A campo traviesa
De nuevo a las andadas: encontrar sensibilidades y
horizontes comunes, hacer un pozo siempre pálido -aun a
costa de chocar con el menú- y acariciar como antes,
como siempre, el sueño de la publicación cultural que
aprendimos a amar en Amauta, Amaru, Proceso,
Kachkanirajmi, Hipócrita Lector, Harawi y tantas otras
revistas. Antes fue Alma Matinal y su incipiente pero
hermosa experiencia, cuando pensábamos, como pensamos
ahora, en abonar, como otros muchos esfuerzos, el
encuentro y reencuentro de ética y estética, de ternura
y dignidad, de sonrisa y convicción, de arte e idea. Del
arte y la idea. Entonces, el derrotero editorial que
transitamos encuentra hoy en este órgano cultural su
proyección pero también su diversidad, donde la hechura
colectiva dibuje siempre el camino cotidiano. ¿Qué más?
Aprender siempre el difícil trajín de mantenerrnos
dignos, aspirar a interpretar la sensibilidad de las
mayorías y entregarte en un puñado de páginas este
impulso e invitarte a hacerlo tuyo.
Jorge Luis Roncal
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