Al comenzar el cultivo de este arte, el aprendiz recibe el cinturón Blanco, símbolo del estado de su mente en cuanto a las técnicas del karate. A medida que va adquiriendo conocimientos y dominios de las formas, defensas y ataques, su mente va dejando paulatinamente de estar en blanco y va llenándose de elementos que, integrándose unos a otros, van constituyendo un bagaje de experiencia que le irá permitiendo aproximarse a la esencia de su objeto de estudio. Sus cinturones van también oscureciéndose hasta llegar al color negro. Entonces, está en condiciones de empezar a aprender verdaderamente. Simbólicamente, al igual que la mente del karateca en combate, su cinturón negro va destiñéndose con el tiempo, como queriendo regresar al color blanco para recordarle el camino.