: que lo parecido atraiga a si lo parecido, eso pasa cuando se trata de un amante! El otro le dice : pero yo jamás me he asociado a él. Entonces el otro, insistiendo: ¿Porqué entonces lo aplaudías? Pero él: no es nada; también el hombre honesto cuando es forzado por una necesidad imperiosa, tiene que ir al ba o.

La Sabiduría

Otro filósofo: hijo, es trabajoso subir a las viviendas elevadas, pero es fácil descender de ellas.

Otro filósofo: la enemistad de un sabio es preferible a la amistad de un loco.

Otro filósofo: no hagas gran caso a la amistad de un tonto, pues ella no dura.

Otro filósofo: es mejor la compa ía de un hombre simple educado en medio de sabios, que la de un sabio educado entre aduladores.

Otro filósofo: para el sabio es más dulce una vida ruda en medio de sabios que una vida dulce en medio de tontos.

Otro filósofo: hay dos clases de sabiduría, una innata, la otra adquirida: ninguna de las dos puede sobrevivir sin la otra.

Otro: no le reconozcas a los tontos que ellos conocen la sabiduría, pues sería para ellos un insulto; y no se la niegues a los sabios, pues les sacarías lo que les pertenece.

Otro: los dones de este mundo son diferentes: a algunos les ha sido dada la propiedad de las cosas, a otros la sabiduría.

Un hombre le dice a su hijo: Qué preferirás que se te de, propiedad o sabiduría? Y el hijo: cada uno de las dos necesita a la otra.

Había una vez un poeta destacado, pero pobre, mendigando, quejándose siempre a los amigos de su pobreza, sobre la cual hasta había escrito versos, diciendo más o menos esto: Tú que repartes las porciones, explícame porqué la mía es insuficiente. Tú no debes ser acusado, pero dime: ¿a quién acusaré? Pues si mi constelación es dura para mi, está fuera de duda que eso me correspondía. Entre ella y yo, tú eres a la vez abogado y el juez. Me has dado la sabiduría pero no lo necesario. Dime entonces: qué hará la sabiduría sin lo necesario? Toma de vuelta una parte de la sabiduría y dame una parte de dinero. No dejes que me falte aquello cuya privación será para mí una vergüenza.

Un filósofo ha dicho: Hay tres maneras de necesitar a los otros: si tú has hecho el bien a alguien que lo necesitaba, serás en eso más grande que él; serás igual a aquél que no necesitaste; serás inferior a aquel que hayas necesitado.

Otro filósofo: La luz del alma es la sabiduría, pero las rentas son la luz del cuerpo.

Otro: La sabiduría le da vida a los cuerpos mortales por su resplandor, igual que la humedad de la lluvia hace verdecer la tierra árida. 

Sobre el silencio

Un discípulo a su maestro: ¿Cómo debo comportarme para ser contado entre los discípulos sabios? El maestro: guarda silencio hasta que sea necesario que hables: en efecto, un filósofo ha dicho: el silencio es signo de sabiduría, y la locuacidad es signo de estupidez. Otro: No te precipites de contestar antes del fin de la pregunta, no trates de resolver una cuestión expuesta en una asamblea cuando hayas notado que allí hay alguien más sabio que tú; no respondas a una pregunta dirigida a otro; no busques recibir ponderaciones por un tema que no conoces. En efecto, un filósofo ha dicho: aquel que busca una alabanza sobre un tema que no conoce, se verá necesitado a mentir cuando es sometido a prueba. Otro: Dale tu aprobación a la verdad, sea que tú la hayas presentado o que te la hayan ofrecido. Otro: No te vanaglories de tus palabras sabias, pues, como lo atestigua un filósofo: aquel que se vanagloria de sus palabras sabias demuestra que es un tonto. Cumpliendo con todo esto serás contado entre los discípulos de la sabiduría y de la prudencia. Un filósofo dice: Aquel que quiera buscar según la sabiduría encontrará la solución de acuerdo con la sabiduría.. Otro: El que se avergüence de ir a buscar la sabiduría en los otros, se avergonzará aún más buscándola en si mismo. Otro: Aquel que por orgullo no soporta recibir una enseñanza durante cierto tiempo, se quedará para siempre en la vergüenza de la estupidez. Otro: No es sabio aquel que se dice sabio, sino aquel que estudia y conserva la sabiduría. Otro: Si alguien tiene una formación defectuosa, de poco le servirá su generosidad. La grandeza del alma necesita enseñanza, la sabiduría, experiencia. Otro: Aquel que ha perdido la nobleza del alma, no tiene ningún motivo para conservar la nobleza de sus ancestros. Otro: La nobleza que viene de mi me satisface más que la nobleza que viene de mis padres.

