[...] estos últimos años Rusia ha sufrido cambios muy bruscos, que han modificado con rapidez y vigor extraordinarios la situación política y social, que es lo que determina de manera directa e inmediata las condiciones de la acción y, por consiguiente, las tareas de la acción [...]
[...] las tareas de la acción inmediata y directa han experimentado en este período un cambio muy profundo, por cuanto ha cambiado la situación política y social concreta; por consiguiente , también en el marxismo, como doctrina viva, debían pasar a primer plano unos aspectos distintos de él.
[...] la época del trienio pasado destacó a un primer plano en el marxismo, no por casualidad, sino necesariamente, las cuestiones que suelen llamarse de táctica [...]
En el segundo trienio, el choque de las tendencias distintas del desarrollo burgués [1] de Rusia no figuraba a la orden del día, ya que ambas fueron aplastadas por los ultrarreaccionarios, llevadas hacia atrás, acalladas durante cierto tiempo. Los ultrareaccionarios medievales no sólo han invadido completamente el proscenio, sino que han llenado los corazones de las más amplias capas de la sociedad burguesa [...] de un espíritu de abatimiento, de defección. Subió a flote no el choque de los dos métodos de transformación de lo viejo, sino la pérdida de la fe en toda transformación, el espíritu de sumisión, de arrepentimiento, la pasión por las doctrinas antisociales, la moda del misticisimo, etcétera [...]
Precisamente porque el marxismo no es un dogma muerto, no es una doctrina acabada, terminada, inmutable, sino una guía viva para la acción, no podía menos de reflejar en sí el cambio asombrosamente brusco de las condiciones de la vida social. El reflejo de este cambio ha sido una profunda disgregación, la dispersión, vacilaciones de todo género, en una palabra, una crisis interna sumamente grave del marxismo. La resistencia decidida a esa disgregación, la lucha resuelta y tenaz en pro de los fundamentos del marxismo se ha puesto de nuevo a la orden del día [...] La revisión de todos los valores en diversas esferas de la vida social ha conducido a la revisión de los fundamentos filosóficos más abstractos y generales del marxismo [...] La repetición de consignas aprendidas de memoria, pero no comprendidas ni meditadas, ha conducido a una amplia difusión de la fraseología huera, concretada de hecho en tendencias que no tienen nada de marxistas, en tendencias pequeñoburguesas [...]
No es posible sustraerse a los problemas que esta crisis plantea. No hay nada más nocivo, más falto de principios que tratar de eludirlos valiéndose de frases. No hay nada más importante que la cohesión de todos los marxistas conscientes de la profundidad de la crisis y de la necesidad de combatirla para salvaguardar los fundamentos teóricos del marxismo y sus tesis básicas, desfiguradas desde los lados más opuestos al extenderse la influencia burguesa entre los diversos compañeros de viaje del marxismo.
[...] La disgregación del marxismo es particularmente peligrosa en estas condiciones. Por eso, comprender los motivos que hacen inevitable esa disgregación en los tiempos que atravesamos y aglutinarnos para combatirla consecuentemente es, para los marxistas, la tarea de la época, en el sentido más directo y exacto de la palabra. (Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo , Polémica, Buenos Aires, 1972, págs. 8-14.)
[1] Cuando escribió este trabajo, Lenin todavía pensaba (contra Trotsky y equivocadamente) que la revolución rusa iba a ser democrático burguesa.
Los pequeños burgueses democráticos desean que [los obreros] tengan salarios más altos y una existencia mejor asegurada; y confían en lograr esto facilitando por un lado trabajo a los obreros a través del Estado y por otro con medidas de beneficencia. En una palabra, confían en corromper a los obreros con limosnas más o menos veladas y quebrantar su fuerza revolucionaria con un mejoramiento temporal de su situación. [...] Pero estas reivindicaciones no pueden satisfacer en modo alguno al partido del proletariado. Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poderosas, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desarrolle, y no sólo en un país, sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado. Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva. ( Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas , Londres, marzo de 1850.)
La revolución permanente, en el sentido que Marx daba a esta idea, quiere decir una revolución que no se aviene a ninguna de las formas de predominio de clase, que no se detiene en la etapa democrática y pasa a las reivindicaciones de carácter socialista, abriendo la guerra franca contra la reacción, una revolución en la que cada etapa se basa en la anterior y que no puede terminar más que con la liquidación completa de la sociedad de clases. [...]
