LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA COMO
ACCIÓN SEMIÓTICA TEXTUAL[1]
José Padrón G.
Caracas, USR, 1992
0. SUPUESTOS DE ENTRADA
Estos supuestos iniciales pretenden
sentar las bases y derivaciones teóricas para la construcción de un modelo de
las Investigaciones Educativas (IE), tal que a partir de él se expliquen las
variaciones de ese proceso en el plano de los hechos. El sistema de trabajo
consiste en suponer:
2. Que toda IE pertenece a la clase intermedia de las Acciones Semióticas
3. Que toda IE pertenece a la clase específica de las Acciones Semióticas Textuales
Como se ve, 1 incluye a 2 y ésta a 3. La suposición 1 nos permite analizar una Teoría de la Acción y, por derivación, aplicarle a las IE los mismos tratamientos teóricos que recibe una Acción cualquiera. Esto se hará en la primera parte de la sección. La suposición 2 nos permite analizar una Teoría Semiótica y aplicarle a las IE los mismos tratamientos que se le aplican a una semiosis cualquiera, lo cual se hará en la segunda parte. La suposición 3 nos permite estudiar una Teoría del Texto y aplicarle a las IE los mismos tratamientos que recibe cualquier texto. Esto se hará en la tercera parte.
En general, los conceptos instrumentales que son
útiles para este desarrollo están asociados de uno u otro modo a autores como
Austin (1962, 1976), Bar-Hillel (1971), Davidson (1976), Levinson (1981),
Rescher (1967), Searle (1969), Wright (1968), etc. El primer concepto elemental
es que toda ‘Acción’ puede
resumirse como una relación entre una Situación
Inicial dada (S0),
una Situación Final Deseada (Sn’) y una Situación Final Obtenida (Sn), unidas mediante una
secuencia de Situaciones Intermedias (S1, S2..., Sn-1).
Una Acción ‘A’, se define entonces como:
Dentro de este esquema, S0 se concibe como un estado de cosas deficitario
(necesidades de acción), Sn’
como un sustituto ideal de ese estado de cosas (objetivos de acción), la secuencia
intermedia (S1, S2...,
Sn-1) como los pasos intermedios estratégicos para sustituir
efectivamente a S0 por Sn’
(ejecuciones) y, finalmente, Sn
se concibe como el producto real de todo el proceso secuencial (resultados de
acción). Los estados intermedios S1...,
Sn-1 son “recursivos”, en el sentido de que cada
uno de ellos puede reescribirse como un esquema de acción idéntico al de
arriba, pero subordinado a un esquema más incluyente o general, tal como
ocurre con los sistemas de objetivos en un diseño de instrucción o con los
sistemas operativos de un proceso industrial, etc.; esa recursividad equivale
a un sistema definido por dos reglas de aplicación abierta: según R1, el símbolo A se reescribe como á(S0,Sn’), (S1...,Sn-1),
Snñ; según R2, toda Si (tal que 0 <
i < n) puede reescribirse como A (ver el diagrama que sigue).
Recursividad de la Acción
Por lo demás,
como conjunto de elementos globales que circunscriben a S0 (i.e., como conjunto de proposiciones antecedentes
que condicionan la descripción de S0
en relación con Sn’ y Sn), está el CONTEXTO INICIAL
o C0 que se refiere al
ámbito, contexto o marco amplio de la acción y donde se ubican cosas como las
siguientes: unas coordenadas socio-espacio-temporales, unos PARTICIPANTES
(actores o “actantes”, desglosables
en sujetos de acción y destinatarios de acción) y un MARCO o CONJUNTO
PRESUPOSICIONAL (desglosable en elementos de orden cognoscitivo e informativo
-descripciones y explicaciones acerca de hechos objetivos- y elementos de
orden filosófico -valores, creencias, etc.-).
Este “marco”
describe, en general, los aspectos relacionados con el concepto lingüístico corriente
de “presuposición” (referidos a la
acción por Van Dijk, 1978, bajo el término “conjunto epistémico”) en función del cual se evalúa el estado
inicial frente a otras opciones “preferibles”
que condicionan la formulación de los Sn’
u objetivos de acción. Además, como conjunto de datos que circunscriben a la
Situación final obtenida (Sn),
está el CONTEXTO FINAL (C) que ubica
los mismos elementos del contexto inicial (C0)
modificados en virtud de las situaciones intermedias (S1, S2..., Sn-1). Se sobrentiende
que cada estado de la secuencia se inscribe en algún segmento de una
trayectoria de tiempo que va desde t0
hasta tn, trayectoria que
pertenece a los datos del CONTEXTO (tanto C0
como Cn). Las situaciones
iniciales y finales se pueden describir mediante conjuntos de proposiciones
unidas por conjunción o disyunción (cálculos de predicado y de enunciados), a
veces sujetas a “funtores” o expresiones
que las diferencian según puntos de tiempo, modalidades, etc. (“lógicas especiales”). Igual pueden
describirse las situaciones intermedias; sólo que con frecuencia adquieren el
rol de sistemas normativos, tal como podrían aparecer en flujogramas y demás
diagramas de decisión.
Pero ninguna acción aparece separada de otras, aún
cuando cada una de ellas pueda ser aislada y analizada en sí misma, tal como,
teóricamente, se propone arriba. Más bien, toda acción debe ser concebida
dentro de una RED ACCIONAL o RED PRAGMÁTICA. Ya se vio, al mencionar la
recursividad de la acción con respecto a sus situaciones intermedias, que
existen redes de acciones que se organizan en estratos jerárquicos de
inclusividad (lo que en un estrato inferior se describe como acción, puede, a
su vez, describirse como situación intermedia en un estrato superior). Pero,
al margen de eso, sucede que una acción puede complementar o contrariar a
otra, puede ser su condición o consecuencia, puede ser su antecedente temporal
o su adyacente espacial, etc., de modo que, de acuerdo a diferentes criterios
relacionales (los cuales, a su vez, pueden suprarrelacionarse entre sí), la
acción se explica en términos de redes accionales. Dado que tales redes pueden
obtenerse también como resultados de descripción o análisis (o sea, puede
hablarse de redes accionales lógicas), es bueno aclarar que -en cuanto objeto
empírico- son sólo las redes pragmáticas las que conciernen de modo específico
a esta teoría de la acción. En otras palabras, las redes accionales son
propiamente tales, en sentido teórico, por el hecho de que toda acción está
asociada a un CONTEXTO, es decir, a un ámbito situacional (‘socio-espacio-temporal’)
que vincula entre sí a unas personas sobre la base de sus particulares
mecanismos de “intencionalidad” (en
el sentido precisado por Putnam, 1990:21-22; concretamente, en cuanto relación
entre “estados de la mente” y “estados de cosas”), los mismos que
sistemáticamente generan marcos o conjuntos presuposicionales. Aunque la delimitación de un contexto es producto
exclusivo (y obligante) de una descripción o análisis (producto ‘lógico’), es
en atención a los correlatos empíricos aislables por tal delimitación en que
se conciben las redes accionales (por ejemplo, las guerras de Aníbal y de
Bolívar podrían, bajo ciertos criterios, estar estrechamente conectadas en una
misma red accional lógica, pero no en una misma red asociada a un mismo
contexto, que es lo propio de la teoría). Entonces, una red accional pragmática
es un sistema de acciones conectadas entre sí en función de los datos de un
contexto. Evidentemente, el tamaño y complejidad de la red depende del nivel
en el cual tenga lugar la delimitación del contexto asociado (delimitación de
la cual, por cierto, no queda excluida la lógica cotidiana o ‘popular’ en
cuanto puntos de vista de los actores o delimitaciones de ‘uso’). Si se toma en
cuenta que, sucesivamente, los contextos menores se van encadenando entre sí
hasta formar contextos mayores, marcados por los límites histórico-culturales
de una sociedad nacional, continental y
hasta mundial, cruzados con límites de interés e intencionalidad
(economía, religión, educación..., por una parte; técnica, tecnología..., por
otra parte, etc.), entonces quedarán claros los rasgos de complejidad, relatividad
y movilidad que caracterizan a las redes accionales. Quedará también clara la
importancia del concepto teórico de RED ACCIONAL (o también RED PRAGMÁTICA,
para ciertos efectos de precisión) en lo referente a los alcances explicativos
de la teoría y a sus aplicaciones concretas para el caso de la IE.
Ya que el contexto resulta determinante y
condicionante para la acción (no sólo en cuanto eje de redes accionales, sino
también en cuanto ámbito de `intencionalidad’ o núcleo de marcos o conjuntos
presuposicionales y, sobre todo, en cuanto espacio situacional de los participantes),
las diversas maneras en que sea posible concebir dicho contexto promueven también
diversos ángulos explicativos de la acción. En particular, las ideas de contexto
“privado” vs “público” (i.e., la dimensión social del contexto) conducen, entre
otras, a ciertas propiedades de la acción definidas por los polos INDIVIDUAL-COLECTIVA,
PERSONALIZADA-SOCIALIZADA y DEFINIDA-INDEFINIDA. La diferencia entre la
acción más individual y la más colectiva está en la cantidad (cardinalidad del conjunto) de personas
a las cuales, en el plano empírico, resulten específica y exhaustivamente atribuibles
los componentes de una determinada acción, a partir de una misma S0 (una acción es más colectiva
o menos individual que otra en la medida en que haya más participantes
-adscritos a una misma situación inicial- vinculados a más componentes de la
estructura de la acción). La diferencia entre la acción más personalizada y la
más socializada está en la medida en que los participantes se expresen en
cuanto personas, a través de la acción, o en cambio reproduzcan algún aspecto
característico de la sociedad en que viven (una acción es más socializada
cuando a través de ella se reproduce la cultura y vida social; y es más
personalizada cuando, al margen de su identificación sociocultural, lo que se
expresa es la personalidad del sujeto o de los participantes). Finalmente, la
diferencia entre la acción más definida y la más indefinida está en el grado
de “algoritmización” con que es
posible describir o repetir la variante estructural de una acción, es decir,
en la medida de seguridad con que las situaciones intermedias conduzcan a una
misma relación particular entre Sn’ y
Sn (la distinción conceptual “definido/indefinido”, expresada en el
término “bien-definido”, es usual en
la teoría computacional tradicional; sin embargo, en el resto de la exposición
se preferirá seguir con el término ya usado en las descripciones empíricas
iniciales: “sistemático/no sistemático”,
por lo cual se presentará con frecuencia la expresión “acción SISTEMÁTICA socializada”, para aludir a aquellas acciones
cuyas secuencias operativas intermedias conforman una cierta rutina que tiende
a garantizar hasta cierto punto unos mismos resultados y que, además, son de
carácter público-colectivo).
En cuanto a las interdependencias entre los
componentes Si..., Sj
del esquema teórico formulado antes, sólo queda estipulado, en general, que los
datos del duplo áC0,
S0ñ generan los datos de Sn’; que ambos generan, a su
vez, los datos de la secuencia S1,
S2..., Sn-1 y que todos ellos, finalmente, generan
los datos del duplo áSn,
Cnñ. Formalmente:
(((C0, S0) ® Sn’) ® (S1, S2..., Sn-1)) ® (Sn, C0)
Pero no se estipula, a este nivel teórico tan
general (por pertenecer más al sector de la Filosofía y la Lógica que al de la
Psicología y Sociología), cómo dependen los datos incluidos en C0 entre sí y con respecto a
S0. Podría suponerse,
dentro del margen de permisibilidad propia de los estudios deductivos, que lo
que está a la entrada de toda acción es, en unión interdependiente, un sistema
de datos definidores del contexto exterior circundante junto a otro sistema de
datos definidores del perfil de los participantes ubicados en dicho contexto.
Luego, como producto de la conjunción de esos dos sistemas, los individuos
orientan su atención hacia un cierto sector contextual concibiéndolo como
deficitario o problemático, esto es, identificándolo como situación inicial de
acción (S0) y proyectándolo
sobre una situación final deseada (Sn’
); desde ese punto producen una selección de valores y creencias de orden
filosófico, de la cual se sucede una aplicación de cuerpos cognoscitivos de
información, pasando luego a formular una secuencia operativa adecuada a todos
los datos precedentes. Es de suponer que toda esta secuencia se retroalimenta
paso a paso, en el sentido de que, en cada subnivel de la dependencia
secuencial, todo elemento posterior promueve reajustes en su respectivo
elemento anterior. Dado que, como se dijo al principio, las acciones no son
aisladas sino que se conciben dentro de REDES PRAGMÁTICAS, esta secuencia de
dependencias no es atribuible aisladamente a cada acción en particular sino a
redes de acción que, por lo demás, van evolucionando con el paso del tiempo y
con la movilización de los individuos entre contextos y redes contextuales
diferentes. En el macronivel de esas redes pragmáticas es posible que los individuos
vayan forjando sustratos más o menos permanentes que definan, de modo general,
un perfil, una clase de contextos en la cual regularmente se mueven, una
posición filosófica y una especialización cognoscitiva. Es posible que esos
sustratos funcionen, en el micronivel de cada acción particular, como campos
de selección de factores específicos aplicables a cada acción particular. Sin
embargo, no es interés de este estudio el distinguir entre las llamadas “predisposiciones de acción” y las ejecuciones
concretas, ya que esto parece interesar propiamente a las disciplinas
psicológicas y sociológicas, mientras que aquí se ha elegido una base más bien
lógica. Esto, que para ciertos efectos es sin duda una limitación, podría
verse, prospectivamente hablando, como una posibilidad de desarrollo ulterior
de este estudio mediante la integración de teorías psicosociológicas (respecto
a esta posibilidad, véanse referencias generales en Roca i Balasch, 1989,
Piaget, 1975, Parsons/Shils, 1961, etc.).
Las particularizaciones empíricas de todo lo
expuesto hasta aquí podrían ejemplificarse en numerosos sectores y en diversas
maneras, bien a modo de ilustración, bien a modo de comprobaciones teóricas.
Por ejemplo, las nociones de éxito/fracaso de una acción pueden ser identificadas
como una relación `mayor/igual/menor que’ entre la situación esperada y la
situación obtenida. Algo por el estilo podría hacerse con otras nociones ordinarias
tales como ‘interacción’, ‘competitividad’, ‘acción profesional’, ‘acción
cotidiana’, ‘conflicto’, ‘alianza’, ‘aprendizaje’, etc. Pero, obviando estas
aplicaciones generales, veamos cómo pueden interpretarse las variaciones de la
IE mediante una aplicación específica de esta Teoría de la Acción.
De una Teoría de la Acción se obtiene que, si la IE
es una acción, entonces toda IE variará según las mismas condiciones teóricas
en que varía una acción cualquiera:
(i) Hay una RED
CONTEXTUAL o SITUACIONAL (ligada a situaciones y acciones pasadas, presentes
y futuras) donde se define un contexto de investigación, una situación
inicial de dicha investigación, una intencionalidad específica, unos
resultados efectivamente logrados y una incorporación o uso de dichos
resultados en función de las necesidades-oportunidades de la red CONTEXTUAL-SITUACIONAL
(es decir, una red que identifica la relación entre S0, Sn’
y Sn). En esta red CONTEXTUAL
O SITUACIONAL está implícito que toda IE es una acción que se origina a partir
de un contexto en que ciertos individuos (investigadores), preocupados por
ciertas demandas de conocimiento en determinadas esferas de la acción educativa,
intentan proporcionar a otros individuos de ese mismo contexto (destinatarios)
algunas respuestas u ofertas a dicha demanda (lo cual no significa que esas respuestas
no sirvan también para los mismos productores en sus propios ámbitos de
acción docente, como es el caso implícito en el concepto de “docente-investigador”). A su vez, este
intento implica varias cosas, tales como el tipo de acción educativa en que
ocurre esa necesidad de conocimiento (espacio de investigación), el tipo de
incógnita o pregunta que traduce dicha necesidad (problema de investigación),
el conjunto de hechos investigativos que histórica y teóricamente la preceden
o circunscriben (antecedentes de investigación), las particulares coordenadas
socioculturales supraindividuales del momento histórico (políticas educativas,
tendencias sociológicas, esquemas axiológicos...), etc. Pasando a un plano
individual, este intento de dar respuestas a ciertas demandas de conocimiento
está condicionado también por determinados factores psicológicos estrictamente
limitados a los investigadores o sujetos de la acción, tales como su
competencia personal, su formación profesional y su estilo de pensamiento.
En lo que se acaba de decir está sobrentendida una
distinción importante: hay, por una parte, ACCIONES de IE y, por otra,
ACCIONES EDUCATIVAS, las cuales no deben confundirse. Estas últimas son
abarcantes e incluyen las primeras. Cada clase de ACCIÓN EDUCATIVA (o también
`práctica educativa’, `ejercicio educativo’, etc.), una de las cuales es la
ACCIÓN de IE, se define por una especificación de las SITUACIONES que
típicamente la particularizan. Así, por ejemplo, la acción docente se define
suficientemente por una típica y particular S0, una típica y particular Sn’
y una típica y particular secuencia S1,
S2..., Sn-1. Lo que ocurre especialmente con la
ACCIÓN de IE es que dentro de su red contextual-situacional siempre figura como
objeto de acción alguna de las particulares estructuras Si..., Sj que definen típicamente una ACCION EDUCATIVA cualquiera.
