I giorni della libertà. Italia 62 años después
Recordar a las víctimas de la guerra "sin reabrir las heridas del pasado,… con respeto de todas las víctimas, en el homenaje a la liberación del nazi-fascismo como reconquista de la independencia y de la dignidad de la patria.” Fue la exhortación del presidente Giorgio Napolitano, en la isla de Cefalonia, al conmemorar el 62 aniversario de la liberación de Italia del yugo nazi-fascista. Allí, las tropas nazis asesinaron en 1943 a más de seis mil italianos en venganza por la rendición de Roma y la firma del armisticio con los aliados el 8 de septiembre de ese año. "No hay polémica histórica o publicitaria, no hay disputa sobre las cifras que pueda oscurecer el heroísmo y el martirio de los miles de militares italianos que decidieron luchar, cayeron en combate, fueron bárbaramente asesinados tras la derrota y la rendición o fueron deportados", añadió.
El primer ministro Romano Prodi, enfatizó: “Es necesario renovar el recuerdo, porque la memoria muere con el tiempo" El 25 de abril de 1945 la insurrección armada, proclamada por el Comité de Liberación Nacional de la Alta Italia, permitió recuperar el control lo que era la última parte del territorio aún ocupado por los nazis.
En los días subsiguientes Mussolini fue capturado mientras huía, y el día 30 Hitler se suicidó. Pero la humanidad --pese a la contundencia de estos hechos y de la liberación del 25 de abril de 1945—no se ha liberado de las ideas- fuerza del nazi- fascismo. Por el contrario, parece que retoñan, fortalecidas por el imperialismo de la muerte; con los mismos pretextos de antaño: el desarrollo económico, el exceso de población, la necesidad de eliminar a los débiles, enfermos, nonatos y ancianos; el avance científico. Sin desdeñar las más burdas campañas antivida, anti familia y anti matrimonio. ¡Nazi-fascismo redivivo! Como si las lecciones de la historia no fuesen lo suficientemente claras, dramáticas y aterradoras.
Como en la Italia de fines de la II Guerra. De un momento a otro, la sociedad se encuentra libre, sin rey, sin caudillo, líbera y rebelde; pero con preocupantes rescoldos de las campañas mediáticas de Mussolini. La memoria colectiva ya no registra los horrores de la discriminación, ni los pueblos aplastados hasta convertirse en fantasmas. Como si ya se repitiese el trágico episodio de la aceptación y el colaboracionismo con la cultura de la muerte.
Como la presagiaba Benedetto Croce, la sociedad se hunde en la aceptación -no del adversario humano, de la guerra humana, sino en la sumisión al feroz enemigo actual de la humanidad ("non l’umano avversario / delle umane guerre / ma l’atroce presente nemico / della umanità".
El vaivén de la historia. Los 62 años transcurridos están poniendo a prueba la memoria de tanto horror. En los territorios ocupados desaparece el respeto por la dignidad de la mujer y de los infantes natos y nonatos. Cada vez hay menos límites, más colaboración y aceptación de la propaganda de Hitler. No hay esperanza de mengua ni tregua; ni siquiera de confrontación. A fortiori, los medios de comunicación, la necesidad, la pobreza extrema, la desnutrición infantil se alían a la causa nazi y muestran una misma ferocidad.
Se abre nuevos espacios para el insulto, la burla y a la denigración de la resistencia. Desde todos los estamentos y trincheras -con maquiavélicas proclamas de defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos. La Resistenza cancellata. Como la prensa y los industriales de los años veinte que abrieron las puertas al fascismo; esperanzados por las migajas del poder, o asustados por el chantaje político, económico o el mediático. La desinformación convierte en sinónimos fascismo y democracia. La libertad ya no tiene las estaciones que la separaban del libertinaje. Ahora es patrimonio exclusivo del Duce y sus socios.
El nuevo aniversario es otro motivo para recordar un período tan negro y humillante de la historia –que a la vez produjo páginas admirables de solidaridad y de dignidad civil que hoy la cultura de la muerte las hace aparecer trasnochadas, fuera de lugar o imposibles.
© 2007. RAMIRO VALDIVIA CANO
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