Sacudiéndonos al sometimiento a anacronismos didácticos limitados, podemos apreciar que todo alumno principiante se acerca a quien será su maestro con una serie de expectativas, ansiedades y temores que no pueden ser resueltos ni elaborados en la frialdad de una clase signada por la excesiva distancia entre profesor y alumno que sufren situaciones de adocenamiento, sino en el calor que surge de la comprensión de las angustias, ilusiones y esperanzas del discípulo tomándolo personalizadamente. Es esta la manera más adecuada para superar y prevenir bloqueos que pudieran eventualmente dificultar el aprendizaje.
Es en la medida en que se establecen los puentes afectivos por donde pasan las demandas del alumno y vuelven las respuestas adecuadas del profesor que se produce el proceso del crecimiento y desarrollo. Este debe darse teniendo en cuenta fundamentalmente el valor pedagógico y ético del placer, la alegría en un ambiente de frescura y libertad pues de no hacerlo así estaríamos fortificando los fantasmas interiores que debemos precisamente combatir.
Se convertirá entonces la enseñanza del arte marcial en algo
contradictorio porque es obvio que el mayor enemigo a vencer está
dentro del hombre mismo. Sin embargo, no en todos los dojos (gimnasios), tal vez ni siquiera en la mayoría se respiran los ideales de libertad, goce y calidades. Esperamos poder contribuir con este sitio al mejoramiento de la enseñanza de las artes marciales en general y la del KARATE SHUDOKAI en particular, señalando en cada circunstancia específica,
la que a nuestro juicio, sean las mejores maneras de administrarlas.
El arte del Karate es expresión del orden natural. Avanza desde lo mas sencillo, general y elemental hasta lo mas complejo particular y estructurado. No se pueden dejar de lado los procesos correspondientes a las graduadas etapas, pues el progreso depende de la experiencia acumulada. Dice un antiguo proverbio oriental que "en forma superficial se pueden conseguir músculos desarrollados con un año de práctica, pero
se requieren mas de cinco para que el ejercicio modifique el corazón".
A partir
de ahí, el perfeccionamiento implica la práctica de por vida.
El ya Karateca empezó a practicar por los motivos antes expuestos pero llega un momento en que, satisfechas aquellas expectativas, éstas no se presentan en la conciencia y el Karateca se encuentra practicando sin ningún motivo consciente. Conocerá mas profundamente su cuerpo y a través del camino que éste le brinda se acercará al conocimiento de su "yo" y, por analogía al conocimiento
de sus semejantes.
La idea de respeto al prójimo es la obligada consecuencia de éste proceso, a la que se llegó mediante el cultivo de la "agresión".
Y entonces el practicante irá comprendiendo mejor que si bien el Karate no es una solución para la vida en sentido estricto es, en
otro, una manera de vivir.
Es mediante las técnicas del ataque y defensa que ofrece el Karate que va alcanzando el aprendiz, sin tal vez darse cuenta, los objetivos manifiestos y los más mediatos. Dijo el gran MAESTRO ITOSU
(Maestro Japonés reconocido a nivel mundial): "Karate no es para usar en nuestro propio beneficio, sino en defensa de un ideal de justicia; no es para usar contra un solo enemigo, sino contra muchos. Aún contra una provocación, es necesario evitar la violencia mientras ello sea posible. Nunca golpee con su pie o con su mano innecesariamente, pues el golpe puede ser tan mortífero para el adversario como un golpe de cuchillo. Espere a que el adversario reflexione y desista, pero en última instancia el arma de que disponemos debe salir cortando". Es obvio que se está refiriendo a aquellos practicantes que han adquirido un grado de adiestramiento avanzado, que les permite el dominio de las técnicas con adecuada solvencia. Al principio es imprescindible que el alumno considere a sus posibilidades agresivas con aceptación y hasta con cariño. Una vez que ello ocurre, y él se da cuenta que aquellas van creciendo, va superando inconscientemente sus inseguridades. No será necesario entonces "enseñarle a mutilar las tendencias agresivas", al decir del maestro HIDEO TSUCHIYA ( maestro introductor del Karate en la Argentina). Ellas ocuparán su lugar en la personalidad del discípulo, fusionándose con su capacidad amatoria e integrando mejor su Yo. Mientras mayor sea el dominio que se tenga sobre la capacidad de ataque y defensa, mayor será nuestra seguridad en nosotros mismos y , salvo grandes desviaciones patológicas, mayor también nuestras posibilidades de crecer y amar. Pues nadie puede permitirse interiormente amar con intensidad si no está dispuesto a matar y a morir en defensa de lo que ama.
No es necesario, parafraseando al maestro Hideo Tsuchiya, "mutilar al demonio asesino". El demonio fue también un ángel. Cayó en desgracia por negarse a obedecer. Hagamos que obedezca y habremos contribuido a restaurar el orden universal.