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TEORÍA GENERAL DEL DISCURSO

En Padrón, J. (1996): Análisis del Discurso e Investigación Social.

Caracas: Publicaciones del Decanato de Postgrado, USR. Pp. 92-100.

 

Muy en síntesis, la Interacción Comunicacional puede concebirse como un sistema relacional en el cual, dado un con­jun­to P de participantes (interactores), se aplican ordenada­men­te sobre dicho conjunto cuatro grandes relaciones internas, lla­madas sucesivamente c (relaciones pragmáticas o de contex­to), s (relaciones semánticas o de significado), l (relaciones sintác­ticas o de lenguaje) y m (relaciones físicas o de medio de transmisión/recepción).

            Las relaciones pragmáticas o contextuales c vinculan entre sí a los miembros de P (a los participantes o interactores) de acuerdo a una situa­ción socio-espacio-temporal, a una red presuposicional, a unas intenciones y a unas convenciones de acción. Las relaciones se­mánticas o de significado s, por su parte, vinculan a los miembros de P de acuerdo a una red de mapas representacionales compartidos, de la cual se selecciona una parte como elemento relevante de interacción (mo­dela­ción/interpretación). En tercer lugar, las relaciones sintácti­cas l, o relaciones de lenguaje, vinculan característicamente a los miembros de P según el uso canónico de un sistema de signos (código o gramática) y en función de la tarea de encodificación/descodificación. En último término, las relacio­nes físicas o de medio m conectan entre sí a los participantes de acuerdo al uso convencional de un cierto soporte material, de naturaleza me­cánica, electrónica, química, electromecánica, etc. y en fun­ción de la tarea de transmisión/recepción sensorial. Todo esto conduce a esquematizar las interacciones comunicativas como:

< P, c, s, l, m >

            El orden de las relaciones contextuales, semánticas, sintácticas y físicas es el siguiente: la relación m, la que se constituye alrededor del soporte material de transmisión / recepción, está directa e in­mediatamente condicionada por las relación l de lenguaje, en el sentido de que todo uso de un medio físico-biológico de comunica­ción depende del tipo de lenguaje y del tipo de encodificación previamente requeridos. Esto puede simbolizarse como l ®  m. Pe­ro, a su vez, este duplo de relaciones sintáctica y física, con­sideradas en conjunto como un solo minicomplejo relacional, está condicionado directa e inmediatamente por la relación semántica s, de significado, en el sentido de que toda estructura de len­guaje-medio de comunicación depende del tipo de significados o del tipo de mapas representacionales que esté en el centro del doble juego interactivo de modelación/interpretación. Esto puede simbo­lizarse como s ®  (l ®  m). Finalmente, todas estas tres relacio­nes, consideradas como una sola sub-estructura amplia, están con­dicionadas directamente por la relación pragmática o contextual c, en el sentido de que toda estructura relacional de significa­dos, lenguaje y medio físico depende de los datos pragmáticos que marquen el contexto de acción. Si usamos el símbolo ®  para in­dicar el condicionamiento que ejerce el miembro de la izquierda sobre el de la derecha y si usamos las mismas letras más los pa­réntesis para señalar los agrupamientos clásicos, tenemos enton­ces que las interacciones comunicacionales se describen como:

P (c ® (s ®  (l ®  m )))

Ahora bien, este sistema de relaciones que se acaba de expo­ner se traduce o expresa en un constructo llamado TEXTO. Un texto es el producto típico de las interacciones comunicaciona­les, aquello que refleja el resultado de las operaciones pragmá­ticas, semánticas, sintácticas y físicas sobre el conjunto P. Un texto equivale a una realización ("performan-ce", en sentido chomskyano), mientras que el dominio de las reglas para las rela­ciones que operan sobre el conjunto P se ubica en el plano de la "competencia" (si introdujéramos este concepto de "reglas" en el marco de los sistemas formales, diríamos que los tex­tos son los teoremas generados por el sistema). Dado que todo texto revela para el plano observacional las particulares acomodaciones relacionales del tipo P (c ®  (s ®  ( l® m ))), entonces la Teoría debe ser capaz, a partir de un texto cualquiera, de reconstruir los particulares datos contextuales que están a la entrada de la interacción comunicativa que generó ese texto (capacidad retro­dictiva). Y, viceversa, a partir de unos datos contextuales cua­lesquiera, la teoría debe ser capaz de predecir la estructura co­municacional general de los textos que puedan generar esos datos contextuales, bajo ciertas condiciones predefinidas (capacidad predictiva). Siendo T un texto, la interacción comunicacional se expresa finalmente, para una Teoría del Texto, en un esquema como:           

Interacción Comunicacional =

(P (c ®  (s®  (l®  m ))))  «  T

            De lo anterior se deduce que un modelo teórico textual es desglosable en cuatro componentes mayores, correspondientes uní­vocamente a las cuatro relaciones ya vistas.