El marxismo vulgar se creó un esquema de la evolución histórica según el cual toda sociedad burguesa conquista tarde o temprano un régimen democrático, a la sombra del cual el proletariado, aprovechándose de las condiciones creadas por la democracia, se organiza y educa poco a poco para el socialismo. [...]
La teoría de la revolución permanente, resucitada en 1905, declaró la guerra a estas ideas, demostrando que los objetivos democráticos de las naciones burguesas atrasadas conducían, en nuestra época, a la dictadura del proletariado, y que ésta ponía a la orden del día las reivindicaciones socialistas. En esto consistía la idea central de la teoría. [...] Entre la revolución democrática y la transformación socialista de la sociedad se establecía, por lo tanto, un ritmo revolucionario permanente. [...]
El segundo aspecto de la teoría caracteriza ya a la revolución socialista como tal. A lo largo de un período de duración indefinida y de una lucha interna constante, van transformándose todas las relaciones sociales. [...] Este proceso conserva forzosamente un carácter político o, lo que es lo mismo, se desenvuelve a través del choque de los distintos grupos de la sociedad en transformación. A las explosiones de la guerra civil y de las guerras exteriores suceden períodos de reformas pacíficas. Las revoluciones de la economía, de la técnica, de la ciencia, de la familia, de las costumbres, se desenvuelven en una completa acción recíproca que no permite a la sociedad alcanzar el equilibrio. En esto consiste el carácter permanente de la revolución socialista como tal.
El carácter internacional de la revolución socialista, que constituye el tercer aspecto de la teoría de la revolución permanente, es consecuencia inevitable del estado actual de la economía y de la estructura social de la Humanidad. El internacionalismo no es un principio abstracto, sino únicamente un reflejo teórico y político del carácter mundial de la economía, del desarrollo mundial de las fuerzas productivas y del alcance mundial de la lucha de clases. La revolución socialista empieza dentro de las fronteras nacionales, pero no puede contenerse en ellas. La contención de la revolución proletaria dentro de un territorio nacional no puede ser más que un régimen transitorio, aunque sea prolongado, como lo demuestra la experiencia de la Unión Soviética. Sin embargo, con la existencia de una dictadura proletaria aislada, las contradicciones interiores y exteriores crecen paralelamente a los éxitos. De continuar aislado, el Estado proletario caería, más tarde o más temprano, víctima de dichas contradicciones. Su salvación está únicamente en hacer que triunfe el proletariado de los países más progresivos. Considerada desde este punto de vista, la revolución socialista implantada en un país no es un fin en sí sino únicamente un eslabón de la cadena internacional. La revolución internacional representa de suyo, pese a todos los reflujos temporales, un proceso permanente. ( La revolución permanente , en adelante RP , Yunque, Buenos Aires, 1973, págs. 29-32).
[1] Se refiere al socialismo en un sólo país, no al nazismo.
[2] Contra la URSS.
[3] En 1929, cuando escribió estas Tesis, Trotsky aún caracterizaba al stalinismo como centrista; luego lo definiría como contrarrevolucionario.
Los requisitos previos objetivos para la revolución proletaria no sólo han madurado; empiezan a pudrirse un poco. Sin una revolución socialista, y además en un período histórico inmediato, toda la civilización humana está amenazada por una catástrofe. Todo depende ahora del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria. ( El Programa de Transición para la revolución socialista, en adelante PT , Crux, La Paz, s/f, pág. 31.)
Es necesario ayudar a las masas, en el proceso de la lucha cotidiana, a encontrar un puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa socialista de la revolución. Este puente debe contener un sistema de reivindicaciones transitorias, que partan de las condiciones actuales y de la actual conciencia de amplias capas de la clase obrera y conduzcan invariablemente a un solo resultado final: la conquista del poder por el proletariado. [...]
La socialdemocracia clásica [...] dividió su programa en dos partes independientes una de otra, el programa mínimo, que se limitaba a reformas en el marco de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que prometía la sustitución del capitalismo por el socialismo en un futuro indeterminado. Entre el programa mínimo y el máximo no había ningún puente [...] El Comintern se ha puesto a seguir el camino de la socialdemocracia en una época de descomposición del capitalismo, cuando, en términos generales, no puede ni hablarse de reformas sociales progresivas ni de elevación de los niveles de vida de las masas; [...] cuando cada una de las reivindicaciones importantes del proletariado, e incluso cada una de las reivindicaciones importantes de la pequeña burguesía, rebasa inevitablemente los límites de las relaciones de propiedad capitalistas y del Estado burgués.
La tarea estratégica de la Cuarta Internacional no consiste en la reforma del capitalismo, sino en su derrocamiento. Su objetivo político es la conquista del poder por el proletariado con el propósito de expropiar a la burguesía. [...]
