"Identidad latinoamericana; un imaginario cultural pendiente"
Introducción
Vivimos un tiempo en que estamos próximos a ser 6000 millones de seres humanos en este planeta, momento crítico que al cierre de un siglo comienza a demandarnos una revisión profunda acerca del tipo de mundo que hemos producido, del tipo de acciones que hemos hecho sobre él y nosotros mismos. De pronto se forma un bucle ascendente que intenta globalizar el modo de vivir humano circunscribiéndolo a la esfera de lo económico-tecnológico, produciendo un blanco de reflexión histórica crítica respecto a si hemos logrado realizar el grito moderno de "igualdad, libertad fraternidad" o si seguirá siendo una realidad pendiente para gran parte de nuestra humanidad. La sospecha aguda de que no habrá una dignidad respetada para cada ser humano es poderosa. La globalización de la sociedad moderna busca definir el "acceso a la realidad" (economía) de unos y no de otros, en donde el desarrollo está en estrecha relación con nuestro entorno natural, que a la vez se artificializa como "propiedad accesible" para unos y no para otros, en circunstancias que el propio planeta comienza a hacer quejas sobre la sustentabilidad de todos los seres humanos y su "modo de vivir" en el próximo milenio.
Ante este paisaje globalizador de lo humano, es imposible suspender la pregunta por "quienes somos", este irremediable autocuestionamiento por la identidad es sin duda el problema que nos convoca, y que en estos tiempos comienza a adquirir progresivamente una potencia semántica cuyas consecuencias están aún por verse. En este sentido, la relevancia del tema escogido a desarrollar, apunta hacia "la dimensión del significado de la experiencia orientada a un contexto socio-cultural desde y hacia la cotidianidad de nuestro vivir", es decir, hacia la modalidad de constitución identitaria que surge de nuestro vivir en una América Latina tensionada por conflictos de sentido y pertenencia. Tensión tal que nos hace concebir el problema de la identidad latinoamericana desde varios frentes, ya que sólo con una poderosa y sólida arteria transdisciplinaria se puede tener una comprensión profunda de las implicancias que esta situación está demandando, debido a que se ha transformado en un fenómeno de complejidad no resuelto, un verdadero imaginario colectivo de pertenencia y diferenciación aún pendiente en su comprensión cabal.
En este sentido, lo que se busca, es esbozar un modo de aproximación al tema de la identidad latinoamericana por medio de una selección particular del problema, buscando en una primera instancia, una comprensión del fenómeno de la identidad latinoamericana considerando una introducción al concepto "cultura", orientado hacia las categorías ontológicas utilizadas por Rodolfo Kuch referidas a la dimensión experiencial del "estar no mas" y el "ser alguien" en el contexto latinoamericano, con el objetivo de poder contrastar estas dimensiones con una visión más procesal, intentando aproximarnos a la comprensión de "lo cultural" como un fenómeno concerniente al "modo de vivir humano desde la fluidez emergente de redes dinámicas de significado relacional". Una vez establecida esta relación y aproximación al concepto de cultura se procederá a desarrollar el tema de la identidad cultural, sus implicancias psicosociales en relación con la identidad nacional, luego se abordará el problema de la globalización, para finalmente buscar aproximarse a la noción de identidad cultural como una necesidad afectiva, cognitiva y de carácter relacional profundamente enraizada en la condición humana y sus circunstancias.
I.- Aproximación al sentido del fenómeno cultural
Si queremos entender lo que es una cultura, tenemos que empezar por como se suele entender un fenómeno como cultura. En este sentido, se habla de cultura cuando existe un conjunto de valores, creencias, normas, costumbres, y lenguaje, que son expresados y vividos por "determinadas colectividades", que permiten ser compartidos y generados consensualmente, y que poseen la particularidad de expresarse en el tiempo generación tras generación.
Sin embargo esta situación contiene a su base un problema de "significado y sentido", es decir, que todas estas características comprendidas en aquello que referimos y denominamos como cultura, contienen elementos identitarios que hacen que sus participantes realicen acciones orientadas a un contexto relacional desde el cual estos adquieren "significados propios" abarcando todo su quehacer y su existir como una coherencia experiencial que se expresa en la manera de configurar la cotidianidad del vivir, desde allí se movilizan y realizan las acciones que permiten a sus participantes percibir a otros y autopercibirse, al poder dimensionar y establecer el significado de "quienes son" y como "van siendo". En este sentido estas preguntas pasan de inmediato a un ámbito básico de la cultura en que nos movemos, es decir, al ámbito de la problemática ontológica de la experiencia cultural en Latinoamérica, la cual según Kusch no obedece a una única dimensión del vivir como cultura.
