Simon, empleado de un empresa de recogida de basuras en una grande y sucia ciudad norteamericana, siente retumbar el aire y el asfalto ante la irrupción de Henry Fool, dandy irreverente de oscuro, interesante pasado, en su no-mundo; en su vida atrapada entre la indiferencia y aversión de/a sus violentos y solitarios vecinos; su madre drogada por recetas médicas y concursos de televisión; su hermana ansiosa de sexo y cariño; las deseadas y temidas jovencitas con las que se encuentra en la tienda/cafetería de Mr. Deng.

 "Levántate" será lo primero que Henry ( ángel o demonio, Dios o Diablo ) le diga a Simon; luego encenderá llamas ( ¿ como sabía dónde estaban las cerillas ? ) en una oscura y vieja estufa en el viejo y oscuro sótano de Simo.

 "Es mi obra, la obra de una vida" dice el recién llegado al que nunca ha marchado, mostrandole un montón de desvencijados cuadernos. "Toma, cuando estés tan confuso que no sepas como decir lo que tienes en la cabeza, escríbelo"; un cuaderno vacío y un lápiz cambian de manos … esa noche Simon no dormirá escribiendo lo que puede ser otra "obra de una vida".

 Verás pasar años en las vidas de Simon y Henry y sus mujeres y madres y niñas y matones y editores y poesía y engaños y traiciones y amistades rotas y amores rotos y vueltas a recomponer y vueltos a recomponer … Bibliotecas, cafeterías, almacenes, editoriales, estaciones, aeropuertos, furgonetas, callejones con viejos colchones, niñas y mujeres traficando con sexo y amor.

 La primera y la última aparición de este Henry Fool de Hal Hartley se quedarán entre ese puñado de escenas de películas que recuerdas cuando quieres reconciliarte con el cine.