1848 - 1998:

A la memoria de Carlos Marx y
del Manifiesto Comunista

Luis Herrera


"...Marx era, ante todo y sobre todo, un revolucionario. La verdadera misión de su vida era cooperar de un modo o de otro al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones del Estado creadas por ella, cooperar a la emancipación del proletariado moderno, a quien él por vez primera infundió la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones que informaban su liberación. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, con una tenacidad y con unos frutos como pocos hombres los conocieron..." [1]
"Inconmovible en sus verdades fundamentales y rico en enseñanzas hasta en sus errores el Manifiesto Comunista, es ya un documento incorporado a la historia universal, a través de la cual resuresuena, potente, el grito de guerra con que sella su página final: ¡Proletarios de todos los países, uníos!" [2]

Introducción

EN 1998 se cumplen ciento ochenta años del nacimiento de Carlos Marx ( mayo 5 de 1818) y ciento cincuenta años de la publicación del Manifiesto Comunista (marzo de 1848). El marxismo, como teoría y programa del proletariado, surgió una vez consolidado el capitalismo como sistema económico y político mundial, cuando la clase obrera quedó constituida como tal e irrumpió en la lucha, al mismo tiempo surgió apoyándose en lo mejor que produjo la humanidad en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. Marx y Engels, al tiempo que avanzaban en la elaboración de la nueva teoría científica (1843), realizaban una actividad política intensa para relacionarse con las asociaciones obreras existentes en Europa, y en su interior libraron una ardua lucha para ganar los mejores elementos del proletariado a sus concepciones socialistas. Como culminación de este proceso el II Congreso de la Liga Comunista, reunido en noviembre de 1847 en Londres, les encomendó, en un primer momento, la redacción de un Manifiesto. Este documento, primer programa socialista revolucionario del proletariado , fue entregado para su publicación a finales de febrero de 1848. Sus autores tenían sólo 30 y 28 años de edad, pero supieron dejar plasmadas en esta obra inmortal, con genialidad insuperable, las nuevas concepciones teóricas y políticas: la dialéctica materialista como conjunto de leyes del desarrollo de la sociedad y la naturaleza, el materialismo histórico, la teoría de la plusvalía (apenas bosquejada), la teoría de la lucha de clases y el papel revolucionario del proletariado como sujeto de la revolución anticapitalista y socialista mundial y como creador de una nueva sociedad, la sociedad comunista.

Desde entonces millones y millones de ejemplares se han editado en todos los países del mundo y, como dijo Federico Engels 40 años después de su publicación, al escribir el prólogo para una edición en 1890: " La historia del Manifiesto refleja hasta cierto punto la historia del movimiento obrero moderno desde 1848. Actualmente es, sin duda, la obra más difundida, la más internacional de toda la literatura socialista, el programa común de millones de obreros de todos los países, desde Siberia hasta California ". [3]

Hoy, en la situación adversa por la que atraviesa el proletariado y su doctrina marxista a nivel mundial, el Manifiesto Comunista , en sus aspectos fundamentales, sigue teniendo plena vigencia teórica y política; se convierte, una vez más, en un instrumento imprescindible para que los trabajadores se reencuentren con los principios políticos más sencillos y elementales del socialismo y puedan elevarse de clase en sí a clase para sí, esto es ser consciente de su misión política e histórica en relación con el capitalismo. Desde el punto de vista del programa para la revolución socialista, la mejor continuación del Manifiesto es el Programa de Transición aprobado por la IV Internacional en su Congreso de Fundación de 1938. Por esta razón no es gratuito asociar los 150 años del Manifiesto a los 60 del Programa de Transición.

Nada mejor que este año, 1998, para adelantar una campaña amplia y resuelta a la memoria de Carlos Marx, en defensa del Manifiesto Comunista, del Programa de Transición y del marxismo.

El programa socialista

Se trata de recordar no sólo el Manifiesto y las teorías generales de sus autores. El marxismo es, antes que cualquier otra cosa, un programa para la lucha anticapitalista y por el socialismo. El programa está indisolublemente unido al problema de la organización de la clase obrera en partido político propio e independiente de la burguesía. El programa es la comprensión común de las necesidades históricas y políticas de la clase obrera y de las tareas que de aquí se derivan, para poder actuar colectivamente. El programa es el partido y el partido es el programa.

Esta conmemoración se debe aprovechar para abordar la discusión sobre la actualidad e importancia del programa socialista y la crisis del marxismo, a la luz de los problemas nuevos que ha planteado la lucha de clases en las últimas décadas, de manera especial la última o sea desde 1989 cuando se desintegró la URSS, cayeron como un castillo de naipes los gobiernos de Europa del Este y se aceleró el proceso de abrir al capitalismo países como China, Corea, Vietnam y Cuba.

Los anteriores problemas se deben abordar teniendo presente que "... el socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una concepción grande y soberana del mundo... ". [4] Esta concepción grande y soberana del mundo, en el siglo XX, ha sido dignamente defendida por millones de obreros, campesinos e intelectuales que fueron protagonistas de triunfos revolucionarios y de derrotas entre 1917 y 1980, por corrientes políticas como el bolchevismo y el trotskismo, así mismo por sectores de la intelectualidad marxista. Pero esta concepción grande y soberana del mundo igualmente ha sido enlodada, profundamente desprestigiada, por otras corrientes políticas que reclamándose del socialismo o del marxismo, en la práctica, han sido su negación: la socialdemocracia desde 1914 y, de manera especial, el stalinismo, desde 1924. Igual papel han desempeñado los intelectuales que por arribismo militaban con el "marxismo" soviético y al desintegrase la URSS han desertado para ponerse, incondicionalmente, al servicio del capital y del liberalismo. El examen del programa socialista a lo largo de estos últimos 150 años debe dejar claras las diferencias con estas dos desviaciones y rupturas con el marxismo. Esta delimitación es indispensable para una correcta ubicación de su vigencia y de los problemas que actualmente tiene planteados el marxismo.

El Manifiesto como programa

El Manifiesto no brotó de la nada. Fue el resultado de un doble movimiento. De una parte, el surgimiento y constitución del proletariado como clase, de sus luchas contra el capitalismo; de otra, un movimiento intelectual sin precedentes estrechamente ligado al proceso anterior, movimiento encabezado por Marx y Engels, que produjo una ruptura con toda la filosofía anterior al establecer un nuevo y revolucionario criterio de verdad: interpretar el mundo para transformarlo mediante la práctica revolucionaria. El Manifiesto se escribió para dotar a la clase obrera de un programa para la crítica y destrucción del capitalismo y la realización de la revolución socialista mundial. Hoy, los capítulos primero ( burgueses y proletarios ), segundo ( proletarios y comunistas ) y cuarto ( actitud de los comunistas respecto a los diferentes partidos de oposición ) siguen teniendo plena actualidad y vigencia; no así el tercero ( literatura socialista y comunista ), que a finales del siglo pasado estaba desactualizado pues las corrientes a que se hacía referencia habían sido barridas de la escena por la lucha de clases (Revolución de 1848 y Comuna de París) y por el desarrollo del proletariado, su conciencia y sus organizaciones.