Más exactamente, tanto su S0
como su Sn’ contienen de
algún modo una representación o reproducción completa de alguna estructura
típica [ (S0, Sn’),
(S1, S2..., Sn-1), Sn ]
comprendida en la superclase general a la que ella misma pertenece. Esto es
así simplemente porque toda IE, como acción, consiste en esencia en investigar
la práctica educativa, de la cual ella misma forma parte. Todo esto obliga a
tomar en cuenta que hay contextos educativos generales y contextos educativos
investigativos y que éstos tienen a aquéllos como objetos de acción.
Refiriéndonos a la teoría general, esta distinción resulta explicada, en
primer lugar, por el concepto de RED ACCIONAL o PRAGMÁTICA, previsto en las
`definiciones instrumentales’, el cual alude a las relaciones sistemáticas
entre diferentes niveles de generalidad e inclusividad de las acciones; y, en
segundo lugar, por la relación entre los conceptos CONTEXTO INICIAL (C0) y SITUACIÓN INICIAL (S0), el primero de los cuales
cubre los aspectos del ámbito de investigación, mientras que el otro cubre lo
referido al ejercicio educativo donde se descubre una necesidad de conocimiento
y se plantea una incógnita.
(ii) Hay una
RED OPERATIVA, TECNOLÓGICA o PERFORMATIVA, condicionada por la red situacional
anterior, donde se definen métodos, modalidades, tecnologías y esquemas de
ejecución conectados a los resultados esperados dentro de la situación
inicial de investigación y a los resultados efectivamente logrados (es decir,
una red que identifica la relación S1,
S2..., Sn-1).
En esta red OPERATIVA (o tecnológica, performativa,
metodológica, etc.) está implícito que toda IE, en cuanto acción (o sea, en
cuanto transformación o cambio de S0
a Sn en función de Sn’ ), se lleva a cabo a
través de una serie de situaciones que median entre la situación inicial y la
situación final (una ilustración diagramática muy elocuente al respecto está
en las célebres redes PERT-CPM). En este sentido, la IE se concibe por referencia a una secuencia ordenada de
operaciones orientadas al logro del objetivo de investigación: fases o
momentos, procedimientos, técnicas, recursos e instrumentos. Así mismo,
considerando que las secuencias de situaciones intermedias de la acción son
recursivas, como se explicó arriba, se deduce que una IE cualquiera puede
ser, en sí misma, apenas una de las situaciones intermedias de
otra IE más global o, de otro modo, una IE cualquiera puede comprender entre
sus operaciones específicas una situación intermedia que por sí sola
constituya otra IE auxiliar o más particular. De hecho, ninguna investigación
puede concebirse como ejecución aislada que comienza y termina en sí misma o
cuyos límites no sobrepasan los límites del sujeto investigador. Igual que
toda acción, cualquier investigación debe concebirse por referencia a redes
investigativas, tal como se demuestra en los conceptos empíricos de “líneas”, “programas” y “departamentos”
de investigación.
También está implícito dentro de esta red operativa
que las secuencias de situaciones intermedias de IE llegan a configurar
ciertos patrones transindividuales que pueden entenderse como tecnologías en
evolución, dependientes de la misma clase de factores que afectan a toda
tecnología de acción: ejecuciones anteriores, modas, presiones socioculturales,
cambios científico-industriales, posiciones filosóficas, exigencias
político-económicas, etc. Algunos de estos patrones o tecnologías de investigación
llegan a consolidarse y hacerse fuertes dentro de ciertos contextos, hasta que
declinan ante el surgimiento de otros patrones[2].
Pero, al lado de esta configuración de patrones operativos transindividuales,
hay que considerar también que ellos se aplican a casos particulares que se
identifican por necesidades y posibilidades muy singulares, donde actúan
factores tales como la creatividad, la oportunidad, las competencias, etc.,
cosas todas que imprimen flexibilidad y sellos personales al patrón operativo
seleccionado y que, por tanto, llegan a conformar modalidades particulares de
ejecución, es decir, secuencias operativas marcadas por rasgos individuales.
Si admitimos, de acuerdo a las definiciones
instrumentales antes esbozadas, que todas estas implicaciones resultan válidas
dentro de una Teoría de la Acción y si admitimos también que toda IE es una
acción, deberemos entonces admitir que cualquier proceso de investigación,
incluyendo la IE, explica sus variaciones en dependencia de estas mismas
condiciones aquí reseñadas, las cuales pueden resumirse en dos categorías:
condiciones pragmáticas SUPRAINDIVIDUALES y condiciones pragmáticas
INDIVIDUALES, las cuales resultan mutuamente interdependientes.
Dentro de las condiciones SUPRAINDIVIDUALES, tenemos
contextos de acción (educativa, para nuestro caso), dentro de los cuales -y en
atención a ciertos criterios organizacionales e institucionales de base
axiológica- se van planteando situaciones iniciales particularmente identificables
y jerarquizables en torno a aspectos que poseen la capacidad de aglutinar intereses
individuales. De acuerdo a este ordenamiento de situaciones iniciales
transindividuales (en el que se involucran intereses individuales), se van
también ordenando espacios empíricos de acción educativa y, por tanto,
situaciones investigativas ligadas tanto a contextos transindividuales como
a intereses individuales sistemáticamente administrados o regulados.
También dentro de estas mismas condiciones
supraindividuales, tenemos contextos de conocimientos (equivalentes a los “paradigmas” kuhnianos o a los “programas” lakatianos, etc.), los cuales
pueden funcionar como tradiciones, redes, marcos y conjunto de resultados de
investigación, todo lo cual, dado el carácter particular de la Educación, se
conforma también por datos provenientes de la Psicología, Sociología, etc. y no
sólo por datos provenientes estrictamente del ámbito de la Educación. Más bien,
dado el altísimo grado de interdisciplinariedad y universalidad que la Ciencia
exhibe en la actualidad, puede suponerse que este contexto de conocimiento
(que está a la base de la acción investigativa educativa en calidad de
constructo supraindividual) trasciende la esfera de la práctica educativa específica
para situarse en el plano de la investigación universal y no sólo de la IE. Es
decir, mientras la práctica cotidiana (que funciona como condición situacional
transindividual, tal como se mencionó en el párrafo anterior) es algo
específico de la IE, las redes contextuales de conocimiento, en cambio,
tienden a funcionar como sustrato común o general a toda acción investigativa.
De estos contextos de conocimiento surgen marcos teóricos, puntos de conexión
entre una y otra investigación y
también cuerpos operativos o
metodológicos asociados. Pero, al igual que en el caso de las condiciones de
la práctica cotidiana, vistas antes, surgen también intereses, áreas,
preguntas y planes de investigación educativa. Hemos visto en los dos párrafos
anteriores, y de acuerdo a una Teoría de la Acción, dos condiciones de tipo
transindividual que determinan variaciones en la IE, tanto en el nivel
SITUACIONAL (i) como en el nivel OPERATIVO-tecnológico (ii). Veamos ahora tres
condiciones de variación, esta vez de tipo INDIVIDUAL, también con influencia
en esos dos mismos niveles.
Una primera condición de orden INDIVIDUAL es el rol,
posición, imagen, perfil... y, en general, todos aquellos parámetros que
definen una ubicación significativa del individuo dentro de lo que podría
concebirse como escala de calidad de la interacción grupal. En esencia, se trata
de una condición eminentemente sociocultural que resulta aplicable no sólo a
quienes protagonizan acciones de IE, sino también a quienes son considerados
consumidores, demandantes o destinatarios de los resultados de dichas acciones. En otras palabras, cualquier IE
concreta difiere de las demás según el perfil de su ejecutor en relación con el
perfil de los destinatarios, igual que como ocurre en toda ACCIÓN humana. Por
ejemplo, jamás podrán ser idénticas una IE desarrollada por un importante investigador
y orientada a un macroprograma de la UNESCO que una IE desarrollada por un estudiante
y orientada por los requisitos de un grado académico. Esta condición incide
tanto en el nivel SITUACIONAL como en el nivel OPERATIVO-tecnológico. O sea, no
sólo determina áreas de interés, objetivos y preguntas de indagación en el
campo educativo sino, además, esquemas metodológicos, rutas procedimentales y
recursos instrumentales de IE.
Otra condición de orden INDIVIDUAL es el
`back-ground’, `carta de antecedentes’, curriculum o tipo de formación en la
trayectoria académico-personal del investigador. Para una Teoría de la
Acción, es obvio que el cuerpo experiencial previo del sujeto determina la
impostación/evaluación de situaciones iniciales con respecto a situaciones
deseadas, así como la selección de conocimientos anteriores y de esquemas
operativos pertinentes. Así, también para el caso de la IE, entendida como
`acción’, resulta altamente condicionante el tipo de formación
académico-profesional del investigador, siempre en relación con el tipo de
formación de sus destinatarios. En definitiva, esta condición individual
tiende a influir tanto en el nivel situacional de la IE (i) como en su nivel operativo-tecnológico-metodológico
(ii).
Una última condición es de orden estrictamente
psicológico, que podría resumirse, según orientación piagetiana, en la expresión ESTILO DE PENSAMIENTO. Parece obvio,
de acuerdo a las Definiciones Instrumentales de la primera parte de esta sección,
que no hay acción humana racional que no esté supeditada a una especie de
‘software’ mental o co-cerebral de sus protagonistas o ejecutores. Así, por
ejemplo, un pensamiento ‘intuitivo’ influye en la conformación de una red accional
basada en cosas como la fe, la introspección, las corazonadas, el presentimiento,
la captación de las esencias, etc., mientras que un pensamiento ‘sensorial’
determina acciones basadas en evidencias, datos observables, mediciones,
registro de regularidades, etc., y un pensamiento ‘racional’ controla acciones
basadas en secuencias de razonamiento, suposiciones contrastadas, desarrollo
de ideas, aplicación de conocimientos previos a hechos nuevos, etc.
(recuérdese al respecto la divulgada distinción entre personas con predominio
del “cerebro izquierdo” y personas
con predominio del “cerebro derecho”).
En definitiva, toda variación de `Estilo de Pensamiento’ tiende a influir en
variaciones respectivas de IE, tanto en el nivel situacional (i), como en el
nivel operativo-tecnológico-metodológico (ii). O sea, de esta condición psicológica
surgen variaciones relativas al área de trabajo o situación inicial, a los
objetivos/problemas, a los marcos contextuales de conocimiento y a los esquemas
operativos de IE.
Si quisiéramos resumir los conceptos más
significativos derivables de una Teoría de la Acción, tendríamos que ellos pueden
ordenarse, en primer lugar, según un cruce de dos variables bivalentes: la
variable referida al carácter de individualidad (individual vs transindividual) y la referida al nivel o plano de
la acción (situacional-contextual vs operativo-tecnológico). A la luz de los
cuatro puntos de cruce resultantes se derivan los siguientes constructos
condicionantes de variabilidad de la IE, a cada uno de los cuales se les da
ahora un término o denominación teórica muy provisional:
a) Acción de IE: concepto general asociado
a un tipo particular de acción sistemática socializada, la Educación, tipo que
se identifica por la función de detectar y clarificar incógnitas de conocimiento
emanadas de la reproducción o repetición de dicha acción. Este concepto se deriva
del concepto teórico más amplio de ACCIÓN.
b) Contexto de acción de IE: es el ámbito
del ejercicio educativo cotidiano donde existe o se genera un educador-investigador
que se enfrenta a incógnitas de conocimiento asociadas al propio o a cualquier
otro ámbito de la práctica educativa cuyo éxito o eficiencia se considera más
elevado en la medida en que se resuelvan dichas incógnitas. Dentro de este
contexto se inscriben también, como destinatarios de la acción, los sujetos que
demandan o a quienes concierne un resultado de investigación (en calidad de Sn). Se ubican también aquí los marcos
organizacionales e institucionales que regulan las acciones individuales. Dentro
de la teoría general este concepto derivado corresponde a los conceptos
básicos de CONTEXTO INICIAL (C0,
asociado a S0) y CONTEXTO
FINAL (Cn, asociado a Sn).
c) Acción educativa: es el ámbito de
ejercicio educativo que puede elegirse como espacio u objeto de investigación
(o de acción de IE) por el hecho de
revelar una necesidad de conocimiento y cuyo éxito o eficiencia se considera
más elevado en la medida en que se satisfaga dicha necesidad. Se deriva de los
conceptos básicos de SITUACIÓN INICIAL (S0),
en cuanto situación objeto de acción investigativa, y SITUACIÓN FINAL DESEADA (Sn’ ), en cuanto situación
ideal concebida como resultado de investigación.
d) Esquema de conocimiento: es el conjunto
sistemático de datos empíricos, metodológicos y teóricos previamente existente
alrededor de la incógnita generada por los contextos de práctica educativa
(incógnita de investigación). Se deriva, a partir de la teoría general, del concepto
básico de subconjunto COGNOSCITIVO incluido en el CONJUNTO EPISTEMICO.
e) Esquema filosófico: es el conjunto
sistemático de datos axiológicos y epistemológicos diversos según los cuales se
concibe tanto una acción educativa determinada como una cierta acción
investigativa. Se deriva del concepto inicial de subconjunto FILOSÓFICO
incluido también en el CONJUNTO EPISTEMICO.
f) Perfil psicosocial: es el conjunto
sistemático de rasgos de orden social y psicológico que identifican al sujeto
de la acción investigativa por relación con un nivel académico-profesional
(rol, imagen pública, grado de competencia) y un estilo de pensamiento. Se
deriva del concepto inicial de PARTICIPANTE, ACTOR o ACTANTE.
En segundo lugar, estos conceptos derivables de una
Teoría de la Acción pueden ordenarse de acuerdo a dos clases de relaciones de
dependencia: la que mantienen entre sí y la que mantienen con respecto a la
estructura general de la acción investigativa. Tales relaciones de dependencia
deben entenderse por referencia a las condiciones de variabilidad de la IE, lo
cual concierne al modelo buscado según los objetivos de este estudio. Este
segundo ordenamiento es mucho más aproximado a dicho modelo, como se verá en
seguida, ya que el anterior no hace más que sintetizar la exposición de las
páginas precedentes, en las cuales sólo se intentó explicitar las derivaciones
y asociaciones más significativas a partir de la Teoría de la Acción. Hasta
ese punto, mientras tanto, se ha revelado una explicación general de la IE
vista como ACCIÓN sistemática socializada y han quedado claras las conexiones
entre las “definiciones instrumentales”
iniciales y los conceptos sintetizados en los términos a), b), c) y d) del
párrafo anterior.
Al hablar de relaciones de dependencia orientadas a
definir las condiciones de variabilidad de la IE, por fuerza hay que tener
presente, ampliamente identificada, una estructura general de dicha IE, que ofrezca
una visión de los factores variantes o de los aspectos sometidos a variabilidad.
Remitiéndonos a las descripciones empíricas expuestas en capítulos anteriores,
tendremos presente una estructura de la IE compuesta por tres áreas o núcleos mayores:
(E) AREA EMPÍRICA: sistema de hechos observables enmarcados en algún
ámbito de la práctica educativa cotidiana, en relación con el cual se plantea
una necesidad de conocimiento y se formulan unos planteamientos iniciales de
investigación (problema, objetivos, etc.).
(M) AREA METODOLOGICA: sistema de operaciones conceptuales y materiales
encaminado a satisfacer el objetivo de investigación y, en general, sus planteamientos
iniciales, muy a menudo bajo la orientación de esquemas privilegiados por los
campos de acción socio-humanísticos (Psicología y Sociología, básicamente).
(T) AREA TEÓRICA: sistema de conocimientos abstractos y universales
que pueden ser de dos tipos: uno, conocimientos previamente existentes y
socialmente reconocidos que funcionan como punto de anclaje de la investigación;
otro, conocimientos nuevos, generados como resultado de la misma
investigación, que funcionan como representación explicativa del sistema de
hechos considerados en el área empírica.
Con esta estructura de la IE tenemos tres grandes
factores de variabilidad: toda IE varía en el tipo de E seleccionada o
delimitada, en el esquema de M utilizado o ejecutado y en el tipo de T escogido
como anclaje u obtenido como resultado. Dado que estos tres factores globales
diferencian entre sí unas IE de otras, se trata entonces de definir las
condiciones que explican tales diferencias (en términos típicos de la corriente
positivista, éstas serían las “variables
dependientes” del estudio). A este punto de la exposición, esta estructura
ha podido ser enfocada como una acción, de tal modo que E y T corresponden a la
relación S0-Sn-Sn’,
es decir a la red contextual-situacional, mientras que M corresponde a la
relación S1, S2...,
Sn-1, es decir, a la red operativo-tecnológica. También se determinaron
seis conceptos concernientes a las condiciones que afectan a esta estructura.
Vamos a ver ahora, siempre por conexión con la Teoría de la Acción, cómo se
ordena todo este cuadro de condiciones de variabilidad y de factores variantes
en función de relaciones jerárquicas de dependencia.
