Leibniz en su Teodicea (211) comenta que
...el pecado estaba permitido porque formaba parte del mejor proyecto posible del universo.
El mismo autor discute otras posturas que pretenden que un proyecto de universo más complejo y menos fecundo o variado puede ser apto para prevenir la irregularidad (pues) un sistema perfectamente coherente no tendría irregularidad alguna. Al respecto Leibniz responde
Cuanto mayor número de reglas se observan, tanto mayor es la regularidad; la simplicidad y la fecundidad (o variedad) forman el espacio para las reglas... (Un universo) demasiado coherente constituye una irregularidad, por violación de la regla de la armonía. Como el tañidor de cítaras que toca solo una misma cuerda no tiene buen éxito(Horacio, Ars poetica, 355-6). Creo, por consiguiente, que Dios está en condiciones de seguir un plan simple, fecundo, regular. Pero no creo que el plan mejor y más regular sea siempre, al mismo tiempo, ventajoso para todas las creaturas. Se trata de un juicio a posteriori, nacido de la constatación de que el plan divino elegido no resulta ser siempre regular. Más aún, la misma cosa la he demostrado también a priori, con ejemplos traídos de la matemática.
Los siguientes tres parágrafos (212 a 214) de la Teodicea, que no se transcriben aquí, ilustran su argumentación basada en las ideas matemáticas y geométricas de tres siglos atrás. De haber vivido en el siglo XX Leibniz dispondría de la Teoría del Caos, que estudia las distintas rutas de acceso al caos con diferentes condiciones iniciales. A la luz de dicha teoría hubiese estudiado a priori las implicancias que tienen en la regularidad del cosmos las mencionadas condiciones iniciales de las rutas hacia el caos. Necesitarían de un Dios omnisciente para ser previstas todas ellas en sus valores óptimos, ya que la fertilidad de las autoorganizaciones es clara consecuencia de parámetros con adecuadas condiciones iniciales. Cada juego de valores iniciales conduce, en algunos casos, a universos distintos. La combinación de la Teoría del Caos, un fragmento de la verdad, con el optimismo filosófico leibnitiano, otro fragmento, puede conducir a una síntesis que ilumine más la verdadera omniscencia real de Dios en un mundo con leyes simples y fecundas, pero no necesariamente regulares puesto que son pocas.
Actualizado 22 de Mayo 1998
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