Manifiesto Comunista o Manifiesto Socialista

Es oportuno aclarar por qué cuando el Manifiesto fue escrito se denominó comunista y no socialista. Este asunto puede parecer de detalle, formal o secundario, pero no es así; hace a un problema de contenido. Engels explica que en 1847 se denominaban socialistas todos los partidarios de las posiciones utópicas como los owenistas en Inglaterra o los fourieristas en Francia y otra serie de corrientes reformistas que pretendían redimir al proletariado sin hacer daño al capitalismo. Por el contrario, los comunistas, aunque toscos y rudimentarios en sus concepciones, eran una corriente radical y respetable del movimiento obrero. Luego, durante un largo período el marxismo revolucionario fue identificado como socialdemocracia, pero desde 1914, cuando estalló la primera guerra mundial, aquella expresión fue sinónimo de traición y apoyo al capitalismo. Hoy sigue siendo así: los socialdemócratas o partidos socialistas siguen gobernando para los capitalistas y las multinacionales, tales han sido los casos del PSOE con Felipe González y del PS en Francia con Mitterrand, etc.

Este es el motivo por el que los bolcheviques se cambiaron de nombre, adoptando el de Partidocomunista. Pero desde 1924 cuando murió Lenin y triunfó el stalinismo al interior del bolchevismo y el gobierno ruso, estos partidos son sinónimo de dictadura burocrática, métodos brutales, socialismo en un sólo país, coexistencia pacífica, alianzas con la burguesía liberal (frentes populares), mutilación del marxismo como ciencia, etc. Así que, desde 1924, quienes han luchado en defensa del marxismo y por la construcción de la internacional se han denominado socialistas revolucionarios, oposición de izquierda, trotskistas o simplemente intelectuales marxistas. De todas estas posiciones, fueron los trotskistas los que lucharon de una manera mucho más directa contra la burocratización, desde 1924, al interior del proceso de la revolución rusa y de la III Internacional. El problema del nombre, queda claro, no es formal.

Vigencia del Manifiesto

Como expresión de la ofensiva ideológica de los liberales, de sus filósofos posmodernistas y del giro a la derecha de una amplia franja de la llamada "izquierda" y de sus intelectuales, se adelanta una campaña por sustituir la terminología que históricamente se venía utilizando por otra aparentemente menos cargada de ideología y menos irritativa. Proponen cambiar imperialismo por primer mundo; colonia o semicolonia por tercer mundo o sur; invasión imperialista por misiones humanitarias; libertades democráticas, por derechos humanos; sociedad de clases sociales por sociedad civil; clase social por grupo de presión o comunidad; obrero por ciudadano; capital y trabajo, por factores de la producción; lucha de clases y revolución, por nuevos espacios; el himno mundial de la clase obrera, La Internacional , ha sido sustituida por el himno nacional de cada uno de los países y, finalmente, se aspiraría a que los obreros lo que canten sea el himno de la empresa donde trabajan, etc. Esta ofensiva ha encontrado un terreno abonado en la clase obrera y la juventud, debido al dominio organizativo e ideológico que sobre ellos han ejercido, en los últimos 70 años, la socialdemocracia y el marxismo soviético, dominio que se ha traducido en un profundo retroceso en su conciencia: en un principio el estancamiento, y luego, en el degeneramiento del marxismo.

Hoy el proletariado y la juventud se tendrán que recomponer política y organizativamente, para ello deberían retomar conceptos, ideas y consignas muy elementales ya formuladas en el Manifiesto. Por esta razón es de primordial importancia recordar, así sea de paso, algunas de las tesis teóricas y programáticas fundamentales del Manifiesto, tesis que hoy, a nuestro criterio, mantienen su vigencia.

El socialismo es una necesidad . El socialismo no es un invento sino una necesidad que surge del proceso histórico. "Las tesis teóricas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo. No son sino la expresión de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos" . [5]

En últimas, es la concepción materialista de la historia, herramienta teórica que permite entender la sociedad como un proceso de luchas de clases y entender acontecimientos como la Revolución Rusa o los hechos de 1989-1990 en la ex-URSS.

La lucha de clases y la unidad . " La historia [escrita] de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.... A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros...", " ... toda lucha de clases es una lucha política ...".

Esta concepción traza una línea divisoria infranqueable entre los marxistas y los liberales que hoy han vuelto a resucitar la denominada por Hegel "sociedad civil", esa noche en la que todos los gatos son pardos y todos los humanos aparentemente iguales ante la ley, que busca, precisamente, ocultar las desigualdades reales, la existencia de las clases y su lucha.

Dominación y reparto mundial . "...Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para sus satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal "

Es cierto que Marx sólo alcanzó a plantear la tendencia a la centralización y concentración del capital, tendencia a extenderse y dominar todo el mundo; fue Lenin,a principios del Siglo XX, quien ubicó correctamente el problema de los monopolios y el imperialismo. Pero esta formulación del Manifiesto apuntaba en el sentido correcto y nos permite ubicar el proceso que se vive hoy: la "globalización" y el "retorno" a la economía del mercado, lo que no es más que una lucha feroz de las multinacionales y los gobiernos imperialistas que las representan por el reparto de los mercados, el saqueo de las materias primas y la intensa explotación de la fuerza de trabajo de los países semicoloniales.

Las crisis capitalistas periódicas . " Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa...Durante cada crisis comercial, se destruye sistemáticamente, no sólo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante la crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad; la epidemia de la superproducción. La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de barbarie momentánea... Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence estas crisis la burguesía?. De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, entonces ?. Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas ".

Nada más actual que la teoría marxista sobre las crisis periódicas de la economía capitalista. Desintegrada la URSS y proclamado el triunfo "definitivo" del capitalismo se dijo que las crisis eran problemas del pasado. Pero después de 20 años de crisis crónica de la economía capitalista no logran superarla; aunque han logrado controlar relativamente crisis como la de México, hoy se discute la profunda crisis económica del Sureste Asiático (los tigres asiáticos) y la crisis de la segunda economía imperialista, como es la del Japón y no se descarta una gran crisis como la depresión de 1929.

Tendencia creciente a la miseria de las masas . " El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza ...". Hoy esta afirmación del Manifiesto es cierta no sólo para los países coloniales y semicoloniales, para continentes enteros como Africa, América Latina, sino que es una realidad en los propios países imperialistas como EE.UU. en donde existen más de 30 millones de miserables y hambrientos, para no hablar de los millones de desempleados en Europa Occidental.

El proletariado única clase social del capitalismo verdaderamente revolucionaria. " De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar ".

