En el frío infierno de la indiferencia y el olvido, las almas y las gargantas de decenas de poetas se remueven al escuchar los aplausos y las cajas registradoras que payasetes vestidos de músicos, envalentonados por verduleros y mangantes, hacen sonar.
Aquí tienes algunos caminos labrados por unos sabios locos a los que agradezco su inteligencia y su lucha.
El mundo, a veces, es rojo.