La Cuarta Internacional no deja de lado el programa de las viejas reivindicaciones mínimas en la medida en que hayan conservado al menos parte de su fuerza vital. Defiende infatigablemente los derechos democráticos y las conquistas sociales de los obreros. Pero lleva a cabo este trabajo cotidiano en el marco de la perspectiva actual correcta, es decir, de la perspectiva revolucionaria. En las misma medida en que las viejas y parciales reivindicaciones mínimas entran en conflicto con las tendencias destructivas y degradantes del capitalismo decadente y esto se produce a cada paso la Cuarta Internacional propone un sistema de reivindicaciones transitorias, cuya esencia se encierra en el hecho de que se orientarán cada vez más abierta y decisivamente contra las bases mismas del régimen burgués. El viejo programa mínimo queda reemplazado por el programa de transición, cuya tarea consiste en la movilización sistemática de las masas para la revolución proletaria. ( PT , págs. 33-35.)
El marxismo considera el desarrollo de la técnica como el resorte principal del progreso, y construye el programa comunista sobre la dinámica de las fuerzas de producción [...]
La base material del comunismo deberá consistir en un desarrollo tan alto del poder económico del hombre que el trabajo productivo, al dejar de ser una carga y una pena, no necesite de ningún aguijón, y que el reparto de los bienes, en constante abundancia, no exija [...] más control que el de la educación, el hábito, la opinión pública. [...]
El capitalismo ha preparado las condiciones y las fuerzas de la revolución social: la técnica, la ciencia, el proletariado. Sin embargo, la sociedad comunista no puede suceder inmediatamente a la burguesa; la herencia cultural y material del pasado es demasiado insuficiente. En sus comienzos, el Estado obrero aún no puede permitir a cada uno trabajar según sus capacidades, o en otras palabras, lo que pueda y quiera; ni recompensar a cada uno según sus necesidades, independientemente del trabajo realizado. El interés del crecimiento de las fuerzas productivas obliga a recurrir a las normas habituales del salario, es decir, al reparto de bienes según la cantidad y la calidad del trabajo individual.
Marx llamaba a esta primera etapa de la nueva sociedad la etapa inferior del comunismo, a diferencia de la etapa superior en la que desaparece, al mismo tiempo que el último espectro de necesidad, la desigualdad material. Naturalmente que aún no hemos llegado al comunismo completo dice la actual doctrina oficial, pero ya hemos realizado el socialismo, es decir, la etapa inferior del comunismo. [...] Pero, desde el punto de vista del marxismo, el problema no se refiere precisamente a las simples formas de propiedad, independientemente del rendimiento obtenido por el trabajo. En todo caso, Marx entendía por etapa inferior del comunismo la de una sociedad cuyo desarrollo económico fuera, desde un principio, superior al del capitalismo avanzado. En teoría, esta manera de plantear el problema es irreprochable, pues el comunismo, considerado a escala mundial , constituye, aun en su etapa inicial, en su punto de partida, un grado superior con relación a la sociedad burguesa. Marx esperaba, por otra parte, que los franceses comenzarían la revolución socialista, que los alemanes continuarían y que terminarían los ingleses. La realidad fue distinta. [...]
Rusia no era el eslabón más resistente sino el más débil del capitalismo. La URSS actual no sobrepasa el nivel de la economía mundial [...] Si la sociedad que debía formarse sobre la base de la socialización de las fuerzas productivas de los países más avanzados del capitalismo representaba para Marx la etapa inferior del comunismo, esta definición no se aplica a la URSS, que sigue siendo, a ese respecto, mucho más pobre en cuanto a técnica, a bienes y a cultura que los países capitalistas. Es más exacto, pues, llamar al régimen soviético actual, con todas sus contradicciones, transitorio entre el capitalismo y el socialismo, o preparatorio al socialismo, y no socialista.
[...] La fuerza y la estabilidad de los regímenes se mide, en último análisis, por el rendimiento relativo del trabajo. Una economía socialista, en vías de sobrepasar en el sentido técnico al capitalismo, tendría asegurado realmente un desarrollo socialista, en cierto modo automático, lo que desdichadamente no puede decirse de la economía soviética.