Kuch; dos logos para una cultura latinoamericana
Indudablemente el aporte de Kusch, es su particular proposición respecto a la existencia de dos tipos de "logos" que estarían confluyendo en el sentido ontológico de la cultura latinoamericana, que estarían distribuidos "geoculturalmente" en dos áreas de América.
En primer lugar habría una América periférica, austral que sería dominio de la tradición occidental, depositaria del individualismo, del mundo secularizado, de la racionalidad instrumental y la modernidad que simbolizaría la equivalencia entre "ser alguien" y la acción volitiva del ser humano en el estandarte del control y el dominio. El logos occidental posee un carácter definitorio orientados hacia las esencias, además supone una dinámica asencional, una elevación del sujeto desde la nada hasta la conquista del ser, una escalada por trascencenderse a sí mismo y suprimir al otro en la competitividad y exclusión.
Por otro lado, al interior de América en su "profundidad", existiría una cosmovisión diferente y conservada a pesar de la conquista occidental. Este logos no está orientado a la definición sino más bien dirigido hacia el "aquí y el ahora" como una perspectiva de encuentro, donde predominaría una dimensión colectiva de lo humano sobre una individual, la totalidad sobre la particularidad y una concepción de pertenencia al entorno ajustando el mundo a un sentido mítico y religioso, el sujeto "se vive" como domiciliado en su circunstancia, desde la cual se desprende su sentido ontológico particular referido "al estar ".
Como se aprecia, Kusch plantea la confrontación de dos categorías ontológicas, como dos ejes por los cuales irremediablemente pasaría nuestro sentido de identidad latinoamericana. Esta tensión entre ambos sentidos como dos logos que polarizan el sentido de vivir por un lado hacia la "necesidad de ser", y por otro, vinculado a la necesidad de "estar en el mundo" serían las dos vertientes por las cuales el problema de nuestra identidad se dibujaría y desdibujaría dialógicamente a sí misma. En este sentido nos adherimos a lo que plantea Graciela Manturo:
"...la obra de Rodolfo Kusch, de la que me he nutrido y me sigo nutriendo, creo que tengo algunas diferencias con ella, en el sentido de ser más abierta a la reconciliación de los opuestos. Entre esa América profunda que él visualizó y la otra América, llamémosle liberal, tecnológica, "universalista" hay puentes de ida y vuelta. Y no se puede negar que el ciudadano de grandes urbes es también un americano y que va incorporando bienes y males de la civilización tecnológica y los va reelaborando de acuerdo a su propia cultura. De manera que no tengo la visión tan tajante de un país estereotipado y falso frente a otro raigal y verdadero. Respeto esa visión de Kusch, pero también creo en los caminos, aproximaciones y resultantes inesperadas de este permanente dialogismo" (1)
Según esto existiría una interacción entre estas dos Américas, una mutua influencia, un dialogo activo de intercambio entre dos modos de vivir y experimentar la realidad, una conjunción de dos "logos" que tensarían nuestro sentido identitario entre el "llegar a ser" y el "estar no mas" de Kusch, un sentido identitario que pulsaría por una expresión cultural ambivalente en lo que se experimenta en la vida pública y en la vida privada, una verdadera escisión de lo que "somos", un quiebre en el "yo" imaginario colectivo, una oscilación en el sentido de pertenencia, lo claro es que no somos ni Europa ni la América profunda de que habla kusch.