Ejemplo III: los tres poetas

Un árabe, poeta sabio y espiritual, pero que no era noble, presentó sus versos al rey. Habiendo notado su sabiduría, el rey lo recibió con gran honor. Pero los otros poetas, orgullosos de su propia nobleza, le tenían celos. Vinieron a ver al rey y le dicen: Señor rey, porqué tratas con tanta magnificencia a un hombre nacido en tan inferior cuna? El rey respondió: Al que Uds. Pensaron insultar, de hecho más bien lo habéis alabado. En cuanto al que fue insultado, agregó: Una rosa que hace brotar espinas no merece ningún reproche. Y el rey lo despidió con muy grandes regalos. Un día un poeta de linaje noble, pero no muy dueño de su arte, le ofreció sus versos a un rey. Después de conocerlos, el rey rechazó esos versos mal compuestos y no le dio nada. Entonces el poeta le dijo al rey: Si no me das nada por mis versos, dame al menos algo por mi nobleza. El rey entonces: Quién es tu padre? Y el otro se lo indicó. El rey le dijo La semilla en ti ha degenerado .Entonces, el poeta: Pasa a menudo OH rey, que del trigo nace centeno. Entonces el rey: Cierto, pero tú has demostrado que eres inferior a tu padre. Y lo despidió sin darle nada. Otro poeta vino igual al encuentro del rey: su padre no era noble, pero su madre era de una gran familia. Desaliñado en su persona, presentó versos también descuidados. Su madre tenía un hermano notable por su conocimiento de las letras y del espíritu. Pero el rey recibió al poeta sin honores particulares. No obstante le preguntó de quién era hijo. Y éste le dio el nombre de su tío: entonces el rey se torció de la risa . Sus familiares le dijeron: Qué te hace reír tanto? El rey dijo : Yo había leído en un libro una fábula a la que veo aquí con mis propios ojos. Entonces ellos: Cuál es la fábula?. El rey dijo entonces:

Ejemplo IV: el zorro y el mulo

Un zorro encontró en una pastura un mulo que acababa de nacer, y, lleno de admiración le dijo: Quién eres tú? El mulo dijo que él era una criatura de Dios. Entonces el zorro: Tú tienes un padre y una madre? El mulo dijo: Mi tío es un caballo de raza noble. El mulo no reconoció al burro como su padre porque es un animal perezoso y feo, igual que el hombre aquí, en su necedad ha tenido vergüenza de decir que su padre no era conocido. El rey, volviéndose entonces al poeta, le dijo: Yo quiero que me indiques quién es tu padre. Y éste se lo indicó. El rey se dio cuenta que ese padre era un hombre sin nobleza ni cultura y dijo a sus seguidores Démosle igual alguna cosa, porque no ha degenerado.

La verdadera nobleza

Un árabe dijo a su padre: Estoy asombrado, pues he leído que en tiempos pasados, la gente de espíritu y los sabios eran venerados, mientras que ahora, solo los aduladores son honrados. Entonces el padre: No te asombres, hijo mío, si los clérigos tienen veneración por los clérigos, los nobles por los nobles, la gente de espíritu por la gente de espíritu, los aduladores lo tengan por los aduladores. Y el hijo: He notado otra cosa : los clérigos no son honrados por su sabiduría; es porque se han convertido en aduladores y han recibido grandes honores. Entonces el padre le dijo: A eso tiende la estupidez de nuestra época. Entonces el hijo: Dame, padre muy querido, la verdadera definición de la nobleza. Y el padre: Es aquella que recuerda Aristóteles en la carta que escribió al rey Alejandro, quien le había preguntado a quién elegir entre los hombres para hacerlo su consejero, y él le le respondió así en una carta: Toma a alguno que está instruido en las siete artes liberales, que está práctico en las siete pericias, que se haya formado en las siete reglas de conducta: yo pienso que esa es la verdadera nobleza. Entonces el hijo: Esa nobleza no existe en nuestra época: toda la nobleza que veo es la del oro y de la plata, como dice el poeta: Aquellos desprovistos de nobleza se vanaglorian de su tesoro, y la pobreza humilla a la alta nobleza. Un poeta ha escrito sobre las desgracias del siglo que afectan a los nobles, y en las palabras propias de ellos he aquí estos versos: Dile a aquellos que nos menosprecian debido a las desgracias que nos afligen, que este siglo no ha afectado a nadie mas que a los nobles. No ves que el mar lleva en la superficie los desechos y la paja, mientras que las piedras preciosas caen al abismo? Y no ves que hay en el cielo estrellas de las que ignoramos el nombre? Y sin embargo ninguna de entre ellas experimenta un eclipse, con excepción del sol y de la luna? Y el padre agrega: Es a causa de la estupidez de la época que los hombres piensan que uno debe alabar solo las riquezas.

Las siete artes, las siete reglas de conducta, las siete habilidades

Un discípulo interroga a su maestro, diciendo: "Puesto que hay siete artes, siete reglas de conducta y siete habilidades, quisiera que tú me las enumeres" El maestro: "Voy a enumerarlas: las siete artes son la dialéctica, la aritmética, la geometría, la física, la música, la astrometría; en cuanto a la séptima, las opiniones son extremadamente divididas. Los filósofos que no son partidarios de las profecías dicen que es la necromancia. Otros, aquellos que creen en las profecías y en la filosofía, quieren que sea la ciencia que se eleva por encima de las cosas de la naturaleza o los elementos del mundo. Algunos que no se interesan por la filosofía afirman que se trata de la gramática. Las habilidades son: andar a caballo, nadar, lanzar flechas, combatir con la cesta, entrenar pájaros, jugar al ajedrez, hacer versos. Las reglas de conducta son: no ser glotón, borracho, lujurioso, violento, mentiroso, avaro, no ser mal hablado". El discípulo: "En nuestra época, pienso que no hay ninguna persona de esa especie".

