Entrevista 

Edgar Sánchez Ramírez

Enriqueció el 68 la plularidad política



 
Edgar Sánchez Ramírez, originario de Santa Rosalía, Baja California Sur, es licenciado en historia. Matriculado en 1968 en la Facultad de Química, obtuvo su título profesional en 1975 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Participó en el Movimiento Estudiantil-Popular de 1968 primero en el comité de lucha de Química, después en el de Filosofía. Luego de aquellos acontecimientos trabajó en obra histórica en la Secretaría de Hacienda y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Fue profesor en el Colegio de Ciencias y Humanidades. Integrante del comité central del Grupo Comunista Internacionalista (GCI) (trotskista), en 1971 fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en 1976. Fue representante del PRT ante la Alianza Democrática Nacional que postuló en 1994 a la presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas. Fue diputado federal por el PRD (1994-97). Actualmente es subdelegado de desarrollo político en la Delegación Benito Juárez.
 —¿El Movimiento Estudiantil-Popular de 1968 fue influenciado en forma determinante por alguna corriente política de los grupos de izquierda que estaban en la Universidad?

—Yo diría que todas las corrientes políticas y de izquierda participamos en el seno del Movimiento Estudiantil-Popular Mexicano de 1968 porque era tan amplio, tan democrático y al mismo tiempo tan plural, que dio cabida a todas las expresiones políticas ideológicas de la izquierda del momento. Decir que el Movimiento fue conducido o influenciado por alguna de estas corrientes es equivocado. Creo que el Movimiento fortaleció el desarrollo de corrientes políticas de izquierda y el carácter antiautoritario de crítica al sistema presidencialista y represivo. De modo que la generación del 68 se identifica con la izquierda socialista. Compañeros de la corriente de Heberto Castillo en el seno del Movimiento, aunque no les gustara la definición de izquierda socialista, quedaban en este ámbito general. Hoy, me parece más notoria esa situación en comparación con otras generaciones de lucha posteriores en donde este peso de la izquierda socialista no es tan notable como en el caso del 68. Las nuevas generaciones no se identifican ideológicamente con la izquierda socialista como lo hicimos los de esa generación. En conclusión, todas las corrientes ideológicas y políticas de izquierda estuvieron presentes y no fue dirigido por ninguna de esas corrientes en particular. Eso fue algo paranoico de parte de Gustavo Díaz Ordaz y su régimen de buscar persistentemente el líder del Movimiento.

—¿La hipótesis de la conjura comunista que manejó el gobierno como origen del Movimiento Estudiantil es falsa?

—Sí. Esa es una visión totalmente policíaca para justificar la represión hacia militantes de la izquierda socialista que participamos en el Movimiento con mayor o menor consecuencia o acierto. Esta visión policíaca no correspondía con la realidad de que alguna de esas corrientes pudiera no solamente dirigir sino manipular el Movimiento. El sistema político priísta había desarrollado esa habilidad perversa durante mucho tiempo de quebrar movimientos, doblándolos, reprimiéndolos o comprándolos. Seguramente esa obsesión de la búsqueda del líder iba en esa lógica de querer comprarlo o de creer que por el papel de un líder puede surgir un movimiento social que tiene raíces sociales, históricas y políticas mucho más profundas que la decisión de una persona. Recuerdo que José Revueltas, estando en Lecumberri ante el juez, se burló de esa visión policíaca de la historia y de las acusaciones absurdas del Ministerio Público. En algún momento de su discurso admitió ser el autor del Movimiento, y dijo: "Sí, yo hice todos los volantes, yo preparé los discursos, estuve en todos los lugares al mismo tiempo". No lo hizo en un afán protagónico, sino en son de burla hacia esa idea del líder que controla todo. No hay nada más lejano a esa idea de la conspiración policíaca, comunista o por la parte internacional. No había fuerza política que pudiera controlar al Movimiento. Los compañeros que ganaron la representación del CNH —estando dentro de cualquier corriente— lo ganaron por el apoyo de su escuela y los méritos que obtenían y no porque fueran manipulados.

—Había un magma en esa época que recorría a algunos países de mundo como: la Primavera de Praga, el Mayo Francés, el Marzo Alemán y en México. ¿Qué influencia nacional e internacional tuvo para el Movimiento Estudiantil-Popular de 1968?

—El Movimiento tuvo algunas características en común con otros países y eso fue el carácter democrático y antiburocrático. En el caso de México fue un Movimiento democrático que iba en contra de la tradición política de México y su sistema represivo. Y lo primero que tronó fue el esquema de las estructuras estudiantiles tradicionales de los comités ejecutivos de las sociedades de alumnos, que dio lugar a una nueva forma de organización democrática amplia. También tiene su emparentamiento con otras expresiones democráticas y antiburocráticas como el caso de la Primavera de Praga que no fue un movimiento anticomunista, reaccionario o conservador, sino por el contrario muy renovador y revolucionario pero que tiene una vena profundamente antiburocrática. No es casualidad que en nuestras manifestaciones en la ciudad de México, en Roma, en Milán, etcétera, Ernesto Che Guevara apareciera como figura emblemática de un movimiento por su fuerza antiimperialista, antiburocrática y democrática. Esos son algunos elementos comunes.

—¿Cómo ves el México de hoy, a treinta años del Movimiento Estudiantil-Popular de 1968?

—El sistema político mexicano había logrado con la derrota del Movimiento Ferrocarrilero en 58 y el Movimiento Sindical en 59 un largo período de control y estabilidad no disputado por nadie. Y esa estabilidad no democrática, represiva y autoritaria fue cuestionada por primera vez con el Movimiento del 68, que abrió un nuevo período histórico de crecimiento, de consciencia, de organización y de lucha que no puede ser medido como el triunfo parcial de una masacre como la del 2 de octubre y que no ha concluido aún. El sistema no ha logrado que se de la vuelta de hoja al fin de una lucha por un sistema no autoritario, antidemocrático, pero la lucha del Movimiento del 68 inició el cambio. La realidad nacional de hoy no puede ser explicada haciendo abstracción del 68 y no podía haberse dado sin esa lucha. Y más allá de los personalismos de los líderes es posible encontrar generacionalmente cómo marcó el 68 cambios en la historia de nuestro país. El énfasis puesto en el respeto al voto tiene su origen de apertura en el Movimiento del 68 del respeto a los derechos constitucionales y libertades democráticas. Me parece que es muy importante reflexionar sobre lo que pasó en el 68 y hacer consciencia de ello. Dejar de hacer mitos del Movimiento Estudiantil. Hay que vivir ahora la experiencia renovadora que ha surgido con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994. (CP)

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