Aquí es necesario hacer una precisión. Las otras clases no han desaparecido. El campesinado pobre se ha mantenido en los países semicoloniales, en todo el mundo capitalista se ha desarrollado y mantenido una pequeña burguesía urbana (pobre y rica) y una aristocracia obrera (cúpula reducida y privilegiada). Sigue siendo cierto que el proletariado por las condiciones objetivas de su existencia es la clase que puede ser revolucionaria hasta el final o sea hasta la destrucción del capitalismo, porque es la clase que no tiene nada que perder en la lucha. El campesinado pobre y la pequeña burguesía urbana si no están dirigidas y jalonadas por el proletariado siempre se quedan a mitad del camino luchando sólo contra el régimen político o contra los efectos del capitalismo (miseria, injusticias sociales, desempleo, represión) pero no contra sus causas (la propiedad privada, la dictadura de la burguesía sobre las masas, etc). Al mismo tiempo el proletariado para poder cumplir su papel debe levantarse como caudillo político de toda la sociedad, de manera especial del campesinado pobre y las masas populares urbanas. Sin la participación del proletariado en el proceso revolucionario no es posible ningún cambio profundo y duradero en la sociedad.

Este librito vale por tomos enteros

"De 1845 a 1847 Engels vivió en Bruselas y en París, alternando los estudios científicos con las actividades prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades. Allí Engels y Marx se relacionaron con una asociación clandestina alemana, la "Liga de los Comunistas" que los encargó para exponer los principios fundamentales del socialismo elaborados por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, que apareció en 1848. Este librito vale por tomos enteros: inspira y anima, aun hoy, a todo el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado "

LENIN . Federico Engels, Obras Completas, Tomo II, Editorial Cartago, Buenos Aires 1969. Pág. 18

Con la revolución el proletariado sólo pierde las cadenas . " Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente...Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar ".

El proletariado es y seguirá siendo el sujeto social de la revolución socialista; que en las últimas décadas no haya cumplido ese papel no quiere decir que científicamente no sea así. La revolución rusa, el más grande laboratorio de la lucha de clases del siglo XX, así lo confirmó.

No se pueden perder los objetivos estratégicos . "... Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo porque pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto. Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado".

Hoy, cuando la inmensa mayoría de la "izquierda" está renunciado de manera expresa hasta a sus programas reformistas, es necesario retomar los objetivos estratégicos y supeditar las tácticas al servicio de aquellas.

La supresión de las clases y del Estado . "... El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa... Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y, por tanto, su propia dominación como clase.

En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos ".

La experiencia de la Comuna de París ayudó a Carlos Marx a precisar que " entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado" [6]

La lucha contra la propiedad capitalista. " Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento...Pero jamás, en ningún momento, se olvida este partido de inculcar a los obreros la más clara conciencia del antagonismo hostil que existe entre la burguesía y el proletariado... los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político existente ... En todos estos movimientos ponen en primer término, como cuestión fundamental del movimiento, la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista. En fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los países". [7] "El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa. Pero la propiedad privada burguesa moderna es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros. En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta formula única: abolición de la propiedad privada ".

La posición frente a la propiedad privada es uno de los puntos que diferencia claramente una posición marxista. La clase media y sus organizaciones no cuestionan tajantemente la propiedad privada burguesa y sólo aspiran a introducirle reformas a la misma (cooperativas, participación en las utilidades, impuestos progresivos); el proletariado y el socialismo revolucionario, por el contrario, están por la supresión de la propiedad privada burguesa y por la socialización de las fuerzas productivas (tierra, fábricas, bancos, comercio, transporte).

El socialismo será mundial o no será socialismo . " Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país debe acabar en primer lugar con su propia burguesía...La acción común del proletariado, al menos el de los países civilizados, es una de las primeras condiciones de su emancipación...Los obreros no tienen patria... Proletarios de todos los países, uníos ".

En ningún otro campo se ha caído tan profundo como en el de dejarse atrapar en el nacionalismo mezquino y dañino de la burguesía o acogiendo el individualismo que pregona el "sálvese quien pueda", abandonando el internacionalismo y la acción colectiva, que hacen a la esencia del marxismo y de la clase obrera. Este proceso degenerativo profundo se expresa en algo tan sencillo como la sustitución, por parte de las direcciones sindicales y políticas mayoritarias, en las movilizaciones y actos obreros y populares, del himno internacional de los explotados y oprimidos en todo el mundo, la Internacional , por el himno nacional de cada país, por los himnos de las empresas, los colegios, las universidades, etc. Ni que hablar del abandono de la solidaridad internacional con las naciones invadidas o aniquiladas en guerras imperialistas como Irak, Somalia, Yugoslavia, etc. Cuando los capitalistas hablan de "globalizar" y los monopolios extienden sus tentáculos hasta los más apartados rincones el mundo, las direcciones sindicales y políticas encierran a los trabajadores dentro de las mezquinas y estrechas fronteras nacionales.

La movilización revolucionaria de masas y el Manifiesto

En relación con los orígenes del Manifiesto y la historia posterior a su publicación, se puede decir que nunca fue tan cierto que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario y que sin un movimiento auténticamente revolucionario no es posible elaborar ninguna teoría revolucionaria. El Manifiesto es el resultado de un largo proceso de avance de la ciencia en todos los campos, del surgimiento y luchas del proletariado, pero al mismo tiempo es una arma para intervenir en los acontecimientos revolucionarios. El Manifiesto, en general el marxismo, en su desarrollo y estancamiento, ha estado determinado por el propio desarrollo y desenlace de las más importantes batallas anticapitalistas libradas por el proletariado mundial en los últimos 150 años. La revolución de 1848, la Comuna de parís (1871), las revoluciones rusas del 1905 y 1917, las revoluciones derrotadas entre 1923 y 1943, las revoluciones de posguerra y los procesos abiertos en 1989 en la URSS, en el Este de Europa, en China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba. El examen y discusión sobre su vigencia y actualidad por fuera de la historia concreta de la clase obrera, de sus triunfos y sus derrotas, no pasa de ser un simple ejercicio académico y profesoral o en el mejor de los casos un ejercicio sectario. Esto es así desde que se produjo la ruptura con todo el pasado filosófico y político, y se trazó la línea divisoria : " Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". [8]

La revolución del 48 y el Manifiesto

El Manifiesto, fue escrito y preparado para que la clase obrera y los revolucionarios socialistas intervinieran en la revolución de 1848, que tuvo sus más importantes epicentros en Francia y en Alemania. El proletariado, en este proceso revolucionario, fue derrotado políticamente. No tenía todavía la madurez, la experiencia y organización necesarias para vencer a los capitalistas. Una de las principales lecciones extraídas por la Liga de los Comunistas de la derrota de 1848 fue expresada por Marx en los siguientes términos: "... el partido obrero debe actuar de la manera más organizada, más unánime y más independiente, si no quiere ser de nuevo explotado por la burguesía y marchar a la cola de ésta, como en 1848... Pero la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un sólo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente ". [9] La revolución de 1848 era democrático-burguesa, la burguesía demostró que le tenía más miedo al proletariado movilizado que a las monarquías; traicionó abiertamente los objetivos de la revolución y se volvió violentamente contra la clase obrera. Por eso las tres enseñanzas centrales que Marx y Engels extrajeron fueron la desconfianza política absoluta del proletariado en la burguesía, la necesidad de su organización independiente y la movilización permanente contra ella.

