la maquina de vender mirones



 
Vamos a manipular el mito como si fuese una partitura orquestal que un aficionado perverso hubiera transcripto, pentagrama tras pentagrama, en forma de una serie melódica continua, y cuyo ordenamiento inicial hay que reconstruir. Como si se nos presentara una sucesion de números enteros, del tipo: 1, 2, 4, 7, 8, 2, 3, 4, 6, 8, 1, 4, 5, 7, 8, 1, 2, 5, 7, 3, 4, 5, 6, 8, y se nos propusiese como tarea reagrupar todos los 1, todos los 2, todos los 3, etcétera, en forma de tabla: 

 

1

2

 

4

 

 

7

8

 

2

3

4

 

6

 

8

1

 

 

4

5

 

7

8

1

2

 

 

5

 

7

 

 

 

3

4

5

6

 

8

  
Se procederá del mismo modo con el mito de Edipo ensayando sucesivamente diversas disposiciones de los mitemas. Supongamos arbitrariamente que tal disposición sea la representada por el siguiente cuadro (entendiendo -insistimos otra vez- que no se trata de imponerla, ni siquiera de sugerirla a los especialistas de la mitología clásica, quienes querrán por cierto modificarla e inclusive rechazarla): 

 
RELACIONES CONSANGUINEAS SOBRESESTIMADAS RELACIONES CONSANGUINEAS SUBESTIMADAS DESTRUCCION DE MONSTRUOS DIFICULTADES PARA CAMINAR
Cadmo busca a su hermana Europa, raptada por Zeus      
    Cadmo mata al dragon  
  Los espartanos se exterminan mutuamente     
      Labdaco (padre de Layo) = cojo(?)
  Edipo mata a su padreLayo     
      Layo (padre de Edipo) = torcido (?)
    Edipo inmola a la Esfinge  
      Edipo = "pie-hinchado" (?)
Edipo se casa con Yocasta, su madre      
  Etíocles mata a su hermano Polinices    
Antigona entierra a Polinices, su hermano, violando la prohición      
Nos encontramos así ante cuatro columnas verticales, cada una , las cuales agrupa varias relaciones pertenecientes a un mismo "az". Si tuviéramos que relatar el mito, no tendríamos en cuenta esta disposición en columnas y leeríamos las líneas de izquierda a derecha y de arriba abajo. Pero cuando se trata de comprender mito, una mitad del orden diacrónico (de arriba abajo) pierde su valor funcional y la lectura se hace de izquierda a derecha, una columna tras otra, tratando a cada columna como un todo. Todas las relaciones agrupadas en la misma columna presentan, por hipótesis, un rasgo común que se trata de descubrir. Así, todos incidentes reunidos en la primera columna de la izquierda conciernen a parientes consanguíneos, cuyas relaciones podríamos decir, exageradas: estos parientes son objeto de un tratamiento mas intimo que el autorizado por las reglas sociales, Admitamos, pues, que el rasgo común de la primera columna consiste en relaciones de parentesco sobreestimadas. Al punto se observa que la segunda columna traduce la misma relación,, pero afectada del signo inverso: las relaciones de parentesco subestimadas o desvalorizadas. La tercera columna se refiere a monstruos y su destrucción. La cuarta columna exige algunas precisiones. Se ha señalado a menudo el sentido hipotético de los nombres propios en la línea paterna de EDIPO. Pero los lingüistas no le atribuyen mayor importancia, porque en buena regla el sentido de un termino solo puede ser definido situándolo en todos los contextos en los cuales aparece. Ahora bien, por definición los nombres propios carecen de contexto. Con nuestro método esta dificultad puede parecer menos grave, porque el mito se organiza de tal manera que se constituye por si mismo como contexto. Ya no es el sentido eventual de cada nombre tomado aisladamente el que ofrece un valor significativo, sino el hecho de que los tres nombres tengan un carácter común: a saber, el comportar significaciones hipotéticas y el que todas ellas evoquen una dificultad para caminar erguido. Antes de seguir adelante, preguntémonos acerca de la relación entre las dos columnas de la derecha. La tercera se refiere a monstruos: el dragón ante todo, monstruo ctónico que es preciso destruir para que los hombres puedan nacer de la Tierra; luego la Esfinge que se esfuerza, mediante enigmas que se refieren también a la naturaleza del hombre, por arrebatar la existencia a sus víctimas