FALL WEISS, HACE SÓLO SESENTA AÑOS

Indiferentes a las atrocidades que vienen sufriendo los vecinos de Alemania, los ingleses están gozando de otro típico fin de semana inglés. Los videntes más famosos han leído y publican los mensajes celestes más reconfortantes No Habrá Guerra Mundial este Año. Por toda Inglaterra, en esta brillante mañana, las familias digieren las nutridas ediciones dominicales de sus diarios favoritos, con tostadas y mantequilla y los mejores votos para el futuro. Qué hermoso día para ser tres de setiembre. Aunque no lo saben, los ingleses, están gozando de los últimos minutos de un mundo que ya no volverán a ver jamás.

A las diez de la mañana, la BBC solicita a sus oyentes permanecer en su sintonía pues se trata de un anuncio de importancia nacional. Cada quince minutos, se recuerda a la audiencia que el Primer Ministro se dirigirá a la nación a las 11:15 a.m. A las 11:14 a.m., una dama de voz engolada está difundiendo su programa diario de cocina cuando la programación es súbitamente interrumpida. Se la reemplaza por una fina, pedante voz que suena irremediablemente triste, mortalmente cansada. Es Neville Chamberlain tratando de explicar que sus tentativas diplomáticas han fracasado, ¡que el país ya está en guerra!. La situación, afirma, en la cual ya no se podía confiar en una sola palabra del gobernante alemán y en la que ni la gente ni los estados podrían encontrarse a salvo, se ha vuelto intolerable. Y ahora que hemos resuelto terminarla, sé que todos ustedes desempeñarán su papel con calma y coraje. En un momento como éste, las garantías de apoyo que hemos recibido de parte del imperio británico son una fuente de invalorable fuerza para nosotros.  Ahora, que Dios bendiga a todos ustedes. Que Él defienda lo que es correcto. Será contra el mal contra lo que nosotros lucharemos – contra la fuerza bruta, la mala fe, la injusticia, la opresión y la persecución- y contra ellos, tengo la certeza, que lo que es correcto prevalecerá.
  Los británicos atraviesan graves problemas, problemas que parecen mayores y más cercanos que el que podría significar un fanático gobernante alemán. Como el resto del mundo, también sufren la crisis y la depresión que están enviando a sus desempleados por cientos de miles a las penosas filas de los que viven de la caridad. Algunos han estado desempleados por meses, y otros, por años, matando sus días vacíos deambulando por las calles. No hablan porque no hay nada que discutir salvo el desempleo. Aún algunos de los que todavía trabajan permanecen aferrados a sus puestos con el corazón en vilo. Porque quién sabe cuándo cerrará su fábrica y ellos también serán echados a las ciénagas de la depresión.

 En este clima es difícil dedicar atención a los ominosos movimientos que se van produciendo en Europa. El Partido Nacional Socialista de Hitler se ha encaramado en el poder con el apoyo de los industriales germanos y se ha afianzado con su propio brazo armado. Por la primavera de 1934, esta fuerza –los camisas pardas o Sturmabteilung, la temible SA- ha alcanzado un total de casi 3 millones de hombres. Hitler ahora ha ganado la confianza del ejército y con Himmler ha construido una fuerza de seguridad aún mayor, la SS.

 Más allá de sus fronteras del Este cuatro ejércitos alemanes están destruyendo sistemáticamente todo lo que encuentran a su paso. En los oídos de cada soldado aún resuena la despedida que les dio el Füehrer “Espero que cada soldado sea consciente de la alta tradición y las eternas cualidades bélicas de Alemania y que cumpla su deber hasta el final... Recuerden siempre y en cualquier circunstancia que ustedes son los representantes de la gran Alemania Nacional Socialista”.

 Conforme a los planes del autócrata, a las 04:45 Hrs. del 1 de setiembre de 1939, la Lutfwaffe rugiría sobre los cielos de Varsovia para ejecutar la sentencia nazi de destrucción  -- el ominoso Fall Weiss, el Plan Blanco—y ella la recibiría como víctima indefensa, sin combatientes, sin artillería. Las horrendas melodías de muerte comenzarían a irradiarse desde la tierra de Chopin hacia los cuatro puntos cardinales del planeta.
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