Vinieron, por lo menos, 15 años de reacción política. Sólo en 1864 la clase obrera logra reagruparse de nuevo en la Asociación Internacional de los Trabajadores, La Primera Internacional. Esta se fundó con un programa distinto al Manifiesto porque en su creación concurrieron distintas corrientes del movimiento obrero (proudonistas, tradeunionistas, anarquistas, marxistas). Los marxistas mantuvieron como su programa político el Manifiesto.

La Comuna de París y el Manifiesto

La Comuna de París de 1871 volvió a someter a prueba las tesis fundamentales del programa marxista y al mismo tiempo lo enriqueció con la práctica revolucionaria de la clase obrera.

Los vacíos del Manifiesto y los aportes de la lucha de la clase obrera a la teoría marxista y al programa deducidos de la Comuna de París los dejaron planteados Marx y Engels en el prefacio que escribieron de manera conjunta para la edición del Manifiesto, en junio de 1872.

" Aunque las condiciones hayan cambiado mucho en los últimos veinticinco años, los principios generales expuestos en este Manifiesto siguen siendo hoy, en su conjunto, enteramente acertadas. Algunos puntos deberían ser retocados. El mismo Manifiesto explica que la aplicación práctica de estos principios dependerá siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes, y que, por tanto, no se concede importancia exclusiva a las medidas revolucionarias enumeradas al final del capítulo II. Este pasaje tendría que ser redactado hoy de distinta manera, en más de un aspecto. Dado el desarrollo colosal de la gran industria en los últimos veinticinco años, y con éste, el de la organización del partido de la clase obrera; dadas las experiencias, primero, de la revolución de febrero, y después, en mayor grado aún, de la Comuna de parís, que eleva por primera vez al proletariado, durante dos meses, al Poder Político, este programa ha envejecido en algunos de sus puntos. La Comuna ha demostrado, sobre todo, que "la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la maquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines ". [10] " Además, evidentemente, la crítica de la literatura socialista es incompleta para estos momentos, pues sólo llega a 1847; y al propio tiempo, si las observaciones que se hacen sobre la actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición (capítulo IV) son exactas todavía en sus trazos generales, han quedado anticuadas en sus detalles, ya que la situación política ha cambiado completamente y el desarrollo histórico ha borrado de la faz de la tierra a la mayoría de los partidos que allí se enumeran. Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico que ya no tenemos derecho a modificar ". [11] Lo que la Comuna realmente demostró fue la necesidad de que la clase obrera una vez tomara el poder político estableciera un nuevo Estado, la dictadura revolucionaria del proletariado

En el último prefacio que escribieron los dos autores del Manifiesto para la edición Rusa en enero de 1882 mencionan otra ausencia muy importante: la no referencia a Estados Unidos y Rusia, dos países cuyos gobiernos eran pilares fundamentales del orden europeo vigente.

Entre 1871 y 1904 hay un desarrollo orgánico y "pacífico" del movimiento obrero, se fortalece sindical y políticamente, se crea la II Internacional y no se presentan revoluciones. Europa ha realizado sus revoluciones burguesas y los países de los otros continentes todavía no estaban preparados para ellas. Una capa muy importante del proletariado europea logra acumular grandes conquistas sociales y políticas, en este proceso se forma una cúpula aristocrática y privilegiada, cuyo programa lo formula Eduardo Bernstein, padre del revisionismo contemporáneo, en la siguiente frase: " el movimiento lo es todo, el fin no importa ". Este proceso concluye en 1914, cuando la mayoría de la dirección de la II Internacional traiciona a la clase obrera y se pasa al campo de la burguesía y el imperialismo, para defender los privilegios de la aristocracia obrera y poder conservar la mayoría dentro de los trabajadores, apoyando los presupuestos de guerra de los respectivos gobiernos y llamando a los obreros a defender las patrias capitalistas, ayudando así a desencadenar la Primera Guerra Mundial imperialista que condujo a la muerte a más de 20 millones de obreros, campesinos y soldados y marca el fin de la época progresiva del capitalismo y el inicio de la decadencia denominada por Lenin " época del imperialismo y las revoluciones proletarias ".

La Revolución Rusa y el programa

A pesar de toda la persecución, represión y campaña de desprestigio contra la clase obrera y el marxismo luego de la derrota de la Comuna, el proletariado ruso, treinta y cuatro años después, salió, una vez más, a la lucha por el poder. La revolución de 1905 fue el anuncio del regreso de la lucha política del proletariado, lucha por el poder concretada en el soviet. La revolución fue derrotada, pero este ensayo se convirtió en la mejor preparación para el triunfo de 1917.

Desde 1905, se abrió entre los marxistas una discusión sobre la teoría de la revolución permanente y el programa mínimo y máximo, discusión que tuvo consecuencias muy importantes para el programa después de 1924. [12] El intento realizado por la clase obrera de Rusia en 1917 culminó con el éxito. En esta oportunidad no sólo logró tomar el poder sino conservarlo. Además en escasos dos años logró realizar la más profunda y completa de las revoluciones del siglo XX.

La revolución rusa de 1917 es la síntesis de cuatro grandes mutaciones:

" 1) La revolución política de febrero. Democrática burguesa en cuanto a su forma, socialista en su contenido. Es una revolución inconsciente por parte de las masas que la llevaron a cabo...

2) La revolución político-social del 17. Conscientemente el partido bolchevique dirigiendo los soviéts derrota al gobierno burgués, cambiando el carácter del estado, de burgués a proletario. No se cambia la economía que sigue siendo burguesa.

3) La revolución económica-social del 18. Se expropia a la burguesía cambiando el sistema económico de burgués a transicional, obrero.

4) La revolución militar-social. Se derrota en forma total y absoluta a las fuerzas armadas de la burguesía y el imperialismo, construyéndose unas nuevas fuerzas armadas de un nuevo carácter de clase" [13]

Por primera vez la clase obrera actuando de manera independiente de la burguesía, organizada y orientada por su propio partido, lleva a la práctica lo que ya habían propuesto Marx y Engels en el Manifiesto 70 años atrás.

Siempre los grandes hechos de la lucha de clases exigen una discusión programática. El imperialismo o la época del capital financiero, la guerra mundial, los problemas nacional y agrario, programa máximo y programa mínimo, entre otros, obligaron al Partido Bolchevique desde abril de 1917 a abrir una discusión para actualizar el programa. La nueva época definida por Lenin como del imperialismo y de la revolución socialista remitió a una discusión relacionada con el programa mínimo (reformas) y el máximo (la lucha por el poder político), su relación y las consignas de transición. La redacción definitiva del nuevo programa sólo concluyó después de la toma del poder y se aprobó en el VIII Congreso del Partido Bolchevique en marzo de 1919. [14]

El mismo problema fue planteado por Rosa Luxemburgo al estallar la revolución alemana en 1918. " Ha llegado el momento -dijo- de fundar todo el programa socialista del proletariado sobre nuevas bases. Nos encontramos ante una situación similar a la de Marx y Engels cuando escribieron el Manifiesto Comunista , hace setenta años. Como todos saben, el Manifiesto Comunista trata del socialismo, de la realización de los objetivos socialistas, como tarea inmediata de la revolución proletaria... Nuestro programa se opone deliberadamente al principio rector del programa de Erfurt; se opone tajantamente a la separación de las consignas inmediatas, llamadas mínimas, formuladas para la lucha política y económica, del objetivo socialista formulado como programa máximo..." [15] y ante la realidad creada por el imperialismo expresa la nueva alternativa de hierro en la que se encontraba la clase obrera: socialismo o barbarie . [16]

El triunfo de la Revolución Rusa sentó las bases para resolver teórica y políticamente la contradicción entre la movilización por reformas dentro del capitalismo, la movilización por su destrucción y la construcción del socialismo, entre programa mínimo y máximo, y entre revolución nacional e internacional.