La mentira

Un filósofo advirtió a su hijo: "Cuídate de la mentira, pues es más dulce que la carne de los pájaros". Otro: "Ya que es fácil decir una mentira, porqué parece difícil decir la verdad?". Otro filósofo: "Si temes decir alguna cosa de la cual te arrepentirás, más vale decir no que sí". Otro: "Cuida que la vergüenza de rechazar no te conduzca a la necesidad de mentir; pues es más honesto Rechazar alguna cosa que provocar largas demoras". Otro: Sumar una demora a otra demora es, en nuestra época, una astucia para rechazar al que demanda". Otro filósofo: " Si se puede ser salvado por una mentira, mucho más se será salvado por la verdad". Un acusado fue conducido ante el tribunal del rey, negando la acusación recibida; finalmente, fue convencido de la mentira. Entonces el rey: " Tú serás castigado dos veces: una por haber cometido el crimen, y la otra por haberlo negado".Otro, acusado de la misma manera, no negó haber cometido el crimen. Y aquellos que estaban al lado del rey le dijeron de castigar el crimen admitido. "No, dijo el rey, porque un filósofo ha dicho: Contra aquel que admite su falta, la razón quiere que no sea condenado". Y así, liberado por el rey, el acusado se fue. Sócrates: " De la misma manera que el mentiroso no tiene amigos en el entorno de un príncipe, él deberá ser excluido del reino de los cielos". Un filósofo dijo a su hijo: "Di que es un mentiroso aquel que pretende que el mal debe ser vencido por el mal, pues de la misma manera que el fuego no mata al fuego, el mal no cede ante el mal. De la misma manera que el agua apaga al fuego, es por el bien que se destruye el mal". Otro: "No devuelvas el mal, para no ser semejante al mal, pero devuelve el bien, para ser mejor que el mal".  Otro filósofo: "No te fíes del malo para escapar de un nuevo peligro si has evitado uno anterior, pues no te ayudará para evitar uno parecido". Un habitante de Arabia dijo a su hijo: Si ves un hombre deshecho por sus desgracias, no te metas, pues será sobre el que desató al ahorcado que éste caerá".

Ejemplo V : el hombre y la serpiente

Un hombre que pasaba por el bosque encontró una serpiente que había sido desenrollada por unos pastores Y atada con unas cuerdas. Habiéndola liberado se puso a calentarla. La serpiente, cuando se hubo calentado, comenzó a enrollarse alrededor de su salvador, luego cuando lo hubo rodeado, lo comprimió con fuerza. Entonces el hombre le dijo: "Qué haces? Porqué devuelves mal por bien?" Hago lo que me es natural, respondió la serpiente. Yo te he hecho el bien, respondió el otro, y tú me pagas con mal? Mientras discutían así, un zorro fue llamado para desempatarlos por medio de un juicio. Se le presentó todo el asunto, en el orden de lo sucedido. Entonces el zorro: Yo no puedo juzgar este asunto solo por lo que oigo y sin ver con mis propios ojos cuál era vuestra situación. Entonces la serpiente es atada de nuevo como fue antes. Y bien, serpiente, dijo el zorro, trata si puedes, de escaparte. Y tú, hombre, no te ocupes en liberar la serpiente. No has leído que el ahorcado caerá sobre el que lo haya desatado? Un Árabe dice a su hijo: "Si tú eres atrapado, de cualquier manera que sea, y que puedes liberarte, no esperes, pues esperando de ser liberado con más facilidad, serás atado más estrechamente. Y que no te pase lo que ha pasado a un jorobado, de manos de un poeta." "Cómo así?" dijo el hijo. Entonces el padre:

Ejemplo VI : el poeta y el jorobado

"Un poeta que había hecho unos versos los ofreció al rey; éste alabó su talento y le dijo que pidiera un favor a cambio de su trabajo. Este pidió como favor ser nombrado durante un mes portero de la ciudad y recibir un denario por cada jorobado, un denario por cada sarnoso, un denario por cada tuerto, un denario por todo hombre atacado por impétigo y un denario por cada hombre con una hernia. El rey se lo otorgó y le dio un acta con su sello. El otro, habiendo recibido su cargo, se instaló en la puerta y comenzó a cobrar. Un día un jorobado bien encapuchado y llevando un bastón se presentó en la puerta. El poeta lo para y le pide un denario. Este se niega a darlo. El poeta comienza a zarandearlo, y levantando el capuchón ve que el jorobado es también tuerto; le exige pues dos denarios, a aquel al que antes había exigido uno solo. El otro no quiso darlos y fue arrestado. No teniendo ayuda, quiso escaparse; pero fue atrapado por el capuchón, y su cabeza descubierta mostró que tenía sarna. En seguida el otro le reclamó tres denarios. El jorobado, viendo que no podía contar ni con un escape ni por ayuda, empezó a resistirse con vigor y, al defenderse, descubrió sus brazos, sobre los que tenía impétigo. El otro le pidió entonces cuatro denarios. Como se resistía, el portero le arrancó su abrigo, y cuando éste se cayó al suelo, vio que tenía una hernia; le tomó entonces un quinto denario. Así, aquel que no quiso dar de buen grado un solo denario debió dar cinco a pesar suyo." Un filósofo dijo a su hijo:" Hijo mío, no pases sin motivo sobre la propiedad de un extranjero: el pasar lleva al arresto, el arresto a la instalación. Y la instalación es causa de preocupación".

Ejemplo VII: el clérigo que entró en la casa de los bebedores

Se cuenta, en efecto, que una tarde dos clérigos habían salido de una ciudad para pasear. Llegaron a un lugar donde se habían reunido unos bebedores. Uno dijo a su compañero: "Pasemos por otro camino, porque el filósofo ha dicho: no hay que pasar sin razón por la propiedad de un extranjero". Su compañero le respondió: "El solo hecho de pasar no nos hará mal, si no se agrega nada más. Cuando pasaban oyeron un canto en la casa. Uno de ellos se detuvo bruscamente, cautivado por la dulzura del canto. Su compañero le dijo que siguiera; se negó. Cuando se había ido su compañero, el otro se quedó solo, y, encantado por el canto, entró en la casa. Invitado por todos lados, se instaló, y una vez sentado, se puso a beber con los otros. Y hete aquí que un sargento en la búsqueda de un espía que se había escapado de la ciudad, entró detrás de él a la casa de los bebedores. Encontró al espía en esa casa, y todos fueron arrestados. "Es en este lugar que el espía ha encontrado refugio; es de aquí que ha salido, es aquí que ha vuelto; Uds. Son todos sus aliados y sus cómplices." Todos fueron conducidos a la horca, y entre ellos el clérigo que predicaba a todos, a grandes voces: "El que aprovecha la hospitalidad de un grupo criminal merece sin la menor duda la pena de muerte".

