LA AGENDA DE PACAEMBU
Mayo del 2007. El lugar elegido para la gran asamblea es el estadio de Pacaembu, muy cerca de Sao Paulo. Está desbordado por más de 40 mil jóvenes de todo el “Continente de la Esperanza” y hay otros cien mil en las afueras. Vienen a escuchar a Benedicto XVI, el Santo Padre. Hasta allí llegan las vibraciones de los nuevos miedos de la juventud de hoy. Del los miedos de morir, de sobrar por no descubrir el sentido de la vida; y miedo de quedar desconectado debido a la rapidez de los acontecimientos y de las comunicaciones. Las vibras del alto índice de muertes entre los jóvenes, de violencia, de proliferación de las drogas. Del déficit de esperanza:
¡Qué contraste con los jóvenes aquí presentes, que irradian alegría y entusiasmo, amor y confianza! -Son quienes van a trazar los rumbos de esta nueva etapa de la humanidad.
La agenda de la asamblea trata de la vida que, en los jóvenes latinoamericanos, es exuberante y bella. ¿Cómo vivirla plenamente?
Benedicto explica: La vivencia cristiana exige avanzar con vigor para realizarse a través de la acción. Vivir con entusiasmo, con alegría y con sentido de responsabilidad. Exige ser vivencia ensanchada para que en ella quepa siempre más amor, más bondad, más comprensión por los semejantes y por los problemas que envuelven la convivencia humana, y la efectiva preservación y conservación de la naturaleza. La devastación del planeta y las amenazas a la dignidad humana de sus poblaciones requieren un mayor compromiso en todos los espacios de acción.
El tema de la agenda es sugerido por un joven rico que también llegó corriendo a preguntar: ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? O sea: ¿qué debo hacer para que mi vida no transcurra inútilmente? ¿Qué debo hacer para que mi vida tenga sentido?
La pregunta no se limita al futuro. Cuestiona el sentido de la vida. La primera respuesta que obtuvo el joven rico es: Cumple los mandamientos -que no son impuestos de fuera, ni disminuyen la libertad. Que constituyen impulsos internos vigorosos que llevan a actuar en la dirección correcta.
Entre ovaciones que repercutieron en todo el mundo, los jóvenes latinoamericanos recibieron el encargo de ser libres y responsables. Más, para ser protagonistas de una sociedad nueva más justa y más fraterna hay que poner en práctica los valores morales universales, pero también un empeño personal de formación humana y espiritual. ¡Para no ser presa fácil de los asaltos del materialismo y del laicismo!
Y cumplir las siguientes tareas:
Hacer de la familia un foco irradiador de paz y de alegría;
Ser promotores de la vida, desde el inicio hasta su final natural;
Amparar a los ancianos.
Santificar el trabajo, para contribuir al desarrollo integral de todos e iluminar la actividad humana.
Cumplir las obligaciones ante al Estado.
No dejarse llevar por el odio ni por la violencia.
Distinguirse por la honestidad en las relaciones sociales y profesionales.
Tener en cuenta que la ambición desmedida de riqueza o de poder lleva a la corrupción personal y ajena.
Venerar la institución del matrimonio; y respetarse mutuamente también en el romance y en el noviazgo.
Resistir con fortaleza a las insidias del mal.
Vivir intensamente la juventud, no huir de ella. Consagrarla a los elevados ideales de la fe y de la solidaridad humana.
Conclusión: Hay que trabajar cada día por la construcción de una sociedad más justa y solidaria, reconciliada y pacífica; la contención de la violencia y las iniciativas que promuevan la vida plena, el orden democrático y el bien común. ¡De la vida brota la libertad que se manifiesta como responsabilidad!
El joven rico de la pregunta básica oyó otro encargo especial: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Luego ven, y sígueme.»
 
Todos se encomendaron a María y partieron a sus naciones resueltos a trabajar todos los días, desde sus propias circunstancias en la edificación de un mundo de amor, justicia y de paz.
 
© 2007. RAMIRO VALDIVIA CANO
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