Triunfo stalinista y retroceso programático

Los problemas relacionados con el programa para la revolución socialista discutidos en Rusia y en Alemania, es evidente que se trasladaron a la III Internacional al abordar ésta la redacción del programa. El IV Congreso realizado en 1922, último celebrado bajo las orientaciones de Lenin y Trotsky, votó redactar el programa del partido mundial y de los partidos nacionales incluyendo el sistema de reivindicaciones transitorias. [17] Sólo que este mandato nunca se pudo cumplir. Sobrevino la enfermedad de Lenin, luego su muerte, las derrotas de la revolución entre 1923 y 1943, la derrota de la oposición de izquierda al interior del Partido Bolchevique, el triunfo del stalinismo al interior del partido bolchevique y del Gobierno soviético, la burocratización del partido y del Estado, la supresión de la democracia obrera, la eliminación física de la inmensa mayoría de los revolucionarios compañeros de Lenin, incluido Trotsky, asesinado en 1940.

En los Congresos V (1924) y VI (1928), reunidos bajo la nueva orientación, se retomó la discusión programática iniciada en 1922, pero en el marco de las nuevas concepciones "teóricas" y políticas. En el programa aprobado por la III Internacional en 1928 quedó definitivamente consagrada la teoría del socialismo en un sólo país, la separación del programa mínimo del máximo, se consolidó el proceso de burocratización del Estado y el Partido. [18] Con el pretexto de defender la revolución y el leninismo se eliminó físicamente la mayoría de la generación que con Lenin habían dirigido al proletariado y las masas para llevar a cabo la revolución de 1917. [19] Desde entonces el movimiento revolucionario mundial fue puesto al servicio de mantener el poder en la URSS, con la falsa idea que era posible construir el socialismo en Rusia y, luego en un grupo de países, sin derrotar mundialmente el imperialismo. Si la estrategia no era la revolución socialista mundial, la III Internacional era un estorbo político y por eso fue disuelta en 1943. [20] Así quedaron sentadas las bases teóricas, políticas y organizativas para el degeneramiento definitivo de la gran revolución socialista de 1917 y se inició el proceso hacia una nueva derrota política de la clase obrera, consumada al final de la década del ochenta con la desintegración de la URSS, la caída de los gobiernos de Europa del este y la aceleración de la apertura de China, Vietnam, Corea y Cuba al capital mundial.

Lenin a la memoria de Federico Engels

¡Qué antorcha de la razón se ha apagado!
¡Qué gran corazón ha dejado de latir!

"El 5 de agosto del nuevo calendario (24 de julio) de 1895 falleció en Londres Federico Engels. Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable científico y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en común. Por eso, para comprender lo que Engels ha hecho por el proletariado es necesario entender claramente la importancia de la doctrina y actividad de Marx para el desarrollo del movimiento obrero contemporáneo... Podrían expresarse en pocas palabras los servicios prestados por Marx y Engels a la clase obrera diciendo que le enseñaron a conocerse y a tomar conciencia de sí misma, y sustituyeron las quimeras por la ciencia... Las leyendas de la antigüedad relatan ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuya amistad supera a las más conmovedoras leyendas antiguas. Siempre, y por supuesto, con toda justicia, Engels se posponía a Marx. "Al lado de Marx --escribió a un viejo amigo suyo-- siempre toqué el segundo violín". Su afecto por Marx mientras vivió y su veneración a la memoria del amigo desaparecido fueron infinitos. Este luchador austero y pensador profundo, tenía una gran sensibilidad".

Estas papabras fueron tomadas por Lenin del poema de N. K. Nekrásov, En memoria de Dobroliubov.

El programa de transición

León Trotsky, en 1937, escribió " A noventa años del Manifiesto Comunista " ratificando las tesis centrales del mismo y planteando la necesidad de actualizarlo en relación con los monopolios, la importancia de las "clases intermedias", la aristocracia obrera, la relación entre revolución democrático-burguesa y revolución socialista, el problema de la revolución en las colonias y semicolonias, etc. En 1938 se funda la IV Internacional y se aprueba el Programa de Transición. La tarea votada por la III Internacional en 1922 se cumple con 16 años de atraso. El Programa de Transición descansa sobre la revolución socialista como un proceso mundial y la unidad de la revolución democrático-burguesa y la socialista (teoría de la revolución permanente), así mismo resuelve de manera correcta el problema planteado entre el programa mínimo y el máximo, combina de manera adecuada las consignas democráticas, parciales o mínimas, transicionales y de la revolución política, en el marco de la estrategia para movilizar las masas de manera permanente contra el capitalismo, en la lucha por el poder y la dictadura del proletariado. Así mismo plantea el problema de todos los problemas, la profunda crisis de dirección de la clase obrera, afirmando sin vacilaciones que "La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria" ; plantea la perspectiva optimista de que el proletariado resolvería este grave problema en el marco de la segunda guerra mundial y se darían, una vez más, revoluciones como la rusa de 1917. Desafortunadamente no fue así. La socialdemocracia, la burocracia soviética y los movimientos guerrilleros, copados y controlados por el stalinismo, mantuvieron el control de las masas trabajadoras en la guerra y la posguerra, jugando así papel decisivo en el desenlace de las luchas en las décadas del 80 y del 90 en Nicaragua, el Salvador, Guatemala, Rusia y el Este de Europa, etc.

El Programa de Transición sigue siendo, hoy, el mejor y el más completo para la lucha anticapitalista, por eso hemos relacionado los 150 años del Manifiesto con los 60 del Programa de Transición. Pero también ha sido cuestionado en aspectos muy importantes por el proceso revolucionario de la posguerra y por los sucesos de 1989 en la URSS y Europa del Este.

El programa marxista y la posguerra

Los triunfos de las masas populares y el papel del Ejército Rojo en Europa del Este(1943), los triunfos revolucionarios en China (1939), Cuba (1959), Vietnam (1975), Nicaragua (1979) e Irán (1980), en un mismo movimiento, confirmaron la justeza de la teoría marxista de la revolución permanente y del Programa de Transición y cuestionaron afirmaciones y caracterizaciones hechas allí, exigiendo una actualización del mismo.