Hacia un "estar siendo" de América
¿Somos realmente un "estereotipo identitario" a manera de una suerte de economía decisional o básicamente somos el resultado del temor a ser nosotros mismos, a hacernos cargo de que ni "somos" ni "estamos"?. Graciela Maturo hace referencia a este punto al considerar caminos aproximaciones y resultantes inesperadas al referirse a las dos Américas de Kusch desde un enfoque dialógico. En este sentido podemos considerar una aproximación al fenómeno cultural latinoamericano subrayando el "sentido relacional que hace posible el surgimiento del sentido ontológico entre el "llegar a ser" y el "estar no más", ambivalente y desdibujado que nos ocurre en nuestro vivir cotidiano, es decir, apuntando nuestra reflexión hacia el modo de configuración relacional entre las acciones consensuales de los participantes de una cultura orientada hacia una convergencia de modos de vivir y de referirse al significado de la experiencia generación tras generación, no como un proceso dialógico sino como un proceso "emergente", es decir, como una combinación de diversos elementos de significado relacional que entran en juego y que se co-producen e intentan clausurarse adquiriendo formas y sentido identitario con elementos que no corresponden solamente a los polos de las dos Américas, sino que están centrados principalmente en aquella dimensión del vivir que permiten a sus participantes hacer coherencia experiencial (sentido) en la superposición conjunta de dominios históricos, culturales, sociales y situacionales, que vivimos como colectividad humana en un momento determinado de nuestro estado "geoculcultural", en el decir de Kusch, orientado mas bien hacia el "estar siendo" como un continuo de convergencias que implican la diversidad y la fluidez dinámica emocional y racional que permitirían la distinción de distintos sentidos ontológicos en un momento dado. En este sentido nuestra cultura americana no es ni está, sino que se encuentra permanentemente siendo, no es un continuo entre dos polos a modo de relación dialéctica, sino un conglomerado de factores que oscilan y se conservan de acuerdo al estado del sentido relacional que fluye desde el vivir cotidiano. En suma, la cultura entendida desde esta perspectiva no sería un proceso dado, alineado a un sentido ontológico determinado, sino un proceso en que estos últimos surgen del curso que tome el "estar siendo" de nuestra colectividad, siempre pendiente, nunca acabada.
En este sentido y orientados a comprender la dinámica de cambios de una cultura bien valen las palabras de Maturana; "... para entender el cambio cultural, debemos ser capaces tanto de caracterizar a la red cerrada de conversaciones que como práctica cotidiana de coordinaciones de acciones y emociones entre los miembros de una comunidad particular constituyen la cultura que esa comunidad vive, como de reconocer las condiciones de cambio emocional bajo las cuales las coordinaciones de acciones de una comunidad pueden cambiar de modo que surja en ella una nueva cultura" (2)
Para Maturana sin embargo, la dinámica cultural esta solo circunscrita al ámbito de las "conversaciones" como acciones de significado relacional que implicarían la fluctuación emocional relacional de la experiencia cultural. Pero esto constituye sólo un factor de la dinámica del "estar siendo" procesal que estamos intentando plantear para aproximarnos a la comprensión de nuestra identidad latinoamericana como un proceso emergente, quedan muchas acotaciones por realizar, y revisiones por plantear, y solo es una conjetura mas, sin embargo nos permite visualizar el tema de la identidad como un problema que no queda resuelto desde la interacción dialógica de dos logos como planteaba Kusch
II. Identidad cultural
La situación cultural que estamos tratando de comprender esta movilizada por el problema de saber "quienes somos", sin embargo, el traer a la mano esta pregunta nos ubica inmediatamente en un plano relacional del significado identitario, es decir, "somos siendo" culturalmente respecto a un "algo" o un "otro cultural", en este sentido, el significado del cierre identitario (sentido de pertenencia, ejes valóricos, costumbres, etc. ) están referidos desde un determinado contexto relacional hacia otro con horizontes de significado distintos y en sincronía al proceso de conservación o cambio que la dinámica emergente configure desde el vivir cotidiano de sus participantes.