Ejemplo VIII: el canto de la lechuza

Se cuenta que dos estudiantes, saliendo de una ciudad, llegaron a un lugar donde se oía una voz muy harmoniosa de una mujer: las palabras del canto eran muy bien realizadas y la melodía también agradablemente concebida, todo era grato y encantador. Uno de los dos se paró, encantado por ese canto. Su compañero le dijo:"Partamos de aquí – y ellos se fueron –  porque el canto de un pájaro cautiva tanto que se es conducido a la muerte". Entonces el primero dijo: " Esta voz es más dulce que la que hemos escuchado mi maestro y yo, no hace mucho tiempo. –Qué era pues esa voz, le dijo el otro, y cómo la has escuchado? – Un día, dijo su compañero, cuando habíamos salido de la ciudad, se escuchó una voz muy ronca, y que sonaron canciones sin orden y palabras sin cola ni cabeza; y el que cantaba repetía sin cesar la misma cosa y parecía cautivado y encantado por su propio canto, mismo siendo éste áspero . Entonces mi maestro me dijo: "Si es cierto, como se pretende, que la voz del búho es presagio de muerte, sin duda alguna esta voz de búho anuncia la muerte!" Entonces yo : " Lo que me extraña es que, siendo su canto tan espantoso, parece que le da placer". Y él me dijo: "No recuerdas a ese filósofo que dijo: hay tres cosas en las que el hombre se complace aún si no son buenas: su voz, su canto, y su hijo". Cuando hubo contado esta historia de él y de su maestro, se separaron.

La mujer mala

Un filósofo dijo a su hijo: " Tú puedes seguir a un escorpión y a un dragón, pero no sigas a una mujer mala". Otro filósofo: "Ruega a Dios que te libere del dominio de las mujeres malas, y cuídate para no dejarte agarrar". Se cuenta de no sé qué filósofo, quien, pasando por un lugar donde un pajarero había tendido sus redes para atrapar pájaros, vio a una mujer divirtiéndose con él. Le dijo: "Tú que tratas de atrapar pájaros, ten cuidado de no convertirte en un pajarito preso en los hilos de esta mujer". Un discípulo dijo a su maestro: "He leído que en sus obras los filósofos recomiendan al hombre de cuidarse de las malicias de una mujer perversa. Y Salomón en sus Proverbios, dijo la misma cosa. Pero si tú tienes en la memoria alguna fábula o algún proverbio sobre esta maldad, quisiera que me instruyas contándomelo". Y el maestro dijo: "Con mucho gusto. Yo temo, si es que ciertas personas no vienen a leer con un espíritu un poco simple los poemas que hemos escrito sobre la astucia de las mujeres para corregirlas y de instruirte, tú como otros, al explicar cómo algunas entre ellas a espaldas de sus maridos, hacen venir a sus amantes, los besan y los abrazan cuando han llegado, diciendo lo que sus deseos exigen de ellos, algunos lectores no crean que haremos doblar su maldad contra nosotros". El discípulo: "No creas eso, maestro, pues Salomón en el libro de los Proverbios  y también muchos otros sabios han escrito semejantes detalles para corregir la conducta de las mujeres, y no han sido culpados, sino felicitados. Entonces tú, escribiendo sobre ellas para venir a nuestra ayuda, no será la culpa pero una corona que vas a merecer.".

Ejemplo IX: el vendimiador

Entonces el maestro dijo: " Un hombre partió para vendimiar en su viña. Viendo eso, su mujer comprendió que quedaría bastante tiempo en su viña : ella mandó entonces un mensajero a avisar a su amigo y ella preparó una buena comida. Pero he aquí que el amo, herido en un ojo por una rama de la viña, volvió rápido, pues no veía nada con su ojo herido; cuando llegó al umbral de su casa, tocó ala puerta. Cuando se dio cuenta, la esposa, enloquecida, escondió en un rincón al amigo que había hecho venir y corrió luego a abrir la puerta a su marido. Al entrar, éste, muy preocupado por su ojo que lo hacía sufrir, ordenó que le prepararan el cuarto y le hicieran la cama, para que pudiera descansar. Pero la mujer tuvo miedo que al entrar al cuarto éste pudiera ver al amigo que ella había escondido. Ella le dijo pues a su marido: " Porqué estás tan apurado para acostarte? Dime primero lo que te ha pasado". Y éste le contó como todo había pasado. "Entonces déjame, dijo ella, mi marido querido, darle vigor al ojo que no está enfermo, con una medicina mágica, para que no le pase a tu ojo sano lo que me pasó por tu ojo herido, pues el mal que te pasa nos golpea a los dos". Ella puso entonces su boca sobre el ojo intacto y lo calentó con besos hasta que su amigo hubo salido de su escondite escapando de la mirada del marido. Luego ella se enderezó y dijo: "Ahora, mi esposo querido, estoy segura que nada pasará a este ojo como pasó al otro. Entonces puedes, si tienes ganas, meterte en la cama." El discípulo le dijo entonces al maestro: "Tú me has instruido bien, y lo que me has contado sobre sus estratagemas, lo he confiado a mi espíritu sediento y deseoso de saber; lo que acabo de aprender, no lo quiero cambiar por todas las riquezas de los Árabes. Pero, te ruego, enséñanos como podemos conducirnos en el futuro. "Lo voy a hacer," dijo el maestro.