El proletariado, en la posguerra, no logró resolver la crisis de dirección y no se dieron revoluciones de octubre sino de febrero (socialistas inconscientes), el rol central lo cumplieron las masas populares y campesinas, no el proletariado industrial, se fortalecieron los partidos comunistas y los movimientos guerrilleristas por ellos influidos. Todos estos triunfos terminaron transformados en derrotas en las décadas del 80 y el 90. Cayeron los gobiernos burocráticos y dictatoriales presididos por los Partidos Comunistas pero al mismo tiempo fue imposible que el proletariado, por la profunda crisis de su dirección y su inmadurez política y organizativa, tomara en sus manos el destino de los países "socialistas". En Nicaragua el gobierno retornó a la burguesía y los terratenientes, en toda Centroamérica la lucha revolucionaria fue desviada, la guerrilla negoció la paz y se integró al régimen parlamentario. En un proceso político parecido están comprometidos la mayoría de los movimientos guerrilleros hoy.

Por lo menos, dos grandes discusiones se dieron en la posguerra al interior de la IV Internacional relacionadas con el programa: cómo denominar los estados surgidos en Europa del Este y qué política tener en relación con los movimientos guerrilleros. Aquéllos fueron denominados Ëstados obreros burocráticos. Sectores importantes de la IV Internacional terminaron apoyando al castrismo o a otros movimientos guerrilleros con la creencia política que eran la solución a la crisis de dirección. La Liga Internacional de los Trabajadores LIT(CI) fue una de las que resistió las presiones, constituyéndose en la corriente trotskista más dinámica de la posguerra. Esta corriente llevó a cabo la actualización del Programa de Transición. Entre otros aspectos expresó: " Contra todos nuestros pronósticos, después de la Rusa no se ha producido ninguna revolución de octubre, triunfante ni derrotada. Esta posguerra, pese a ser la etapa más revolucionaria de la historia, sólo ha originado revoluciones de febrero. Algunas triunfantes, otras derrotadas y otras congeladas, pero solamente revoluciones de febrero " [21] Así mismo, ante las tendencias crecientes al bonapartismo en los regímenes políticos, la existencia de numerosas dictaduras militares y la creciente represión de las masas, se ubicó correctamente la importancia de las consignas democráticas y la lucha por las libertades políticas. Este trabajo de actualización buscaba armar teórica y políticamente a los socialistas revolucionarios para su intervención en los grandes procesos de la lucha de clases a nivel mundial, de manera especial las revoluciones políticas contra las dictaduras burocráticas en la URSS y en Europa del Este, las luchas contra las dictaduras militares y los procesos de revoluciones democráticas en diversos países de América latina y para la lucha por el socialismo en las dos últimas décadas del siglo XX. En este sentido, se hicieron esfuerzos denodados para lograr la unidad de la IV Internacional sobre la base de un programa revolucionario común, pero fue tarea imposible.

Una profunda crisis se desató en la Liga Internacional de los Trabajadores (IV Internacional) a partir de enero de 1987 cuando el más importante de sus dirigentes, Nahuel Moreno, murió y en medio de esta profunda crisis de dirección se desataron los procesos políticos de la URSS y de Europa del Este. La corriente del socialismo revolucionario (el trotskismo) que pudo ayudar al proletariado a resolver su crisis de dirección, sufrió una diáspora en la década del 90, diáspora de la que surgieron posiciones reformistas, nacionalistas, parlamentarias y también sectores que mantuvieron posiciones marxistas revolucionarias. El Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo (CITO), surgió de este proceso y se ha planteado la defensa del marxismo revolucionario, insistiendo en las dos estrategias centrales: la movilización del proletariado y las masas contra el imperialismo y el capitalismo y por el poder y la necesidad de construir el partido mundial de la revolución socialista. Pero al mismo tiempo ha hecho énfasis en la urgencia de realizar la discusión colectiva para poner el marxismo y el programa a tono con la nueva realidad de la lucha de clases abierta en 1989-1990.

La desintegración de la URSS y el programa

Desde 1989-1990, con la desintegración de la URSS, el derrumbe de los gobiernos de Europa del Este, el aplastamiento de los opositores de la burocracia china en Tienamen y la posterior derrota de Irak en la guerra del Golfo, se ha iniciado una de las más duras y sistemáticas ofensivas contra la clase obrera en todo el mundo, contra el marxismo y el socialismo. Ni más faltaba que los enemigos del proletariado y su doctrina no aprovecharan sus triunfos políticos para declarar muertos definitivamente a sus enemigos derrotados. Así fue luego de la derrota de 1848 en Francia y Alemania, después de la Comuna de París, en Rusia entre 1905 y 1912, y luego de la derrota Alemana en 1918. A esta labor de confundir y desmoralizar, en la década del 90 han contribuido las grandes direcciones políticas y sindicales del movimiento de masas, unas al abandonar definitivamente la lucha, y otras al abandonar la lucha por el poder, encauzar toda la actividad hacia la concertación y la integración directa al establecimiento capitalista, sin decirle esto con claridad a los trabajadores y sus seguidores. Han estado a la vanguardia de este proceso la burocracia soviética, los partidos comunistas y la mayoría de los movimientos guerrilleros.

En 1988 la revista Fortune publicó un artículo titulado " La muerte del socialismo ". En este se afirmaba: " Apenas 100 años después de que el cadáver de Karl Marx fuera depositado en una tumba al norte de Londres, su verdad ha dejado de marchar ", [22] y a renglón seguido la misma publicación cantaba loas al capitalismo. Entonces se revivió, por parte de la burguesía, la idea reaccionaria del fin de la historia, la desaparición de las clases sociales y su lucha, y el arribo, por fin, de la humanidad a su estadio final: el capitalismo y la democracia burguesa. Todo lo que sucedía, en ese momento, parecía darle la razón a los periodistas. Ya se sentían los primeros ruidos que anunciaban el derrumbe de la URSS y de todos los gobiernos del Este de Europa, sólo dos años después, el gobierno imperialista de los Estados Unidos, con el apoyo de sus socios en todo el mundo y la complacencia del gobierno chino y soviético, derrotaba a Irak en la Guerra del Golfo. Al mismo tiempo, la inmensa mayoría de la burocracia stalinista empezaba su trasteo definitivo al establecimiento capitalista y al liberalismo político (Yeltsin, ex-secretario del Partido Comunista en Moscú, pasa a gobernar para los capitalistas), acompañados por la "intelectualidad del marxismo oficial soviético", que hasta el día anterior se reclamaban "marxistas" y "amigos de la clase obrera", acompañados igualmente por una franja importante de la dirección guerrillera y la alta burocracia sindical.

Hoy, se podría decir, como dijeron los autores del Manifiesto refiriéndose al período abierto luego de la derrota de 1848: " Algunos de los más activos hasta entonces fueron seducidos por el halago temporal de un trabajo más abundante y de salarios más elevados, y se convirtieron en "esquiroles políticos ". [23]

El fracaso stalinista y los viejos problemas capitalistas

Desde que Fortune publicó el artículo proclamando la muerte del socialismo han pasado diez años. Aparentemente los enemigos del socialismo tendrían la razón por completo si el empirismo fuera el método más acertado para medir la validez de las grandes teorías y descubrimientos científicos. La validez del marxismo y su programa no está sujeta al triunfo o el fracaso de los trabajadores en determinados procesos revolucionarios, mucho menos depende del fracaso de quienes usurparon su nombre. Si así fuera, el marxismo hubiera desaparecido desde que se presentaron los fracasos de 1848, 1871 y 1905.