El componente Pragmático

            Da cuenta de las relaciones contextuales que gobiernan la interacción comunicativa y, por tanto, la generación de tex­tos. Como se dijo, los datos del componente pragmático se subca­tegorizan en datos situa­cionales, datos presuposicionales (marco epistémico), datos intencionales, etc. Estos últimos, de modo particular, juegan un papel relevante en la conformación de todos los datos contextuales que luego van a incidir sobre la secuencia relacional de modelación /interpreta­ción, encodificación/descodificación y transmisión/recepción. En efecto, perteneciendo la comu­nicación a la gran clase de las acciones humanas, y siendo éstas definibles por sus intenciones, se infiere que los eventos tex­tuales se pueden definir en términos de objetivos, propósitos o funciones de acción. Habrá entonces intenciones globales de la producción textual, entendida como acción, y habrá también inten­ciones menores, de acuerdo a los diferentes niveles en que sea posible "factori­zar" o descomponer la intención global. Una in­tención global como p. ej. [Convencer a x de a]0 podría factorizarse en intenciones menores tales como

[Resaltar las necesidades de x]01

[Resaltar las ventajas de a ]02 

[Relacionar las necesidades de x con las ventajas de a ]03

            A su vez, cada una de las intenciones del segundo nivel podría factorizarse en in­tenciones aún más específicas. Por ejemplo, [Resaltar las necesi­dades de x]01  podría desglosarse en cosas co­mo

[enumerar necesi­dades]011

[comparar necesidades]012

mientras que [resaltar las ventajas de a]02 podría descomponerse, por ejemplo, en

[discrimi­nar rasgos de a ]021

[evaluar rasgos de a ]022

tal como se mues­tra en el siguiente esquema, equi­valente a un grafo arbóreo orientado:

[A]0  ® [B]01 + [C]02

[B]01 ® [D]011 + [E]012

[C]02 ® [F]021 + [G]022

            Van Dijk, 1977, propone el concepto de Macroacto para delimi­tar el objetivo, intención o función más global de una producción textual ( [A]0  en nuestro ejemplo) y el concepto de Microacto pa­ra delimitar los objetivos más específicos o terminales del sis­tema ( [F]021 y [G]022 en el ejemplo). Pero en realidad, entre Ma­cro y Micro-actos hay toda una cadena intermedia que, en con­jun­to, se podría asociar al término Meso-actos, sin olvidar que tal cade­na puede contar a su vez con va­rios subniveles en la misma ins­tancia intermedia (por lo cual po­dría ser más adecuado hablar en general de [Acto]0 y [Acto]n, siendo [Acto]1, [Acto]2.., [Acto]n-1 los niveles intermedios del sistema funcio­nal pragmáti­co). Pero en realidad, por encima de estos detalles, lo que está presente en la estructura pragmática de la producción textual, y en general en la estructura de toda acción, es su ca­rácter recur­sivo, ligado estrechamente al concepto de redes prag­máticas, so­bre lo cual no profundizaremos aquí (véase una exposi­ción más de­tallada en Padrón, 1992). Por ahora interesa destacar solamente el hecho muy llamativo de que el concepto de estructu­ración pragmática en "[Acto]0..., [Acto]n" o en Macro...., Micro-actos permite concebir diferencialmente el Texto, por una parte, en cuanto gran bloque transoracional o transproposicional y, por o­tra, en cuanto secuencia de unidades oracionales o propo­siciona­les, ya que éstas, en última instancia, corresponden a los más específicos "actos" (con lo cual se establece una importante con­fluencia con los célebres aportes de Austin, 1962, Anscombe, 1991, Searle, 1969, etc.). Se establece también un nexo relevante entre lo pragmáti­co-semántico (lo menos observable, situado en el nivel "macro") y lo sintáctico-físico (lo más observable, situado en el nivel "mi­cro" del Texto). En general, son teorías de la Acción y herramientas lógico-pragmáticas, al lado de teorías psicoso­ciológicas, las que podrían ayudar a especifi­car y profundizar más los tratamientos lingüísticos de este pri­mer componente.

