Entre aguas |
Por: Ramiro Valdivia Cano |
De Herodes a Pilatos
Está comprobado que la “píldora del día siguiente” es un abortivo. No obstante, es considerable el número de herodianos que abogan por que se legalice su venta y aún su distribución “gratuita” -es decir, adquirida con el dinero de los impuestos que pagan los peruanos aborteros y no aborteros. Frank Pavone, Director Nacional de la organización Priests for Life hace el siguiente planteamiento: Si un candidato que apoya el terrorismo pidiera su voto, ¿le respondería Ud. acaso: "Estoy en desacuerdo en cuanto al terrorismo, pero me interesa saber su opinión sobre estas otras cuestiones"? -Lo dudo.
De hecho, si un terrorista le pidiera su voto, Ud. de inmediato sabría que esa filiación terrorista descalifica al candidato para la función pública; sin importar cuán bueno fuera en las otras cuestiones. El horror del terrorismo empequeñece cualquier bondad que pudiera encontrarse en los planes de vivienda, educación o salud del candidato. Ni siquiera preguntaría sobre esos planes.
Entonces, por qué hay tanta gente que dice: "Este candidato favorece la legalización del aborto. Yo estoy en desacuerdo, pero voto por esta persona porque tiene buenas ideas sobre salud (o cualquier otro asunto)"
Tal postura no tiene ningún sentido, a menos que uno sea totalmente ciego a la violencia del aborto. -Sólo se necesita ver lo que es el aborto, o leer las descripciones de los mismos aborteros y la evidencia es clara.
¡El diario USA Today rehusó vender espacio a Frank Pavone para un aviso que citaba aborteros describiendo su trabajo porque los lectores podrían traumatizarse sólo con la descripción!
El aborto no es menos violento que el terrorismo. Cualquier candidato que diga que debe legalizarse el aborto --a través del consumo de productos abortivos-- se descalifica a si mismo para la función pública. No se necesita mirar más allá. ¿Para qué prestar atención a lo que pueda decir sobre otras cuestiones? Apoyar el aborto es suficiente para descalificar a cualquiera.
El Papa Juan Pablo II lo señala de esta manera: Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos; como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y frontal; la condición de todos los otros derechos de la persona. (Christifideles Laici, 1988).
Falso e ilusorio. Son palabras fuertes y claras que invitan a seguir reflexionando. Pese a lo que diga Herodes, los niños (nacidos o aún no nacidos) tienen derecho a la vida desde el instante de la fecundación.
"Estoy a favor de programas de salud adecuados e integrales." Hasta ahí, todo bien, pero en cuanto dice que un procedimiento que arranca los brazos de pequeños bebés constituye "cuidado de la salud", su definición de estos términos es obviamente bastante distinto del significado real de las palabras. Sus poses sobre el cuidado de la salud son engañosas. Suenan bien, pero de hecho son destructivas, porque encubren un acto de violencia.
Es fácil confundirse con los argumentos y la demagogia en el debate político. Pero si uno comienza por preguntar a los candidatos cuál es su postura sobre el aborto, se puede eliminar un montón de preguntas adicionales que resultarían superfluas. -¿Votaría Ud. por Herodes? ¿No? ¡Pero tampoco es serio lavarse las manos en los asuntos de la sangre de los niños no nacidos!