Nos encontramos
así ante cuatro columnas verticales, cada una , las cuales agrupa
varias relaciones pertenecientes a un mismo "az". Si tuviéramos
que relatar el mito, no tendríamos en cuenta esta disposición
en columnas y leeríamos las líneas de izquierda a derecha
y de arriba abajo. Pero cuando se trata de comprender mito, una mitad del
orden diacrónico (de arriba abajo) pierde su valor funcional y la
lectura se hace de izquierda a derecha, una columna tras otra, tratando
a cada columna como un todo. Todas las relaciones agrupadas en la misma
columna presentan, por hipótesis, un rasgo común que se trata
de descubrir. Así, todos incidentes reunidos en la primera columna
de la izquierda conciernen a parientes consanguíneos, cuyas relaciones
podríamos decir, exageradas: estos parientes son objeto de un tratamiento
mas intimo que el autorizado por las reglas sociales, Admitamos, pues,
que el rasgo común de la primera columna consiste en relaciones
de parentesco sobreestimadas. Al punto se observa que la segunda columna
traduce la misma relación,, pero afectada del signo inverso: las
relaciones de parentesco subestimadas o desvalorizadas. La tercera columna
se refiere a monstruos y su destrucción. La cuarta columna exige
algunas precisiones. Se ha señalado a menudo el sentido hipotético
de los nombres propios en la línea paterna de EDIPO. Pero los lingüistas
no le atribuyen mayor importancia, porque en buena regla el sentido de
un termino solo puede ser definido situándolo en todos los contextos
en los cuales aparece. Ahora bien, por definición los nombres propios
carecen de contexto. Con nuestro método esta dificultad puede parecer
menos grave, porque el mito se organiza de tal manera que se constituye
por si mismo como contexto. Ya no es el sentido eventual de cada nombre
tomado aisladamente el que ofrece un valor significativo, sino el hecho
de que los tres nombres tengan un carácter común: a saber,
el comportar significaciones hipotéticas y el que todas ellas evoquen
una dificultad para caminar erguido. Antes de seguir adelante, preguntémonos
acerca de la relación entre las dos columnas de la derecha. La tercera
se refiere a monstruos: el dragón ante todo, monstruo ctónico
que es preciso destruir para que los hombres puedan nacer de la Tierra;
luego la Esfinge que se esfuerza, mediante enigmas que se refieren también
a la naturaleza del hombre, por arrebatar la existencia a sus víctimas
humanas, El segundo termino reproduce, pues, el primero, que se refiere
a la autoctonía del hombre. Puesto que los dos monstruos son, en
definitiva, vencidos por hombres, puede decirse que el rasgo confín
de la tercera columna consiste en la negación de la autoctonía
del hombre.6 Estas hipótesis ayudan a comprender el sentido de la
cuarta columna. En mitología es recurrente que los hombres nacidos
en la Tierra sean representados, en el momento de la emergencia, Como incapaces
todavía de caminar, o caminando con torpeza. Así, por ejemplo,
entre los pueblo, los seres ctónicos como Shumaikoli o inclusive
Muyingwu, que participa en la emergencia, son cojos ( "Pie-Ensangrentado",
"Pie-Herido", "Pie-Húmedo", se los llama en los textos).
La misma observación vale para los Koskimo de la mitología
kwakiutl: después que el monstruo ctónico Tsiakish los ha
tragado, vuelven a subir a la superficie terrestre "dando traspiés
hacia adelante o de costado. El rasgo común de la cuarta columna
podría ser, pues, la persistencia de la autoctonía humana.
Resultaría entonces que la cuarta columna mantiene con la tercera
la misma relación que la columna uno tiene con la columna dos. La
imposibilidad de conectar grupos de relaciones es superada (o mas exactamente
reemplazada) ) por la afirmación de que dos relaciones contradictorias
entre si son idénticas, en la medida en que cada una es, como la
otra, contradictoria consigo misma. Esta manera de formular la estructura
del pensamiento mítico tiene solo un valor de aproximación,
pero basta por el momento.¿Que significará , pues, el mito
de Edipo interpretado así, "a la americana"? Expresaría la
imposibilidad en que se encuentra una sociedad que profesa creer en la
autoctonía del hombre (así Pausanias, VIII, xxix, 4: el vegetal
es el modelo del hombre) de pasar de la teoría al reconocimiento
del hecho de que cada uno de nosotros ha nacido realmente de un hombre
y una mujer. La dificultad es insuperable. Pero el mito de Edipo ofrece
una suerte de instrumento lógico que permite tender un puente entre
el problema inicial -¿se nace de uno solo, o bien de dos? - y el
problema derivado que se puede formular aproximadamente así: lo
mismo nace de lo mismo, o de lo otro?. De esta manera se desprende una
correlación: la sobrevaloración del parentesco de sangre
es la subvaloración del mismo como el esfuerzo por escapar a la
autoctonía es a la imposibilidad alcanzarlo. La experiencia puede
desmentir la teoria, pero la vida social verifica la cosmología
en la medida en que una y otra revelan la misma estructura contradictoria.