El componente Semántico

            Da cuenta de las interrelaciones de modelación / interpretación que tienen lugar dentro de re­des representacionales preexistentes y en función de modifi­caciones características de dicha red. Es de suponer que, en primer lugar, los participantes o interactores comparten un mismo cuadro amplio de representaciones del mundo (cuadro presuposicional, marco epistémico, mapa cognitivo, etc.), el cual,  para el momento inicial en que se origina la situación de comunicación, se constituye ipso facto en referencia básica para las operaciones subsiguientes. Es de suponer también que, a partir de esa referencia básica y en atención a los macroactos, los participantes que adoptan el rol de emisores se ocupan de mo­delar un sector del mundo dentro de aquella red representacional previa, mientras que los interactores que adoptan el rol de re­ceptores se ocupan de interpretar la modelación que les es pro­puesta, pudiendo pasar de allí a intercambiarse sucesivamente los roles (según el concepto de "turnos", de Grice, 1975), como es el caso de la conversación ordinaria o de la correspondencia episto­lar. Todo este juego relacional de orden semántico o representa­cional tiende a operar según el concepto psicológico de "modifi­caciones cognitivas" con respecto al marco presuposicional ante­rior. Para el caso de los interactores emisores, la modelación va desde estructuras muy amplias o Macroestructu­ras, ubicables al nivel textual transoracional más amplio, hasta estructuras muy específicas o Microestructuras, ubicables en el nivel oracional (Van Dijk, 1977). Para el caso de los interacto­res receptores, en cambio, el proceso de interpretación recorre el camino inverso. Análogamente a las estructuras pragmáticas, a­quí también se da un nivel intermedio entre lo "macro" y lo "mi­cro", planteándose el concepto de redes semánticas. Pero, dado que el término "estructura" (macro, meso o mi­cro) tiene un sen­tido global que desborda la discriminación en­tre lo semántico y lo no semántico, parece preferible hablar sen­cillamente de sig­nificados (macro/micro-significados) e, igual que antes, contar con una notación que refleje el carácter arbo­rescente o jerar­quizado de un sistema textual semántico:

[significado]0 ® [sig.]1 + [sig.]2..., + [sig.]n

[sig.]1 ® [sig.]11..., + [sig.]1n

[sig.]2 ® [sig.]21..., + [sig.]2n

[sig.]n ® [sig.]n1..., + [sig.]nn

            Es importante llamar la atención sobre las conexiones que tienen estos sistemas textuales semánticos con los sistemas o re­des pragmáticos: hay una correspondencia uno-a-uno entre los ele­men­tos de la red pragmática y los de la red semántica, en el sen­tido de que a cada [acto]i corresponde una información [sig.] i.

            Una semántica de modelos, aliada con teo­rías de la psicología cognitiva, permitiría profundizaciones y trata­mientos instrumentales de este componente semántico.