humanas, El segundo termino reproduce, pues, el primero, que se refiere a la autoctonía del hombre. Puesto que los dos monstruos son, en definitiva, vencidos por hombres, puede decirse que el rasgo confín de la tercera columna consiste en la negación de la autoctonía del hombre.6 Estas hipótesis ayudan a comprender el sentido de la cuarta columna. En mitología es recurrente que los hombres nacidos en la Tierra sean representados, en el momento de la emergencia, Como incapaces todavía de caminar, o caminando con torpeza. Así, por ejemplo, entre los pueblo, los seres ctónicos como Shumaikoli o inclusive Muyingwu, que participa en la emergencia, son cojos ( "Pie-Ensangrentado", "Pie-Herido", "Pie-Húmedo", se los llama en los textos). La misma observación vale para los Koskimo de la mitología kwakiutl: después que el monstruo ctónico Tsiakish los ha tragado, vuelven a subir a la superficie terrestre "dando traspiés hacia adelante o de costado. El rasgo común de la cuarta columna podría ser, pues, la persistencia de la autoctonía humana. Resultaría entonces que la cuarta columna mantiene con la tercera la misma relación que la columna uno tiene con la columna dos. La imposibilidad de conectar grupos de relaciones es superada (o mas exactamente reemplazada) ) por la afirmación de que dos relaciones contradictorias entre si son idénticas, en la medida en que cada una es, como la otra, contradictoria consigo misma. Esta manera de formular la estructura del pensamiento mítico tiene solo un valor de aproximación, pero basta por el momento.¿Que significará , pues, el mito de Edipo interpretado así, "a la americana"? Expresaría la imposibilidad en que se encuentra una sociedad que profesa creer en la autoctonía del hombre (así Pausanias, VIII, xxix, 4: el vegetal es el modelo del hombre) de pasar de la teoría al reconocimiento del hecho de que cada uno de nosotros ha nacido realmente de un hombre y una mujer. La dificultad es insuperable. Pero el mito de Edipo ofrece una suerte de instrumento lógico que permite tender un puente entre el problema inicial -¿se nace de uno solo, o bien de dos? - y el problema derivado que se puede formular aproximadamente así: lo mismo nace de lo mismo, o de lo otro?. De esta manera se desprende una correlación: la sobrevaloración del parentesco de sangre es la subvaloración del mismo como el esfuerzo por escapar a la autoctonía es a la imposibilidad alcanzarlo. La experiencia puede desmentir la teoria, pero la vida social verifica la cosmología en la medida en que una y otra revelan la misma estructura contradictoria. Entonces, la cosmología es verdadera. Abramos aquí un paréntesis para introducir dos observaciones. En la tentativa de interpretación que antecede hemos podido descuidar una cuestión que en el pasado ha preocupado mucho a los especialistas: la ausencia de ciertos motivos en las versiones mis antiguas (homéricas) del mito de Edipo, tales como el suicidio de Yocasta y el enceguecimiento voluntario de Edipo. Pero estos motivos no alteran la estructura del mito y pueden fácilmente ubicarse en la, el primero como un nuevo ejemplo de autodestrucción (columna 3) y el segundo como otro caso de defecto físico (columna 4). Estos agregados contribuyen solamente a explicitar el mito, porque el paso del pie a la cabeza aparece en correlación significativa con otro paso: el de la autoctonía negada a la destrucción de sí. El método nos evita, pues, una dificultad que ha constituido hasta el presente uno de los principales obstáculos para el progreso de los estudios mitológicos, a saber , la búsqueda de la versión autentica o primitiva. Nosotros proponemos, por el contrario, definir cada mito por el conjunto de todas sus versiones. Dicho de otra manera: el mito sigue siendo mito mientras se lo perciba como tal. Nuestra interpretación del mito de Edipo, que se puede apoyar en la formulación freudiana y ciertamente le es aplicable, ilustra bien este principio. El problema planteado por Freud en términos "edípicos" no es ya, sin duda, el de la alternativa entre autoctonía y reproducción