Ejemplo X : el cubre-cama

"Es la historia de un hombre que al salir de viaje, le pidió a su suegra de cuidar a su mujer. Ahora bien, su esposa se encaprichó con otro y lo confió a su madre. Ésta, convencida por su hija, se declaró a favor de su amor, e invitó al galán y lo hizo comer con su hija. Durante la comida el marido volvió y tocó a la puerta. La mujer se levantó, escondió al galán y luego abrió la puerta a su marido. Éste entró y pidió que se le preparara la cama : quería descansar, porque estaba cansado. La mujer, perdida, se preguntó qué haría. Viendo eso, su madre le dijo: "No te ocupes, hija mía, de preparar la cama, antes de que le hayamos mostrado a tu marido el cubre-cama que hemos hecho. Y la vieja sacó el cubre-cama, lo extendió todo lo que pudo teniéndolo por una esquina y dio la otra a su hija. Así, gracias a ese cubre-cama desplegado, el marido fue burlado, hasta que el amante que estaba escondido pudo salir. Entoncesl a madre dijo a su hija: "Extiende el cubre-cama sobre la cama de tu marido, pues ha sido tejido por tus manos y las mías", Y el marido dijo: "Entonces, tú, madre, eres capaz de hacer semejante cubre-cama?".Y ella: "Hijo mío, ya he fabricado muchos de esta especie". Entonces el discípulo agregó: "Vengo de oír una cosa maravillosa; pero quisiera que me instruyeras más aun; pues cuanto más comprendo su habilidad más ejerzo mi propia salvaguardia". El maestro respondió: " Te voy a contar una tercera historia, y estos ejemplos bastarán para tu instrucción". El discípulo dijo entonces: "Como gustes".

Ejemplo XI : la espada

Se ha relatado también, dijo el maestro, que un hombre que se iba de viaje, confió a su suegra el cuidado de su esposa. Pero la mujer se enamoró en secreto de un joven y se lo dijo en seguida a su madre. Ésta consintió a ese amor e invitó al joven a la comida que había preparado. Mientras comían el amo de la casa vino de improviso y tocó a la puerta. La esposa se levantó y fue a abrir a su esposo. Pero la madre, que quedó con el amante de su hija, al no tener escondite para disimularlo, se preguntaba qué debía hacer. Mientras que la hija abría la puerta a su marido, la vieja tomó una espada desenvainada, se la dio al amante y le dijo de ponerse cerca de la puerta, la espada desnuda, cuando el marido de su hija entrara, y, si el marido preguntara algo, de no contestarle nada. Abierta la puerta, cuando el marido lo vio así plantado allí, se paró y dijo: "Ea,! Tú! Quién eres?" Como el otro no respondía, el marido, después de un momento de estupefacción, empozó a tener miedo. La vieja gritó entonces desde adentro: "Cállate, mi yerno, que nadie te oiga! Entonces, sorprendido, él dijo: "Qué hay, querida Señora?" Entonces, ésta: "Mi hijo, tres hombres llegaron aquí, persiguiendo al que ves allí : nosotros le abrimos la puerta y le permitimos entrar con su espada, hasta que aquellos que querían matarlo se hubieran ido. Entonces, pensando que tú eras uno de los perseguidores, por terror no te ha contestado". Y el marido dijo: "Puedes sentirte bien por haberlo salvado de la muerte". Entró, invitó al amante de su esposa y lo hizo sentar a su lado. Luego, después de haberlo tranquilizado con palabras alentadoras, lo dejó salir a la noche". El discípulo: "Has dicho cosas admirables; y ahora estoy aún más estupefacto de su audacia desvergonzada. Quisiera, sin embargo, si eso no te aburre demasiado, que aún me hables de sus estratagemas. Pues cuanto más me digas, más me habrás ayudado". Entonces, el maestro: "Eso no te alcanza? Te he dado tres ejemplos y tú no terminas de pedir más". El discípulo: "Al darme tres ejemplos, tú habrás aumentado el número de ejemplos, pero tú has hecho entender solo pocas palabras. Dá pues uno que llene mis orejas de un largo desfile de palabras, y eso me bastará". El maestro: "Ten cuidado que no se produzca entre nosotros lo que se produjo entre un rey y su narrador de cuentos". El discípulo: "Ah! Querido maestro, qué se produjo? El maestro:

Ejemplo XII : el rey y su narrador de cuentos .