El primer concepto (a. ACCIÓN DE IE) es una
particularización del concepto de ACCIÓN, de la teoría general, el que engloba
todos los demás conceptos subsiguientes. El segundo concepto (b. CONTEXTO DE
ACCIÓN DE IE) subsume los datos más generales acerca de las coordenadas
socio-espacio-temporales en que se ubican los actores (tanto el educador-investigador
como sus destinatarios): tiempo, ambiente y circunstancias tales como presiones,
modas, políticas, etc. El concepto f (PERFIL PSICOSOCIAL) cubre dos clases de
datos que definen al educador-investigador como sujeto de acción: una clase de
datos de orden sociológico (rol, imagen pública, etc.) y otra clase de datos
de orden psicológico (nivel de competencias y estilo de pensamiento,
básicamente). Estos dos conceptos b y f, en mutua interrelación, marcan las
condiciones de inicio o entrada con respecto al esquema de variabilidad de la
IE. Es esta conjunción b-f lo que tiende a generar, en primer lugar, la delimitación
de una ACCIÓN EDUCATIVA (concepto c) concebida como deficitaria, problemática
o mejorable en virtud de una incógnita de conocimiento allí detectada y, en
segundo lugar, la formulación de unos objetivos de acción de IE. Esta subsecuencia (b, f
) ® c tiende luego a generar un
ESQUEMA FILOSÓFICO (concepto e) que, en conjunción con dicha subsecuencia,
tiende a generar un ESQUEMA DE CONOCIMIENTO (concepto d). Tenemos entonces,
simbólicamente, que
a
® ((((b, f) ® c) ®
e) ®
d)
Es esta última secuencia completa la que, según la
teoría general, determina una formulación específica de las secuencias
operativo-tecnológicas (S1, S2...,
Sn-1) constituyentes de la IE en cada ejecución particular.
Teóricamente hablando, es a partir de todo esto, formulable en una expresión
como:
a ® (((((b, f) ® c) ® e) ® d) ® (S1, S2..., Sn-1)),
de
donde se pueden predecir los resultados (Sn,
C0) de una IE cualquiera, de tal modo que, en síntesis:
a ® ((((((b, f) ® c) ® e) ® d) ®(S1, S0..., Sn-1)) ® (Sn, Cn))
Hasta aquí las relaciones de interdependencia que
ligan en una sola estructura teórica los factores condicionantes de
variabilidad de la IE. Anexándolos ahora a los factores variables más generales
de dicha IE, tenemos lo siguiente:
-(E) El área empírica de
cualquier IE varía en dependencia del tipo de interrelación entre el contexto de acción de ie (concepto b) y
el perfil psicosocial (concepto f),
de tal manera que cada vez que sean distintos los valores del contexto de
acción de ie y/o los valores del perfil psicosocial, serán también distintos
los valores de esta área empírica (delimitación del espacio de investigación,
formulación del problema, definición de objetivos...)
-(T) El área
teórica de cualquier ie varía en
dependencia inmediata del esquema de conocimiento (concepto d), el cual
depende a su vez, como ya se dijo, de la subsecuencia ((b, f) ®
c) ®
e.
-(M) El área
metodológica de cualquier ie
varía en dependencia inmediata de la interrelación entre el esquema filosófico,
el esquema de conocimiento, el contexto de acción de ie y el perfil psicosocial,
según el ordenamiento ya señalado antes.
Con todo lo anterior se tienen ya los primeros
componentes que aproximan a un modelo de la variabilidad de la IE, vista en
esta primera parte a la luz de una Teoría de la Acción. Para obtener una
representación más aproximada y detallada, quedan por determinar varios
aspectos, tales como la naturaleza de la transformación de S0 en Sn, el tipo específico de operaciones que median entre
ambos polos de situación, las relaciones entre los diferentes valores que
asume cada componente del modelo, etc. Para clarificar estos aspectos y llegar
a un modelo detallado, la Teoría de la Acción sola parece insuficiente. Se
obtienen otros elementos mucho más detallados si se analiza la IE considerándola
como una acción SEMIÓTICA y, posteriormente, considerándola como una acción
semiótica TEXTUAL.
2.1. Definiciones instrumentales
En general, una TEORÍA SEMIÓTICA abarca aquellos procesos, acciones y sistemas de acción caracterizados substancialmente por plantear una relación entre unos sujetos, unos objetos, una representación de dichos objetos en la mente de dichos sujetos y una expresión material comunicativa de dichas representaciones. Habiendo, por una parte, un "mundo" o sistema de objetos junto a un "perceptor" de dicho mundo o conjunto sistemático de individuos procesadores del mismo, habrá también, correspondientemente, una "representación ideacional" o sistema conceptual que refleja aquel sistema de objetos y, además, una expresión "sígnica" o "simbólica", de carácter material, que vehiculiza o exterioriza cualquier representación ideacional del mundo o de los objetos circundantes. Si no existiera la posibilidad de estas expresiones "sígnicas" o "simbólicas", ningún sujeto podría compartir con otros sus experiencias o datos recabados frente al "mundo", de tal modo que la adaptación a éste tendría que repetirse desde el principio con cada uno de los sujetos, uno a la vez (cada sujeto tendría que descubrir el fuego, descubrir la rueda, etc.). Pero, al propio tiempo, sería imposible cualquier expresión "sígnica" o "simbólica" si antes no hubiera la capacidad mental de elaborar "representaciones conceptuales" o "constructos" alrededor de las cosas del mundo o de los sistemas de objetos. Finalmente, nada de esto ocurriría si no hubiera ese mundo o sistema de objetos y si tampoco hubiera unos sujetos obligados a reaccionar ante el mismo. Así, una SEMIOSIS es una relación entre un objeto o conjunto de objetos O, un sujeto o conjunto de sujetos S ubicados en un contexto socio-espacio-temporal C, una representación mental o conjunto representacional O', relativo a O, y, finalmente, una expresión sígnico-simbólica O", que es capaz de exteriorizar a O' ante cualquier otro miembro del conjunto S. Simbólicamente, se trata de algo así como
(((C, S), O) ® O') ® O"
O equivale al "Referente", constituido por apelación al mundo fáctico de los objetos reales. (C, S) se constituyen por referencia a una clase de relaciones o sistema PRAGMÁTICO. O' se constituye por referencia a una clase de relaciones o sistema SEMÁNTICO. O" se constituye por referencia a una clase de relaciones o sistema SINTÁCTICO. Así, una Teoría Semiótica se subdivide en esas tres esferas: la PRAGMÁTICA, la SEMÁNTICA y la SINTAXIS. La primera de ellas contempla el sistema de relaciones planteado entre los sujetos que intentan una reconstrucción mental de la realidad circundante sobre la base de los requerimientos o circunstancias de un contexto socio-espacio-temporal (lo cual ubica la Teoría Semiótica dentro de una Teoría de la Acción, al estilo peirciano) y sobre la base de las posibilidades de un cierto lenguaje o sistema sígnico-simbólico. La segunda de ellas, la SEMÁNTICA, contempla el sistema de relaciones entre referentes u objetos de la realidad y representaciones mental-conceptuales respectivas. La tercera, la SINTAXIS, contempla el sistema de relaciones de lenguaje en virtud del cual se hace posible exteriorizar o expresar unas representaciones mentales cualesquiera. En todas estas ideas está implícita una distinción sumamente importante entre ‘sistemas' y ‘realizaciones', distinción que proviene de la diferencia entre ‘redes de acción' y ‘acciones particulares', vista en la teoría anterior. En efecto, cada objeto o referente sólo es concebible dentro de un conjunto sistemático de objetos (redes empíricas) y cada sujeto es concebible sólo dentro de una red contextual (redes pragmáticas); cada representación mental-conceptual es concebible sólo por relación a una red semántica (que resulta modificada, crecida o simplificada luego de cada semiosis particular), mientras que cada expresión sígnico-simbólica es concebible sólo con respecto a un sistema de lenguaje (sintaxis). En esto está implícita una diferencia teórica importante, como es la que se da entre SEMIÓTICA y SEMIOSIS o entre SISTEMAS SEMÍTICOS y PROCESOS SEMIOTICOS, vale decir, entre redes accionales generales y ejecuciones singulares que adquieren sentido por relación a aquellas redes.
De lo expuesto hasta aquí surgen algunos conceptos clásicos de la Lógica, la Lingüística y la Epistemología. Entre otros, surge el concepto de "DESIGNACION", que alude a una relación entre expresiones sígnicas y referentes (relación [O, O"], es decir, ‘cosas' y ‘palabras'); luego, el concepto de "REFERENCIA", que alude a una relación entre representaciones mentales y referentes (relación [O, O'], o sea, ‘cosas' y ‘constructos'); luego, el concepto de "SENTIDO", que indica una relación entre expresiones sígnicas y representaciones mentales (relación [O', O"], esto es, ‘palabras' y ‘constructos'), etc. (definiciones sistemáticas muy precisas de estos conceptos se hallan en Bunge, 1974, con especial alusión al caso investigativo en general). Pero, en particular, para los efectos de este estudio, lo que más interesa resaltar de una Teoría Semiótica es el aspecto SEMANTICO, es decir, el sistema relacional que explica el tránsito entre un referente u objeto O y una representación O' del mismo. Este sistema semiótico puede definirse como MODELACION y resulta importante por el hecho de que constituye la naturaleza esencial de la acción de INVESTIGACIÓN, la cual subsume toda acción de IE, como veremos en las derivaciones posteriores.
Dentro de esta orientación, lo que distingue una acción SEMIÓTICA de otras acciones es que la naturaleza de la relación áS0, Sn’, Snñ equivale estrictamente a la misma relación entre una realidad desconocida O, una representación O’i obtenida o elaborada y una representación O'j intersubjetivamente verdadera, acertada o adecuada a O. Simplificadamente, el esquema general de acción áS0, Snñ se particulariza aquí en el esquema más específico áO, O'ñ. Expresado de otra manera: lo que en general consiste en una transformación de una situación inicial en otra final se concreta en este caso en una modelación de una realidad perceptible O en un esquema mental descriptivo-explicativo O'. Se trata, en suma, de la acción de MODELAR o REPRESENTAR, es decir, de proyectar realidades observables en esquemas mentales, ya sea de modo consciente e intencional como de modo inconsciente e inintencional. Dicho así, esta teoría general abarca una vasta cantidad de hechos reales, tal vez desde aquéllos que son atribuibles a los animales (como la asociación refleja de los célebres perros pavlovianos, en que la conexión ‘comida-salivación' podría depender de una modelación característica) hasta aquéllos otros que son atribuibles a las grandes formulaciones de la ciencia (como la representación ‘movimiento-energía’), pasando por las más elementales representaciones mentales que subyacen a las conductas humanas cotidianas. No interesa dilucidar aquí los límites de la clase general de hechos que corresponden a una teoría semiótica. Sólo interesa ubicar dentro de la misma, a manera de suposición básica, todos aquellos hechos que pertenecen a la acción de CONOCER, postulando que cada uno de esos hechos se explica a partir de una semiosis o proceso de modelación, según el esquema visto arriba (sin negar, naturalmente, otras explicaciones e interpretaciones que podrían ser, incluso, más detalladas y directas). En efecto, todo conocimiento remite a una proyección entre lo que podríamos llamar una realidad objeto (un cierto sector del mundo circundante al individuo cognoscente, arriba definido como "O") y un esquema mental que funciona como retrato de dicha realidad (arriba definido como "O'", una entidad psicológica que registra/describe/explica/interpreta aquella realidad objeto. Véanse al respecto las amenas comparaciones de Mosterín, 1987:147-149, entre "objeto", "pintura" y "modelo"). A este respecto, no existe conocimiento que no se fundamente en una proyección o correspondencia (i.e., modelación o representación) entre una entidad fáctica extraña al sujeto y una entidad mental propia del mismo. Por otra parte, se asume que ésta última no es aislada, sino que se inserta en toda una red de entidades mentales, la cual permanece siempre abierta y en constante proceso de reajuste, remitiendo así a un sistema de representaciones mentales puesto en correspondencia con toda una red de entidades fácticas circundantes. Quiere decir que, por encima de las correspondencias singulares entre entidades fácticas extrañas y entidades mentales propias (= entre O y O'), hay un sistema dinámico de ‘supracorrespondencias' (entre clases de O y clases de O'). Esto último sitúa toda semiosis -y, por tanto, todo conocimiento- dentro de una Teoría de la Acción, gracias al concepto de "red accional" o "red pragmática" (sistemas de "situaciones iniciales" vs sistemas de "situaciones finales"). Pero, además, la concepción de las semiosis como clase particular de acciones se infiere de su misma estructura, dado que entre O y O' media siempre una secuencia operativa determinada, también de carácter recursivo, lo cual está prescrito dentro de la estructura teórica general de toda acción áS1, S2..., Sn-1 ñ. Por lo demás, el componente PRAGMATICO de la Teoría Semiótica deja fuera de dudas la adscripción de toda semiosis y de todo conocimiento a una teoría general de la acción, mientras que el componente SEMANTICO caracteriza o especifica sus rasgos particulares (modelación, representación) con respecto a todas las demás acciones que tienen otra naturaleza. En cuanto al componente SINTACTICO, hay que decir que toda semiosis y, por tanto, todo conocimiento, deben estar virtualmente asociados (o deben ser asociables) a una expresión simbólica que tenga la capacidad de hacerlos comunicables, compartibles intersubjetivamente y, en suma, exteriorizables. Esto supone, evidentemente, la existencia de "sistemas de signos" o "códigos" (lo cual será especialmente atendido en la próxima teoría), pero, más allá de eso, supone que ningún hecho es una semiosis y que ningún ‘conocimiento' es tal mientras el mismo sea ‘incomunicable', ‘inexpresable' o substancialmente arraigado al individuo, esto es, mientras no sea exteriorizable a través de alguno de los sistemas de signos existentes o posibles. En consecuencia, completando este esquema teórico, los supuestos saberes, ideas o conocimientos a los que se aplican justificadamente ciertos adjetivos como ‘intransmisibles', ‘inexpresables', ‘inefables', ’inenarrables', etc., no pueden considerarse semiosis ni conocimientos, al menos en el sentido aquí previsto.
Dentro de este razonamiento, y en congruencia con el concepto de acción, habrá semiosis de alcance individual-asistemático y, en otro extremo, semiosis de alcance socializado-sistemático, según una combinación entre su radio de interés (individual vs socializado) y el grado de definición de sus procesos operativos (sistemático vs asistemático o "bien definido" vs "mal definido"). Esto significa que las acciones semióticas se particularizan en dos tipos generales: aquél cuyo radio de interés tiende al ámbito individual y cuyos procesos operativos tienden a la irrepetibilidad y aquél cuyo radio de interés tiende al ámbito colectivo y cuyos procesos operativos tienden a una rutina de ejecución. Correlativamente, se distinguen dos tipos de semiosis y de conocimiento: el llamado "cotidiano", "vulgar" o "común", por un lado, y el llamado "científico" o "universal", por otro.
2. Derivaciones
El conjunto de procesos intermedios entre el objeto O y su modelo o representación O' equivale a una secuencia áS1, S2..., Sn-1ñ, típica de toda acción. En el ordenamiento de esta secuencia intervienen factores de índole personal y circunstancial (= semiosis ordinaria, conocimiento cotidiano, etc.). Pero, en todo caso, cuando dicha secuencia sobrepasa al individuo y reproduce estándares socioculturales en torno a estructuras de acción "bien definidas" y de interés colectivo ("sistemático-socializadas"), entonces la semiosis llega a caracterizar los procesos de PRODUCCION DE CONOCIMIENTO CIENTIFICO, o sea, de INVESTIGACION.
Tenemos entonces que, dentro de una red accional (delimitable bajo el concepto de contextos), aparecen realidades, hechos o estructuras perceptivo-descriptibles singulares (delimitables bajo el concepto de referencia empírica) que ameritan o instan a un dominio cognoscitivo genérico-universal (delimitable bajo el concepto de representaciones o modelos) para cuyo logro se dispone de estándares de secuencia lógico-operativa socioculturalmente plausibles (delimitables bajo el concepto de métodos). Aparece así un cierto tipo de acción semiótica caracterizado por tres elementos sustanciales, analizables a dos niveles:
NIVEL 1: relación entre una entidad extraña Ei (objeto Empírico), un esquema mental propio Ti que corresponde o sobre el cual se proyecta Ei (objeto Teórico) y una secuencia operativa Mi que media entre Ei y su correlato Ti (proceso Metodológico). Esto puede expresarse
como áEi , Mi , Ti ñ
NIVEL 2: relación entre la entidad extraña Ei y una cierta clase E a la cual ésta pertenece sistemáticamente (red empírica), más otra relación entre el esquema singular Ti y una cierta clase T de esquemas mentales a la que éste pertenece (red teórica), más otra relación entre la particular secuencia operativa Mi y una cierta clase M de secuencias operativas donde ésta se ubica (red metodológica). Ambos niveles junto a los diversos elementos relacionados pueden expresarse como á(Ei , E), (Mi , M), (Ti , T)ñ
En sí mismo, este último esquema parece ser la clave de las diferencias entre acciones semióticas y acciones de otro tipo, vale decir, entre el conocer y el actuar en general (al margen de las estructuras de conocimiento implícitas en toda acción). Pero, a su vez, dentro de la vasta clase de las acciones semióticas así definidas, es posible discernir una cierta subclase en que cada uno de los vínculos Ei - E, Mi - M y Ti - T responde a estructuras supraindividuales bien definidas (=socializadas sistemáticas), más bien que a intereses particulares y a esquemas procesales inconvencionales. Esta subclase, que podría identificarse como Semiosis científica o, más generalmente, como Acción Semiótica Sistemático-Socializada, corresponde al concepto empírico de "Investigación". Se caracteriza, entonces, en primer término, por el hecho de que su "Situación inicial Ei" coincide con una incógnita fáctica; además, por el hecho de que su "Situación final Ti" coincide con una representación mental que describe, explica o hace comprender a Ei y, finalmente, por el hecho de que entre Ei y Ti media una secuencia operativa Mi que hace posible la consecución de Ti a partir de Ei . Pero, en segundo término, se caracteriza por el hecho de que cada Ei pertenece a una gran clase E, cada Ti pertenece a una gran clase T y cada Mi pertenece a una gran clase M, de acuerdo al grado de socialización y sistematización de cada uno de esos tres elementos particulares. Todo esto es lo que, sintéticamente y de acuerdo a estas teorías generales, define a la INVESTIGACION o PRODUCCION DE CONOCIMIENTOS en general, tal como interesa para los objetivos de este estudio.