bisexuada. Pero se trata siempre de comprender cómo "uno", puede nacer de "dos": ¿cómo es posible que no tengamos un solo progenitor. sino una madre y además un padre? No dudaremos, pues, en colocar a Freud, después de Sófocles, entre nuestras fuentes del mito de Edipo. Sus versiones merecen el mismo crédito que otras más antiguas y en apariencia "mas autenticas". De lo que precede resulta una importante consecuencia. Puesto que un mito se compone del conjunto de sus variantes, el análisis estructural deberá considerarlas a todas por igual. Después de haber estudiado las variantes conocidas de la versión tebana, se examinaran entonces también las otras: relatos concernientes a la línea colateral de Lábdaco, que comprende a Agave, Pentea y a la misma Yocasta; las variantes tebanas sobre Lico, donde Anfión y Zeto desempeñan el papel de fundadores de la ciudad; otras, mis alejadas, relativas a Dioniso (primo matrilateral de Edipo) y las leyendas atenienses donde el papel correspondiente en Tebas a Cadmo es desempeñado aquí por Crécrops, etcétera. Se establecerá, para cada una de estas variantes, un cuadro donde cada elemento será dispuesto de tal manera que permita la comparación con el elemento correspondiente de los otros cuadros: la destrucción de la serpiente por Cécrops con el episodio paralelo de la historia de Cadmo; el abandono de Dioniso y el de Edipo, "pie-hinchado", y Dioniso loxias, es decir, que marcha de costado; la búsqueda de Europa y la de Antíope; la fundación de Tebas, ya por los espartanos, ya por Dioscuros, Anfión y Zeto; Zeus que rapta a Europa o a Antíope, y el episodio similar en el cual es Sémele la víctima; el Edipo tebano y el Perseo argivo, etcétera.Se obtendrán así varias dimensiones, consagrado cada uno a una variante, que podrán ser yuxtapuestos como otros tantos planos paralelos, para llegar a un conjunto tridimensional, que puede ser "leído" de tres maneras diferentes, de izquierda a derecha, de arriba abajo y de delante hacia atrás (o a la inversa). Estos cuadros no serán nunca exactamente idénticos. Pero la experiencia prueba que las variaciones diferenciales, que no han de pasar inadvertidas, ofrecen entre sí correlaciones significativas que permiten someter el conjunto a operaciones lógicas, por simplificaciones sucesivas, para arribar finalmente a la ley estructural del mito considerado. Se objetará tal vez que una empresa semejante no podría ser llevada a termino, porque las únicas versiones de que se dispone son las actualmente conocidas. ¿Qué ocurría si una nueva versión trastornara los resultados adquiridos? La dificultad es real cuando se cuenta con muy pocas versiones, pero se ve rápidamente teórica a medida que su numero aumenta. La experiencia enseñaría el orden de magnitud aproximado del número requerido de versiones, que no podrá ser muy elevado. Si conociéramos el mobiliario de una habitación y su distribución por el solo medio de las imágenes reflejadas por dos espejos fijados sobre muros opuestos, podrían producirse dos casos. Con espejos rigurosamente paralelos, el numero de imágenes seria teóricamente infinito. Si por contrario uno de los espejos estuviera colocado en posición oblicua respecto al otro, este numero disminuiría rápidamente en proporción al ángulo. Pero aun en este ultimo caso bastarían cuatro o cinco imágenes, si bien no para procurarnos una información total, al menos para asegurarnos que ningún mueble importante ha pasado inadvertido. En cambio, jamas se insistirá bastante sobre la necesidad absoluta de no omitir ninguna de las variantes que han sido recogidas. Los comentarios de Freud sobre el complejo de Edipo forman parte integrante -como nosotros creemos- del mito de Edipo, ya no tiene sentido ninguno la cuestión de saber si la transcripción del mito de origen de los zuñi hecha por Cushing es lo bastante fiel como para ser retenida. No existe versión verdadera de la cual las otras serian solamente copias o ecos deformados. Todas las versiones pertenecen al mito.
C.L. Strauss

 
 
 
 
 


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