"Un rey tenía un narrador que tenía la costumbre de contar cada noche cinco historias. Llegó una noche que el rey no pudo dormirse y pidió escuchar algunos cuentos más. El le contó entonces tres cuentos más, pero breves. El rey pidió aún más. Pero el narrador se negó: le pareció, en efecto, que ya había contado mucho. Entonces el rey dijo: "Me has contado muchas historias, pero eran muy breves. Yo quisiera que me contaras uno que tenga muchas palabras y entonces te dejaré ir a dormir". El narrador aceptó y comenzó así: "Había un paisano que poseía mil monedas. Éste partió para una feria donde compró dos mil ovejas, a seis denarios cada una. Hete aquí que, mientras volvía, se produjo una enorme inundación. Al no poder pasar por el puente ni vadeando, muy preocupado, se puso a buscar a alguien quien pudiera ayudarlo a pasar a sus ovejas. Encontró finalmente un pequeño esquife, en el que cabían con él solo dos ovejas. Pero, obligado por la necesidad, metió dos ovejas y pasó con ellas." Al llegar ahí el narrador se durmió. Pero el rey lo despertó y le ordenó terminar el cuento que había empezado. Entonces, el narrador dijo: "Se trata de un rió muy grande, la embarcación es muy pequeña y el rebaño innombrable. Deja pues que el paisano pase a todas sus ovejas y cuando termine contaré la historia que he comenzado". Y así el narrador calmó al rey ansioso por oír historias largas. Si insistes, pues, que yo agregue otras historias a las que ya te conté, me esforzaré de ajustar mi conducta a este ejemplo". Entonces el discípulo: "Está dicho en los antiguos proverbios que el dolor no es igual para aquel que llora por los objetos, que para el que llora por el dolor que siente. El narrador no amaba a su rey como tú me amas. Con sus cuentos quería darle placer de alguna manera, mientras que tú no es lo que buscas para el discípulo que yo soy. Es por lo que te suplico no interrumpir la historia empezada: continúa cuidadosamente a revelar las maquinaciones de las mujeres".

Ejemplo XIII : la perra que lloraba

El maestro: "Se cuenta que un hombre de alta nobleza tenía una esposa muy casta y de gran belleza. Hete aquí que sus ansias de devoción lo llevaron a Roma; pero no quiso confiar su esposa a otro guardián que no fuera ella misma, confiando en su casta conducta y su sentido del honor. Después de reclutar una escolta, se fue. En cuanto a su esposa, ella continuó a llevar una vida de castidad y prudencia. Pero un día, llevada por la necesidad, ella debió salir para ir a ver a una vecina; luego volvió a su casa. Un hombre joven que la había visto comenzó a arder de amor por ella y le envió un gran número de mensajeros, pues él deseaba ser amado por ella de un amor igual a su propio ardor. Pero ella los desdeñó y menospreció totalmente. El joven, sintiéndose así desdeñado, sufrió de tal manera que fue agobiado por una grave enfermedad. Iba a menudo al lugar donde había visto salir a la dama, pues deseaba reencontrarla, pero en vano.: no obtuvo ningún resultado. Como lloraba, anonadado por el dolor, una vieja, vestida de monja, lo enfrentó y le preguntó por qué razón él estaba tan agobiado por el dolor. Pero el joven no quería revelar el secreto de su conciencia. Entonces la vieja le dijo: "Cuanto más se demora en confiar su enfermedad al médico, más se es agobiado por esa enfermedad". Habiendo entendido eso, él le contó con detalles lo que le había pasado y le reveló su secreto. Entonces la vieja: "Por lo que me has dicho, con la ayuda de Dios, encontraré un remedio". Ella lo dejó y se fue a su casa. Luego obligó a ayunar durante dos días a una perrita que tenía consigo, y al tercer día, cuando ésta estaba famélica, le dio un pan con mostaza.  Cuando lo comió, a causa de la mostaza, sus ojos se pusieron a llorar. Después de eso la vieja fue a lo de la dama de gran virtud de la que estaba enamorado el joven. Fue recibida con honores, por su hábito religioso; la seguía la perrita. Cuando la dama vio las lágrimas de la perrita, preguntó qué tenía y porqué lloraba. Entonces la vieja: "Querida amiga, no preguntes lo que es: se trata de un dolor tan grande que no lo puedo decir". Pero la mujer insistía para que respondiera. Entonces la vieja : "Esta pequeña perra que ves era una joven, casta y bella. Un hombre joven se enamoró de ella; pero ella era tan casta que desdeñaba y menospreciaba su amor. Este se puso tan doliente que fue afectado por una grave enfermedad. Y, por esta falta, la joven, desgraciadamente fue transformada en perra". Después de decir esto, como bajo el efecto de un gran dolor, la vieja estalló en sollozos. Entonces la dama dijo : "Y yo, querida señora, que tengo en la conciencia semejante pecado, qué debo hacer? En efecto, un joven se enamoró de mí, pero por castidad lo he desdeñado y le ha ocurrido la misma desgracia". Entonces la vieja: "Te recomiendo, querida amiga, que tengas piedad de él cuanto antes y de hacer lo que te pide: así no serás transformada en perra. Si yo hubiera sabido del amor del joven por mi hija, jamás ella estaría tan cambiada.". Entonces la dama noble dijo: "Te ruego, dame un consejo útil para mi caso, para que no me vea privada de mi belleza y transformada en perra".La vieja: "Con mucho gusto, por el amor a Dios y la salud de mi alma; como te tengo lástima, voy a buscar al joven y si lo puedo encontrar, lo conduciré a tu lado". La mujer le agradeció. Y así la vieja astuta mantuvo su palabra, trajo al joven prometido y unió uno al otro." El discípulo al maestro:"Yo nunca oí algo tan asombroso y pienso que se trata allí de la acción del diablo". Y el maestro dijo: "No lo dudes". El discípulo:"Espero que si un hombre es bastante sabio para pensar con miedo que siempre podrá ser engañado por una mujer, será tal vez capaz de cuidarse de su habilidad. ". El maestro:"He oido hablar de un hombre que se había esforzado mucho para cuidar a su mujer, pero no le sirvió para nada". El discípulo:"Maestro, dime qué ha hecho , para que, si me caso con una mujer, sepa cuidarla mejor".