1La identidad imaginaria
¿Qué es lo que permite que los seres humanos que comparten contextos relacionales comunes se planteen como una entidad colectiva unitaria que les permite comparase y percibirse a sí mismos como "común" o "distinto" a otros seres humanos que comparten otros contextos relacionales?. La configuración identitaria juega un papel crucial en el modo de interpretar el mundo y de vivir la cotidianidad, es el pilar de referencia que conglomera las identidades individuales en un " imaginario" colectivo común, o como pertenecientes a una "comunidad imaginaria" como plantea Anderson (1983). Al respecto Manturo plantea lo siguente; "la palabra "identidad" en su definición más profunda tendríamos que cambiarla por la de "ipseidad", no tanto "lo mismo" como "el ser uno mismo"... Lo "ipso", que se aplica a la persona humana. En los pueblos creo que hay también una suerte de "personalidad" -llamémosle así "metafóricamente"-, de identidad común, de individuos ligados por un marco simbólico, por una historia común, por un destino, que es lo que configura una identidad, dinámica, nunca igual a sí misma totalmente, pero sí igual en sus principios. Lo que está vigente en esa entidad son principios, valores, ejes amalgamantes.. Al respecto Horacio Larrain no señala que "la identidad se realiza plenamente no sólo en el plano de las ideas (lo racional: aquello cono lo que yo me identifico) sino también, para el caso de los grupos humanos, en el plano geográfico y ecológico. "Yo y mi circunstancia" como diría Ortega y Gasset, se verifica en un "aquí" que me une a mi pasado (familiar, grupal, histórico)...Sin un sentido sólido de pertenencia a un "aquí" que me ata a mi pasado, poseería una identidad trunca, a medias." (3)
2.- Identidad nacional
"... si yo los considero a ustedes y a él como juntos conmigo, y, por otra parte, a los demás como que no están conmigo, ya he creado dos síntesis rudimentarias, a saber: nosotros y ellos (...) ahora bien de, lo que hay de peculiar en " ellos" es que sólo son creados por cada uno de nosotros cuando repudiamos la propia identidad" (Laing 1974; Experiencia y Alienación en la vida contemporánea)
Si bien aceptamos que culturalmente habría una especie de personalidad, un gran "yo" imaginario que nos daría un sentido de identidad cultural, un cierre identitario desde la perspectiva emergente. ¿Cómo es que surgen entonces las identidades nacionales que se convocan en una misma matriz cultural? . Kelman (1969) postula que "la identidad nacional se asienta tanto en una instrumentalidad percibida como en una necesidad de trascendencia, esto último daría fuerza especial a las identidades sociales que se desarrollan alrededor de lo nacional, con un poco de licencia poética podría decirse la existencia de las comunidades nacionales se asientan en el deseo de eternidad". La nación vendría a ser una comunidad imaginaria que percibiría a sus miembros como un "grupo eterno", que permitiría la unión de sujetos que no se conocen en un a determinada población en torno a un pasado y un futuro por medio de un proceso de "despersonalización" como plantea Salazar (4), en donde los elementos componentes de esta comunidad imaginaria serían el territorio, la cultura, la etnicidad y el estado. Por lo tanto la trascendencia de una nación se concebiría por el poder que pueda ejercer desde estos elementos dentro de un contexto internacional.
Esta situación nos resalta otro problema que está inserto dentro de la temática de la identidad cultural y que tal como lo destaca Jorgue Guissi, desatan una serie de nacionalismos vinculados al etnocentrismo cultural
" La identidad prejuiciosa, en su forma de etnocentrismo, transforma pues en "humano" a sólo un pueblo. La víctima de tal etnocentrismo puede ser "aniquilada", pero, también, "marginalizada"; en cualquier caso, con sus diversos grados y combinaciones, su identidad está amenazada, y, así, la construcción de su realidad, esto es, la propia concepción del mundo. Es el caso, por ejemplo, de los indígenas de América frente al etnocentrismo inglés o hispánico, quienes sufren " aniquilación" durante las invasiones, pero normalmente sólo " marginación" en la actualidad. " Jorge Guisi(5) En este sentido cobra plena validez lo planteado por Vittorio Lanternari (1983) "Un grupo termina por negar igual valor humano a otro grupo, que por tanto es discriminarlo, perseguido, marginalizada y, al límite, aniquilado. Los varios niveles de identidad en los cuales cada individuo del otro grupo se autoreconoce, devienen sofocados y negados. La identidad del grupo en cuanto tal es amenazada o anulada. El desequilibrio que sigue ataca la relación entre la necesidad de identidad y las relaciones sociales correspondientes, con grave alteración del equilibrio psicológico y social dentro del grupo sobre el cual se ejercita la presión etnocentrica "
No es extraño observar como el estado del mundo que hemos producido nos ha obligado a privilegiar otras variables donde lo cultural resulta ser percibido solo como un paisaje de fondo, como un gran punto ciego donde" no vemos que no vemos lo que estamos siendo", de este modo nos encontramos con el predomino en el sentido de identidad, de la territorialidad, de los colores de la bandera, del estado, del país, la raza y el mito de la patria como un intento de forzar el curso de nuestro ir siendo hacia el sometimiento de mitos para crearnos un sentido de nación forzoso supeditado a relaciones de ejercicio de poder como una gran máscara para disfrazar nuestra "angustia de pertenencia", y que sin embargo, no dejan de estar circunscritos al ámbito de convergencia en el domino de lo cultural.
