Lunes, 4 de junio de 2001

CRIMINAL EN LA CALLE

GABRIEL ALBIAC

Ese sujeto. Fascista de camisa azul y, primero, animal de boina roja. Ese. El criminal con larga biografía: de la hedionda burricie carlista al falangismo de señorito aceitado y porra al cinto. No un fascista cualquiera. El subjefe nacional de los mamporreros del SEU. Ese que ocupó, luego de muerto su amadísimo Caudillo, carné y cargo en el partido más acorde con sus perennes ideales nazis: PSOE. Y pasó de la jefatura de gabinete técnico del Movimiento Nacional de Franco al sórdido ministerio de González que inventó el muy pinochetista GAL. Terrorismo de Estado: asesinato, secuestro, tortura. Ese despojo de la condición humana. Barrionuevo.

Está en la calle.

El criminal está en la calle. Porque un ministro de nombre Rajoy ha «superado la página del GAL». Y, ¿quién diablos es el tal Rajoy para superar muertos ajenos? ¿Quién, para borrar un pasado que ni aun el omnipotente Dios de los teólogos tiene la potestad de hacer que no haya sido? Cielo santo, ¡qué bochorno! ¡Y qué cinismo!

Las cárceles españolas están repletas de tipos que nada más robaron, que nada más torturaron, que nada más asesinaron por cuenta propia y sin protección del Estado. El delincuente que hizo lo más sucio, y además lo hizo desde el abuso repugnante que da la impunidad institucional, el que se embolsaba el sueldo pagado con mis impuestos y que, con la parte alícuota de mis impuestos, pagaba trastos de torturar, secuestrar y lo que se terciara, está en la calle. Con sus trajes caros, en su piso caro, con el hortera chándal de corretear con la parienta hortera. Con la vergüenza de este país a cuestas. Con su cerebro de vómito. Con su alma de arrancadas uñas.

Pobre país, hoy náufrago en el asco. Asco: criminal con carné del partido GAL en el bolsillo paga secuestro con tres meses y nueve horas, nueve, de cárcel. Asco: su jefe ni siquiera pisa los juzgados. Asco: el PSOE, bajo cuya coraza actuó, no fue barrido por el impotente electorado al que chulescamente estafara.

Y asco, lo otro. Que el PP, a quien el pueblo español votó para que depurara a los asesinos, a los ladrones, a los torturadores, haya manchado sus votos con este podrido enjuague entre caciques. A Aznar no le queda ya sino suplicarle a González un carné del PSOE. Se lo merece.

Preséntenme a un sólo etarra que haya hecho la mitad de lo que ha hecho José Barrionuevo y que, tras ser condenado, pague su crimen con tres meses y nueve horas de cárcel. Ese día -sólo ése- me creeré el cuento de que esto salido del franquismo es una democracia.

El criminal está en la calle. El y sus cómplices. De todos los partidos.

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