[...] El desarrollo no consiste [...] en la acumulación planificada y en la mejoría constante de lo que es. Implica transformaciones de cantidad en calidad, crisis, saltos hacia adelante, retrocesos. Justamente porque la URSS aún no está en la primera etapa del socialismo, sistema equilibrado de producción y de consumo, su desarrollo no es armonioso sino contradictorio. Las contradicciones económicas hacen nacer los antagonismos sociales que despliegan su propia lógica sin esperar al desarrollo de las fuerzas productivas. [...] ¿En qué sentido evolucionará [...] el dinamismo de las contradicciones económicas y de los antagonismos sociales de la sociedad soviética? Aún no hay respuesta definitiva e indiscutible a esta pregunta. La solución depende de la lucha de las fuerzas vivas de la sociedad, no solamente a escala nacional, sino a escala internacional. ( La revolución traicionada , en adelante RT , Crux, La Paz, s/f, págs. 49-52.)
Siguiendo a Marx y Engels, Lenin ve el primer rango distintivo de la revolución en que al expropiar a los explotadores suprime la necesidad de un aparato burocrático que domine a la sociedad y, sobre todo, de la policía y el ejército permanente. El proletariado necesita del Estado [...] escribía Lenin en 1917 [...], pero [...] sólo necesita de un Estado agonizante; es decir, que comience inmediatamente a agonizar y que no pueda dejar de agonizar. [...]
Cualquiera que sea la interpretación que se dé a la naturaleza del Estado soviético, una cosa es innegable: al terminar sus primeros veinte años está lejos de haber agonizado; ni siquiera ha empezado a agonizar; peor aun, se ha transformado en una fuerza incontrolada que domina a las masas; el ejército, lejos de ser reemplazado por el pueblo armado, ha formado una casta de oficiales privilegiados en cuya cima han aparecido los mariscales, mientras que al pueblo que ejerce armado la dictadura, se le ha prohibido hasta la posesión de un arma blanca. La fantasía más exaltada concebiría difícilmente un contraste más vivo que el que existe entre el esquema del Estado obrero de Marx-Engels-Lenin y el Estado a cuya cabeza se halla Stalin actualmente. [...] ( RT, págs. 52-55.)
Engels escribía [...] : ...cuando desaparezcan, al mismo tiempo que el dominio de clases y la lucha por la existencia individual engendrada por la anarquía actual de la producción, los choques y los excesos que nacen de esta lucha, ya no habrá nada que reprimir, y la necesidad de una fuerza especial de represión no se hará sentir en el Estado. [...] Para que el Estado desaparezca, es necesario que desaparezcan el dominio de clase y la lucha por la existencia individual. Engels reúne estas dos condiciones en una sola: en la perspectiva de la sucesión de los regímenes sociales, unas decenas de años no cuentan mucho. Las generaciones que soportan la revolución sobre sus propias espaldas se representan la cosa de otra manera. Es exacto que la lucha de todos contra todos nace de la anarquía capitalista. Pero la socialización de los medios de producción no suprime automáticamente la lucha por la existencia individual. Éste es el eje del asunto.
El Estado socialista, aun en América sobre las bases del capitalismo más avanzado, no podría dar a cada uno lo necesario, y se vería obligado, por tanto, a incitar a todo el mundo a que produjera lo más posible. La función de excitador le corresponde [...] modificándolos y suavizándolos, a los métodos de retribución del trabajo elaborados por el capitalismo. En este sentido, Marx escribía en 1875 que el derecho burgués... es inevitable en la primera fase de la sociedad comunista, bajo la forma que reviste al nacer de la sociedad capitalista después de prolongados dolores de parto [...].
Lenin, comentando estas líneas notables, añade: El derecho burgués en materia de reparto de artículos de consumo supone naturalmente al Estado burgués, pues el derecho no es nada sin un aparato de coerción que imponga sus normas. Resulta, pues, que el derecho burgués subsiste durante cierto tiempo en el seno del comunismo, y aun, que subsiste el Estado burgués sin burguesía.
Esta conclusión [...] tiene una importancia decisiva para la comprensión de la naturaleza del Estado soviético o, más exactamente, para una primera aproximación en ese sentido. El Estado que se impone como tarea la transformación socialista de la sociedad, como se ve obligado a defender la desigualdad, es decir, los privilegios de la minoría, sigue siendo, en cierta medida, un Estado burgués sin burguesía. [...]
Las normas burguesas de reparto, al precipitar el crecimiento del poder material, deben servir a fines socialistas. Pero el Estado adquiere inmediatamente un doble carácter: socialista en la medida en que defiende la propiedad colectiva de los medios de producción; burgués en la medida en que el reparto de los bienes se lleva a cabo por medio de medidas capitalistas de valor; con todas las consecuencias que se derivan de este hecho. [...]