Ahora bien, según el componente PRAGMATICO de una Teoría Semiótica aplicada a la investigación en general, ocurre que toda relación entre un investigador (sujeto cognoscente S) y una realidad investigada (objeto cognoscible O) está marcada por un complejo socio-espacio-temporal de investigación (contexto C) según el cual queda planteado un cierto cuadro relacional entre la personalidad del investigador, el ambiente circundante, la clase de realidad-objeto a la cual se enfrenta, etc., de tal modo que, para este caso, dentro del ámbito de la acción EDUCATIVA surgen innumerables situaciones de búsqueda racional o de solución de incógnitas ante problemáticas, conflictos o necesidades de conocimiento. Es el caso de la IE, entendida, de acuerdo a esta teoría, como SEMIOTICA especial y como espacio de SEMIOSIS particulares. Así, la acción educativa en general produce campos problemáticos y, en torno a éstos, produce también cuadros relacionales entre sujetos investigadores, realidades-objeto, áreas teóricas y conjuntos metodológicos, de todo lo cual se genera el concepto de IE en cuanto acción semiótica. Atendiendo al componente SEMANTICO, marcado indefectiblemente por el componente pragmático (de raíz educativa, en este caso), toda IE genera mapas representacionales que intentan describir/explicar/interpretar alguna situación educativa cognoscitivamente problemática (independientemente del grado de validez, certidumbre o verosimilitud de tales mapas), siempre por referencia a un sistema o red de hechos constatables vinculados entre sí y puestos en relación con un sistema o red de mapas representacionales previamente considerados. Atendiendo al componente SINTACTICO, marcado sucesivamente por los componentes pragmático y semántico, toda IE consiste en una secuencia de `signos' (verbal, lógico-matemática, gráfico-diagramática...) que hace comunicables todos los datos relevantes de la investigación. Tomando en cuenta que el enfoque pragmático de la IE fue ya abordado mediante la Teoría de la Acción y que el enfoque sintáctico será abordado en la sección siguiente a través de la Teoría del Texto, las aplicaciones más detalladas a partir de una Teoría Semiótica quedan concretadas esencialmente a un enfoque SEMANTICO, es decir, a las relaciones entre un(os) objeto(s) O y una representación mental O', relaciones que, en conjunto, hemos denominado modelación. Todo esto deberá considerar las caracterizaciones anteriores, expresadas en los esquemas áEi, Mi, Tiñ y á(Ei, E),(Mi, M),(Ti, T)ñ, las cuales definen, en general, las acciones semióticas investigativas por referencia a un contexto transindividual.
Antes de analizar las condiciones de variabilidad IE desde el punto de vista semiótico, debemos comenzar por asociar el objeto O con un elemento o subconjunto de elementos Ei, Ej, incluidos en un universo E de estados de cosas conocido como "Acción educativa" (acción y objetos educativos, en el mismo sentido en que se usó en la sección precedente, a propósito de la Teoría de Acción). Este universo E es de naturaleza ontológica y equivale a todas las estructuras empíricas que conforman el terreno original de trabajo para toda IE. El hecho de que una investigación cualquiera tome como punto de partida un elemento adscrito a la `acción educativa' es suficiente indicio para que la misma sea considerada una IE particular (evidentemente, habría que suponer otros universos empíricos, tales como el de la Física (Ef), el de la Biología (Eb), etc., al lado del de la Educación (que ya no sería E, sino Ee), pero no es necesario tocar ese nivel de generalidad). Desde una óptica global, atendiendo a límites contextuales socioculturales (o sea, a la relación áC,Oñ), dentro de este universo E suponemos áreas consideradas resueltas y clarificadas (equilibrio) al lado de áreas consideradas difíciles y oscuras (desequilibrio), de tal modo que es esa dialéctica de equilibrio-desequilibrio la que promueve incógnitas de conocimiento y, por tanto, la que genera sectores Ei..., Ej problemáticos que conforman puntos de partida de IE. Como se dijo ya en la sección precedente, y de acuerdo a una Teoría de Acción, lo que determina la selección, en un momento dado, de una Ei cualquiera es el duplo áb, f ñ, o sea, la interrelación entre el "Contexto de Acción Educativa" (donde se ubica el investigador y, en general, los participantes de la acción) y el "Perfil Psicosocial" (rasgos socioculturales y epistémicos del investigador). E, por tanto, no sólo es un universo de estados de cosas o referentes reales, sino que además lo es en términos transindividuales (adscrito a un contexto global C). Ei..., Ej, en cambio, opera más a nivel individual, ya que, entre otras razones, es allí donde arranca cualquier IE entendida como acción individual. Sobre todo, arranca desde allí el proceso de MODELACION, típico de toda acción semiótica, sometido a una función M que proyecta valores de E en valores de T, es decir, que permite asociar estados de cosas o referentes reales O con mapas representacionales O'. Pero, al mencionar esto, debemos pasar a considerar esa función M que, en términos de una Teoría de Acción, se definió como una secuencia de situaciones áS1, S2..., Sn-1ñ y que ahora, bajo un enfoque semiótico, es necesario particularizar. Como ya se dijo, M constituye un sistema de esquemas operativos que, igual que los sistemas de signos, son patrimonio de una sociedad o de una unidad sociocultural, siendo por tanto transindividuales. Es este carácter socio-contextual lo que le imprime validez relativa en términos de convención social y consenso. Mi..., Mj, en cambio, en cuanto variaciones y realizaciones de M, pertenecen al plano individual, lo mismo que Ei...,Ej, de modo que toda Mi se valida y legitima en M, en el plano contextual áC,Oñ. Sin embargo, a pesar de su valor socio-contextual, M tiene una naturaleza epistemológica ligada a estructuras psicológicas, del mismo modo en que E, teniendo también un valor socio-contextual, es de naturaleza diferente (ontológica). En el marco de una Teoría Semiótica, se postulan aquí tres grandes esquemas operativos posibles dentro de M, para cualquier contexto sociocultural, denominados M1 (DEDUCCION), M2 (INDUCCION) y M3 (INTUICION):
M1 (deducción): el punto inicial de la secuencia operativa es una modelación general y universal, seguida de modelaciones cada vez menos generales hasta terminar con modelaciones específicas y singulares. La operación que une entre sí cada par de elementos de la cadena (bajo condición de que ambos no sean puntos iniciales ni elementos adscritos a subcadenas diferentes) es una "derivación" (f), basada en el hecho de que el segundo elemento de cada par está "entrañado" en el primero (ya que las modelaciones son sucesivamente decrecientes): áa f b f c... f zñ
M2 (inducción): el punto inicial de la secuencia es un conjunto de modelaciones singulares y específicas, seguido por modelaciones cada vez menos específicas hasta terminar con modelaciones generales y universales. La operación que une entre sí los elementos de una misma cadena es la "generalización" (+), basada en el hecho de que la frecuencia f de ocurrencia de una propiedad G en el objeto o evento x equivale a la probabilidad P de Gx, o sea: P(G,x)= f. En esto se fundan las cadenas sucesivamente crecientes del tipo áa + b + c... +zñ.
M3 (intuición): es un esquema operativo de fases "indefinidas" (en el sentido explicado en 1.1, antes), caracterizado, además, por el hecho de que no existen modelaciones iniciales ni intermedias, sino sólo una modelación final. Entre el objeto Oi y su representación Ti no hay una secuencia de modelaciones intermedias, como ocurre en los casos M1 y M2. Allí las fases operativas de la secuencia se definen como "modelaciones". En M3, en cambio, aunque hay también fases secuenciales, éstas no son modelaciones sino otro tipo de operaciones indefinidas (°). El esquema de M3 podría entonces simbolizarse como áOi ° Ti ñ, con la ausencia de modelaciones iniciales a y modelaciones intermedias b, c, d..., z-1.
Es de suponer que estos tres tipos de métodos o esquemas metodológicos definen, respectivamente, tres tipos de IE, en cuanto acciones semióticas operativamente distintas. Además, no sólo condicionan cada una relaciones específicas entre O y O' (o entre Ei y Ti), sino que también inciden en todas las operaciones sectoriales del trabajo, tales como las descripciones, clasificaciones, definiciones, etc. y, especialmente, en el tipo de lenguaje investigativo (como se verá en la sección que sigue).
El último componente estructural de toda investigación, la representación mental T de los referentes E, tiene también, igual que los dos anteriores, dos dimensiones: una sociocultural o transindividual, dependiente de los contextos C, y otra propiamente semiótica, analizable dentro de los límites del individuo. En una dimensión contextual, T es una red que va creciendo, por vía de acumulación, reajustes, integración y consolidación, bajo el propósito de lograr una explicación o interpretación unificada, potente y exhaustiva de la acción educativa, tal que ésta resulte efectiva. Sin duda, es en este sentido en que se habla de los ideales de una "TEORIA EDUCATIVA". En esta dimensión, T resulta interdisciplinaria con respecto a otras T no originalmente educativas y se asocia a las redes del llamado "conocimiento universal", al lado de todas las demás teorías. Más allá de una Teoría educativa, el "conocimiento universal" aspira a convertirse en herramienta fundamental para el desenvolvimiento del ser humano en el mundo. Entendida bajo esta dimensión es como se interpreta la famosa frase de Hanson ("toda observación está cargada de teoría"), en el sentido de que los "Esquemas de Conocimiento" (concepto "d", explicado en la sección anterior) son previos a la selección de secuencias M y, por tanto, están a la base de toda acción semiótica particular, como es el caso de las IE. En otros términos, no hay IE que, el mismo tiempo que selecciona un sector empírico Ei cualquiera de trabajo, no lo haga también en función de una cierta red teórica T, previa a la acción semiótica de investigación: en realidad, la dinámica de relaciones de equilibrio-desequilibrio mencionadas arriba a propósito del universo empírico E se correlaciona fuertemente con otra dinámica de relaciones de equilibrio-desequilibrio ubicada en el universo de conocimientos T. En el plano individual, toda Ti, en cuanto producto sustancial de las acciones semióticas particulares, no pretende sino enclavarse dentro de la red T, la cual viene así a constituir el punto de anclaje (inicial y terminal) de toda investigación. Por lo demás, toda Ti, en el sentido de realizaciones particulares que obtienen como producto una representación mental de orden sistemático-socializado, es de naturaleza epistemológica y cognoscitiva y, como ya se dijo, viene a ser el extremo de una acción semiótica, siempre dentro del esquema áEi, Mi, Tiñ, el cual, para ser más explícitos, puede reescribirse como Mi (Ei)= Ti, para indicar que, según toda modelación, las representaciones mentales (Ti) son el resultado de determinadas operaciones metodológicas (Mi) sobre un cierto sector (Ei) del mundo real. En relación con todo esto, se postulan aquí dos tipos particulares de representaciones obtenidas por semiosis, denominadas T1 (REPRESENTACION UNIVERSAL) y T2 (REPRESENTACION EXISTENCIAL):
T1 (REPRESENTACION UNIVERSAL): el resultado de la modelación abarca a TODOS los elementos representantes del caso estudiado, con independencia de las contingencias de tiempo y lugar. Dado un objeto o evento fáctico singular a, marcado por coordenadas de tiempo-lugar y, tal vez, por un nombre propio, la representación T1 respectiva no es sólo una representación de i, sino de la clase A de todos los objetos a pasados, presentes y futuros, de la cual a es apenas un integrante. En las T1 no existen nombres propios ni deixis ("este", "ese", "ahora", "ayer"...) ni identificaciones singulares de fecha o geografía, a menos que sólo sea para ejemplificar o validar la representación obtenida. En tal sentido, puede decirse que toda T1 rebasa o sobreabarca el área empírica Ei que opera como `dominio' de la función de modelación. Uno de sus objetivos fundamentales es la explicación con capacidad predictiva.
T2 (REPRESENTACION EXISTENCIAL): el resultado de la modelación se limita a los elementos del caso estudiado, bajo contingencias de lugar y tiempo. Dado un evento u objeto singular a (contingente o existencial), marcado por coordenadas de lugar y tiempo e identificado por nombre propio o por deixis ("este", "aquí", "ahora"...), la correspondiente T2 es una representación de a (no de la clase A a la cual pertenece a), bajo sus mismas identificaciones deícticas y bajo sus mismas condiciones espacio-temporales de ocurrencia. Puede decirse que T2 tiene la misma dimensión o abarque que el dominio empírico Ei de la modelación. Uno de sus objetivos fundamentales es la interpretación con capacidad acumulativa.
Con todo lo dicho hasta aquí, conviene ahora preguntarse cuáles son las diferencias semióticas entre toda área empírica Ei y toda área representacional Ti . En primer lugar, hay una diferencia funcional, como ya se dijo: Ei se asocia a un referente real sensorialmente perceptible u observable que opera como dominio de la función de modelación, mientras que Ti es un constructo cognoscitivo sin existencia objetiva que no es sensorialmente perceptible ni observable, sino sólo intelectualmente aprehensible (por mediación obligada de un lenguaje) y que opera como co-dominio o imagen de Ei en el campo de la función de modelación. Dentro de esta misma diferencia funcional está implícito que, mientras Ei expresa o revela entidades y propiedades observables, Ti en cambio expresa relaciones de condicionamiento o de ocurrencia condicional entre clases de entidades y eventos, las cuales no son directamente observables (más adelante, bajo el enfoque de la Teoría del Texto, al ver cómo se traduce esa diferencia en el plano del lenguaje, quedará más clara la distinción en cuestión). Luego, en segundo lugar, Ei y Ti mantienen una diferencia semiótica de tipo estructural: en el tratamiento semiótico de Ei hay, cuando menos, dos sectores estructurales: uno en que la acción de modelación organiza u ordena las entidades y propiedades observables (delimitaciones, clasificaciones, definiciones...), de modo análogo a como podría hacerlo un fotógrafo, y otro en que la acción de modelación, al relacionar ese ordenamiento con el universo E y con las redes globales T previamente existentes, aísla o secciona algún aspecto no conocido o no interpretado (definición o formulación de desequilibrio cognoscitivo). Mientras el primero de esos dos sectores es común a todas las semiosis de registro (fotógrafos, cronistas, pintores...), el segundo en cambio es específico de los investigadores y está esencialmente marcado por una estructura que, a nivel sintáctico, es interrogativa (como se verá en la siguiente sección) y, a nivel semántico, contiene un elemento de valor desconocido junto a otros elementos de valores conocidos (tal como ocurre, por ejemplo, en las ecuaciones con incógnita). Además, en este segundo sector están implícitos unos objetivos de acción semiótica ("objetivos de IE") que además de definir el rumbo del trabajo y los resultados Ti que persigue, asocian la modelación al campo sociocultural de necesidades (áC,Oñ). A diferencia de esto, la estructura de Ti puede contemplar tres sectores substancialmente distintos a los ya dichos: en un primer sector se construye un modelo Ti de Ei (fase CONSTRUCTIVA); en un segundo sector (simultáneo o posterior al primero), se contrasta o valida Ti, es decir, se intenta garantizar un cierto grado de certidumbre con respecto a los hechos perceptibles (fase CONTRASTIVA); y, en un tercer sector que no siempre tiene lugar pero que es constante en las investigaciones tecnológicas (en el sentido de Bunge, 1985), se aplican los resultados Ti a la formulación de reglas de acción (fase APLICATIVA). No siempre las IE particulares contemplan esos tres sectores o fases, pero es obvio que, en su dimensión contextual transindividual (es decir, a nivel de T), sí existen obligadamente. En efecto, toda T educativa, en sentido contextual áC,Oñ, transita entre una fase CONSTRUCTIVA (en que se proponen representaciones adecuadas), una fase CONTRASTIVA (en que se validan o contrastan las representaciones obtenidas, bien sea por vía experimental, bien por vía del juicio intersubjetivo o bien por vía de consistencia lógica) y una fase APLICATIVA (en que se derivan sistemas de acción a partir de conocimientos o representaciones cognitivas). Hay IE que por sí solas recorren esas tres fases, pero hay otras que, incorporándose al plano contextual áE,Tñ dentro de programas investigativos transindividuales y de acuerdo al estado de desarrollo de éstos, apuntan sólo a una o dos de esas fases (por tanto, puede haber IE que sólo sean constructivas, otras que sólo sean contrastivas y otras que sólo sean aplicativas, aparte de cualquier combinación posible).
Pasando ahora a las relaciones de que forman parte los elementos semióticos hasta aquí referidos, hay que precisar lo siguiente:
- La selección de una Ei determinada es producto, según ya se dijo, del CONTEXTO DE ACCION (concepto pragmático "b") en interrelación con el PERFIL PSICOSOCIAL individual (concepto pragmático "f"). El tipo de tratamiento que se le de a Ei depende del tipo de método (conceptos semióticos M1, M2 o M3).
- Los valores M1, M2 y M3 dependen de una interacción entre el ESQUEMA FILOSOFICO (concepto pragmático "e") y el ESQUEMA OPERATIVO DE ACCION (concepto pragmático áS1..., Sn-1 ñ equivalente al concepto semiótico M).
