El testimonio 
de Flavio Josefo
Para entender a Flavio Josefo, 
hay que ser más inteligente
(intus-legere/leer por dentro/leer entre líneas)
que él. Enredó a judíos y romanos....
¿Quién es Quirino?  Quirino, miembro del Senado, había desempeñado todas las magistraturas (de la carrrera senatorial) y había sido elevado hasta el consulado; gozaba en todas las materias de una gran consideración, tal como sólo pueden alcanzarla unos pocos personajes. Llegó a Siria enviado por César (Augusto) para ser legado de esta provincia y hacer el censo de los bienes con vistas al impuesto. Con él fue enviado Coponio, un personaje del orden ecuestre, para gobernar a los judíos con plenos poderes. Como Judea había sido anexionada a Siria, Quirino fue también allá para hacer el censo de las fortunas de los judíos y hacer la liquidación de los bienes de Arquelao.
Reacciones ante el censo Aunque al principio los judíos se indignaron ante la noticia del censo, poco a poco fueron cediendo, cuando el sumo sacerdote Joazar, hijo de Boetos, les convenció de que no se opusieran. Los que se convencieron por las palabras de Joazar, declararon sus bienes sin dudarlo más.
El llamamiento de Judas y Sadoc Pero Judas el Gaulanita, un individuo de una ciudad llamada Gamala, se unió al fariseo Sadoc y emprendió una revuelta. Decían que el censo llevaba a un resultado concreto: implicaba el derecho a hacerlos esclavos. Por eso llamaban al pueblo a volar en apoyo de la libertad. Si se presentaba la ocasión de vencer -aseguraban- los judíos pondrían las bases de la prosperidad; y si perdían y les privaban de los bienes que les quedaban, obtendrían el honor y la gloria de haber obrado con magnanimidad. Dios no podía hacer otra cosa más que colaborar en el éxito de su proyecto y actuaría ciertamente en favor de ellos, con tal que, apasionados por los grandes hechos y firmes en su resolución, no dudaran en derramar la sangre necesaria para este fin.
Respuesta del pueblo Como la gente prestase oídos con gusto a estas ideas y las acogiera con entusiasmo, esta empresa tan audaz hizo grandes progresos.  
Las reflexiones de Flavio No hay desgracia que no tuviera nunca su origen en individuos como éstos, de los que el pueblo judío se vio siempre asediado más de cuanto pudiera imaginarse: ataques y guerras en las que la violencia llegó hasta el colmo, desaparición de amigos que habrían podido consolar en las penas, golpes de mano asestados por estas hordas de bandoleros, asesinatos de las personas más ilustres de la nación: ¡y todo ello con el pretexto de restablecer el bien público, pero en realidad con la esperanza de lucro personal! De ahí es de donde surgieron las facciones y tras ellas los asesinatos políticos. Algunos fueron matados por sus conciudadanos, ya que se veían atacados por una locura que los animaba unos contra otros y entre ellos mismos, con el ciego deseo de no ser inferiores a las facciones contrarias; otros lo fueron por el enemigo. Se añadió luego el hambre, que inducía a los excesos más vergonzosos, el saqueo y la destrucción de las ciudades, hasta que por fin esta guerra civil entregó el templo mismo de Dios al fuego de los enemigos. ¡Así de peligroso es la innovación y el cambio de las leyes y costumbres de su país!
Algo más que una revuelta: 
la cuarta "filosofía"
La vanidad que demostraron Judas y Sadoc de querer establecer una cuarta secta y de atraerse a todos aquellos deseosos de novedades fue la causa de unos males tan grandes. No solamente llenaron de desordenes toda la Judea, sino que sembraron las raíces de los males que sobrevendrían a continuación; ¡todo ello porque esta filosofía era extraña a las costumbres del pueblo judío! Así, pues, de ella es de la que voy a hablar, teniendo en cuenta ante todo que el celo que encontraba su inspiración en estos dos líderes y que contagió a la juventud fue la que causó la ruina del estado judío. 
 En cuanto a la cuarta de las escuelas filosóficas, nos señala el camino Judas el Galileo. Sus adeptos están en muchos punto de acuerdo con el pensamiento fariseo, pero sienten un amor casi invencible a la libertad, porque creen que Dios es el único dueño y señor. Les importa poco padecer cualquier tipo de muerte, hasta el más inaudito, lo mismo que el castigo que están dispuestos a infligir hasta a sus parientes y amigos; el único objetivo que tienen es no dar el nombre de señor y maestro a ningún ser humano. Muchos han sido los testigos del coraje constante de estos hombres en tales circunstancias; por eso me dispenso de hacer de ellos una descripción más detallada. Es que temo, no ya que se acojan mis palabras sobre estas personas con incredulidad, sino que mi discurso llegue a minimizar la indiferencia con que aceptan la prueba y el sufrimiento.
  
 
 
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