Nam res ipsa quae nunc christiana religio nuncupatur, erat apud antiquos, nec defuit ab initio generis humani, quousque ipse Christus veniret in carne, unde vera religio quae iam erat, coepit appellari christiana. Cum enim eum post resurrectionem ascensionemque in coelum coepissent Apostoli praedicare, et plurimi crederent, primum apud Antiochiam, sicut scriptum est, appellati sunt discipuli Christiani. Propterea dixi: Haec est notris temporibus christiana religio; non quia prioribus temporibus non fuit, sed quia posterioribus hoc nomen accepit La misma realidad, que se llama ahora religión cristiana, existía ya en los antiguos ni ha faltado nunca desde el origen del género humano hasta que vino el mismo Cristo en la carne, por quien la verdadera religión, que ya existía, comenzó a llamarse cristiana.
 
Agustín 
Retractationes
libro I, cap 12, & 3
SIEMPRE UNA NOCHE...
¿Dónde se halla realmente Belén? ¿Dónde está el lugar en el cual Dios puede nacer?

El Belén de los evangelios no es la pequeña ciudad situada al sur de Jerusalén, sino todo lugar en el cual los hombres son capaces de sufrir por la falta de humanidad y en el cual tienen hambre y sed de justicia (Mt 5, 6): sólo de estos hombres y mujeres Dios es tan cercano que puede en ellos vivir. 

Dos mil años de leyenda cristiana han podido de esta manera condensar, en las imágenes de la Noche Santa, buscando en la riqueza de la experiencia personal, las únicas condiciones con capacidad para describir este milagro de la humanidad y de la bondad de nuestro Dios. Y ahora nos es necesario recorrer una vez más todos estos símbolos para hacer en nosotros mismos la prueba de su significación y experimentarlos.

Era de noche, nos dice Lucas, en esta hora de Belén. Pero, ¿sabemos de verdad qué es la noche? Cuando los hombres miran y no encuentran ningún horizonte, cuando sus sueños están muertos y el mundo es para ellos sólo un abismo vacío. A estos hombres de la noche -dice el evangelio- Cristo se les apareció como la luz que brilla en las tinieblas. Sobre ellos, que nunca habìan conocido a Dios, "sobre el pueblo que caminaba en tinieblas una luz brilló" (Is 9, 1).
Hacía frío, nos dice la leyenda, en esta hora de la aparición del Salvador. Pero, ¿sabemos de verdad qué es el frío? Cuando el corazón del hombre queda helado dentro de la tormenta de nieve de las palabras, y cuando los pies están atrapados en los mil falsos colores de las superficialidades y los dedos agarrotados y ya azulados por el frío de unos sentimientos helados. A estos hombres del frío Cristo les dirá: "Fuego he venido a encender en la tierra, y ¡qué más quiero si ya ha prendido!" (Lc 12,49). 
La soledad y el rechazo reinaban, dice la leyenda, en esta hora de Belén. Pero, ¿sabemos de verdad qué es la soledad? Cuando los hombres nacen sin techo propio, delante de la puerta de los otros, allí donde no existe un hogar, sino sólo una búsqueda y una nostalgia sin fin. Hijos, no de unos padres, sino de los descendientes de la madre Eva, la antepasada de todos los exiliados, de todos aquellos que se encuentran arrojados a la vida, siempre condenados a pisar tierra estraña, siempre sólo movidos por el miedo, sin derechos, sin respiro alguno, sin lugar donde residir. A estos hombres condenados a la soledad  Cristo les dirá: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Lc 9,58). Y también les dirá: "Acercaos a mí los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro" (Mt 11,28). 
Es pobre, nos dice la leyenda, este Mesías-Rey venido al mundo. Pero, ¿sabemos de verdad qué es ser pobre? Cuando el alma del hombre está tan chupada como la boca del hambriento y tan vacía como la mano del mendigo. O cuando el cuerpo está tan agotado que la mujer ya no tiene energías para espantar las moscas de los ojos de su niño hambriento o cuando es necesario ir recogiendo por las calles, desde primeras horas de la mañana, los periódicos para no sufrir tanto las mordeduras nocturnas del frío. A estos hombres de la pobreza Cristo les dirá: "Vosotros estáis cerca de Dios". Pero también añadira, lleno de cólera: "¡Ay de vosotros, los ricos¡" (Lc 6,24). 
Todos aquellos que viven en las tinieblas, en el frío, en la soledad, todos los excluidos, los pobres comprenderán la noche de Belén, pues a todos ellos este niño de Dios les promete: "¡Felices los que ahora lloráis, porque vais a reír!" (Lc 6,21)
El Belén de los mapas está situado a veinte kilómetros de Jerusalén, pero el verdadero "Belén" está al lado mismo de "Jerusalén", en nuestros propios corazones.

Y ¿dónde habitamos nosotros realmente? 

Eugen Drewermann
Del nacimiento de los dioses
al nacimiento de Crist 
Fragmento resumido 
 
 
 
  Volverás a la página principal 
 
 
1