Ejemplo XIV : el pozo

El maestro: "Había un joven que había consagrado toda su actividad, toda su inteligencia y todo su tiempo a estudiar las artimañas de la mujer y, después de eso, quiso casarse. Pero decidió primero aconsejarse y fue a buscar al hombre más sabio de la región.; le preguntó cómo podría cuidar a la mujer con la que se casaría. El sabio al oír eso , le aconsejó construir una casa de piedra con muros altos, de instalar a su mujer, de darle de comer lo suficiente, pero sin ropas inútiles; de que la casa tuviera una sola puerta y una sola ventana (para que la mujer tuviera un poco de vista) pero alta, e instalada de tal manera que nadie pudiera salir ni entrar por allí. El joven, después de haber escuchado al sabio, hizo como éste le había aconsejado. De mañana, cuando salía de la casa, el joven marido cerraba firmemente la puerta, y hacía lo mismo cuando volvía; cuando dormía, escondía debajo de la almohada las llaves de la casa. Y eso duró bastante tiempo. Pero un día, mientras que el marido atendía sus asuntos, la mujer, como de costumbre, subió a su ventana y miró a los que iban y venían. Ese día, desde su ventana , ella vió un hombre joven muy agradable de aspecto y de cara. Al verlo ella ardió en el acto de amor por él. Ardiendo por ese amor , pero vigilada como estaba, comenzó a preguntarse cómo y por qué estratagema podría hablar al que ella amaba. Con mucho buen sentido y muy astuta, ella se dijo que robaría las llaves de su marido mientras que él dormía. Y eso es lo que hizo. Se acostumbró entonces de emborrachar a su marido con vino cada noche, paa poder salir libremente y satisfacer su deseo con su amigo. Pero su marido, habiendo aprendido con la enseñanza de los filósofos que no había ningún acto de las mujeres exento de engaños, comenzó a preguntase qué tramaba su mujer con esas libaciones diarias. Para darse cuenta, fingió estar borracho. La mujer no se dio cuenta y, de noche, salió de su cama, fue a la puerta de la casa, abrió y salió al encuentro de su amante. Entonces el marido se levantó despacio en el silencio de la noche, fue a la puerta y la cerró y echó el cerrojo, después subió a la ventana y esperó allí hasta el momento en que vió volver a su mujer, vestida solamente con una camisa. Esta, al querer entrar, encontró la puerta cerrada; quedó muy contrariada, pero a pesar de eso tocó a la puer ta. El marido, cuando la vió y escuchó, hizo como si no la reconociera y preguntó quién era. Entonces ella pidió perdón por su falta y prometió que no volvería a hacerlo; pero fue en vano y su marido furioso dijo que no la dejaría entrar a la casa y la acusaría ante sus padres. Ella se puso a gritar cada vez más fuerte y a decir que ssi él no le abría la puerta de la casa, ella se tiraría al pozo que estaba delante de la puerta y terminaría con su vida : así, él tendría que rendir cuentas de su muete a sus amigos y a sus próximos. El marido desdeñó estas amenazas y no le permitió entrar a la casa. Pero la mujer, llena de artimañas y astucia, tomó una piedra y la tiró al pozo: ella pensaba que su marido, al oir el ruido de la caída de la piedra al pozo, crería que ella se había tirado al pozo. Después de eso, ella se escondió detrás del pozo. El marido, ingenuo e imprudente, habiendo oído el ruido de la piedra cayendo al pozo, salió en seguida de la casa y corrió rápidamente al pozo, pensando que el ruido que había oído era la caída de su mujer. Pero la mujer, al ver la puerta abierta, y siempre llena de astucia, entró a la casa, cerró la puerta y subió a la ventana. El marido, viendo que había sido burlado, dijo:"Oh! Mujer tramposa, y repleta de las artimañas del diablo, déjame entrar y yo te perdonaré todo lo que me has hecho afuera!" Pero ésta lo insultó y se puso a jurar que hiciera lo que hiciera y que él prometiera, no entraría en la casa: "Yo mostraré a mis padres lo que tú eres y lo que es tu crimen, pues tú tienes la costumbre, cada noche dejarme furtivo e ir a lo de las prostitutas". Y fue lo que ella hizo. Entonces los padres, oyendo eso y creyendo que era cierto, culparon al marido. Así fue como esta mujer, habiendo evitado por su astucia el castigo que merecía, se lo achacó a su marido. Para éste, el hecho de haber cuidado a su mujer no sirvió de nada y mismo le causó daño: en efecto, para colmo de males, mucha gente creyó que él tenía muy merecido lo que le pasó. Fue por eso que se encontró privado de sus bienes, despojado de sus títulos de honor, deshonorado y, por la calumnia de su mujer, soportó el castigo de los adúlteros." El discípulo:"No hay persona que se pueda defender de la habilidad de las mujeres, salvo el que Dios guarde, y esta historia es para mí un aliciente para no tomar mujer".