- Los valores T1 y T2 dependen de una interrelación entre el SISTEMA DE CONOCIMIENTOS (concepto pragmático "d", equivalente al concepto semiótico T), el ESQUEMA FILOSOFICO ("e") y el ESQUEMA OPERATIVO (concepto M).
- Los valores CONSTRUCCION, CONTRASTACION y APLICACION, bien sea en cuanto fases operativas dependientes de M, bien sea en cuanto sectores estructurales internos de toda Ei, dependen, sobre todo, del estado de avance del ESQUEMA DE CONOCIMIENTOS ("d", equivalente a T).
En conclusión, estas derivaciones a partir de una Teoría Semiótica han permitido reinterpretar el cuadro relacional obtenido de la Teoría de la Acción y detallar las variaciones de los conceptos estructurales AREA EMPIRICA E, AREA METODOLOGICA M y AREA TEORICA T. Además, el concepto semiótico de MODELACION fija un soporte teórico importante para explicar la variabilidad de la IE.
3. Enfoque Teórico Específico: la
Investigación como Texto
1. Definiciones Instrumentales
Todo TEXTO puede definirse como el resultado de la transmisión de representaciones mentales por una vía física de percepción, mediante un lenguaje y a partir de ciertas condiciones socio-espacio-temporales. Un texto se ubica específicamente dentro de los procesos COMUNICACIONALES (marcados por una semiosis) y, más en general, dentro de las ACCIONES. En las secciones precedentes vimos lo relativo a acción y a semiosis. Veamos ahora las implicaciones más específicas del concepto de texto, comenzando por los procesos comunicacionales en general. Muchos de los conceptos que siguen fueron ya manejados al revisar las teorías de la Acción y Semiótica. Por tanto, las referencias bibliográficas son, a ese respecto, las mismas. Otros datos provienen de la lingüística generativa (Chomsky, 1964), de la lingüística textual (Van Dijk, 1978) y de ciertas reformulaciones elaboradas para el área educativa (Padrón, 1989, 1990). Ahora, esos mismos conceptos se reinterpretan bajo el enfoque particular de la Comunicación y el Texto.
Los PROCESOS DE COMUNICACION se conciben como una clase particular de ACCIONES humanas y, más específicamente, de INTERACCIONES, lo cual supone la existencia de un conjunto de PARTICIPANTES, por un lado, y de cuatro clases de relaciones ordenadas que se establecen sobre los elementos de ese conjunto.
El primer tipo de relaciones vincula a los participantes a través de un CONTEXTO: comparten una serie de datos definidos por la SITUACION SOCIAL y ESPACIO-TEMPORAL, las INTENCIONES que pretenden lograr y el MARCO de presuposiciones, convenciones, creencias, valores, actitudes, etc., que fundamentan las intenciones y, en general, toda la interacción. Todos estos datos establecen sobre el conjunto de participantes relaciones CONTEXTUALES o de CONTEXTO. Una propiedad importante de las relaciones de esta clase es su simetría (x R y ® y R x), o sea, ellas no asignan, en principio, ninguna diferencia de papeles o funciones a ninguno de los participantes que se vinculen entre sí a través del contexto.
La segunda clase de relaciones que diferencia los procesos comunicacionales de otras interacciones está dada por un conjunto de SIGNIFICADOS que fluye entre los participantes: de unos a otros se transmiten determinados contenidos mentales representacionales que, a su vez, remiten a un `mundo posible' o `referente' (en el sentido de la Semántica Formal). Una propiedad importante de estas relaciones de SIGNIFICADO es, a diferencia de las anteriores, su asimetría (x R y ® (y R x)): cada participante tiene definido, en cada ocasión, un solo papel; o bien es EMISOR de la información o bien es DESTINATARIO, siendo imposible ambas cosas a la vez. En una secuencia de ocasiones puede darse que estos papeles se intercambien sucesivamente -como en el caso de los diálogos- lo cual sugiere el concepto de "turnos" y de "reglas de cooperación" (Grice, 1975) entre los participantes. Todo esto nos devuelve hacia las anteriores relaciones de contexto, mostrándonos la estrecha vinculación entre las cuatro clases de relaciones de comunicación.
Excluyendo algún imaginable caso de comunicación telepática, ningún significado puede transmitirse por sus propios medios. Requiere de algún vehículo de transmisión que tenga, por lo menos, dos capacidades: una de índole semiótica, que haga posible aparear significados con elementos materiales perceptibles (señales, signos), y otra de índole físico-biológica que permita transportar estas señales a través de las condiciones del mundo natural y de unos a otros sistemas orgánicos humanos de emisión/recepción. Estas dos capacidades conducen al tercer y cuarto tipos de relaciones comunicacionales. Mediante el tercer tipo, los participantes se relacionan a través de un LENGUAJE, "gramática" o "sistema de signos" (llamado más propiamente "lenguaje", por los alcances teórico-metodológicos con respecto a la amplia gama de sistemas naturales y artificiales (Moreau, 1975)) que permite exteriorizar los significados. Informalmente hablando, una gramática consta de un sistema de signos distribuidos en clases paradigmáticas y de reglas de selección y combinación para formar grupos sintagmáticos o secuencias de signos. En términos más técnicos, una gramática es un sistema formal de Post (Chomsky, 1965) que consta de unos axiomas, un vocabulario auxiliar, un vocabulario terminal y unas reglas de reescritura (al modo de relaciones "thueanas") que permiten derivar cadenas terminales de lenguaje con carácter de teoremas del sistema. Estas gramáticas son de diversa índole, según la naturaleza de su vocabulario terminal (secuencias de palabras, de símbolos, de imágenes, etc.) o, más exactamente, son sistemas axiomáticos en función de los cuales se interpretan los lenguajes naturales o artificiales. Igual que en el caso de las relaciones de significado, éstas son también asimétricas, ya que al participante/remitente le competen las reglas de PRODUCCION gramatical, mientras que al participante/destinatario le corresponden las de INTERPRETACION. Esta propiedad es importante porque exige a cualquier teoría específica de la comunicación la elaboración de modelos para dos procesos diferenciados: producción e interpretación.
El cuarto y último tipo de relaciones de comunicación consiste en que los participantes comparten un mismo MEDIO (físico, biológico, electrónico, electromecánico...) a través del cual envían y reciben las cadenas gramaticales terminales. Igual que contexto, significado y lenguaje, también medio es un concepto abstracto que no se refiere a entidades empíricas tomadas individualmente sino a CLASES de entidades, considerando sólo sus características y comportamientos de clase (un libro, por ejemplo, no es un medio ni dos libros son dos medios sino, en todo caso, n objetos pertenecientes a una misma clase llamada `medio impreso'). Entre los principales medios está el denominado usualmente `cara-a-cara' o presencial (típico de los lenguajes verbal-corporal y basado en los canales acústico/sonoro/visual), el medio gráfico (de los cuales el impreso es una importante variedad), el video-tape, la cinta de audio, etc. Medio, pues, es una clase de soporte físico para las cadenas gramaticales asociadas a una información (con el mismo sentido que en Austin, 1962, cuando habla de "medio gráfico" y "medio fónico" en relación con su concepto de "inscripción del enunciado"). Igual que las dos anteriores, estas relaciones de medios son también asimétricas, ya que quedan definidos dos papeles específicos entre los participantes: el remitente selecciona el medio más conveniente y aprovecha la virtualidad de éste para inscribir en él las cadenas de signos asociadas a un significado; el destinatario, a la inversa, lo reconoce y lo usa para interpretar el significado que viene inscrito en él a través de las cadenas de signos. Ambos son usuarios típicos del mismo medio, pero cada uno de una manera específica: el primero en cuanto emisor/productor de sentido; el segundo en cuanto destinatario/interpretante, lo cual conduce a dos distintas competencias de uso del medio y a dos formas diferentes de condicionamiento social (la importancia de esta asimetría puede verse más clara si consideramos las competencias de uso y los condicionamientos de los medios de comunicación masiva).
Hasta aquí una exposición informal de los cuatro tipos de relaciones que caracterizan la interacción comunicacional en general. Veamos ahora algunas propiedades lógicas que se dan entre unos y otros tipos. En primer lugar, cuando la teoría establece que entre todos ellos se dan diferentes niveles de intersección y que, como producto, resultan subconjuntos de elementos pertenecientes simultáneamente a dos o más relaciones distintas, se está aludiendo a la estrechísima vinculación entre los cuatro aspectos teóricos y a la imposibilidad de explicar el proceso de comunicación sin disponer de conceptos y métodos integradores (se suele emplear la Lógica Difusa para explicar los solapamientos entre uno y otro tipo de relaciones). En segundo lugar, al asignar el concepto formal de "relaciones conversas" a los tres últimos tipos de relaciones, se está considerando un aspecto teórico sumamente importante, que es el doble papel de emisión/destino (o producción/interpretación) que caracteriza los procesos comunicacionales, concepto que hace posible conectar la teoría general con visiones sociales amplias (modo de producción, ideología, medios de control...). En tercer lugar, las relaciones comunicacionales tienen un ORDEN, de acuerdo a la medida de implicación de una sobre otra. Comenzando por las dos últimas, es imposible que existan relaciones de lenguaje sin que, necesariamente ocurran relaciones de medio o, en otras palabras, los participantes no pueden compartir unas determinadas expresiones de lenguaje si no disponen de un vehículo efectivo para hacer llegar o recibir las cadenas de signos elaboradas a partir de una gramática. Por tanto, ambas relaciones están ordenadas en el sentido de que una relación de lenguaje implica una de medio (no al revés). Además, es imposible que tenga lugar una transmisión de significado sin que ocurran, forzosamente, unas relaciones complejas de lenguaje-medio. Finalmente, no puede darse el caso de que las relaciones comunicacionales de contexto se produzcan sin que ocurra necesariamente un complejo relacional de significados-lenguaje-medio, complejo que debe tener ciertas características, y no otras, de acuerdo a las especificaciones del contexto. Si sustituimos cada tipo de relación por su letra inicial y si utilizamos una flecha para indicar que la letra de la izquierda implica a la letra de la derecha, tendremos entonces el esquema siguiente:
(C ®
(S ® (L ® M))
La consecuencia más importante de este orden relacional es la siguiente: son las relaciones CONTEXTUALES, en última instancia, las que determinan todas las demás relaciones, hasta tal punto que, si se da una cierta variedad particular de relación contextual, se darán también, en estricta correspondencia, unas ciertas variedades especiales en la organización de SIGNIFICADOS, en las cadenas de LENGUAJE producidas y en el tipo y formas de uso del MEDIO. Con lo expuesto hasta ahora queda más o menos esbozado el marco COMUNICACIONAL amplio donde se inscribe una Teoría del Texto.
Un texto queda concebido como el producto material, concreto y perceptible de las cuatro relaciones ya explicadas. El texto se genera desde el mismo momento en que ocurre el complejo relacional gramática-medio, de manera que es este complejo el vehículo observacional de las cuatro relaciones. Esto tiene dos consecuencias de interés: una es que por cada interacción comunicacional que tenga o haya tenido lugar en el mundo habrá necesariamente un texto propio y exclusivo (en cuanto entidad empírica individual) de dicha interacción; la otra es que, a pesar de que en términos particulares un texto sea sólo un conjunto de cadenas de signos inscritas en un soporte físico, en términos abstractos viene a ser bastante más que eso: es la reproducción de todas las relaciones comunicacionales antes expuestas. De allí que sea posible ESTUDIAR UN PROCESO A PARTIR DEL TEXTO QUE GENERA Y, A LA INVERSA, PREDECIR UN TEXTO A PARTIR DE LAS RELACIONES QUE LO CONDICIONAN. Este es, precisamente, uno de los campos de aplicación más importantes de la teoría, en especial cuando se trata de definir el mejor texto posible una vez conocidas las relaciones contextuales y de significado. Es también en este punto donde la teoría se conecta con desarrollos teóricos más especializados (modelos contextuales de producción y uso, modelos textuales según tipos de medio, etc., etc.) y, sobre todo, con posibilidades tecnológicas.
Dado, entonces, que un texto reproduce las cuatro relaciones de toda la interacción, es también analizable en términos de cada una de ellas. Así, el modelo general del texto consta de cuatro componentes mayores, equivalentes a cuatro términos que están relacionados con él (en el enfoque lógico de Peirce (1931-1958) todo signo mantiene una vinculación con tres términos, de donde se derivan la "PRAGMATICA", la "SEMANTICA" y la "SINTAXIS"; pero en el análisis clásico de las lenguas naturales se considera, además, la "FONOLOGIA" como cuarto término que explica los aspectos derivados del soporte físico de la lengua oral; por tanto, siendo consecuentes con la necesidad de un concepto teórico adecuado a todo soporte físico, trascendente al de `fonología' en la lengua oral, en Padrón, 1989, se introdujo, como cuarto término más amplio, la FISICA, para explicar las realizaciones dependientes de cualquier medio de comunicación. Cada uno de estos cuatro componentes mayores, que veremos a continuación, puede considerarse, desde cierto punto de vista, como una clase de variables textuales, en el sentido de que sus diversos elementos adquieren diferentes valores según las variedades posibles de textos, adscritas a variedades de procesos comunicacionales y, en consecuencia, a variedades de contextos.
-EL COMPONENTE PRAGMATICO: como quedó dicho en las secciones precedentes, aquí se agrupan todos aquellos elementos textuales que reflejan las relaciones de CONTEXTO o, dicho de otra manera, que relacionan el texto con los datos del contexto (situación socio-espacio-temporal, intenciones y marco cognoscitivo). Tomando en cuenta que estos elementos son los que definen el proceso comunicacional como una subclase de las ACCIONES humanas, todos ellos pueden describirse en dos subconjuntos: "MACROACTOS" y "MICROACTOS" (Van Dijk, 1978). Los primeros son estructuras textuales globales que definen la función general de la acción comunicacional que se está llevando a cabo, tal como "persuadir" (la publicidad y la propaganda, por ejemplo), "solicitar" (gran parte de la comunicación organizacional, por ejemplo), "instruir" (la Educación, por ejemplo), etc. Estas estructuras globales pueden estar constituidas por múltiples recursos del texto, desde la forma y estilo de presentación hasta la naturaleza del tema tratado y la declaración explícita de los propósitos de la comunicación. Tales macroactos pueden concebirse y/o analizarse desde varias perspectivas y en diversos niveles de generalidad, ya que todo texto cumple funciones principales y funciones derivadas; por tal razón, los macroactos se entienden más bien como una estructura compleja de diferentes planos de inclusión en atención a un sistema de criterios. Los microactos, por su parte, situados en al plano más específico de esa estructura compleja, se refieren a ciertas funciones parciales o focales, localizadas en el texto gráfico a nivel de frase, párrafo o, en general, a nivel de secuencias menores. Casos típicos de microactos son, entre otros, "ejemplificar", "demostrar", "orientar la atención", "impartir instrucciones", etc. Nótese que un mismo elemento del texto (un subrayado, por ejemplo, o un efecto sonoro o una disolvencia) puede, inclusiva o exclusivamente, tener una función pragmática en atención a un microacto y/o una función semántica en atención a una información particular y/o una función sintáctica en atención a una operación de concatenación, como veremos después.
-EL COMPONENTE SEMANTICO: en este componente intervienen todas aquellas variables que relacionan el texto con los significados que se transmiten. En forma análoga al componente anterior, todas estas variables se conciben y analizan como una estructura compleja que parte de unos "MACROSIGNIFICADOS" y termina en unos "MICROSIGNIFICADOS" (Van Dijk, 1978). Las primeras constituyen los temas o tópicos más gruesos o generales del texto, mientras que las otras son los significados más detallados que se sitúan a nivel local, correspondiente a las secuencias menores (párrafo, escena, frase, imagen...). Una manera de representar los significados del texto de acuerdo al complejo macro-microestructural equivale a un esquema de contenidos que muestre, por relaciones de inclusión sucesiva, todos los tópicos y subtópicos, desde los más generales hasta los más específicos. Existen, además, dos aparatos macrosignificativos dentro de los cuales las variables adquieren distintos valores. Ellos son el "MODELO DE ORGANIZACION" y el "MODELO DE REPRESENTACION" de los significados. El primero obedece a la idea de direccionalidad espacio-temporal, en el sentido de que los significados se ordenan en una trayectoria dialéctica o eje sintagmático.
Un texto adquiere valores diferentes según el modelo en que se ordenen los significados en ese eje sintagmático. Sin entrar en detalles, mencionemos sólo que hay modelos geométricos como el "LINEAL" y el "CIRCULAR", modelos lógicos como el "INDUCTIVO" y el "DEDUCTIVO" y modelos psicológicos como el "CRECIENTE" y el "DECRECIENTE", pudiendo combinarse entre sí los valores de esos tres tipos. De otro lado, el modelo de representación, tal como sugiere la palabra, obedece a la idea de re-elaboración del mundo posible o referente, independientemente de las condiciones de verdad del texto. Un mismo referente -un proceso celular, pongamos por caso- puede ser modelizado a través de una abstracción lógica, de una metáfora o alegoría, de un retrato descriptivo, de un relato o forma de ficción, etc., modelizaciones que se vinculan estrechamente con clases de situación en un plano sociológico y psicológico de base pragmática. De acuerdo a esto, podemos entonces hablar de modelos "EXPOSITIVO-ANALITICO", "NARRATIVO", "DRAMATIZADO", "DOCUMENTAL", "TESTIMONIAL", etc. En cuanto modelización de un referente, los modelos de representación no sólo expresan una manera de reelaborar una realidad sino también el punto de vista de quien lo hace, las intenciones, la situación que envuelve a los participantes y, en general, todo el contexto de la interacción.