El componente Sintáctico

            Explica las interrelaciones de encodificación/descodi­ficación que ocurren por referencia a un lenguaje o sistema de signos. Los sistemas de signos se diferencian entre sí según la naturaleza funcional de éstos y sobre todo según sus re­glas de selección-combinación o, más exactamente, de "generación". Incluyendo tanto los naturales como los artificiales, no sólo existen hoy en día muchísimos de esos sistemas, sino que está permanentemente abier­ta la posibilidad real de que aparezcan cada día otros nuevos, especialmente por las ofertas del componente físico, el más in­fluido por los cambios científicos y tecnológicos de otras áreas. Igual que en los dos componentes anteriores, también aquí podrían postularse sistemas textuales analizables en varios niveles de amplitud decreciente, desde lo "macro" hasta lo "micro" (capítu­los, secciones, párrafos, frases..., por ejemplo). La gran diver­sificación, complejidad y entrecruzamiento de los sistemas de signos actualmente disponibles impide una conceptuación universal (para todos los lenguajes) de las estructuras que podrían darse a distintos niveles de generalidad. Sin embargo, lo más relevante de un análisis sintáctico va algo más allá, hacia el sistema de reglas que gobiernan la generación de textos en un determinado lenguaje. Esto tiene una importantísima implicación: mientras el supracomponente pragmático-semántico corresponde a una sola teo­ría general del texto y mientras está a la misma base de todo proceso textual, en cambio el supracomponente sintáctico-físico corresponde inexorablemente a teorías textuales específicas y se correlaciona con hechos o eventos fácticos muy disímiles entre sí, que apenas tienen en común el estar condicionados por una ma­triz pragmático-semántica que controla las realizaciones concre­tas. Es por ello que, ante una misma estructura pragmático-semán­tica, suele haber más de una opción sintáctico-física adecuada (el término "multimedios", recientemente tan difundido, revela claramente esta coyuntura donde termina una teoría general del Texto y comienzan las teorías es­pecíficas). Amplias bases de teorización y tratamiento generali­zado del componente sintáctico están dadas por una teoría formal del lenguaje o por una metalógica.

El componente Físico

            Explica las interrelaciones de trans­misión/recepción que tie­nen lugar por referencia a un soporte o vehículo material de "inscripción del enunciado" (Austin, 1962) y a una vía de acceso sensorial. El término Medio permite conceptuar la naturaleza fí­sica y las potencialidades materiales de este soporte o vehículo perceptual, en función de las condiciones de lenguaje y, en defi­nitiva, de los datos pragmático-semánticos. Dos asuntos importan­tes en estas relaciones físicas o de Medio son, en primer lugar,  que las estructuras correspondientes al plano de la Transmisión (soporte de envío) suelen ser diferentes a las del plano de la Recepción (soporte de recibo), tal como queda implícito en las nociones empíricas de "ha­blar /oir", "escribir/leer", "diagramar/ver", etc.; y, en segundo lugar, que hay un tipo de mecanismos físicos que es de orden natural (como el caso de los mecanismos foniátricos/auditivos de la lengua oral) y otro tipo que es de orden artificial, ligado a las invenciones culturales y tecnoló­gicas (desde la imprenta hasta la electrónica). Lo relevante de esos dos asuntos es que obligan a considerar una instancia de me­diación entre el "envío" y el "recibo" de los insumos interaccio­nales y, en consecuencia, una medida de distancia temporal y/o espacial entre los interactores, remitiendo así a importantes va­riables pragmáticas (tipo de situación), semánticas (tipo de red presuposicional), sintácticas (alcances y limitaciones de los lenguajes) y físicas (tipo de tecnología de medios). Particular­mente importan­tes son, en este sentido, las tecnologías de la comunicación ma­siva, las cuales implican lo siguiente, entre otras co­sas:

- Distancia espacial significativa entre interactores

- Distancia temporal significativa entre la elaboración tex­tual (`acción estímulo') y la percepción textual (`re-ac­ción'), hasta el punto de que en la primera de estas fases suele haber subfases y subtecnologías de elaboración, ya que hay "medios de produc­ción" al lado de "medios de difusión" (como, por ejemplo, cuando se "produce" un texto en cine y se "difunde" por TV o cuando se elabora en cinta de audio y se recibe en ondas de radio, etc.). Las técnicas de registro y grabación, por su parte, permiten re­petir un texto y diferir­lo, lo cual evidencia las diferencias de tiempo interaccional.

- Competencias de elaboración complejas y especializadas que no suelen poseer los destinatarios o receptores.

- Anonimato de los destinatarios ("público", "masa") vs. no­to­riedad de los emisores ("autor", "estrella").

Como se ve, las explicaciones en torno al componente físico son de capital interés, no sólo porque éste evidencia importantes variables pragmático-semánticas que exigen conceptos teóricos a­decuados, sino porque es en estas relaciones físicas donde más específicamente queda marcado el punto de arranque de teorías textuales intermedias y específicas.

REFERENCIAS

Austin, J. (1962): How to Do Things with Words. London: Oxford U.P.

Dijk, T. Van (1977): Texto y Contexto. Madrid: Cátedra.

Grice, H. P.  (1975): "Logic and Conversation", en Cole y Morgan (comp): Syntax and Semantics, 3. Speech Acts. New York: Academic Press, 41-58.

 

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