Aun cuando sus luchas desesperadas deban desembocar en los horrores de la derrota y deba ver a los inocentes más queridos expuestos a los tormentos, el frenesí y la desesperación, destinados a ser mancillados por la corrupción y disminuidos en su inteligencia, puede confiar sin embargo en que es lo mejor para ellos, y se dirá que de todas formas los secretos designios de Dios se cumplirán gracias a ellos; e incluso aún ardiente por el fuego de la batalla, se someterá con adoración a su Santa Voluntad. No se atormentará porque los Universos no hayan sido construidos según los planos de algún tonto viejo gruñón.
Charles Sanders Peirce - Un argumento olvidado de la realidad de Dios