La fisonomía definitiva del Estado obrero debe definirse por la relación cambiante entre sus tendencias burguesas y socialistas. La victoria de las últimas debe significar la supresión irrevocable del gendarme o, en otras palabras, la reabsorción del Estado en una sociedad que se administre a sí misma. [...]
[...] Lenin revela la fuente de las dificultades venideras, comprendiendo las suyas, aunque no haya tenido tiempo para llevar su análisis hasta el fondo. El Estado burgués sin burguesía se reveló incompatible con la democracia soviética auténtica. La dualidad de funciones del Estado no podía dejar de manifestarse en su estructura. La experiencia ha demostrado lo que la teoría no había sabido prever con claridad suficiente: [...] Los que carecen de privilegios no se sienten inclinados a crearlos ni a defenderlos. La mayoría no puede respetar los privilegios de la minoría. Para defender el dercho burgués, el Estado obrero se ve obligado a formar un órgano de tipo burgués, o, dicho brevemente, se ve obligado a volver al gendarme, aunque dándole un nuevo uniforme. [...]
Las tendencias burocráticas que sofocan al movimiento obrero también deberán manifestarse por doquier después de la revolución proletaria. Pero es evidente que, mientras más pobre sea la sociedad nacida de la revolución, esta ley deberá manifestarse más severamente, sin rodeos; y, mientras más brutales sean las formas que debe revestir, el burocratismo será más peligroso para el desarrollo del socialismo. No son los restos, impotentes por sí mismos, de las antiguas clases poseedoras lo que impiden, como declara la doctrina puramente policiaca de Stalin, que el Estado soviético perezca, pues aunque se liberara de la burocracia parasitaria, permanecerían factores infinitamente más potentes, como la indigencia material, la falta de cultura general y el dominio consiguiente del derecho burgués en el terreno que interesa más directa y vivamente a todo hombre: el de su conservación personal. [...] ( RT , págs. 55-58).
Partiendo únicamente de la teoría marxista de la dictadura del proletariado, Lenin no pudo [...] obtener sobre el carácter del Estado todas las deducciones impuestas por la condición atrasada y el aislamiento del país. Al explicar las supervivencias de burocracia por la inexperiencia administrativa de las masas y las dificultades nacidas de la guerra, el programa del partido prescribe medidas puramente políticas para vencer las deformaciones burocráticas (electibilidad y revocabilidad en cualquier momento de todos los mandatarios, supresión de los privilegios materiales, control activo de las masas). Se pensaba que, con estos medios, el funcionario cesaría de ser un jefe para transformarse en un simple agente técnico [...] mientras que el Estado poco a poco abandonaba la escena sin ruido.
Esta subestimación manifiesta de las dificultades se explica porque el programa se fundaba enteramente y sin reservas sobre una perspectiva internacional. La Revolución de Octubre ha realizado en Rusia la dictadura del proletariado... La era de la revolución proletaria, comunista, universal, se ha abierto. Éstas son las primeras líneas del programa. Los autores de este documento no se asignaban como único fin la edificación del socialismo en un solo país [...] , y no se preguntaban qué carácter revestiría el Estado soviético si tuviera que realizar solo, durante veinte años, las tareas económicas y culturales desde hacía largo tiempo realizadas por el capitalismo avanzado.
Sin embargo, la crisis revolucionaria de posguerra no produjo la victoria del socialismo en Europa: la socialdemocracia salvó a la burguesía. La contradictoria estructura social de la URSS y el carácter ultraburocrático del Estado soviético son las consecuencias directas de esta singular dificultad histórica imprevista [...]
La reducción del Estado a funciones de censo y control, mientras que las funciones coercitivas debían debilitarse sin cesar, como lo exigía el programa, suponía cierto bienestar. Esta condición necesaria faltaba. El socorro de Occidente no llegaba. El poder de los soviets democráticos resultaba molesto y aun intolerable cuando se trataba de servir a los grupos privilegiados más indispensables para la defensa, para la industria, para la técnica, para la ciencia. Una poderosa casta de especialistas del reparto se formó y se fortificó gracias a la maniobra nada socialista de quitarles a diez personas para darle a una. ( RT, págs. 59-61.)