Los enemigos del marxismo tienen razón parcialmente. El experimento de la economía y el gobierno obreros establecidos por la revolución de octubre de 1917 no logró extenderse mundialmente y derrotar el capitalismo. A partir de 1924 se impuso el modelo stalinista de la construcción del socialismo en un sólo país y luego en varios países y esta estrategia realmente fracasó. En este fracaso jugó papel determinante el proceso de burocratización iniciado en 1924 y la política que durante décadas aplicaron la burocracia soviética y los partidos comunistas. Este ha sido un golpe político inmensamente grande para el proletariado. Pero desde 1924 ese proceso no lo dirigió el socialismo revolucionario. El stalinismo, inicialmente una profunda desviación, luego se constituyó en una ruptura con las mejores tradiciones del marxismo revolucionario y la revolución de octubre . La teoría central del marxismo sobre la revolución socialista mundial fue sustituida por la nulidad teórica del socialismo en un sólo país. Esta teoría, programa y política (marxismo soviético) son los que fracasaron en la URSS, en Europa del Este y son los que están fracasando en China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba. Las direcciones de estos procesos se han negado de manera expresa a hacer un balance objetivo y así han contribuido, como queda dicho, a confundir y desmoralizar millones de luchadores honestos en todo el mundo.

Los enemigos de la clase obrera y del marxismo han tenido motivos suficientes para estar contentos. Pero ésta ha sido una alegría corta. Ya los problemas del capitalismo a todos los niveles se han empezado a expresar con toda su brutalidad. Más de 1.500 millones de desempleados en el mundo, hambre y miseria crecientes, corrupción generalizada, nuevos elementos de crisis económica, etc. Las nuevas generaciones de obreros y jóvenes se tendrán que movilizar contra el capitalismo y contra la tendencia creciente de éste a arrojarlos a la barbarie, contra la tendencia permanente a la reacción política y por las libertades democráticas. Muchos sectores del proletariado hoy resisten la sobreexplotación económica y la opresión política capitalistas, algunos grupos de la intelectualidad revolucionaria empiezan, también, a dar los primeros signos de vitalidad teórica y política. La lucha de clases no ha terminado, mucho menos la historia.

En defensa del Manifiesto y del marxismo

La nueva situación política abierta en 1989-1990, la derrota que han sufrido las masas obreras y populares, el despojo por parte del capitalismo de las grandes conquistas sociales, el profundo retroceso producido en la conciencia de la clase obrera y su dramática crisis de dirección revolucionaria , exigen una nueva discusión programática.

El anterior proceso, contradictoriamente, tiene algunas ventajas, el stalinismo, aparato burocrático y político que dominaba al movimiento obrero en el mundo, como usurpador del marxismo y de la revolución bolchevique, ha entrado en su más profunda crisis. Lo que podría contribuir a la liberación de fuerzas importantes de la clase obrera, de la juventud y de la intelectualidad en Rusia, el este de Europa y en el mundo, traduciéndose en movilización anticapitalista y en organización clasista e independiente. Aunque hoy, es necesario reconocerlo, este proceso político y organizativo dentro del proletariado todavía no ha empezado.

Finalmente, están los nuevos retos que tiene el marxismo. Salir del estancamiento y crisis en la que fue sumido en los últimos 70 años, retornar a las enseñanzas del Manifiesto, los Cuatro Primeros Congresos de la III Internacional, el Programa de Transición, incorporar a su haber todos los avances de la ciencia que fueron rechazados o vulgarizados, dar respuesta a nuevos fenómenos (ecología, mujer, cambios económicos contemporáneos, etc) y al proceso regresivo de restauración del capitalismo en la ex-URSS, el Este de Europa, China, Vietnam, Corea del Norte, Cuba; y por lo menos a los siguientes interrogantes: ¿Se cerró la época del imperialismo y las revoluciones socialistas abierta en 1914, se agotó el ascenso de la posguerra, la clase obrera ha dejado de ser el sujeto de la revolución socialista, definitivamente el partido bolchevique fue la causa de la burocratización y no debe ser repetida como experiencia?

Todo lo anterior, dependerá de un proceso en el que se combinen, por lo menos, tres factores: uno , que la clase obrera a nivel mundial retome el camino de la movilización anticapitalista, revolucionaria, internacionalista y por el poder; dos , que una amplia capa de la intelectualidad revolucionaria tome a fondo las banderas del marxismo como ciencia y busque su articulación con la clase obrera; y tres , que se logre construir un núcleo de organización socialista internacional, que le dé continuidad a la tarea titánica que se planteó la IV Internacional, ante la disolución y liquidación de la III Internacional por parte del gobierno soviético en 1943.

Hay un proceso desigual en la reacción y respuesta de la clase obrera y la intelectualidad a la ofensiva que adelanta el imperialismo y la burguesía desde finales de la década pasada. La clase obrera, en lo fundamental sigue realizando luchas defensivas, en medio de la confusión y la desmoralización. En el campo de los intelectuales, después de la deserción en masa en los primeros años de la década, hoy sectores importantes empiezan a defender el marxismo, a cuestionar el capitalismo, a tener un poco de confianza en la clase obrera, así sea en forma débil y desde posiciones académicas y universitarias. [24] Con estos sectores de la intelectualidad se podría hacer unidad de acción para la defensa del marxismo, pero al mismo tiempo criticarle su inconsecuencia política y organizativa, incitarlos a desempeñar el papel que desempeñaron en el siglo XIX los intelectuales revolucionarios encabezados por Carlos Marx y Federico Engels o en el siglo XX los miles de intelectuales revolucionarios a cuya vanguardia estuvieron Lenin y Trotsky, para sólo nombrar a los más importantes.

Bases para un acuerdo en defensa del marxismo

Hoy, la defensa del Manifiesto Comunista y del marxismo pasan, ineludiblemente, por una intensa discusión del marxismo como programa para la acción anticapitalista, partiendo, por lo menos, de las bases sentadas por el Manifiesto Comunista, los Cuatro Primeros Congresos de la III Internacional Comunista y el Programa de Transición. En estos documentos programáticos está incorporada la experiencia de la clase obrera y las masas populares en los grandes procesos de la lucha de clases de los últimos 150 años. Ante los hechos de 1989, adquiere importancia hacer el balance de la política predominante al interior del movimiento obrero desde 1924 y las consecuencias de la desintegración de la URSS y el proceso de restauración capitalista en China, Vietnam, Corea y Cuba. Así mismo, es fundamental tener en cuenta e incorporar en la discusión los aportes que están haciendo importantes sectores de la intelectualidad que se reclama del marxismo. Las discusiones a propósito de los 150 años del Manifiesto deben ser el comienzo de esta discusión franca y colectiva. A manera de preámbulo proponemos los siguientes puntos.


