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Su Historia

Las diversas etimologías del vocablo ''AIpujarra''

Han sido muchos los autores que han emitido opiniones mas o menos coincidentes. acerca del origen y significación de este vocablo, que aparece por primera vez en la crónica de Abenhayán y en el Bayán Almógrib. a propósito de las campañas, rebeliones y contiendas que, a partir del siglo X, y aún antes, tuvieron como escenario de operaciones los valles y las encrucijadas de esta región montañosa, la última tierra andaluza que se doblegó al Islam.

En los textos que acabamos de reseñar se incluye la forma Buxaira, que podríamos relacionar fonéticamente con la Pukialia, de Ptolomeo. "sin intento de concordancia geográfica, y una posible explicación mediante el pugiun latino, del que salen nuestros puig y pujar. etc., en acepción de "cosa elevada". Esta hipótesis semántica coincide esencialmente con las características topográficas de La Alpujarra, tanto oriental como occidental y con el criterio de los doctores Ladero y Llorente que estiman que el vocablo que da nombre a esta región es ciertamente preislámico en especial la raíz Alp, común a varias denominaciones europeas.

Por su parte, Eduardo Saavedra, académico de la Española de la Lengua. afirma que la palabra Alpujarra deriva de la voz celta Sarrat, que significa "sierra", sin más.

lbn al-Jatib, que escribió sobre temas políticos e históricos entre 1372-1374. y cuyos ascendientes, de origen sirio, se establecieron en la ciudad de Loja, a! describir las características geográficas de Sierra Nevada (llamada Yabal Sulayr o Yabal aI-TaIy por los árabes) recoge en sus relatos el vocablo Albuxarrat, que Simonet traduce por "alba sierra", es decir, sierra blanca. aludiendo, sin duda, a las nieves perpetuas que vestían de color sus altas cimas durante las cuatro estaciones.

Luis del Mármol Carvajal, historiador fidedigno de la rebelión y castigo de los moriscos alpujarreños (1568-1570) registra en sus crónicas sobre el levantamiento el término Abuxarra, al que asigna un triple significado: el de "indomable", "pendenciera y "rencillosa", pretendiendo justificar con tales apelativos el carácter levantisco y rebelde de la población morisca que se asentaba, orgullosa, en las diferentes tahas y alquerías de La Alpujarra.

Es, sin embargo, muy de extrañar escribe Pedro Antonio de Alarcón que el mismo Aben Ragid nunca llame a La Alpujarra sino la Tierra del sirgo (por la mucha seda que en ella se daba) y sorprende aún más, que, después de haber publicado Mármol la citada versión, otros filólogos e historiadores hayan continuado poniendo en tela de juicio la verdadera significación del nombre que hoy lleva aquel territorio.

Romey y M. Sacy, por ejemplo, se fijan en que Suar el-Kaici y otros revoltosos de Andalucía Oriental levantaron por las serranías de Granada algunas fortificaciones llamadas al-Borgdjela ("CastiIlo de los aliados:") y creen que de este nombre vino a formarse el de AIpujarras.

En cambio, Xerif Aledrix y nuestro insigne Conde aseguran, por otro lado, que AIpujarra vale tanto como al-bugscharra, voz árabe que se interpreta "sierra de hierba o de pastos".

Sebastián de Miñano, por su cuenta y riesgo, asegura que el topónimo Alpujarra es de origen inequívocamente árabe y responde al nombre de una comarca granadina situada al sur de Sierra Nevada. En su descripción no alude para nada al significado etimológico de este recio vocablo y sólo se imita a reseñar determinados aspectos relativos a la organización administrativa, agrícola y ganadera de la región durante el primer tercio del siglo XIX:

"Alpujarras, nombre de origen árabe, se extienden 17 leguas desde Motril a Almería su mayor anchura es de 11 leguas. Comprende 12 tahas (cabezas de partido) Su capital es Ugíjar, con jurisdicción sobre 40 pueblos y 49 anejos. Produce algodón, caña dulce, bastante vino. grano. aceite castañas. Buenos pastos, mucho ganado lanar y de cerda. Árboles, frutas. Minas de plomo".

El profesor Rodríguez Monteoliva al analizar el término Buxaira, que, como hemos advertido, se incluye en las crónicas de Abenhayán y del Bayán AImogrib, hace notar que la presencia del diptongo decreciente ai (rasgo típico del mozarabismo) nos puede llevar a pensar que el mencionado sintagma era ya utilizado por los mozárabes alpujarreños. Conducta que, en época posterior, adoptarían también, en el léxico ordinario, las poblaciones bereberes que, a partir del siglo X, penetraron, por fin, en La Alpujarra.

