suarez.jpg (17626 bytes) Para alguien que aprecie los juegos sigilosos de una inteligencia irónica, y la marginalidad deliberada allí donde la gran mayoría trabaja a full time, la obra resbaladiza y casi inasible de Suárez dibuja en el panorama español contemporáneo algo análogo a lo que pudo dibujar en su día y en Francia la obra de Boris Vian.

(Julio Cortázar).

 

Los libros de Suárez me hacen vivir más, profundamente, ensanchando algo así como la conciencia del conocimiento

(Vicente Aleixandre).

 

Oviedo 1934

Filología francesa en Madrid

Cronista deportivo (con seudónimo Martín Girard) en "El Noticiario Universal" de Barcelona.

 Bibliografía

De cuerpo presente(1963).

Las once y uno (1964)

Trece veces trece (1965)

El roedor de Fortimbrás (1965)

Rocabruno bata a Ditirambo (1966)

La zancada del cangrejo (1969)

Operación "Doble dos" (1974)

Gorila en Hollywood (1980)

 

Filmografía

Ditirambo (1967)

El extraño caso del doctor Fausto(1969)

Aoom(1970)

Morbo(1971)

Al diablo con el amor(1973)

La loba y la paloma (1974)

La Regenta(1975)

Beatriz (1976)

Parranda (1977)

Reina Zanahoria(1978)

Epílogo (1983)

Remando al viento(1987)

Don Juán en los infiernos(1990)

La reina anónima(1992)

El detective y la muerte (1994)

Mi nombre es sombra(1996)

 

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Días después de morir Don Quijote, Sancho Panza volvió solo al lugar de los molinos de viento. Bajo el sol de rigor, se sentó en una piedra. Las aspas remaban perezosamente en el nítido cielo. A ras de suelo, bordoneaban las moscas. Esperó, sin saber lo que esperaba. Y, de pronto, se echó a llorar amargamente.

A través de las lágrimas y la luz reverberante, contempló una vez más los molinos. Y tuvo la fugaz impresión de que no eran molinos, sino gigantes.

Vestían un blanco mandil y estaban tocados con cucuruchos de mago. Los brazos oscilaban parsimoniosos y amenazadores.

La visión duró solo un instante, pero abrió un resquicio de esperanza en el corazón dolorido del fiel escudero.

Con este consuelo a su tristeza, echó a andar Sancho, recordando las cosas de antaño. Llevaba el burro por la brida y, a la manera de los andantes caballeros en las encrucijadas, se dejaba conducir por su caballería.

Así llegó a la venta que, en otro tiempo, don Quijote tomara por un castillo. Una sopa y un vino le reconfortaron. Ya no estaba allí la Maritornes y la mujer del ventero había muerto, y la hija, casada, se había ido. Nadie le reconoció. Durmió Sancho en un camastro que olía a heno, y soñó con los treinta o cuarenta molinos, que eran en realidad, siete magos descomunales y muy atareados.

Uno barría con una gran escoba, otro con una manga de pastelero echaba alquitrán, un tercero soplaba aventando la cosecha de trigo, pero su soplo era un huracán y arrastraba hombres y pertrechos, llevándoselos por el aíre; el cuarto jugaba sosteniendo en el cielo, entre el dedo índice y el pulgar, un enorme Clavileño de metal. Y así todos se afanaban en extraños trabajos.

Le despertó una rubia azafata de ojos negros. Le anunció que el avión estaba a punto de partir. Efectivamente, en el centro de la pista, un rutilante Clavileño esperaba. "¡Gran magia la del sabio Festón!", exclamó el escudero para sus adentros. Don Quijote, el loco, tenía razón.

Y, cuando despertó, comprendió Sancho que su amo había muerto cuerdo, pero no vencido.

 

"Gorila en Holliwood " (1980)

 

 

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