COMPETITIVIDAD Y SOLIDARIDAD

Cuando comenzó el sismo, el RP. Juan Julio Wicht, profesor del Colegio San José, sólo atinó a orar y colocarse bajo el único dintel del aula en la que se desarrollaba un Taller Pedagógico. Era el 13 de enero de 1960. Mientras Arequipa se estremecía, el patio y las calles se cubrían de bloques de sillar, restos de paredes y escombros. La sotana del sacerdote se cubría de gritos de dolor cercanos y lejanos y del polvo de sillar que hacía irrespirable el ambiente. Pero, Arequipa no se dio por vencida. Al reto del terremoto respondió con solidaridad y competitividad que lograron el renacimiento más pujante aún de la noble y heróica ciudad. La experiencia límite de  sentir  la cercanía de la muerte se repetiría, tres décadas después, a lo largo del inopinado cautiverio de los rehenes de la residencia del embajador Morihisha Aoki.

Justamente, el 17 de diciembre de 1996 nos reencontraríamos con Dany Chávez López y el Padre Juan Julio; hoy día autor y prologuista, respectivamente, de EL MENOR RIESGO ERA MORIR,  la obra que publica el Centro Cultural de ESAN sobre los insólitos hechos que confrontaron ese día y los 126 días que siguieron a la celebración del aniversario del Emperador del Japón. En el prólogo del libro y en la narración del secuestro, se yergue otra vez, inefable, la urgencia de la competitividad y la solidaridad. Esa noche, en medio de la trifulca, los gases lacrimógenos, gritos y la balacera, mientras rampaba por la alfombra del salón en busca de refugio encontré un prendedor de corbata.

Compartimos la fiesta con varios graduados de nuestra Alma Mater, la Universidad Católica de Santa María de Arequipa(UCSM). Con ellos --establecida la calma chicha--   se hizo presente la nostalgia de los días de Marianistas, la beca que Dany ganó para estudiar en Rusia, sus estudios en los EE. UU., su novia norteamericana, su trabajo de evangelización en el Norte y Centro del Perú, su quijotesco proyecto de La Sociedad Amante del País.  Y su vehemente defensa del derecho al desarrollo como síntesis, según él, de todos los derechos humanos. “Ley fundamental del desarrollo: el servicio del hombre”; la justicia, la libertad.

Casi textualmente se oía en la residencia sanisidrina que “La finalidad fundamental de la producción no es el mero incremento de los productos, ni el lucro en el poder, sino el servicio del hombre: del hombre integral, teniendo en cuenta el orden de sus necesidades materiales y de sus exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas...”  la admonición de Gaudium et Spes  que fuera la piedra de toque de más de un debate en clases o en pasillos que sostendríamos desde que conocí a Dany Chávez López en 1983, el año en que él ingresó a la UCSM. Y también  en su talk show, en la TV arequipeña; en las oportunidades en que emprendió sus tesis y su doctorado; el quehacer jurídico en el JNE.

Los días que siguieron al martes 17 hicieron amplio espacio para extender el diálogo tan imprevisto como interesante a personalidades súbitamente hermanadas por un destino imprevisto. Entre ellos, Manuel Romero Caro y Sandro Fuentes, los Delegados de nuestro “pabellón” (el comedor de la residencia que después sería abierto por el cráter que emergió del túnel), y también el mensaje del Padre Juan Julio y sus tan inolvidables como profundas lecciones sobre solidaridad y competitividad para enrumbar el país; hasta convencernos que, en la trifulca del acto terrorista, se había llegado al disparadero de optar por la paz, la fraternidad y el desarrollo; que el estado de derecho no debería ceder al chantaje; que la violencia sólo engendra violencia; y que... El Menor Riesgo Era Morir.

Y si hay un ex- rehén que, ahora, quiera recuperar su prendedor de corbata, no tiene más que llamarme; para devolvérselo aunque haya sido mi amuleto preferido por más de un año. 1