Entonces, la cosmología es verdadera. Abramos aquí un paréntesis
para introducir dos observaciones. En la tentativa de interpretación
que antecede hemos podido descuidar una cuestión que en el pasado
ha preocupado mucho a los especialistas: la ausencia de ciertos motivos
en las versiones mis antiguas (homéricas) del mito de Edipo, tales
como el suicidio de Yocasta y el enceguecimiento voluntario de Edipo. Pero
estos motivos no alteran la estructura del mito y pueden fácilmente
ubicarse en la, el primero como un nuevo ejemplo de autodestrucción
(columna 3) y el segundo como otro caso de defecto físico (columna
4). Estos agregados contribuyen solamente a explicitar el mito, porque
el paso del pie a la cabeza aparece en correlación significativa
con otro paso: el de la autoctonía negada a la destrucción
de sí. El método nos evita, pues, una dificultad que ha constituido
hasta el presente uno de los principales obstáculos para el progreso
de los estudios mitológicos, a saber , la búsqueda de la
versión autentica o primitiva. Nosotros proponemos, por el contrario,
definir cada mito por el conjunto de todas sus versiones. Dicho de otra
manera: el mito sigue siendo mito mientras se lo perciba como tal. Nuestra
interpretación del mito de Edipo, que se puede apoyar en la formulación
freudiana y ciertamente le es aplicable, ilustra bien este principio. El
problema planteado por Freud en términos "edípicos" no es
ya, sin duda, el de la alternativa entre autoctonía y reproducción
bisexuada. Pero se trata siempre de comprender cómo "uno", puede
nacer de "dos": ¿cómo es posible que no tengamos un solo
progenitor. sino una madre y además un padre? No dudaremos, pues,
en colocar a Freud, después de Sófocles, entre nuestras fuentes
del mito de Edipo. Sus versiones merecen el mismo crédito que otras
más antiguas y en apariencia "mas autenticas". De lo que precede
resulta una importante consecuencia. Puesto que un mito se compone del
conjunto de sus variantes, el análisis estructural deberá
considerarlas a todas por igual. Después de haber estudiado las
variantes conocidas de la versión tebana, se examinaran entonces
también las otras: relatos concernientes a la línea colateral
de Lábdaco, que comprende a Agave, Pentea y a la misma Yocasta;
las variantes tebanas sobre Lico, donde Anfión y Zeto desempeñan
el papel de fundadores de la ciudad; otras, mis alejadas, relativas a Dioniso
(primo matrilateral de Edipo) y las leyendas atenienses donde el papel
correspondiente en Tebas a Cadmo es desempeñado aquí por
Crécrops, etcétera. Se establecerá, para cada una
de estas variantes, un cuadro donde cada elemento será dispuesto
de tal manera que permita la comparación con el elemento correspondiente
de los otros cuadros: la destrucción de la serpiente por Cécrops
con el episodio paralelo de la historia de Cadmo; el abandono de Dioniso
y el de Edipo, "pie-hinchado", y Dioniso loxias, es decir, que marcha de
costado; la búsqueda de Europa y la de Antíope; la fundación
de Tebas, ya por los espartanos, ya por Dioscuros, Anfión y Zeto;
Zeus que rapta a Europa o a Antíope, y el episodio similar en el
cual es Sémele la víctima; el Edipo tebano
y el Perseo argivo, etcétera.Se obtendrán así varias
dimensiones, consagrado cada uno a una variante, que podrán ser
yuxtapuestos como otros tantos planos paralelos, para llegar a un conjunto
tridimensional, que puede ser "leído" de tres maneras diferentes,
de izquierda a derecha, de arriba abajo y de delante hacia atrás
(o a la inversa). Estos cuadros no serán nunca exactamente idénticos.
Pero la experiencia prueba que las variaciones diferenciales, que no han
de pasar inadvertidas, ofrecen entre sí correlaciones significativas
que permiten someter el conjunto a operaciones lógicas, por simplificaciones
sucesivas, para arribar finalmente a la ley estructural del mito considerado.
Se objetará tal vez que una empresa semejante no podría ser
llevada a termino, porque las únicas versiones de que se dispone
son las actualmente conocidas. ¿Qué ocurría si una
nueva versión trastornara los resultados adquiridos? La dificultad
es real cuando se cuenta con muy pocas versiones, pero se ve rápidamente
teórica a medida que su numero aumenta. La experiencia enseñaría
el orden de magnitud aproximado del número requerido de versiones,
que no podrá ser muy elevado. Si conociéramos el mobiliario
de una habitación y su distribución por el solo medio de
las imágenes reflejadas por dos espejos fijados sobre muros opuestos,
podrían producirse dos casos. Con espejos rigurosamente paralelos,
el numero de imágenes seria teóricamente infinito. Si por
contrario uno de los espejos estuviera colocado en posición oblicua
respecto al otro, este numero disminuiría rápidamente en
proporción al ángulo. Pero aun en este ultimo caso bastarían
cuatro o cinco imágenes, si bien no para procurarnos una información
total, al menos para asegurarnos que ningún mueble importante ha
pasado inadvertido. En cambio, jamas se insistirá bastante sobre
la necesidad absoluta de no omitir ninguna de las variantes que han sido
recogidas. Los comentarios de Freud sobre el complejo de Edipo forman parte
integrante -como nosotros creemos- del mito de Edipo, ya no tiene sentido
ninguno la cuestión de saber si la transcripción del mito
de origen de los zuñi hecha por Cushing es lo bastante fiel como
para ser retenida. No existe versión verdadera de la cual las otras
serian solamente copias o ecos deformados. Todas las versiones pertenecen
al mito.
C.L. Strauss
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