3.- Globalización e identidad
Considerando lo que sucede con los nacionalismos, tenemos que reconocer que se nos hace evidente lo planteado por Kusch, en relación a la confrontación de "logos", pero en esta ocasión no entre dos Américas, sino bajo la influencia de un logos más complejo, menos claro en cuanto a sentidos ontológicos, un verdadero coro que interpreta una melodía bizarra de integración cultural, la globalización.
"La distancia entre el verdadero "universalismo" y la globalización técnica es que la última no corresponde al universalismo porque es la extensión del resto del mundo del patrón cultural que caracteriza al último cuarto de siglo en Europa. Este patrón cultural tiene un desarrollo unilateral. Hay una creciente sofisticación de medios e instrumentos, una extraordinaria explosión e implosión comunicacional, y todo esto es la base de la globalización que se extiende a lo económico, con la ordenación de las economías en el mundo y la trasnacionalización capitalista. Sin duda esto es una fase que, podemos enjuiciarla o no, está ocurriendo, pero no coincide con un universalismo cultural deseable, porque a esa fase de la cultura no han aportado ni los negros, ni los indígenas, ni los criollos. Hay franjas enormes de la cultura humana que están ausentes en esta última fase de la civilización capitalista llamada "posmoderna", que en ciertos aspectos es "hipermoderna" y no "posmoderna".(1)
Independientemente del debate del modernismo o hipermodernismo, la situación de globalización es al mismo tiempo un unísono de fragmentación que pone de relieve el problema de las diferencias culturales y las identidades respectivas, es decir, al mismo tiempo que se define un cierre identitario, un grupo humano hace sentido relacional en sus ejes valóricos, costumbres y sentido de pertenencia, generando una tautología al producirse "un grupo y un no grupo a la vez", en circunstancias que el no grupo se convierte en un cultura mayor sobre un menor produciendo una movilización de procesos de aculturación que permean el imaginario colectivo de pertenencia proporcionándole elementos diferenciadores y homogenizadores respecto a ambas situaciones culturales. En este sentido, y sobre todo con el proceso de globalización las distintas culturas menores comienzan a desdibujarse y a dibujarse permanentemente, alterando el ritmo de la transmisión generacional, mediatizado por la incorporación y reincorporación de elementos de significado de relación que van modulando en curso del" estar siendo" latinoamericano hacia una dimensión impredecible, la fluidez y rapidez del proceso emergente que comienza a desarrollarse bajo la interacción de estos poli-significados introducidos por la globalización, nos hacen volver la mirada hacia nuestra construcción de sentido y a necesitar re-significar nuestras circunstancias y nuestras acciones como colectivo cultural.
4.-La identidad como una necesidad relacional
"Sólo dos o más personas que comparten una correspondiente imagen del mundo y pueden empalmar sus lenguajes, pueden fusionar sus "yoes" en un "nosotros" Erik Erickson
Finalmente se ha querido resaltar la dimensión relacional, simbólica, emocional, racional y situacional que lleva al ser humano establecer redes de significados compartidos que permitan asumir la experiencia y su circunstancia en una dimensión que se encuadra en la pertenencia a un imaginario colectivo, con el cual los seres humanos buscaríamos comprendemos como una totalidad que permanece en el tiempo más allá de nuestras individualidades, mas allá de las cosmovisiones, más allá de certidumbres racionales a una dimensión común del estar siendo cultural, que por cierto descansa en la riqueza de su diversidad reguladora.
Distintos aspectos del ser humano fluyen desde la experiencia y solo desde allí comienzan a articularse las dimensiones de significado que van entregando sentido a la identidad cultural de un pueblo, van configurando el curso de su modo de vivir cuya raíz constitutiva emerge de la necesidad de ser seres referidos a la interacción, a la reciprocidad de las perturbaciones entre nosotros mismos y nuestro medio, la necesidad pulsante e imperativa de que la fluidez experiencial este referida hacia el lenguaje, y este a la vez como el eje constitutivo que orienta la organización de la experiencia en significados transmitidos generación tras generación en el quehacer de los participantes de una cultura.
