Somos hij@s de Bolívar
"Te juro, Rodríguez,
que libertaré a América del dominio español y que no dejaré allá ni uno de esos
carajos"
Simón Bolívar
Juramento en el Monte Sacro, 15 de agosto de 1805
América Latina es una nación rota. Tiene como condición de existencia la afirmación de su diversidad. Sólo ella hace posible la construcción de su unidad.
Sólo esta diversidad histórica puede dar contenido real a la historia del destino colectivo de la nación latinoamericana, a la patria grande que Bolívar soñó.
Patria de todos, única y diversa, configurada en sus inconclusas luchas por la independencia, en el autodescubrimiento de su identidad cultural, de sus riquezas y su potencial económico, de su perfil político.
«Patria Grande» que debe construirse como nación y conquistar su independencia: doble aspecto de un solo proceso, pues no hay ruptura radical de las ataduras externas sin una voluntad política capaz de asumir los desafíos colectivos que se presentan a los pueblos y a la nación latinoamericana.
América Latina nacía como un solo espacio en la imaginación y la esperanza de Simón Bolívar, José Artigas y José de San Martín, pero estaba rota de antemano por las deformaciones del sistema colonial.
En la actualidad, cualquiera de las corporaciones multinacionales opera con mayor coherencia y sentido de unidad que este conjunto de islas que es América Latina, desgarrada por tantas fronteras y tantas incomunicaciones.
El actual proceso de integración liderado por los dueños de América Latina no nos reencuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas.
La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país.
Se abren tiempos de rebelión y de cambio. No a los nazi-onanismos fascistas, ¡unidad latinoamericana!