No estaría de más recordar que el francés A. Dauzat identifica la voz AIp con el término alpe, de origen precéltico, tal vez ligur, que viene a significar "pasto de altura". Consideramos a este respecto que el topónimo Alpujarra fue traducido por Xerif Aledrix y por el propio arabista José Antonio Conde por "sierra de hierba o de pastos". Y es aquí, en opinión del profesor Rodríguez Monteoliva, donde habrá que buscar el "origen y la procedencia de la palabra Alpujarra. La presencia de topónimos celtas en la provincia de Granada está registrada en nuestros mejores y más solventes tratados de Lingüística Histórica y en La Alpujarra creemos haber encontrado algunos mas.

El historiador Miguel de Luna, en su obra Historia verdadera del Rey Don Rodrigo (Valencia, 1646, p. 54, 4ª edición), afirma, probablemente con más fantasía que rigor histórico, que el vocablo Alpujarra procede del nombre de un valeroso capitán beréber. Abrahem Abuxrarra.

Y lo mismo opina Sebastián de Covarrubias. capellán de Felipe III, en su libro Tesoro de la Lengua Castellana, p. 85.

En 1770, el conocido orientalista Miguel Casiri, director de la Biblioteca Escurialense, quiso relacionar el topónimo Alpujarra con la voz. bury. castillo o fortaleza medieval.

Finalmente. hemos tenido ocasión de comprobar que, en el "Compendio de Vocablos Arabes" que figura, corno anexo, en el Diccionario de la Lengua CasteIlana, de Antonio Elio de Nebrija, p. 786, reimpreso en Gerona en junio de 1800, se hace coincidir el significado de "Alpujarra de Granada" con el de "Tierra de los Guerreros", como si se quisiera perpetuar de este modo una de las características ancestrales de sus habitantes: la de oponerse a las gentes que. a lo largo de la historia, intentaron, por la fuerza, penetrar en su áspero territorio en son de dominio.

Un dato más que nos revela, con la fuerza de los hechos, lo difícil que resulta unificar los criterios, hipótesis y opiniones de carácter histórico-sernántico relacionados con el vocablo Alpujarra, de resonancias tan íntimas y familiares para nosotros, cuyos orígenes se pierden, efectivamente. en la noche de los tiempos.

Mucho más grande debe ser, sin embargo la antigüedad de La Alpujarra, pues: sus nombres,  según confiesan los arabistas- presentan, a menudo formas poco susceptibles de ser explicadas por la lengua arábiga y sí, en cambio, de ser comparadas con formas romances de origen remoto (aún no precisado por los investigadores semánticos). Ferreirola, Parnpaneira. Poqueyra y otros del mismo estilo, son nombres que se han de considerar residuo del idioma de los mozárabes, como han sostenido algunos investigadores, entre ellos el propio Menéndez Pidal en su obra Orígenes del Español, pp. 89-90

Sin embargo. correlacionando las distintas versiones que han circulado, hasta ahora, acerca del vocablo Alpujarra. podríamos recomponer una descripción bastante aproximada a la realidad acerca de esta región, ya que, en su conjunto. responden a las características históricas. geográficas, antropológicas y culturales de una tierra dura, levantisca y agresiva como ha sido La Alpujarra en épocas pretéritas, que hicieron de ella un pueblo autóctono e indomable, inaccesible a las sucesivas Invasiones que protagonizaron en nuestro suelo, fenicios, cartagineses, griegos, romanos y bárbaros, y que, pasado el tiempo. asumieron, con mucho más ardor, las belicosas tribus de Tarik, en el 711 de nuestra era.

¿Quién puede negar que La Alpujarra o Las Alpujarras son unas tierras situadas al Sur de Sierra Nevada (la Xolair atzolg de al-ldrísi), frente al Mare Nostrum de los latinos? Una tierra habitada, desde el Neolítico por campesinos, guerreros y pastores, que poseía, a 2.000 m. de altitud, los mejores y más frescos herbazales de la Penibética y que, a partir del siglo X (?) fue repoblada, palmo a palmo, de morales y moreras por los colonos de "Abd al-Radman III, conociéndose, desde entonces, como "la tierra del sIrgo" o de la seda. Una tierra, en fin, que árabes (sirios y yemeníes) y beréberes arrebataron tenazmente a la montaña, haciendo fecundos y habitables los roquedos y convirtiendo en vergeles sus ásperas cañadas. De ahí que, según el historiador Miguel de Luna, su nombre proceda de Abrahém Abuxarra, uno de los 350.000 guerreros que, a partir del siglo VIII, puso pie en la punta más meridional del continente en nombre del Islam, cuya asimilación por parte de los hispano-latino-visigodos había de durar más de ocho siglos en la Andalucía Alta, esto es, en la abuxarrat de los árabes, ya que el nivel de la cultura hispanoromana. tan arraigada en la Penibética, era lo bastante elevado como para asegurar la permanencia de la misma frente a la incipiente civilización araboislámica de nuevo cuño:

La arabización o berberización, cada una en grados e intensidad distintos, siempre a favor de la primera, fueron producto de un proceso de culturización centrípeto, en general acogido favorablemente e iniciado en un momento de una aguda crisis de la monarquía visigótica y en estado de malestar general entre grandes sectores de la población, hispanos y judíos concretamente.

 
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