En cuanto a los microsignificados, existen también dos aparatos dentro de los cuales se dan diferentes valores de variabilidad: el aparato lexical (contenido significativo de cada una de las palabras, imágenes, sonidos...) y el aparato funcional (contenido significativo de los elementos relacionantes, tales como espacios, subrayados, ángulos y planos de la imagen, planos del sonido...).
-EL COMPONENTE SINTACTICO: aquí se agrupan todas las variables correspondientes a las relaciones de LENGUAJE. El análisis de estas variables tiene que depender forzosamente del tipo de gramática o lenguaje empleado en el texto. Sintetizando al máximo y acogiéndonos a los efectos prácticos del trabajo, podemos resaltar algunas variables sintácticas correspondientes unicamente al texto impreso.
En un nivel general, el texto impreso contiene un primer campo de variabilidad dependiendo de la manera en que se relacionen las distintas subgramáticas utilizadas. Hay una subgramática verbal-escrita, otra icónica/simbólica (dibujos, fotos, cuadros, esquemas...) y otra diagramática/gráfica (espacios, distancias, tamaños y, en general, toda la sintaxis de diagramación). Limitándonos sólo a la subgramática verbal-escrita, podemos considerar dos conjuntos de estructuras textuales (entre otras): "FRASE", "PARRAFO" y "SECCION", por una parte, e "INICIO", "DESARROLLO", "TERMINO", "CONEXION" (términos de enlace) y "CORREFERENCIA" (funciones de equivalencia y sustitución), por otra parte. En términos muy generales y aproximados, las del segundo conjunto tienen su campo de aplicación en las del primero, tanto en el interior de cada una de éstas como hacia afuera, relacionándolas con otras de su misma clase o de una clase distinta (frase, frase-frase, frase-párrafo, frase-sección, etc.). Por encima de las elementales reglas de coherencia, cohesión y balance, las diferentes formas y niveles de complejidad de estas aplicaciones conforman los diferentes valores que adquieren en cuanto variables textuales. Por lo demás, se siguen considerando dentro de la teoría las mismas variables intrafrásicas o intraoracionales que constituyeron y siguen constituyendo el objeto de estudio de la Lingüística no textual, en general con los mismos enfoques y métodos de la teoría generativo-transformacional. Sobre la base de estos enfoques y métodos, el conjunto de todas las secuencias del texto, en cuanto tal, puede concebirse como el resultado terminal de un proceso de transformación (en sentido formal) que comienza en el último nivel del complejo semántico macro-microestructural mencionado antes.
-EL COMPONENTE FISICO: aquí se agrupan todas aquellas variables que definen el aspecto material del texto, en cuanto soporte físico que hace posible la transmisión y/o almacenamiento de las cadenas sintácticas: tipo de papel, impresión, encuadernación; formato de video, cine, fotografía; niveles de audio; etc. Se notará que estas variables físicas -igual que las de los componentes anteriores- se analizan teóricamente en función de PROCESOS DE GENERACION (intención explicativa) y no en función de rasgos estáticos presentes en el texto (intención descriptiva). Además de constituir un presupuesto epistemológico elemental en esta teoría (cualquier variable textual sólo queda `explicada' si se atiende al proceso que le dio origen), esta orientación permite un mejor control teórico del texto (sobre todo para fines de análisis y evaluación): en el caso específico del componente físico, es evidente que los procesos de producción dejan sus efectos en el texto, a modo de variables, de tal manera que, si se controlan dichos procesos, se logrará un análisis mucho más profundo. Una observación importante es que, siendo éste un modelo teórico, los conceptos implícitos en las variables físicas del texto pertenecen a las ciencias naturales teóricas (en especial la Física) y, por tanto, los diferentes valores de tales variables se expresan en términos cuantitativos. Las variables físicas del texto, tal vez en mayor medida que las demás, guardan relación estrecha con el `macrocontexto', por encima del contexto particular de la interacción. En efecto, los estándares de calidad de imprenta y videograbación, por ejemplo, están dados por el mercado y no por los datos del contexto particular, aún cuando en algunos casos éste último pueda determinar por sí solo unos estándares diferentes (el cine `underground' es un ejemplo clásico, asi como las publicaciones estudiantiles). Al respecto y en general, en este modelo del texto el componente físico es tal vez el que más advierte sobre la necesidad de determinar las relaciones `intercontextuales', aún no abordadas por la teoría.
2. Derivaciones
Comencemos por aclarar qué función cumple una teoría del texto como la que se acaba de exponer, conectada a la tercera de las suposiciones iniciales ("Toda IE es un Texto"): la primera de esas suposiciones ("Toda IE es una Acción") permitió definir hipotéticamente a cuáles cosas de este mundo pertenecen las Investigaciones en general y las IE en particular. Y, como se explicó varias veces, la estrategia metodológica de este estudio consiste en situar el objeto de análisis dentro de una clase de cosas más general y más evidente para, desde allí, aplicarle al objeto estudiado las mismas propiedades que se aplican a esa clase general de cosas. Así, al preguntarnos por qué varían las IE, la primera de las suposiciones iniciales orientó la respuesta bajo la premisa de que las IE varían según las mismas condiciones que hacen variar a toda ACCION. A partir de ese punto la Teoría de la Acción suministró las más elementales de esas condiciones, además de otras claves de particularización. Pero hasta allí la respuesta era todavía insuficiente, ya que no todas las acciones son IE, quedando aún por diferenciar éstas de las demás. Con la segunda suposición ("Toda IE es una Semiótica"), y bajo la misma estrategia, logró delimitarse (sección 2) la acción de IE con respecto a otras acciones diferentes. Hasta allí parece haberse llegado a un nivel satisfactorio de particularización, al menos en sentido teórico, pero se carece de mecanismos apropiados para vincular los datos abstractos con el mundo de los hechos. En efecto ¿cuáles son las manifestaciones observables de una representación mental Ti, por ejemplo, o de un cierto esquema operativo Mi ? ¿Bajo qué mecanismos reconocemos los referentes o hechos reales de esos datos teóricos? Aquí, precisamente, opera una Teoría del Texto, ya que ella se refiere a objetos materiales, con una existencia tan ontológica que pueden ser vistos, leídos y escuchados. Si las IE son textos y si éstos pueden percibirse sensorialmente, entonces en ellos tienen que revelarse los correlatos fácticos del sistema teórico. De hecho, se afirma que la Teoría del Texto permite, según se subrayó arriba, "estudiar un proceso a partir del texto que genera..." Esta es, pues, la función especial que cumple esta teoría dentro del estudio, además de la misma función de particularización que cumplen las otras dos teorías anteriores.
Partimos de una consideración muy general: las IE conforman un proceso de comunicación. En eso se diferencian de otras posibles semiosis cuyo producto queda encerrado en el mismo individuo. En efecto, hay acciones semióticas que terminan con la estructuración de un esquema representacional en la mente de la persona, sin que éste sea transmitido ni compartido, como ocurre con la mayoría de los aprendizajes individuales. El "eureka!" de la leyenda de Arquímedes es un buen ejemplo de la diferencia entre una representación no comunicada y otra que sí lo es: antes de ese famoso grito, el modelo de la flotación de los cuerpos pudo haber sido sólo una semiosis `íntima', pero, ya con el "eureka!", resultó ser una `comunicación' y, por tanto, una investigación observable. Desde la sección anterior se estableció que toda investigación tiene un carácter "sistemático-socializado" y tal carácter no puede concebirse sino mediante una estructura comunicacional. Es a través de esta estructura como se valida un método Mi por referencia a su respectivo constructo sociocontextual M y como se valida también un área de interés Ei con respecto al E sociocontextual y una Ti particular con respecto a una red T transindividual. Y, precisamente, todas estas validaciones, todos esos enlaces entre lo individual-particular y lo transindividual-sociocontextual y toda esa estructura comunicacional, en suma, se materializan en un LENGUAJE que está montado sobre un medio perceptivo-sensorial: en una palabra, un TEXTO. Examinando ese `texto' podemos desentrañar no sólo los procesos `semióticos' (`semánticos') implícitos, sino también los procesos `pragmáticos', aquéllos que revelan el acto de investigar junto a sus nexos con el marco global áC, Oñ. Empecemos por éstos últimos.
El MACROACTO (o definición de la acción global) específico más esencial de todo texto investigativo, incluyendo IE, es sin duda el de `responder una pregunta' o `resolver una incógnita' o `hallar el valor de una variable' o cualquier otra expresión sinónima. Si no fuera porque ya en las secciones precedentes establecimos el carácter `sistemático-socializado' y las relaciones á(Ei ,E), (Mi ,M), (Ti ,T)ñ típicas de toda investigación, diríamos que, por la definición del `macroacto', no hay diferencia alguna entre la acción de averiguar dónde dejamos las llaves y la acción de averiguar qué es el movimiento. En atención al macroacto de `responder una pregunta', hay numerosas acciones cotidianas, frívolas y banales que, estructuralmente, en nada se diferencian de una "investigación científica": se formula la pregunta dentro de un área empírica, se elige un método, se formula una hipótesis, se contrasta y se elabora una respuesta. Bajo ese macroacto, un detective, un estudiante y un científico serían un mismo tipo de actor. Sólo que ningún macroacto puede formularse sin definir el contexto pragmático textual. Y es esta definición lo que, también dentro de la Teoría del Texto, distingue las IE no sólo de las demás acciones cotidianas que responden una pregunta sino también de las demás acciones que son investigaciones sistemático-socializadas. Por tanto, el macroacto que nos interesa formular es el de ‘responder preguntas’ (conceptos "c" y "b", respectivamente, sección 1). La ventaja teórica adicional que obtenemos mediante la aplicación del concepto de `macroacto' según esta formulación está en lo siguiente: primero, queda más particularizado el objeto de estudio, ya que aporta más detalles a lo que en la Teoría de Acción definimos como "transformación de S1 en Sn" y a lo que en la Teoría Semiótica definimos como "modelación" o "construcción de representaciones mentales"; segundo, queda fijado un importante mecanismo de enlace con el plano de lo observable, ya que la formulación de preguntas, la elección de métodos de respuesta y aún la construcción de éstas pueden fácilmente observarse en un ‘texto’, además de las referencias explícitas a los ‘Contextos de acción educativa’ (b) y a la misma ‘Acción educativa’ (c). Pero aún podemos obtener más particularización y nexos más concretos con los hechos, siempre dentro del componente "pragmático" de la Teoría del Texto, si aplicamos la noción de MICROACTO.
Acorde con lo dicho arriba, los MICROACTOS son las acciones parciales más significativamente específicas (terminales) comprendidas dentro de una estructura de acciones de generalidad decreciente y de subclasificación creciente, tal como se indicó en 1.1, en este capítulo, y tal como corresponde a muchas de las estructuras "arbóreas orientadas" (en el sentido de la Teoría de Grafos). Así, por ejemplo, dado un macroacto como "cocinar" (el cual, a su vez, bien podría ser una fase inferior o incluida en una acción aún más global), es posible llegar a acciones terminales tales como "picar", "hervir", "freír", "mezclar", etc., las cuales serían, de acuerdo a ciertos criterios de relevancia contextual, los microactos específicos del macroacto "cocinar". De ese modo, los microactos no son más que unidades mínimas de factorización o desglosamiento de una acción global, siempre entendiendo que el espacio entre los límites de máxima globalidad y los límites de máxima especificidad viene dado por criterios de relevancia y pertinencia adecuados a cada contexto de análisis. Lamentablemente, la teoría no ha podido aún definir el espacio de máxima y mínima amplitud posibles de las acciones humanas. Esto es, no ha podido establecer un sistema abstracto de redes accionales (pragmáticas) interdependientes y sucesivamente incluyentes y ramificadas, que abarque desde los grandes hasta los pequeños espacios sociales y que permita calcular la dimensión o grado de globalidad de una acción cualquiera con respecto a otras acciones, no sólo por referencia a unos niveles de máxima generalidad y de última particularidad, sino también por referencia a grados y vínculos de dependencia. Ante tal carencia, no hay más camino que definir convencionalmente (i.e., relativamente a un contexto y a unos objetivos de análisis) los límites más abarcantes y más diferenciales de una estructura compleja de acción, para luego ir reajustando ese espacio a partir de los resultados del análisis. Es bajo esas restricciones como se formula aquí el espacio entre "macro" y "micro"-actos textuales de IE. Hay, no obstante, en esta Teoría del Texto, la ventaja de que toda hipótesis teórica, como ésta y otras que definen espacios macro/microaccionales, dispone de vías rápidas y directas de contrastación fáctica, gracias a que los "verbos" y construcciones "verbales" de una secuencia de frases de un texto, en conjunto, pueden revelar los límites máximos y mínimos de globalidad pragmática. Por suerte, esta Teoría del Texto hace posible, como se dijo arriba, la comparación próxima e inmediata entre las conjeturas teóricas y los hechos perceptibles.
Dado el macroacto de "responder una pregunta surgida dentro de la ACCION EDUCATIVA en función de un CONTEXTO DE ACCION EDUCATIVA" y asociando tal macroacto con la acción aún más general de "comunicar", podemos revisar esquemáticamente lo que, a nivel empírico, suele ser la rutina expositiva de las IE en general, para luego, a partir de allí y regresando al nivel teórico, determinar los microactos terminales del macroacto "responder...". En general, las IE siguen una trayectoria expositiva (accional, pragmática, reveladora de microactos) marcada por estas fases:
(i) Expresar el "Contexto de acción educativa" sobre la base de las circunstancias del autor (nombre-lugar-fecha, dedicatoria, categoría del trabajo (ascenso, tesis, publicación...)), de las exigencias del momento (organización, políticas, planes institucionales, programas académicos...) y de las relaciones personal-profesionales con alguna institución educativa o editorial interesada en el "macroacto" ya definido. Todo esto puede constatarse aún superficialmente en las primeras páginas del texto de IE.
(ii) Delimitar la "Acción educativa" donde se inscribe la pregunta, siempre bajo varios planos de inclusión y pertenencia, definiendo el quehacer práctico hacia el cual se orienta la IE en cuestión y discriminando cuáles tipos de cosas se consideran adscritas al área investigativa particular y cuáles no. Esto se constata en las secciones textuales que podrían denominarse "Campo de estudio", "Area de trabajo" (o de "interés"), "Referencias contextuales", "Area empírica", etc.
(iii) Delimitar, en el área anterior de la "Acción educativa", un aspecto ineficiente, dificultoso o deficitario, revelador de una necesidad de conocimiento o de unas reglas de ejecución fundadas en un conocimiento sólido o innovador. Este microacto se constata en diversas partes textuales como podrían ser "Situación problemática", "Problema de investigación", "Contexto problemático", etc.
(iv) Formular una incógnita de conocimiento asociada a una "Acción educativa" y, desde el terreno de un "Contexto de acción educativa" en que se desenvuelve el investigador, determinar cuáles son los valores conocidos y cuáles los que deben conocerse. A este microacto (iv) van conectados, por lo general, unos objetivos de IE y unas razones o perspectivas que lo hacen oportuno, legítimo, conveniente o deseable. Este microacto se evidencia en secciones textuales tales como "Problema", "Objetivos", "Pregunta de investigación", "Justificación", etc.
(v) Exponer tanto los conocimientos particulares anteriormente logrados en torno a esa incógnita o necesidad de conocimiento/efectividad como la red teórica donde se ancla esa particular IE. Una parte de esto se observa en apartados textuales comúnmente subtitulados "Antecedentes", "Investigaciones previas", etc. Otra parte se observa en secciones tales como "Marco teórico", "Base Teórica", "Aspectos conceptuales", etc.
(vi) Formular un método de respuesta plausible o de hallazgo validable y unas operaciones, instrumentos y recursos de trabajo ligados a dicho método, siempre por relación a unos esquemas operativos transindividuales previamente admitidos. Por lo común, este microacto se expresa en apartes textuales que casi siempre se subtitulan "metodología", "marco metodológico", etc.
(vii) Exponer los resultados de la búsqueda o la respuesta al problema inicial, siempre bajo parámetros de validez operativa, de relaciones interteóricas actualizadas y de relevancia observacional-pragmática. Por lo común, esto se observa en secciones textuales denominadas "Resultados", "Hallazgos", "Análisis e interpretación de datos", etc. Yendo más al fondo, hacia los procesos de generación textual, en esas subtareas comunicacionales observables se descubren, en una fase previa, tres microactos subgenerales (no terminales; también podríamos decir que son tres macroactos de menor nivel): DESCRIBIR, INSTRUMENTAR, EXPLICAR (o INTERPRETAR, para ciertos casos), los cuales se correlacionan, respectivamente, con los tres componentes estructurales de la investigación: lo empírico, lo metodológico, lo teórico.
