La egregia personalidad de doña Margarita Huillcapuma pone otra vez en evidencia lo que desde el principio se hizo patente: Su opción por la vida y que, para muchas mujeres, las preferencias políticas son muy distintas de las preferencias del varón. Es obvio, ahora, que responden a una variedad de influencias y a una óptica especial. Aunque muchas veces, los estudios acerca de las diferencias de género, animados por las preocupaciones prácticas de los políticos, han oscurecido otras diferencias entre la conducta de damas y varones -diferencias que van más allá de las preferencias por los candidatos o sus posiciones sobre temas importantes.
En 1996, la revista Ladies' Home Journal condujo un survey y descubrió algunos aspectos interesantes sobre conducta socio-política que la hazaña de la señora Huillcapuma refleja a la peruana.
* Las mujeres votan independientemente. Sólo un 37% vota igual que su pareja.
* Las mujeres priorizan el liderazgo (46%) sobre la capacidad de compromiso (consenso, manipulación, arreglos, etc.) en sus líderes políticos.
* Al elegir el candidato, las mujeres consideran muy relevante la integridad y experiencia de quienes buscan el poder político.
El voto de la mujer no es monolítico. Muchos factores entran en juego cuando se trata de escoger un candidato; y los políticos no deberían presumir de conocer a-priori cuáles son esos factores. En casi medio siglo de ejercicio del sufragio, la mujer ha adquirido una poderosa fuerza política. Pero, aún hay barreras que dificultan el reconocimiento de la igualdad política de la mujer: la igual proporción de mujeres en la participación de los órganos del Estado; entre otras.
El coraje y la sabiduría demostrados en los Andes de Apurimac ponen de manifiesto que no hay razón para impedir que la mujer dé el salto de la igualdad ciudadana a la paridad en la representación.
La señora Huillcapuma es, pues, paradigma y alegoría. Pero, sobre todo es muestra de lo que es y de lo que es capaz de hacer la mujer peruana. No se dejó conmover por las furiosas campañas de la civilización de la muerte: relativismo ético, permisivismo y hedonismo que corroen el mapa socio jurídico del Perú de hoy. Y volvió a votar por la vida.