Notas:

[1] ENGELS, Federico. Discurso ante la tumba de Marx, marzo 17 de 1883.

[2] MEHRING, Franz. Carlos Marx, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1965, Tercera Edición. Pág. 127.

[3] ENGELS, Federico. Prefacio a la edición Alemana de 1890.

[4] LUXEMBURGO, Rosa. Carta a Franz Mehring, 1916.

[5] Todas las citas del Manifiesto han sido tomadas de las Obras Escogidas de Carlos Marx y Federico Engels, Editorial Progreso, Tomo I, Edición de 1966. La cursiva es nuestra.

[6] MARX, Carlos. Critica al Programa de Gotha. Obras Escogidas, Editorial progreso, Tomo II, Pág. 25. 1966.

[7] El trabajo de los Comunistas por la unión y el acuerdo de los partidos democráticos adquiere todo su sentido en vísperas de la revolución de 1848, que por su contenido era democrática-burguesa. Esta formulación es una de las defendidas incondicionalmente por los Partidos Comunistas hoy, para justificar sus alianzas y acuerdos con sectores de la burguesía. Ver al respecto "Revolución y democracia en el Manifiesto Comunista", de Jacques Texier. Voz, No 1970, 28 de enero a 3 de febrero de 1998. (Voz es el periódico del PC de Colombia).

[8] MARX, Carlos. XI Tesis sobre Feuerbach, Tesis XI.

[9] MARX, Carlos. Mensaje del Comité Central de la Liga de los Comunistas. Londres, marzo de 1850.

[10] Ver La guerra civil en Francia y Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, trabajos de Carlos Marx donde esta idea está ampliamente desarrollada.

[11] MARX, Carlos, ENGELS, Federico. Prefacio a la edición alemana del Manifiesto , Londres 24 de junio de 1872.

[12] TROTSKI, León. La revolución de 1905.

[13] MORENO, Nahuel. Las revoluciones del Siglo XX. Ediciones Antidoto, Buenos Aires, 1986. Págs. 43-44.

[14] LENIN. Obras Completas Tomos XXV, págs. 233 a 238, XXVI, págs. 386 a 387, XXVII, págs. 261 a 290 y XXX, págs. 437 a 476 y XXXI, Págs. 32 a 64 y 87 a 91. Lenin en la clausura del VIII Congreso refiriéndose al programa aprobado expresó, entre otras cosas, lo siguiente: "Hemos podido ratificar, y además por unanimidad -como todas las resoluciones esenciales del Congreso-, nuestro programa. Estamos convencidos de que este programa, pese a sus muchas deficiencias de redacción y de otro tipo, ha entrado ya en la historia de la III Internacional como el programa que sintetiza los resultados de la nueva etapa del movimiento mundial por la liberación del proletariado…".

[15] LUXEMBURGO, Rosa. Último discurso pronunciado en la Fundación del Partido Espartaquista en 1918, pocos días antes de ser vilmente asesinada por la "democracia" burguesa alemana.

[16] Existe toda una corriente de intelectuales que reivindica a Rosa Luxemburgo por sus criticas a la revolución rusa y el Partido Bolchevique. Luxemburgo fue una de las grandes figuras del marxismo y de la revolución socialista en el Siglo XX. Su gran debilidad fue realmente no entender la necesidad que tenía el proletariado de un fuerte partido a nivel nacional e internacional. La facilidad con la que el gobierno Alemán la asesinó tuvo que ver con la ausencia de esa organización. Los Espartaquistas eran más un movimiento que un partido fuertemente organizado y centralizado.

[17] Los cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista, Segunda Parte, Cuadernos Pasado y Presente No 47, Pág. 203.

[18] VI Congreso de la Internacional Comunista. Edición Pasado y Presente No 66, págs. 247 a 310.

[19] "El cotejo de las listas de ejecutados con la de miembros de los órganos dirigentes resulta igualmente instructivo: una cifra superior a la mayoría absoluta de los miembros del Comité Central de 1917 a 1923, los tres secretarios del partido entre 1919 y 1921, la mayoría del poliburó entre 1919 y 1924 han sido eliminados. Entre 1924 y 1934 nos vemos obligados a interrumpir la comparación por falta de datos. En cualquier caso, de los 139 titulares o suplentes que el Congreso de 1934 eligió para formar parte del Comité Central, por lo menos diez se encontraban ya en prisión durante la primavera de 1937, otros 98 fueron detenidos y ejecutados durante el bienio de 1937-1938, 90 de ellos entre el segundo y tercer proceso de Moscú…". Todos son reemplazados por personas que han ingresado al Partido después de 1924. "…en 1940, puede decirse, como en el título de la novela de Víctor Serge, que «Es medianoche en el siglo»: el exterminio de la generación revolucionaria de 1917 se cierra con el asesinato de Trotsky. La agresión alemana del 21 de junio de 1941, arroja a la segunda guerra mundial a una Unión Soviética completamente estalinizada: los últimos supervivientes de la oposición serán prácticamente en su totalidad ejecutados en los campos o utilizados en el frente en misiones suicidas…" Pierre Broue, El Partido Bolchevique, Editorial Ayuso, 1974.

[20] "Stalin fue socialista nacional, más que internacional. En los días en que la Comintern parecía un organismo vivo, al que prestaban atención constante e inquieta Lenin, Trotsky y Zinóviev, Stalin se mostraba indiferente a ella. Sólo le hizo caso en 1924, cuando dejó de ser un instrumento potencial de la revolución mundial para convertirse en una máquina burocrática capaz de obstruir o fomentar la política soviética o los designios políticos del propio Stalin. El escepticismo de Stalin respecto a la inminencia de la revolución alemana, cuando esta se daba por sentada entre casi todos los demás jefes bolcheviques, es un ejemplo temprano de su sagacidad. Para 1925, cuando comenzó a predicar el "socialismo en un solo país", sus referencias a la revolución mundial eran marginales y frías, lo que demostraba lo poco que le importaba" Carr E. H., El Socialismo en un solo país 1924-1926, Alianza Universidad, Madrid 1974.

[21] MORENO, Nahuel. Actualización del Programa de Transición , Editorial Perspectiva, Bogotá, 1980. Pág. 69. Recomendamos la lectura de todo el texto para una comprensión del desarrollo del marxismo militante y del programa en la posguerra.

[22] Revista SUMMA. Febrero-marzo de 1988. FORTUNE, Informe Especial. La muerte del socialismo.

[23] MARX, Carlos, ENGELS Federico. Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores 1864.

[24] Es necesario reconocer el papel progresivo que juegan publicaciones y textos como los de James Petras, Perry Anderson, Adam Schaff y Anwar Shaikh, entre otros. Un rasgo común tienen las posiciones de estos sectores de la intelectualidad: negarse sistemáticamente a reivindicar de manera directa, clara y precisa la revolución de octubre de 1917, no hacer la crítica directa del stalinismo (1924-1989), no reivindicar la dictadura del proletariado y la necesidad ineludible que este tiene de organizarse políticamente en partido a nivel de cada país y, sobre todo, a nivel internacional.

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