Pero, yendo todavía más en profundidad, se descubren, dentro de todos y cada uno de esos tres microactos subgenerales, los microactos específicos (terminales) más significativos, no observables, los cuales pueden ser puestos en coincidencia con ciertas propuestas de Piaget (1960, 1972, por ejemplo) en torno a los conceptos de "Psico-lógica", "operaciones mentales" y "estructuras operatorias" (este autor planteó la idea de relacionar operaciones mentales ordinarias con sistemas formales lógico-matemáticos; aquí, siguiendo esa misma idea, sólo se plantea relacionar "microactos" de textos investigativos con la noción piagetiana de "operaciones mentales" de expresión lógico-matemática, sin ir más allá, por razones circunstanciales, en lo que podría ser un enfoque piagetiano de los microactos en textos investigativos). Los microactos en cuestión, al menos los esenciales, pueden referirse como sigue, advirtiendo que no se supone una relación "uni-unívoca" entre ellos y los sistemas formales lógicos, sino que a cada uno de aquéllos puede corresponder uno o más de tales sistemas y uno mismo de éstos puede corresponder a uno o más microactos:
-IDENTIFICAR (designar, nombrar...): el autor selecciona o aisla entidades individuales dentro de conjuntos previamente dados, en atención a una necesidad o circunstancia de acción. Se expresa a partir de la relación lógica de pertenencia de un elemento a una clase. Tiene lugar, por ejemplo, cuando se nombran objetos o casos que permitan reconocer una situación o un estado de cosas, sobre todo en el plano socio-circunstancial del trabajo y en su área empírica.
-DELIMITAR (parcelizar, sectorizar, distinguir ámbitos...): el autor separa entre sí dos o más conjuntos amplios, precisando el límite entre ellos. Se expresa como una operación de clasificación en el sentido de diferenciación de clases a niveles generales. Tiene lugar, por ejemplo, cuando se indica el área de acción educativa sobre la cual se centra la IE.
-TAXONOMIZAR (construir clases y sistemas clasificatorios): el autor configura estructuras jerarquizadas de clases y subclases, a varios niveles de inclusión, siempre por referencia a propiedades sistemáticas que definen los límites de clases, subclases y niveles de pertenencia-inclusión. Se expresa como una operación de clasificación o diferenciación de clases a niveles progresivos, basada en el manejo de propiedades, de relaciones de ordenamiento por inclusión y, en general, de cálculo de clases (unión, intersección, etc.). Tiene lugar, por ejemplo, cuando se organizan hechos o entidades concretas que mantienen entre sí un esquema de inclusividad sucesiva y diversificación, sobre todo en las descripciones o registros observacionales.
-RELACIONAR (conectar clases según vínculos relevantes): el autor define o formula nexos significativos sistemáticos, no taxonómicos, entre entidades individuales dadas o entre clases de entidades previamente construidas por él, indicando las propiedades típicas de cada nexo. Se expresa como operaciones del álgebra de relaciones. Tiene lugar, por ejemplo, cuando se hacen comparaciones entre elementos, cuando se describen variaciones correlativas a dos o más clases de elementos, cuando se estructuran secuencias de orden, etc.
-METRIZAR (graduar, definir escalas...): el autor formula o selecciona un sistema de valores continuos como referencia típica (estable) para expresar la multivariabilidad de límites de una propiedad (magnitudes). Se apoya, en general, en las operaciones con funciones o cálculo de relaciones funcionales. Tiene lugar, por ejemplo, cuando se establecen aspectos cuantitativos de una propiedad, tanto en el plano de las descripciones empíricas como en el plano de las dependencias teóricas.
-REDUCIR (subsumir, desparticularizar...): dado un caso singular o una estructura observacional, el autor la asocia con otros casos del mismo tipo y la adscribe (o reduce todos esos casos singulares) a una sola estructura abstracta universal. Se expresa como un álgebra de funciones, en especial como un cálculo de isomorfismos. Tiene lugar, sobre todo, en la modelización teórica, bajo cualquiera de sus métodos (deducción, inducción, intuición). La operación inversa, que consiste en definir correlatos o realizaciones singulares a partir de una estructura abstracta universal, es otra modalidad de este mismo microacto.
-SIMBOLIZAR (formalizar): el autor formula o selecciona un sistema de signos como referencia típica (estable) para expresar entidades, propiedades y relaciones. Se apoya, en general, en operaciones de cálculo funcional y de cálculo lingüístico. Es el caso, por ejemplo, de los lenguajes lógicos y matemáticos o de los simbolismos diagramáticos e idiogramáticos (cuadros, tablas, flujogramas, convenciones gráficas...).
Hasta aquí las aplicaciones del componente pragmático de la Teoría del Texto a las IE. En dichas aplicaciones se revelan sus condiciones elementales de variabilidad, tanto desde el punto de vista de una particularización de los conceptos obtenidos por las dos teorías anteriores como desde el punto de vista de las necesidades de conexión con el mundo de los hechos: en primer lugar, si hay un macroacto consistente en "responder una pregunta surgida dentro de la ACCION EDUCATIVA en función de un CONTEXTO DE ACCION EDUCATIVA" es obvio que las IE variarán en dependencia del tipo de "acción educativa" ("c"), del tipo de "contexto de acción educativa" ("b"), del tipo de "pregunta" asociada y de los diferentes "esquemas operativos" ("Mi ") de la acción de "responder" (nótese que los conceptos implícitos en las palabras "pregunta" y "responder" son particularizaciones y nexos observacionales exclusivos de la Teoría del Texto). En segundo lugar, si el género común de ese macroacto consiste en "responder" y dado que tal género de acciones contiene una fuerte marca de individualidad, es obvio que las IE variarán según el tipo de `individuo' en cuestión, es decir, por el "perfil psicosocial" ("f"); pero como ese mismo género de acciones contiene otra marca, también fuerte, de transindividualidad, es evidente que los conceptos "e" ("esquema filosófico") y "d" ("esquema de conocimientos") se traducirán en variaciones de IE. En tercer lugar, si hay unos microactos subgenerales definidos como "describir", "instrumentalizar" y "explicar-comprender-interpretar", entonces se deducen dos cosas: una, que las IE varían en el grado de `carga' o `marca' (i.e., en el peso) que asignen a cada uno de esos tres microactos pre-terminales (IE empiricamente cargadas, IE metodologicamente cargadas, IE teoricamente cargadas); otra, que las IE contienen tres elementos lógico-estructurales internos que pertenecen al co-dominio de una relación de variación cuyo dominio es el conjunto de todos los demás elementos sociocontextuales externos. Y, en cuarto lugar, si aquel macroacto factorizado en esos tres microactos pre-terminales se traduce al fin en los microactos terminales indicados arriba, entonces las IE deben variar, cuando menos, en la `carga' ejercida por cada uno de esos microactos terminales en el interior lógico-estructural de la IE. Veamos ahora las aplicaciones más importantes de la Teoría del texto en su componente semántico.
De acuerdo a las formulaciones de esta teoría, todo texto debe tener unos contenidos, significados o representaciones mentales asociados. Dicho de otro modo, todo texto, incluso a nivel cotidiano, implica una "modelación". Ahora bien, en las dos secciones anteriores se dijo que toda investigación, en cuanto acción semiótica, se distinguía de otras acciones justamente por su rasgo de "modelar". ¿Quiere decir entonces que no hay diferencia entre "comunicar" e "investigar"? Aunque parezca una vuelta atrás, es precisamente la Teoría del Texto la que enfatiza una particularización de la acción (semiótica) de modelación investigativa con respecto a las demás acciones generales de modelación. Según esta teoría, son los datos pragmáticos del contexto comunicativo los que particularizan el tipo específico de comunicación. Si esos datos contienen referencias a un "contexto de acción educativa", a una "acción educativa" y a un macroacto de "responder", es evidente que la "modelación resultante" debe ser substancialmente distinta a la que resulta de datos pragmáticos ordinarios, los cuales conducen a "modelaciones" ordinarias típicas de la comunicación cotidiana. Estas últimas carecen de alcance teórico sistemático-socializado (explicativo-interpretativo-comprensivo), mientras que aquéllas deben ser modelaciones en función de una `Teoría Educativa'. Esto se sigue del mismo concepto teórico de Texto. Sin embargo, sigue en pie una dificultad: si la modelación IE sólo se produce al final, como resultado de la acción investigativa, siendo todo lo anterior de carácter empírico y operativo, y si, al mismo tiempo, toda esta parte anterior sigue siendo un texto y si, además, todo texto (incluyendo el texto empírico-metodológico) implica una modelización, entonces ¿cuál es la diferencia? La única respuesta coherente es que en la IE hay modelizaciones no teóricas, que son sectoriales (empíricas y metodológicas) y que no se diferencian por eso de las modelizaciones comunes a todos los textos, mientras que, por otro lado, hay una modelización teórica terminal y principal que constituye el objetivo substancial de la IE (y de toda investigación). Esto conduce a la conclusión de que hay modelizaciones empíricas y metodológicas (comunes a cualquier otro texto) gracias a las cuales, en todo proceso completo de investigación, se produce una modelización teórica terminal, que tiene carácter teórico y que lo distingue de los procesos textuales ordinarios. Si esto es así, en el componente semántico de los textos investigativos hay "contenidos", "significados" o "modelos" empíricos al lado de "contenidos", "significados" o "modelos" metodológicos, todos los cuales están en función de unos "contenidos", "significados" o "modelos" teóricos terminales, globales y característicos. Lo más importante de todo esto es que las variaciones de IE pueden analizarse, en cualquiera de sus partes lógico-estructurales, en términos de una triple relación de `verdad referencial' (lo empírico), `efectividad operativa' (lo metodológico) y `validez explicativa' (lo teórico), sobre la base de dos aspectos: lo real-fáctico y su respectiva modelación, siempre en cada una de esas tres instancias.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que a cada "macroacto" del nivel pragmático corresponde un "macrosignificado" del nivel semántico, mientras que a cada "microacto" corresponde un "microsignificado" semántico y que, en general, a todo `árbol' pragmático corresponde un `árbol' semántico, de tal modo que "macroactos" generan "macrosignificados" y "microactos" generan "microsignificados". Por tanto, si tenemos un macroacto como "responder una pregunta surgida dentro de la ACCION EDUCATIVA en función de un CONTEXTO DE ACCION EDUCATIVA", entonces los macrosignificados estarán dados por la definición de esa acción educativa, de ese contexto de acción y de esa pregunta particular. Pasando a los microactos pre-terminales, "describir" se asocia a microsignificados pre-terminales que definen las entidades y relaciones descritas; "instrumentalizar" se asocia a la formulación de operaciones investigativas concretas y "explicar-comprender-interpretar" se asocia a los modelos teóricos resultantes. Lo análogo ocurre con los microactos y microsignificados terminales. Esto no añade mucho a las aplicaciones antes expuestas, pero sí revela la coherencia y posibilidades prácticas de análisis propias de esta vía de razonamientos centrada en la Teoría del Texto. Veamos a continuación, como última parte de esta sección (ya que el componente Físico carece, a propósito de los textos investigativos, de la misma relevancia de los componentes anteriores), las más importantes derivaciones que pueden obtenerse del componente sintáctico de esta teoría.
Una aplicación de interés tiene que ver con las características típicas del texto de la IE. Dado que está marcado por las necesidades pragmáticas implícitas en el macroacto "responder" y por una cierta realidad ("acción educativa": ‘c') que se erige como universo del discurso, entonces sus estructuras sintácticas globales están orientadas según lo que en la lingüística de mediados de siglo se denominó "función referencial del discurso". El texto de la IE es entonces, por definición pragmática, un texto referencial, es decir, dirigido a HABLAR SOBRE LA REALIDAD EXTERNA. Podríamos decir entonces que todo texto de IE se organiza sintácticamente en tres partes mayores: una, al principio, en que se fija el universo del discurso ("acción educativa") y se delimita una necesidad de conocimiento; otra que tiene lugar inmediatamente después y donde se fija una estrategia operativa de respuesta; y otra, al final, en la cual se elabora una nueva visión del mismo universo de discurso, ampliado esta vez mediante una respuesta a la anterior necesidad de conocimiento. Dicho de otro modo, la sintaxis del texto IE puede formularse como una secuencia de tres grandes unidades: la pregunta en torno a una acción educativa descrita; la operación estratégica de respuesta; la respuesta efectiva o solución. Esto, que se presenta a la vista como una trayectoria dentro de un eje secuencial o sintagmático, implica en el fondo la existencia de un sistema amplio de tres categorías paradigmáticas (jamás en sentido kuhniano), de las cuales el investigador selecciona las unidades que interesen para combinarlas entre sí en un eje sintagmático. La primera de estas categorías paradigmáticas está integrada por el conjunto de los distintos ámbitos de acción educativa vinculados a necesidades de conocimiento; la segunda, por el conjunto de opciones operativo-metodológicas; la tercera, por el conjunto de datos de conocimiento disponibles y por las diferentes posibilidades de respuesta. Como podrá advertirse, estas tres categorías coinciden unívocamente con los elementos semióticos transindividuales vistos antes (áE, M, Tñ), por referencia a los cuales se justifican y legitiman las IE particulares. En cambio, en el nivel sintagmático, la secuencia "pregunta-operación-respuesta", formada por combinación de elementos paradigmáticos, coincide también unívocamente con la secuencia individual vista antes (áEi , Mi , Ti ñ), la cual define a cualquier realización singular IE. Así, a través de este enfoque textual, queda coherentemente particularizado y remitido a los hechos observables aquel mismo constructo que se formuló en el enfoque semiótico: á(E, Ei ), (M, Mi), (T, Ti )ñ. Lo que se acaba de exponer coincide también con los tres microactos pre-terminales vistos en el componente pragmático: "DESCRIBIR", "INSTRUMENTALIZAR", "EXPLICAR/INTERPRETAR". "Describir" responde al constructo áE, Ei ñ y, por tanto, a la primera parte de la secuencia sintáctica textual; "instrumentalizar" responde al constructo áM, M ñ y a la segunda parte de la misma secuencia; "explicar/interpretar" responde al constructo áT, Ti ñ y a la última parte de la estructura secuencial.
Detengámonos ahora en lo que podría ser una definición formalizada, más precisa, de cada una de esas tres grandes unidades sintácticas que responden, como ya se dijo, al constructo semiótico á(E, Ei ), (M, Mi ), (T, Ti )ñ y también, correlativamente, a la estructura pragmática de macro/microactos textuales.
La sintaxis que típicamente define a la categoría semiótico-textual E, y por tanto a todas sus realizaciones particulares Ei ..., Ej , tiene dos rasgos básicos: en primer término, todo el conjunto de proposiciones que lo forman está referido a (i.e.: asume sus valores de verdad por relación a) un "mundo" de carácter singular, contingente o "existencial", que sólo existe en atención a unas determinadas coordenadas de tiempo y lugar. Si usamos el símbolo $ ("cuantificador existencial", en el mismo sentido de la Lógica Formal) para expresar lo que es contingente o singular y si además elegimos el símbolo W para expresar el concepto de "mundo", entonces podemos decir que todo conjunto secuencial de proposiciones de los textos empíricos Ei está siempre precedido de la marca global $W, a manera de operador lógico de gran alcance.
El segundo rasgo de esta sintaxis es que, en esencia, las proposiciones se conciben bajo un nexo de "conjunción" lógica o adición. Dado que se trata de un texto descriptivo, cuya función es registrar datos, no tienen lugar las inferencias ni las conjeturas, es decir, entre una y otra proposición no hay conexiones de "implicación significante" (en el sentido de Piaget/García, 1982:13) ni de implicación causal (aunque sí puede haber conexiones por disyunción y por negación). En esencia, pues, la sintaxis formal de los textos empíricos Ei , aquéllos que responden al microacto pre-terminal "DESCRIBIR", puede quedar reflejada en una expresión lógica como la siguiente, donde la letras minúsculas ‘p’ representan proposiciones, el signo ‘Ù’ representa una conjunción y el signo ‘$W:’ se lee "En algún mundo W ocurre que...":
$W: (p1 Ù p2 Ù p3 ... Ù pn)
Considérese, a modo de ejemplo, el siguiente texto descriptivo IE, que luego, para mayor precisión, se analiza en términos de cálculo de predicados o lógica intraproposicional:
De los estudiantes que asisten a esta universidad, hay cuatro tipos: (a) los que necesitan dirección institucional; (b) los que necesitan soporte institucional; (c) los que necesitan dirección y soporte; y (d) los que no necesitan dirección ni soporte. Los mecanismos de atención estudiantil de la universidad no consideran estas diferencias, sino que manejan las dificultades de los alumnos como si todos tuvieran igual necesidad de atención.
En este ejemplo se nombran cuatro entidades o individuos: el primero es "esta universidad", que podemos simbolizar ‘a’; el segundo es "los estudiantes", que podemos simbolizar ‘x’; luego está la "dirección institucional", que simbolizamos ‘y’; y, por último, está el "soporte institucional", que simbolizamos ‘z’. Además de esto, hay tres relaciones que describen a esos individuos: una primera relación es "Asistir", que simbolizamos con la mayúscula ‘A’ y que liga a los ‘x’ con ‘a’; la segunda relación es "Necesitar", que simbolizamos con la mayúscula ‘N’ y que vincula a los ‘x’ con los ‘y’ y con los ‘z’. La última relación podría llamarse "Discriminar", que simbolizamos ‘D’ y que liga a ‘a’ con los ‘x’, una vez más. Sobre estas relaciones se constituye un texto descriptivo Ei cuyo esquema sintáctico particular puede ser el que sigue, donde las seis proposiciones se enlazan por conjunción y todas ellas están bajo el alcance del operador existencial ‘$W’ , el cual señala la contingencia o la restricción de todas las proposiciones subsiguientes bajo los límites de un tiempo y un espacio determinados (para otros elementos de notación, véase la Tabla de Símbolos y Abreviaturas, en los Preliminares de este trabajo):
$W:(x A a) Ù ((xi N yz) Ù (xj Ny) Ù (xk N z) Ù (xm ~Ny z)) Ù (a~D xi xj xk xm)
La primera de esas proposiciones describe que ciertos estudiantes asisten a esta universidad: (x A a). La segunda refiere que, de ellos, hay unos (los ‘xi ’) que necesitan de dirección y de apoyo: (xi N y, z). La tercera proposición dice que hay otros (los xj) que sólo necesitan de dirección: (xj N y). La cuarta expresa que otros (los ‘xk ’) sólo necesitan soporte institucional: (xk N z). La quinta proposición refiere que otros estudiantes (los ‘xm ’) no necesitan ni dirección ni apoyo: (xm ~N y, z), donde ~ es un signo de negación. Finalmente, la última proposición expresa que entre la universidad ‘a’ y cada uno de los cuatro tipos de estudiantes no se cumple la relación ‘D’ de atención discriminada: (a ~D xi xj xk xm ).
