EL CASO GALILEO GALILEI
La ciencia y la fe tienen mucho en
qué apoyarse mutuamente. Es lo que dice Mariano Artigas en la sexta edición de
su magnífica obra Ciencia, Razón y Fe.
Artigas es profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra y miembro de la
Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias (Bruselas) y de la Academia
Pontificia de Santo Tomás (Ciudad del Vaticano). Y es uno de los pocos
filósofos que realmente conoce a Galileo (1564- 1642), el físico, matemático y
astrónomo italiano.
Como Artigas, Galileo era un realista
convencido y sostuvo que los
conocimientos que cosecharon sus investigaciones buscaban la verdad y que
podrían llegar a aprehenderla. No obstante, con el paso de los siglos, son las
ideas opuestas las que van tomando mayor fuerza. Cuando Artigas habla del Caso
Galileo como un problema sin resolver, se refiere al valor de las teorías
científicas. A su vez, el Papa Urbano VIII expresó que no se podría saber si
las propuestas de Galileo eran correctas porque Dios es inconmensurable y, ¿quién
sabe?, los efectos que observa el científico tienen su origen en causas que no
necesariamente concuerdan con sus teorías favoritas.
No ha habido en la historia otro caso
igual al de Galileo. Los actuales problemas, --el aborto, la ética sexual o la
bioética-- difieren por completo del
Caso Galileo. La Iglesia acepta toda la información científica. Simplemente
está en desacuerdo con quienes plantean que es moralmente correcto hacer todo
lo que los avances tecnológicos permiten hacer.
Se diría que, hoy en día, el peligro
consiste en que mas bien hay casos que reflejan el de Galileo, pero al revés.
Esto es, que hay científicos y filósofos que usan la autoridad de las ciencias
para pontificar en materias religiosas y morales que están más allá del dominio
de la ciencia.
La ciencia ocupa un lugar central en
la civilización y, dado su enorme prestigio, hay un peligro similar al peligro
de las mayorías absolutas en la política: No prestar atención a otras
aproximaciones.
La fe muestra que existe un mundo
espiritual que no está al alcance de la investigación humana; y da un significado real a la ciencia en la
búsqueda de la verdad y el servicio del bien común manteniéndola compatible con
los planes de Dios.
A su vez, la ciencia propone muchos medios
para mejorar la calidad de la vida humana. Con una combinación adecuada del
sentido religioso y de los conocimientos científicos y tecnológicos, podría
resolverse muchos de los más serios problemas que sufre hoy la humanidad.
La ciencia debe ser complementada con
una reflexión meta- científica de índole filosófica, moral y religiosa. La
ciencia requiere el complemento de la conciencia.
La ciencia otorga al hombre un poder
que es mayor cada vez. Es responsabilidad del hombre utilizar ese poder adecuadamente.
La ciencia es un producto humano. Es absurdo que los seres humanos sean, con
frecuencia, víctimas de sus propios productos. Hay un orden en la naturaleza,
que está aquí y que no ha sido inventado.
A través de la ciencia, el hombre trata de conocerlo cada vez más y de
aprender a utilizarlo de una manera controlada. Pero la ciencia no puede decir
cómo usar ese conocimiento.
© 2004. RAMIRO VALDIVIA CANO
Página web:
www.geocities.com/valdiviacano