Noche de Cuervos

Noche de cuervos Raúl Tola (Ed. San Marcos, 1998)

Al escritor norteamericano Donald Barthelme, poco difundido por estos lares, se le ocurrió endilgar un título a uno de sus libros cuyos textos no tenían nada que ver con el caprichoso nombre. ¿La razón? Sólo él lo sabe. Del mismo modo, Noche de Cuervos, primera nouvelle de Raúl Tola, únicamente encabeza a los oscuros pájaros en la tapa del libro para, en el interior, presentar a unos personajes que no ofrecen ningún paralelismo o algún tipo de simbología con dichas aves. A menos que Batman (que en algún pasaje de la nouvelle el personaje-narrador pretende ser) sea cuervo y no murciélago. Ya desde el comentario de la contratapa, se nos advierte que este texto se come con ligereza, y no hay más que empezar a leer las primeras páginas para, efectivamente, comprobarlo. La narración en primera persona hace más fácil el engullimiento, y al internarnos en la historia de unos escolares en viaje de promoción, es inevitable eludir la sensación de estar en plena «bajada» o bajo el efecto de unos «tiros» por el discurso enrevesado y, en algunos casos, repetitivo del narrador.
De otro lado, poner a Cusco como plancha de ambientación produce una cierta expectativa que, a lo largo del libro, no llega a satisfacer, pues, en este caso, resulta lo mismo la Ciudad Imperial como cualquier otro sitio parecido. Bastaría cambiar, digamos «Cusco» por «Arequipa» y «Machu Picchu» por «Misti», y el resultado no variaría en lo absoluto, ya que en la nouvelle no se describe el majestuoso lugar cusqueño (salvo una breve alusión a los bricheros y al Cristo Negro), ni tampoco tiene ninguna implicancia en la historia. Que los personajes sean drogos y evadidos permite ciertas licencias que podrían darse, por ejemplo, en un monólogo interior, en la cantaleta del fluir de la conciencia; pero no en una narración per se. De allí la necesidad de afiatar los recursos, a fin de ganar en profundidad y color dentro de este género que, hoy en día, surge con valiente impetuosidad.
En cuanto a la temática, es la misma que ya hemos visto en anteriores obras de autores recientes: drogas, irreverencia, aburrimiento, alcohol, como si los noveles escritores se hubieran puesto de acuerdo para redactar libros en serie. Citan a los mismos cantantes y grupos rockeros, intercalan pasajes de canciones, elaboran frases bellas que sólo se quedan en eso: en lo bello. Pero ojo que, a diferencia de la poesía, donde la palabra tiene un peso fundamental, una buena frase o un conjunto de buenas frases, distribuidas a lo largo del texto, no salva a ninguna novela o a cualquier nouvelle. Esta exige, por el contrario, una estructura más amplia, un soplo abarcador, puesto que una nouvelle no es moco de pavo, como muy bien lo supieron los franceses del Flore, y aventurarse sin las armas adecuadas podría asemejar a la caída de un cuerpo fláccido en la piscina sin agua.

(Carlos Rengifo)


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