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budismo como ciencia de la mente

Definición:

El budismo, un sistema de ideas que no alcanza a ser una religión y que ha madurado a través de 25 siglos, se presenta a sí mismo como "ciencia de la mente". Es el resultado del aporte empírico de practicantes de una particular técnica o tarea de operar cotidianamente sobre la mente, consistente en llegar a lograr el vaciamiento de los pensamientos negativos apenas intentan emerger (o pasaje al vacío, emptiness, concepto que los pensadores budistas buscan conciliar con la física moderna de las partículas que son ondas que son partículas). Las experiencias logradas son avasallantes por su número - solamente el budismo tibetano llegó a tener durante la primera mitad del siglo XX quizás decenas de miles de monasterios con cerca de un millón de monjes, entre los cuales se destacaron unos 30 grandes maestros. Sin pretender que esto sea un resumen, se puede mencionar que el punto de partida de todo el enorme esfuerzo se origina en cuatro etapas que corresponden a las "cuatro nobles verdades" que el Buda (Sidarta Gautama) presentó muy metafóricamente durante su Sermón de Benarés y que constituyen el corazón de su mensaje.

1.- En la primera verdad, el Buda anuncia que todo es sufrimiento o, más bien, dukkha, término que tiene también el sentido de imperfección, de no permanencia y de insustancialidad. Constata que todo en este mundo es efímero. Al hombre le cuesta trabajo aceptar esta situación que vuelve amargas hasta las experiencias más agradables.

Rechaza aceptar que sus mayores placeres se transformen inevitablemente en experiencias dolorosas. Y, sin embargo, tarde o temprano, no puede más que percibir que o bien estos placeres no son eternos, o bien no le satisfacen plenamente.

Resumiendo, todo es sufrimiento (dukkha).

2.- La segunda verdad señala que la fuente de este sufrimiento es la ignorancia de su verdadera condición en este mundo donde se encuentra el hombre.

Cada uno cree que en el fondo de sí mismo existe un yo sustancial o permanente, y actúa en consecuencia. Es incapaz de aceptar el cambio radical con motivo de las implicaciones de la primera noble verdad relativa al carácter efímero de todo. Ahora bien, esta es una verdad que afecta a toda su persona. Alimentado por sus pasiones y por su sed de afirmar su yo permanente (el cual no es más que una ilusión de la cual hay que dudar), el hombre no cesa de hacer actos egocéntricos que, siempre según la ley kármica, supondrán frutos negativos en el flujo de su conciencia (pese a que el yo es una ilusión, el flujo de su conciencia no lo es) que reaparecerá en vidas posteriores. El hombre entonces renacerá en el ciclo del samsara, condenándose así a una frustración incesante ya que su sed fundamental de permanencia, es duradera. Está fundada sobre las arenas movedizas de un mundo ilusorio. Hasta aquí, pareciera que jamás será apaciguada.

3.- La tercera verdad afirma que el hombre puede suprimir el efecto, el sufrimiento, si suprime su causa. Ella es el deseo apasionado y la ilusión que se hace de su condición de hombre centrado en su yo. Libre de toda atadura, de sí mismo y de las cosas, ya no hará más actos egocéntricos y se liberará alguna vez, finalmente, del samsara. Es su esperanza en lo que se llama el nirvana, que quiere decir la "extinción". Sin embargo, lo que se extingue no es el yo permanente, que al fin y al cabo, no pasa de ser una ilusión. Se extingue finalmente el flujo de la conciencia, que domina al humano con su sed insaciable de vivir y de poseer.

4.- La cuarta noble verdad, en fin, describe el camino que es preciso seguir para suprimir el sufrimiento. Este camino - la técnica de trabajo de años y años sobre la propia mente - consiste en tres cosas:

En su plenitud, la sabiduría es la iluminación. La técnica abarca, específicamente, un "Noble camino óctuple" cuyas ocho contribuciones consisten en

Cabe señalar que dentro del cristianismo contemporáneo hay opiniones importantes que razonan que el cristianismo debiera defender la misma verdad sobre la ciencia de la mente que las grandes sabidurías orientales, retomando así un cristianismo vigente en sus orígenes y ya olvidado. Occidente tiene algo que aprender de Oriente acerca de la importancia de la "atención" (mindfulness) - la actitud de poner la mente por completo a presenciar lo que sea que esté confrontando. No es una concentración con ceño fruncido, sino lo opuesto, un despertar de la mente fijándola en algo y luego sin fijarla en nada.

"La quietud de la pura atención - ver puramente las cosas tales como son - con dicha pura atención, la quietud pasa a ser un acto religioso" (Aelred Graham - Zen Catholicism).

No es inconveniente apreciar los valores de meditación elaborados por la escuela budista, en las posibilidades de una "ciencia de la mente" común a ambas, en la dudosa validez de este mundo terrenal, en la no-violencia, en ofrecer la otra mejilla, en que en ambos casos las enseñanzas se basan en el empleo de parábolas y metáforas...Aunque el núcleo central de las enseñanzas de Gaudama y de Cristo tienen muy poco que ver entre sí.

Los cristianos tenemos la opción de practicar sin complejos la parte técnica de la ciencia de la mente propuesta por el budismo, razonando mientras se la practica que sin duda debemos ser activos en el mundo sin ser de este mundo, creado por un Dios que lo hizo por amor a su propio yo. Pero creencias diferentes apuntan en direcciones diferentes, con lo cual los caminos, al llegar a bifurcaciones, no debieran, ambos, ser apreciados como equivalentes. Por introspección, existen mensajes o memes externos a nosotros que nos ayudan a descubrir la verdad que tienen por nosotros mismos. Sin nuestro propio poder de discriminación, que es fundamental, podríamos quizás engañarnos, ya que conocemos la fragilidad de nuestros pobres razonamientos acerca de lo indecible.

Las cuatro nobles reglas fueron extractadas de una publicación en español en "La facu"

10.ene.2002

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