Se sabe suficientemente que hasta ahora todas las revoluciones han suscitado reacciones y aun contrarrevoluciones posteriores que, por lo demás, nunca han logrado que la nación vuelva a su primitivo punto de partida, aunque siempre se han adueñado de la parte del león en el reparto de las conquistas. Por regla general, los pioners, los iniciadores, los conductores, que se encontraban a la cabeza de las masas durante el primer período, son las víctimas de la primera corriente de reacción, mientras que surgen a primer plano hombres del segundo, unidos a los antiguos enemigos de la revolución. Los duelos dramáticos de los primeros actores en la escena política ocultan derrumbes en las relaciones entre las clases y, lo que no es menos importante, profundos cambios en la psicología de las masas, todavía revolucionaria la víspera...
[...] La reacción creció durante el curso de las guerras que siguieron; las condiciones exteriores y los acontecimientos la nutrieron sin cesar. Una intervención sucedía a la otra; los países de Occidente no prestaban ayuda directa; y en lugar del bienestar esperado, el país vio que la miseria se instalaba en él por mucho tiempo. Los representantes más notables de la clase obrera habían perecido en la guerra civil o, al elevarse unos grados, se habían separado de las masas. Así sobrevino, después de una tensión prodigiosa de las fuerzas, de las esperanzas, de las ilusiones, un largo período de fatiga, de depresión y de desilusión. [...]
La reacción en el seno del proletariado hizo nacer grandes esperanzas y gran seguridad en la pequeña burguesía de las ciudades y el campo [...] La joven burocracia, formada primitivamente con el fin de servir al proletariado, se sintió el árbitro entre las clases, adquirió una autonomía creciente.
La situación internacional obraba poderosamente en el mismo sentido. La burocracia soviética adquiría mayor seguridad a medida que las derrotras de la clase obrera internacional eran más terribles. Entre estos dos hechos la relación no es solamente cronológica, es causal; y lo es en dos sentidos: la dirección burocrática del movimiento contribuía a las derrotas; las derrotas afianzaban a la burocracia. [...]
Decenas de millares de militantes revolucionarios se habían agrupado bajo la bandera de los bolcheviques leninistas. Los obreros miraban a la oposición con una simpatía evidente. Pero era una simpatía pasiva, pues ya no creían poder modificar la situación mediante la lucha. En cambio, la burocracia afirmaba que la oposición se prepara a arrojarnos a una guerra revolucionaria por la revolución internacional. ¡Basta de trastornos! Hemos ganado un descanso. Construiremos en nuestro país la sociedad socialista. Contad con nosotros, que somos vuestros jefes. Esta propaganda del reposo, cimentando el bloque de los funcionarios y de los militares, encontraba indudablemente un eco en los obreros fatigados y, más aun, en las masas campesinas que se preguntaban si la oposición no estaría realmente dispuesta a sacrificar los intereses de la URSS por la revolución permanente. [...]
La oposición se encontró aislada. La burocracia se aprovechaba de la situación. Explotando la confianza y la pasividad de los trabajadores, lanzando a los más atrasados contra los más avanzados, apoyándose siempre y con más audacia en el kulak y, de manera general, en la pequeña burguesía, la burocracia logró triunfar en unos cuantos años sobre la vanguardia revolucionaria del proletariado. [...]
La burocracia no sólo a vencido a la oposición de izquierda, ha vencido también al partido bolchevique. Ha vencido al programa de Lenin, que veía el principal peligro en la transformación de los órganos del Estado de servidores de la sociedad en amos de ella. Ha vencido a todos sus adversarios [...] , no por medio de argumentos e ideas, sino aplastándolos bajo su propio peso social . ( RT, págs. 86-92.)
La divinización cada vez más imprudente de Stalin es [...] necesaria para el régimen. La burocracia necesita un árbitro supremo inviolable [...] y eleva sobre sus hombros al hombre que mejor responde a sus pretensiones de dominación. [...]
El cesarismo o su forma burguesa, el bonapartismo, entra en escena en la historia cuando la áspera lucha de dos adversarios parece elevar el poder sobre la nación, y asegura a los gobernantes una independencia aparente con relación a las clases; cuando en realidad no les deja más que la libertad que necesitan para defender a los privilegiados. Elevándose sobre una sociedad políticamente atomizada, apoyado sobre la policía y el cuerpo de oficiales, sin tolerar ningún control, el régimen stalinista constituye una variedad manifiesta del bonapartismo, de un tipo nuevo [...] El bonapartismo fue uno de los instrumentos del régimen capitalista en sus períodos críticos. El stalinismo es una de sus variedades, pero sobre las bases del Estado obrero, desgarrado por el antagonismo entre la burocracia soviética organizada y armada y las masas laboriosas desarmadas. [...]