La mujer de valor

El maestro: "No vayas a creer que todas las mujeres son parecidas a ésta, pues hay numerosas mujeres de gran castidad y de gran bondad: sepas que se puede encontrar, en una mujer de calidad, una excelente compañía, y que una buena esposa es una fiel guardiana de la casa. Salomon, al final de su Libro de los Proverbios ha compuesto veintidos versos sobre el mérito y la bondad de una buena esposa".El discípulo dijo entonces:"Me has reconfortado mucho. Pero has escuchado tú hablar de una mujer que se haya esforzado de usar su habilidad para ejercer el bien? Cierto. Entonces háblame de ella, porque me parece que es una cosa extraordinaria". Entonces el maestro:

Ejemplo XV : los diez cofres

"Me han contado que un español partió para la Meca y había llegado a Egipto. Al querer entrar al desierto y atravesarlo, quiso depositar su dinero en Egipto. Antes de depositarlo, él se informó si había en el país un hombre en el que pudiera confiar. Le indicaron un hombre mayor que tenía gran reputación por su rectitud. El le confió mil talentos. Luego continuó su viaje y, después de realizado su peregrinaje volvió junto al hombre al que le había confiado su dinero y le pidió que le devolviera su depósito. Pero el otro, lleno de perfidia, decía que jamás lo había visto. Engañado así, el hombre fue en busca de personajes nobles de ese país y les contó cómo lo había tratado aquél a quien había confiado su dinero. La gente del país, oyendo eso, no lo quisieron creer y dijeron que no era verdad. Pero el que había perdido su dinero iba cada día a la casa del que lo conservaba injustamente y le rogaba enfáticamente para que se lo restituyera. El estafador, cansado de oirlo, lo insultó, le advirtió de no decir más semejantes cosas y de no volver más a su casa. Si lo hacía, sería justamente castigado. Después de haber oído las amenazas del que lo había engañado, el hombre se fue muy triste. En el camino de regreso encontró a una mujer vieja que llevaba un hábito de monja. Viendo a ese hombre en lágrimas (ella había adivinado que se trataba de un extranjero) se llenó de compasión, lo atrajo a un rincón y le preguntó qué le había pasado. Entonces él se lo contó exactamente. La mujer, después de haber escuchado las palabras de este hombre, le dijo: "Amigo, si lo que dices es verdad, (H 23 ) yo te voy a ayudar". Y él: "Cómo puedes hacerlo, sirvienta de Dios?". Entonces ella le dijo: "Tráeme un hombre de tu país en el que puedas tener total confianza". Y él trajo uno. Entonces ella ordenó al compañero de la víctima comprar diez cofres decorados con bellos colores en el exterior, rodeados de hierro plateado y cerrados con buenas cerraduras; los debía llevar a la casa de su huésped y llenarlos de pequeñas piedras. Es lo que hizo. Entonces la mujer, cuando vió que lo que había pedido estaba listo, le dijo:"Ahora , busca diez hombres para venir conmigo y con tu amigo a la casa del hombre que te ha engañado; que traigan los cofres, caminando uno detrás del otro, en columna. Y cuando el primero llegue a la casa del que te ha engañado y se pare, preséntate y reclama tu dinero. Y yo tengo tanta confianza en Dios que estoy segura que tu dinero será devuelto." Entonces él hizo como la mujer le había dicho. Esta, recordando lo que había emprendido, se puso en camino. Ella vino a lo del tramposo con el amigo de la víctima y dijo: "He recibido en mi casa un hombre que vino de España, que quiere ir a la Meca; pero quiere antes confiar su dinero contenido en diez cofres, a un hombre de bien que se lo guarde hasta su regreso. Te ruego que quieras, para agradarme , guardárselo, y porque sé que eres un hombre bueno y fiel, no quiero que este dinero sea confiado a nadie sino a ti". Mientras ella decía esto, llegó el hombre que llevaba el primer cofre, y se veían los otros que llegaban detrás de él. En ese momento, el hombre que había sido engañado, siguiendo la orden de la vieja mujer, se presentó detrás del hombre que llavaba el primer cofre, como había sido instruído. Entonces, el que había escondido el dinero, un personaje malo y astuto, cuando vió llegar al hombre del que conservaba el dinero, temió que.s i reclamaba su dinero, el otro, que traía el suyo no querría confiárselo; se paró delante de él y le dijo:"Querido amigo, dónde estabas que has tardado tanto? Ven y toma el dinero que me has confiado durante tanto tiempo, pues me averguenzo de haberlo conservado tanto tiempo". Entonces el otro, lleno de alegría recuperó su dinero, agradeciendo. En cuanto a la vieja mujer, cuando vió que el hombre había recuperado su dinero, se volvió y dijo: "Mi compañero y yo vamos a buscar a los otros portadores de cofres y decirles que se apuren. Espera nuestra vuelta y guarda bien lo que ya te hemos confiado". Todo contento, guardó lo que ya había recibido y esperó - y tal vez espera todavía - su llegada. Y así, gracias al estratagema de esta vieja, el dinero fue devuelto a su propietario". El discípulo: "Era una estratagema admirable y eficaz, y no pienso que ningún filósofo pueda encontrar un medio más hábil para que un hombre un poco imprudente recupere su dinero". El maestro: "Un filósofo podría muy bien, gracias a su habilidad natural y a la adquirida en escudriñar los secretos de la naturaleza, hacer lo que ha hecho esta mujer con su habilidad natural". El discípulo: "Lo creo ciertamente. Pero si tú has colocado en el cofre secreto de tu espíritu alguna astucia de este género de los filósofos, revélamela a mí, tu discípulo, y yo la confiaré a mi fiel memoria para que algún día pueda dar este alimento lleno de dulzura a mis condiscípulos alimentados por la leche de la filosofía".

 

 

Notas

[1.] Cf. TOLAN, John, Petrus Alfonsí and his Medieval Readers, University Press of Florida (Gainesville 1993) 132-158.

[2.] No hemos podido tener acceso a la traducción castellana realizada por Angel González-Palencia (1948) ni a la mas reciente de María Jesús Lacarra y Esperanza Ducay (1980) por lo que ofrecemos esta traducción nuestra realizada a partir de las versiones latinas y francesas.

 


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