A medida que se progresaba en la investigación, se hacía más claro que todas las aguas termales de las fallas del fondo del océano tenían un elevado tenor de H2S, ácido sulfhídrico. Ahí residía la explicación de los oasis submarinos. Efectivamente, las bacterias que derivan su energía de la oxidación del sulfhídrico son corrientes en muchos sistemas ecológicos. Sin embargo, en los oasis, las bacterias tenían que ser los productores primarios, situándose por consiguiente en la base de la pirámide ecológica. La energía no procede del sol sino de la desintegración radioactiva de los isótopos de muy larga vida del uranio, torio y potasio del interior de la tierra. Esa desintegración desprende calor. En el fondo caliente del mar el sulfato disuelto en el agua reacciona con el hierro de la roca, por lo cual el agua caliente en ascenso contiene ese sulfhídrico en alta concentración. Las bacterias que viven de ese sulfhídrico requieren también oxígeno disuelto en el agua ambiental: entre ambos se reconstituye el sulfato y, además, se recupera la energía necesaria para las bacterias, que sirven de alimento de otras especies muy diversas.
23.feb.2001
Pulsar tecla de vuelta
Colección de lecturas de Biología- Carlos von der Becke.