Ahora bien, latinoamérica hoy destaca por su necesidad de sentido identitario, su malestar cultural, se expresa en el no poder vivenciar una coherencia experiencial fluida, autentica y espontánea, tratando de eludir la angustia identitaria con la exacerbación de pertenencia a una nación, a un objeto territorial, un escudo, un equipo de fútbol o una bandera que no resuelve ni satisface la necesidad de sentido. América demanda sentido, coherencia, respeto, legitimidad, pero a la vez busca encuadrarse, alinearse, comparase, superarse y ponerse a la "virtual altura" de occidente. Esta tensión que tratamos en la primera parte anuncia la existencia de un imaginario identitario pendiente, irresuelto y dinámico, el nosotros latinoamericano es una búsqueda, una construcción emergente sin dirección preestablecida, un imaginario espacio temporal continuo que se arma y se desarma así mismo y que no sucede en el abstracto horizonte del teórico definidor, sino que ocurre en la impredicitibilidad de la experiencia social, en la complejidad y fluir de significados desde el devenir de la cotidianidad y de nuestra naturaleza relacional.
Conclusión
Hemos estado señalando que las categorías de Kusch, respecto al sentido ontológico que surgiría en Latinoamérica producto de la confrontación de dos logos provenientes de dos Américas referidas al "ser alguien" desde el logos occidental y el "estar no mas" del logos de la América profunda, no alcanzarían a facilitarnos una comprensión del fenómeno identitario en América, si es que los asumimos como una dimensión dialógica entre ambos. Por el contrario si nos aproximamos a comprenderlo como un proceso emergente de significados referidos a la relacionalidad de nuestro vivir, podríamos aproximarnos a la comprensión del sentido ontológico tal como se vive en nuestra cotidianidad, es decir, como un continuo de coproducción de factores que involucraría distintos elementos en nuestra experiencia cultural a modo de un "estar siendo" en un momento histórico situacional determinado. Según esto, podemos concluir que la identidad latinoamericana correspondería a un cierre identitario de este "estar siendo" americano a modo de un" imaginario colectivo" que contendría aquellos aspectos que tenderían a conservarse como el sentido de pertenencia, los ejes valóricos, costumbres generacionales, etc., pero que alcanzarían su principal expresión en una suerte de nacionalismo como una forma de enfrentar lo que hemos llamado "ansiedad de pertenencia", un intento vacío de diferenciación estereotipado como consecuencia de una necesidad de trascendencia del sentido de pertenencia frente al proceso de globalización que actualmente vivimos y que finalmente vendría a constituirse en una cultura mayor que intenta absorber distintas modalidades culturales como distintos cierres identitarios, dibujando y desdibujando este imaginario colectivo, dejando a nuestro "estar siendo" en la ambivalencia, en la polarización de los logos de Kusch, pero esta vez entre un conglomerado de sentidos externos que solo agudizan la ausencia de coherencia que se vive en nuestros distintos contextos relacionales. De este modo nos sentimos bien o mal siendo lo que no somos por que así hemos estado siendo, sin embargo con la globalización y la aculturación progresiva de nuestro estar siendo, emerge una nueva configuración que esta lejos del esquema dialéctico entre dos logos, y que atraviesa la sustancia principal de nuestro modo de vivir que apunta a la dimensión emocional y cognitiva que está a la base de nuestra motivación relacional y en la estructura dinámica de nuestro imaginario colectivo pendiente, que corresponde a la polidimensionalidad de nuestra red de significados relacionales, una trama oscilatoria y tensionada que busca diferenciarse y pertenecer a la vez como un siniestra o poderosa tautología que aún está en recurrente definición
Referencias Biblograficas
1.- Graciela Maturo; Entrevista Hipermodernismo,Globalización, Universalismo, La identidad latinoamericana en la crisis del2000 por Lic. Alicia Poderti (CONICET - UNSA)
2.- Humberto Maturana- Gerda Verden.Zöller "Amor y Juego, fundamentos olvidados de lo humano desde el patriarcado a la democracia" 1994
3.-Horacio Larraín B: Identidad Cultural Indigena tras quinientos años de Aculturación: desafío y destino, estudios sociales nº79/1993
4.-José Migel salazar: La Identidad Nacional en una Epoca de Globalización; Revista de Psicología Social y Personalidad. Vol IX.Nº 2,1993
5.-Jorge Gussi: Precondiciones Teoricas para Diagnosticar La Identidad Latinoamericana; estudios sociales nº 87
6.- Erik Ericson: Historia Personal y circunstancia histórica, 1979
7.-Joseé Luis Saiz, M Elena Gonzalez y René Gempp: Identidad Nacional chilena: Cogniciones , valoración y Emociones, estudios sociales nº9/trimestre 4/1996.
8.-Gabriel Osvaldo Sada: Los Caminos Americanos de la filosofía de Rodolfo Kusch,1996