DOBLE CATASTROFE


 

 

De la misma manera que lo trágico en Sófocles consiste en determinar el lugar de los centros humanos y fijar su excentricidad con respecto al centro de las relaciones divinas o, lo que es lo mismo, las relaciones daimónicas, también esa misma discordancia trágica puede convertirse en drama, bien a través del rechazo violento o el aislamiento destructor de un solo individuo -como sucede en Ayax y en Edipo Rey- bien a través del movimiento de dos centros humanos y sus mundos respectivos, ambos igualmente excéntricos, alrededor de un único centro invisible, cada uno de ellos privado por igual de su equilibrio y mesura y desviado brutalmente de su trayectoria.

 

En ese caso, la unidad del proceso ya no se manifiesta en el aislamiento de un solo individuo, sino en la situación de reciprocidad entre ambos y en la relación respectiva con el centro inaprehensible del contexto de relaciones daimónicas, que sólo se puede intuir y puede ser interpretado mediante signos. De esta segunda situación resulta la forma básica de aquellas tragedias que se pueden englobar bajo el concepto común de "tragedias de doble catátrofe", como Las Traquinas y Antígona

K. Reninhardt.

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