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EL PAPA ESPERA QUE EL CAMINO NEOCATECUMENAL CONCLUYA PROCESO DE FORMALIZACIÓN
VATICANO, 18 Abr. 01 (ACI).- En una
sorpresiva carta dirigida al Cardenal James Francis Stafford, Presidente del
Pontificio Consejo para los Laicos, el Papa Juan Pablo II expresó su explícito
respaldo al esfuerzo que este dicasterio viene realizando para concluir el
proceso de redacción y aprobación de los estatutos del Camino Neocatecumenal.
En la carta, el Pontífice recuerda que
han pasado cuatro años desde que se reuniera con los Promotores del Camino
Neocatecumenal. "En aquella circunstancia, uniéndome a su oración de
alabanza y agradecimiento al Señor por los frutos preciosos logrados por el
Camino en treinta años de vida, no dejé de subrayar la importancia de algunas
obligaciones ineludibles, de las que depende la existencia misma del Camino.
Entre éstas, la redacción de una precisa normativa estatutaria en vista a su
formal reconocimiento jurídico", recuerda el Papa en la carta.
El Pontífice señaló además que el
"oficial reconocimiento y aprobación de los estatutos como clara y segura
regla de vida" es "un momento que las realidades eclesiales
interesadas siempre viven con gran alegría y con viva gratitud ante Dios y la
Iglesia"; porque ello es "señal visible de una identidad eclesial
madura".
El
Papa indica la senda para la aprobación del Camino Neocatecumenal
Presenta el reconocimiento de unos
estatutos como «requisito indispensable»
CIUDAD DEL VATICANO, 23 abril 2001
(ZENIT.org).- Juan Pablo II ha tomado papel y pluma para explicar que el
reconocimiento oficial y jurídico de la Iglesia católica del Camino
Neocatecumenal dependerá de la aprobación de unos estatutos. Esta aprobación,
añade, es competencia específica del Consejo Pontificio para los Laicos.
En una carta enviada al presidente de ese
organismo vaticano, el cardenal estadounidense James Francis Stafford, con fecha
del 5 de abril, el Papa destaca los frutos «preciosos» aportados en treinta años
de existencia y subraya la importancia de llevar a cabo «algunos requisitos
ineludibles, de los cuales depende la existencia misma del Camino».
En particular, subraya precisamente «la
redacción de una precisa normativa estatutaria en vista de su reconocimiento
jurídico formal». Los iniciadores del Camino comenzaron en 1997, en el Sinaí,
la tarea de la redacción de los estatutos. Constituye una ardua empresa. Kiko
Argüello, exponente típico del método socrático, basado en la palabra viva,
quiere evitar el peligro de que el papel y las fórmulas jurídicas puedan «congelar»
el frescor de espíritu que ha animado el nacimiento y la andadura del Camino.
El Camino Neocatecumenal comenzó cuando
un joven español, Kiko Argüello, después de pasar por el ateísmo y sufrir
una crisis existencial, decidió cambiar de rumbo, y abrazar con enorme fuerza
la experiencia cristiana. En 1964, dejó todo para vivir entre los más pobres,
en las barracas de Palomeras Altas, en la periferia de Madrid. En contacto con
los pobres, el Señor le lleva a descubrir una síntesis teológica catequética
y formará con ellos, por obra del Espíritu Santo, una comunidad que vive
celebrando la Palabra de Dios y la Eucaristía. Descubre así el trípode en el
que se basa la vida cristiana: Palabra, Liturgia y Comunidad. Un carisma en el
que se reconocen en estos momentos un millón de católicos, repartidos entre
cien naciones.
En su carta, Juan Pablo II explica: «Ya
en la exhortación apostólica "Christefidelis laici" subrayaba que
"ningún carisma dispensa de la relación y sumisión a los pastores de la
Iglesia" y citaba cuanto está escrito al respecto en la Constitución dogmática
"Lumen gentium": "El juicio acerca de su autenticidad (de los
carismas) y la regulación de su ejercicio pertenece a los que dirigen la
Iglesia. A ellos compete sobre todo no apagar el Espíritu sino examinarlo todo
y quedarse con lo bueno"».
El Santo Padre insiste en que el
reconocimiento y la acogida de los carismas «no es un proceso fácil», que
requiere «un discernimiento profundo de la voluntad de Dios y debe ser acompañado
constantemente de la oración». El culmen de este proceso es «el acto oficial
del reconocimiento y la aprobación de los estatutos, como regla de vida clara y
segura», puntualiza.
La carta responde también implícitamente
a los obispos que han preguntado a la Santa Sede cuál será la colocación jurídica
del Camino Neocatecumenal. En la misiva deja claro que será el Consejo
Pontificio para los Laicos el responsable de la aprobación eclesial del Camino
y el encargado de darle seguimiento en el futuro.
Juan Pablo II concluye revelando que ha
tomado esta decisión no sólo «por la autoridad que le compete» al Consejo de
los Laicos, sino también «por la singular experiencia que posee en esta
materia». «En esto se basa la esperanza de un feliz resultado del
procedimiento, que entra ya en su fase conclusiva».