Lo más importante de todo lo que se ilustra en el ejemplo anterior es la relación de adición o conjunción con que se enlazan, una tras otra, las proposiciones de un texto descriptivo, lo mismo que su valor de verdad condicionado a un "mundo" de coordenadas espacio-temporales contingentes. La importancia de este operador $ aplicado a W está en que, bajo las proposiciones que están a su alcance, es posible manejar los clásicos "cuantificadores universales" ("), así como, eventualmente, alguna conectiva "condicional" (del tipo x ® y), sin que por ello el texto en conjunto deje de ser descriptivo (no teórico) ni deje de estar referido a un "mundo" contingente o singular. Efectivamente, cualquier cuantificador universal que describa a "todos" los individuos de las proposiciones, sólo significará "todos los de ese contexto", pero no "todos los individuos posibles". Del mismo modo, cualquier conectiva de carácter condicional que eventualmente pueda aparecer bajo el alcance de ‘$W’, sólo expresará una contigüidad de sucesos o relaciones o, tal vez, una correlación descriptiva, pero no una relación de dependencia "causal" de carácter legaliforme. Lo contrario, en cambio, sucede con los textos teóricos, aquéllos que están asociados al microacto pre-terminal "EXPLICAR/INTERPRETAR" y que veremos en seguida.
La sintaxis que define a la categoría semiótico-textual T, junto a sus realizaciones particulares Ti ..., Tj , tiene también dos rasgos diferenciales: uno es que sus proposiciones constituyentes no tienen como referente un "mundo" singular contingente, sino un mundo abstracto y universal. Tales proposiciones no expresan lo que ocurre aquí o allá o ayer u hoy o mañana, sino lo que ocurre estrictamente bajo ciertas condiciones independientes de los límites de los sucesos particulares. Formalmente, esto se traduce en que todo texto de naturaleza teórica se halla bajo el alcance de un operador como ‘"W’ (="para todo mundo"), el cual indica que tanto los individuos o entidades como las relaciones en cuestión tienen carácter universal y abstracto. Tales individuos no son ya designaciones empíricas sino entidades teóricas y esas relaciones no son ya descriptivas sino explicativas/interpretativas. Precisamente, a diferencia de la sintaxis descriptivo-observacional, en este caso los enlaces esencialmente diferenciales son los "condicionales" o "signos de implicación" (no los implicadores "materiales", sino lo que Quine, 1968, llama "implicación causal"). Esto quiere decir que la conexión básica producida entre proposiciones teóricas, las cuales forman los textos áT, Tiñ, expresan una relación de dependencia explicativa entre hechos o, mejor, entre CLASES DE HECHOS. En suma, la estructura sintáctica que responde al microacto pre-terminal "explicar-interpretar" tiene una forma lógica como la siguiente, donde ‘p’ y ‘q’ se leen como dos clases distintas de proposiciones y ‘®’ es el signo de la relación condicional: "W: p ® q .
De acuerdo al esquema anterior, no importaría, realmente, que bajo el alcance de ‘"W ’ hubiera conexiones "conjuntivas" o "disyuntivas" subordinadas; lo importante es que la conexión de mayor nivel es una condicional ("implicación estricta"). Tampoco importaría que hubiera algún cuantificador existencial bajo el alcance de ese mismo operador (tal como $x), ya que sería siempre de orden abstracto y universal y tendría siempre una función teórica, gracias a la marca de "W y a la jerarquía de ®).
La descripción sintáctica de los textos correspondientes al microacto preterminal "instrumentalizar", aquéllos que particularizan el constructo semiótico áM, Miñ, puede ser contextualizada dentro de la tradición lógico-filosófica de la resolución de problemas, la cual tiene un claro comienzo en la famosa "Ars Magna" de fines de la Edad Media, pasando por el "Ars Inveniendi" y el "Ars Iudicandi" de Leibnitz, hasta terminar en los refinados conceptos de "calculabilidad", "decidibilidad" y "generabilidad" de una función, junto a las nociones de "algoritmo" y "heurismo". Dentro de esta tradición, la sintaxis de textos que describen operaciones o que expresan instrucciones de acción no debe verse bajo la noción de algoritmo, sino más bien de heurismo, como es el caso de las operaciones que no pueden ser confiadas a una máquina. En este sentido, dicha sintaxis se concibe como una secuencia lineal (de base temporal) cuyas unidades proposicionales expresan acciones canónicas y cuyos enlaces expresan una relación de sucesión del tipo s1 Þ s2 Þ s3 ... Þ sn , donde si define una acción canónica y el símbolo ‘Þ’ define la relación de precedencia-sucesión. Toda la cadena s1 Þ s2 ... Þ sn puede ser concebida como una cadena opcional Ci con respecto a otras posibles cadenas Cj..., Ck consideradas también válidas para un mismo resultado global deseado (S), de modo que la sumatoria de todas las unidades s1, s2..., sn viene a ser igual a S para cualquier cadena. En las IE, es este resultado global deseado el equivalente al objetivo de investigación, de tal forma que, si simbolizamos dicho objetivo (o dicho resultado) con la expresión ya conocida Sn’, entonces el esquema sintáctico de los textos con función instrumentalizadora es como el que sigue:
Sn’ : s1Þ s2 ... Þ sn
Con esto terminamos la descripción de la estructura típica común de los textos IE bajo el enfoque sintáctico de la Teoría del Texto. Veamos ahora las posibles variaciones de la IE bajo esta misma perspectiva sintáctica.
Al macroacto principal "RESPONDER", donde está implícita la acción de "PREGUNTAR", se asocia una estructura sintáctica muy amplia que podemos definir a través de varias vías y cuyas variaciones se correlacionan con variaciones de preguntas de investigación y, por tanto, con variaciones de IE. Una de estas vías es el sistema formal clásico de predicados de primer orden. Como se sabe, este sistema ha tratado de proveer herramientas para formalizar la estructura intraproposicional de las frases u oraciones del lenguaje natural. Unas de estas herramientas son las clases de elementos que pueden intervenir en un esquema intraproposicional, a saber: cuantificadores, argumentos, predicados y conectivos. La clásica frase "todos los cisnes son blancos", por ejemplo, puede ser mejor examinada si se interpreta "para todo individuo de este mundo ocurre que, si ese individuo es un cisne, entonces dicho individuo es blanco". Bajo esta última interpretación, el término "todos" responde a la noción de CUANTIFICADOR (podría ser también "algunos"); el término abstracto "ser un cisne" es un PREDICADO, como también lo es "ser blanco"; el término "individuo" (o "cosa" u "objeto" o "entidad") responde a la idea de ARGUMENTO o elemento al cual se aplica un predicado; la relación abstracta "si..., entonces" responde a la idea de CONECTIVO, en cuanto que forma una proposición molecular uniendo entre sí las proposiciones atómicas "x es un cisne" y "x es blanco". Este último es un conectivo CONDICIONAL, pero los hay también CONJUNTIVOS, DISYUNTIVOS, etc. La idea fundamental que se quiere esbozar a propósito de estas cuatro clases de componentes intraproposicionales (cuantificadores, argumentos, predicados y conectivos) es que toda pregunta consiste en un esquema proposicional donde falta por identificar uno de esos cuatro elementos. Si usamos el signo ° para indicar un elemento no identificado, tendremos provisionalmente cuatro esquemas universales de PREGUNTA, a saber:
A) (°x) Fx ® Gx
B) ("x) °x ® Gx
C) ("x) F° ® Gx
D) ("x) Fx ° Gx
En A) se desconoce a cuántos individuos conocidos se aplica una relación ya conocida (como sería el caso de los sondeos electorales, imaginando que el abarque de los conceptos $ y " pudiera ser puesto en correspondencia con el abarque de los números naturales). En B) se desconoce una de las propiedades o predicados que satisfacen una cierta relación (como sería el caso de preguntarse cuáles son las variables que inciden en la deserción escolar). En C) se desconoce cuáles o qué individuos de una población conocida satisfacen una cierta relación (en realidad, esto equivale a preguntarse por propiedades más específicas incluidas en una propiedad general conocida). En D) se desconoce qué tipo de nexo vincula entre sí a dos hechos conocidos, que es el modelo más extendido de las investigaciones científicas. A estas cuatro clases de esquemas proposicionales interrogativos se debe añadir el caso de las preguntas de dominio cerrado, con el tipo de respuestas "sí/no" o "verdadero/falso", el cual viene a constituir una quinta clase de esquemas (típico de las investigaciones "contrastivas"), donde el signo = remite al valor de verdad de toda la proposición:
E) [("x) Fx --> Gx] = °
Tenemos entonces que las IE tienen esas cinco variaciones, desde el punto de vista sintáctico correspondiente al macroacto "responder". Es de suponer que cada uno de estos cinco tipos implican variaciones específicas en el plano de los microactos, pero no profundizaremos en ello. En todo caso, el hecho de que una IE cualquiera se oriente hacia uno u otro de estos cinco tipos es producto de los datos originados en el nivel pragmático o sociocontextual de la acción semiótica.
Finalmente, para terminar este enfoque sintáctico, y textual en general, hay que tomar en cuenta una variación obligada y notoria en el plano amplio de los diferentes lenguajes de IE. Al revisar las tres variaciones de método propuestas en la sección anterior (M1: deducción, M2 : inducción, M3 : intuición), se deduce que cada una de ellas exige, por razones teóricas, un lenguaje diferente. La deducción (M1), por apoyarse en el hallazgo de proposiciones específicas virtualmente contenidas en proposiciones generales, requiere una delimitación precisa de los significados envueltos en las palabras; por tanto, ante el riesgo de polisemias y giros ambiguos propios del lenguaje natural, opta por un lenguaje lógico-matemático que haga patentes esos significados y que permita efectuar cálculos independientes de los contenidos singulares. La inducción (M2 ), por su parte, ya que se apoya en el hallazgo de proposiciones generalizadas a partir de un índice de probabilidad basado en frecuencias, requiere de unas técnicas sofisticadas de conteo y comparación cuantitativa, cosa que lleva a un lenguaje numérico-aritmético. La intuición (M3 ), a su vez, por apoyarse en apreciaciones directas y acercamientos inmediatos a través de las vivencias y recursos experienciales, desecha los lenguajes artificiales (lógicos, aritméticos, etc.) que bloquearían los hallazgos evidentes interponiendo un largo trecho entre la pregunta y sus respuestas, disponiendo más bien del lenguaje natural, el mismo que suele acompañar las vivencias espontáneas y las experiencias cotidianas. No quiere decirse con esto que M1 y M2 no usen en absoluto el lenguaje natural, lo cual es imposible, ni que M1 excluya necesariamente las técnicas aritmético-estadísticas ni que M2 prescinda siempre de formulaciones lógico-matemáticas ni que M3 renuncie del todo a alguna que otra aplicación de lenguajes artificiales. Lo que se quiere decir es que los planteamientos y hallazgos centrales de la investigación tienen lugar cada vez por un tipo de lenguaje específico dependiente del tipo de método. A su vez, como ya se sugirió antes, estas variantes de método se corresponden, teóricamente, con tres respectivas variantes de "estilo de pensamiento".
Una observación importante con respecto a estas diferencias correlativas pensamiento-método-lenguaje es que ellas en sí mismas no implican, al menos teóricamente, variaciones de "exactitud". Esto constituye un aspecto totalmente distinto que no está incluido dentro de las propiedades de IE. Por definición, se supone que toda investigación, en general, se orienta hacia propósitos de exactitud lingüística, ya que se trata, como se dijo antes, de un discurso referencial (expresivo de un `mundo' externo, intersubjetivo) que se valida por sus nexos con un estrato transindividual áE, M, Tñ y jamás de un discurso "emotivo" o "poético" (expresivo de un mundo interno, subjetivo), restringido al individuo. La investigación, sobre todo la IE, se caracteriza por una proyección sociocontextual, lo cual exige un alto valor "intersubjetivo" (Popper, 1982) que sólo es posible mediante una precisión unívoca de los objetos sobre los cuales se habla, lo cual, a su vez, sólo es posible a través de un lenguaje no ambiguo. Además, la investigación en general, también la IE, exige valores altos de confiabilidad interna (ya que de sus resultados depende la efectividad de las acciones sistemático-socializadas) que sólo son posibles mediante opciones claras de validación, lo cual, una vez más, sólo es posible a través de un lenguaje no ambiguo.
A propósito de las necesidades de "exactitud", como rasgo común de toda investigación, conviene precisar la diferencia entre lenguajes "exactos" o "precisos" y lenguajes "difusos" o "ambiguos". Comúnmente se habla de ciencias "exactas" y, recientemente, se ha planteado la duda sobre la posibilidad real de las mismas. Aquí se sostiene la idea de que no es válido aplicar la noción de "exactitud" a ciencia alguna ni a otra cosa que no sea un lenguaje (o, a lo sumo, una "operación", siendo el lenguaje una de ellas). Los conocimientos, y la ciencia en particular, podrán ser confiables, válidos, consolidados, etc., pero lo que resulta o no exacto es el lenguaje en que vienen expresados. Y un lenguaje es exacto en la medida en que sus términos y operaciones L remitan a un hecho u objeto w con la mínima probabilidad de que w se confunda con sus contiguos o adyacentes w', w"... Asumiendo que el mundo es reconstruible (cognoscitivamente) en términos de entidades y relaciones del tipo que sea, es claro que para referirnos a cualesquiera de las mismas, nuestras operaciones de referencia L deben fijar los límites más allá de los cuales w deja de ser tal para confundirse con w' o w". En la medida en que estos límites sean "difusos" o amplios, L decrece en exactitud y, a la inversa, en la medida en que sean unívocos (i.e., que encierren a w y sólo a w) L incrementa su exactitud. Es por ello que, al menos en la vida cotidiana, donde suelen darse las más críticas situaciones de interés para el ser humano, resulta por lo común mucho más apreciable intersubjetivamente una expresión como "su sueldo será de Bs. 64.073,oo" antes que otra como "Ud. tendrá un sueldo suficiente para sus necesidades y acorde con sus capacidades". A este respecto, es sorprendente cómo en situaciones críticas de la vida ordinaria y en el plano individual todos exigimos un lenguaje exacto y, en cambio, en el plano de la Educación y las Ciencias Sociales en general sobreabunda la retórica y muchos abogan por la "riqueza y fecundidad" del lenguaje verbal y por las expresiones lingüísticas espontáneas y libres de prescripciones. Por oposición al lenguaje referencial exacto existe otro que comúnmente se denomina "ideológico" (véanse Reboul, 1986, y Hurtado, 1992, entre muchos otros) y que, por supuesto, no está incluido en una definición de IE. Se caracteriza básicamente por lo siguiente: su macroacto consiste en conmover y motivar, no en "describir" ni "explicar"; sus objetivos de acción (Sn’ ) están dirigidos a nuevas actitudes y disposiciones de ánimo, no a nuevas estructuras cognoscitivas; su área de impacto es el ánimo, la emotividad, no la razón ni la mente; sus constructos operativos son valores y vivencias, no los datos cognitivos ni las operaciones racionales; sus campos de referencia W son difusos y de límites muy amplios, no exactos; sus recursos de ordenamiento son las metáforas y las formas literarias de la estética, no los sistemas o estructuras convencionales del conocimiento.
A través de estas tres últimas secciones se intentó construir una base lógico-teórica para un modelo de variabilidad de la IE, tomando como punto de partida tres teorías de inclusión decreciente. La primera de ellas, la Acción, ofreció el sistema de condiciones extra-estructurales más global que ejerce variaciones en el sistema estructural de IE. La segunda, la Semiótica, ofreció las definiciones acerca de la naturaleza de las relaciones comunes esenciales y de dichas variaciones. La última, el Texto, ofreció una particularización de los datos anteriores, junto a unos mecanismos de enlace con el plano de la observación.
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[1] Aunque el campo concreto de aplicación de este modelo es la Investigación Educativa, en realidad se trata de un modelo general de los Procesos Investigativos en cualquier área.
[2] Esto podría recordar, a primera vista, la tesis kuhniana de los “paradigmas”, pero nótese que aquí se plantea una perspectiva diferente: los cambios entre patrones investigativos son, ante todo, cambios entre esquemas de ACCION y no simplemente cambios de “ciencia normal”; siendo la acción un concepto más general que el de ciencia, la cual es sólo un tipo particular de aquélla, no es la ciencia en sí misma lo que engloba los cambios paradigmáticos kuhnianos, sino la dialéctica de las ACCIONES humanas en general; quiere decir que dichos cambios ocurren del mismo modo y por las mismas razones que en el caso de toda ACCION sistemática socializada y no por tratarse de la ciencia o el conocimiento, como es el caso de los paradigmas kuhnianos