El bonapartismo soviético se debe, en último análisis, al retraso de la revolución mundial. La misma causa ha engendrado el fascismo en los países capitalistas. [...] el estrangulamiento de la democracia soviética por la burocracia todopoderosa y las derrotas infligidas a la democracia en otros países se deben a la lentitud con que el proletariado mundial cumple la misión que le ha asignado la historia. A pesar de la profunda diferencia de sus bases sociales, el stalinismo y el fascismo son fenómenos simétricos [...] Un movimiento revolucionario, en Europa, quebrantaría al fascismo y al bonapartismo soviético. La burocracia stalinista tiene razón cuando vuelve la espalda a la revolución internacional; obedece, al hacerlo, al instinto de conservación. ( RT, págs. 244-246.)
Dos tendencias opuestas se desarrollan en el seno del régimen. Al desarrollar las fuerzas productivas al contrario del capitalismo estancado, ha creado los fundamentos económicos del socialismo. Al llevar hasta el extremo con su complacencia para los dirigentes las normas burguesas del reparto, prepara una restauración capitalista. La contradicción entre las formas de propiedad y las normas de reparto no puede crecer indefinidamente. De manera es, que las normas burguesas de reparto tendrán que extenderse a los medios de producción, o las normas de reparto tendrán que concederse a la propiedad socialista. ( RT, págs. 215-216.)
Las clases se definen por el sitio que ocupan en la economía social y, sobre todo, con relación a los medios de producción. En las naciones civilizadas, la ley fija las relaciones de propiedad. La nacionalización del suelo, de los medios de producción, de los transportes y de los cambios, así como el monopolio del comercio exterior, forman las bases de la sociedad soviética. Para nosotros, esta adquisición de la revolución proletaria define a la URSS como un Estado proletario.
[...] La burocracia soviética ha expropiado políticamente al proletariado para defender con sus propios métodos las conquistas sociales de éste. Pero el hecho mismo de que se haya apropiado del poder en un país en donde los medios de producción más importantes pertenecen al Estado, crea, entre ella y las riquezas de la nación, relaciones enteramente nuevas. Los medios de producción pertenecen al Estado. El Estado pertenece, en cierto modo, a la burocracia. Si estas relaciones se estabilizaran, se legalizaran, se hicieran normales, sin resistencia o contra la resistencia de los trabajadores, concluirían por liquidar completamente las conquistas de la revolución proletaria. Pero esta hipótesis es prematura. El proletariado aún no ha dicho su última palabra. La burocracia no le ha creado una base social a su dominio, bajo la forma de condiciones particulares de propiedad. Está obligada a defender la propiedad del Estado, fuente de su poder y de sus rentas. Desde este punto de vista, sigue siendo un instrumento de la dictadura del proletariado.
Las tentativas de presentar a la burocracia soviética como una clase capitalista de Estado no resisten a la crítica. La burocracia no tiene títulos ni acciones. Se recluta, se completa y se renueva gracias a una jerarquía administrativa, sin tener derechos particulares en materia de propeidad. El funcionario no puede transmitir a sus herederos su derecho de explotación del Estado. [...] Su apropiación de una inmensa parte de la renta nacional es un hecho de parasitismo social. [...]
La caída del régimen soviético provocaría infaliblemente la de la economía planificada y, por tanto, la liquidación de la propiedad estatizada. El lazo obligado entre los trusts y las fábricas en el seno de los primeros, se rompería. Las empresas más favorecidas serían abandonadas a sí mismas. Podrían transformarse en sociedades por acciones o adoptar cualquier otra forma transitoria de propiedada, tal como la participación de los obreros en los beneficios. Los koljoses se disgregarían al mismo tiempo, y con mayor facilidad. La caída de la dictadura burocrática actual, sin que fuera reemplazada por un nuevo poder socialista, anunciaría, también, el regreso al sistema capitalista con una baja catastrófica de la economía y de la cultura. ( RT , págs. 218-221.)
Calificar de transitorio o de intermediario al régimen soviético es descartar las categorías sociales acabada como el capitalismo (incluyendo al capitalismo de Estado) y el socialismo. Pero esta definición es, en sí misma, insuficiente y susceptible de sugerir la falsa idea de que la única transición posible al régimen soviético conduce al socialismo. Sin embargo, un retroceso al capitalismo sigue siendo perfectamente posible. [...]
La URSS es una sociedad intermediaria entre el capitalismo y el socialismo, en la que: a) Las fuerzas productivas son aún insuficientes para dar a la propiedad del Estado un carácter socialista; b) La tendencia a la acumulación primitiva, nacida de la sociedad, se manifiesta a través de todos los poros de la economía planificada; c) La normas de reparto de naturaleza burguesa están en la base de la diferenciación social; d) El desarrollo económico, al mismo tiempo que mejora lentamente la condición de los trabajadores, contribuye a formar rápidamente una capa de privilegiados; e) La burocracia, al explotar los antagonismos sociales, se ha convertido en una casta incontrolada, extraña al socialismo; f) La revolución social, traicionada por el partido gobernante, vive aún en las relaciones de propiedad y en la conciencia de los trabajadores; g) La evolución de las contradicciones acumuladas puede conducir al socialismo o lanzar a la sociedad hacia el capitalismo; h) La contrarrevolución en marcha hacia el capitalismo tendrá que romper la resistencia de los obreros; i) Los obreros, al marchar hacia el socialismo, tendrán que derrocar a la burocracia. El problema será resuelto por la lucha de las dos fuerzas vivas en el terreno nacional e internacional. [...]
El fin científico y político que perseguimos no es dar una definición acabada de un proceso inacabado, sino observar todas las fases del fenómeno, y desprender de ellas las tendencias progresistas y las reaccionarias, revelar su interacción, prever las diversas variantes del desarrollo ulterior y encontrar en esta previsión un punto de apoyo para la acción. ( RT, págs. 223-225.)
¿El funcionario concluirá por devorar a la clase obrera, o la clase obrera lo hará impotente para perjudicar? De esta disyuntiva depende la suerte de la URSS. [...] Las relaciones de reciprocidad entre el Estado y la clase obrera son mucho más complejas de lo que se imaginan los demócratas vulgares. Sin economía planificada, la URSS retrocedería diez años. Al mantener esta economía, la burocracia continúa desempeñando una función necesaria. Pero lo hace de tal manera, que prepara el naufragio del sistema y amenaza todas las conquistas de la revolución. Los obreros son realistas. Sin hacerse ilusiones sobre la casta dirigente, cuanto menos sobre las capas de esta casta a las que conocen más de cerca, la consideran, por el momento, como la guardiana de una parte de sus propias conquistas. No dejarán de expulsar a la guardiana deshonesta, insolente y sospechosa, cuando sea posible pasarse sin ella. Para esto, es necesario que estalle una revolución en Occidente o en Oriente.
[...] Todos los indicios nos hacen creer que los acontecimientos provocarán infaliblemente un conflicto entre las fuerzas populares [...] y la oligarquía burocrática. Esta crisis no acepta solución pacífica. [...] La burocracia soviética no abandonará sus posiciones sin combate; el país se encamina evidentemente hacia una revolución. [...]
La revolución que la burocracia prepara en contra de sí misma no será social como la de Octubre de 1917, pues no tratará de cambiar las bases económicas de la sociedad ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. La historia ha conocido, además de las revoluciones sociales que sustituyeron el régimen feudal por el burgués, revoluciones políticas, que, sin tocar los fundamentos económicos de la sociedad, derriban las viejas formaciones dirigentes [...] La subversión de la casta bonapartista tendrá, naturalmente, profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una transformación política. ( RT , págs. 251-253.)
El régimen de la URSS encarna contradicciones terribles. Pero sigue siendo un Estado obrero degenerado. Éste es el diagnóstico social. El pronóstico político tiene un carácter alternativo: o bien la burocracia, convirtiéndose cada vez más en el órgano de la burguesía mundial en el Estado obrero, derrocará las nuevas formas de propiedad y volverá a hundir el país en el capitalismo, o bien la clase obrera aplastará a la burocracia y abrirá el camino al socialismo. [...]
Un nuevo ascenso de la revolución en la URSS empezará indudablemente bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política. ¡Abajo con los privilegios de la burocracia! [...]
La lucha por la libertad de los sindicatos y los comités de fábrica, por el derecho de reunión y la libertad de prensa, se desarrollará en la lucha por la regeneración y el desarrollo de la democracia soviética. [...]
La burocracia ha reemplazado los soviets, como órganos de clase, por la ficción de los derechos electorales universales [...] Es preciso devolver a los soviets no sólo su libre forma democrática, sino también su contenido de clase [...] es necesario expulsar de los soviets a la burocracia y a la nueva aristocracia [...]
¡Revisión, de pies a cabeza, de la economía planificada en interés de los productores y de los consumidores! Los comités de fábrica deben recobrar el derecho de control sobre la producción. [...]
La reaccionaria política internacional de la burocracia debe reemplazarse por la política del internacionalismo proletario. [...] ¡Abajo con la diplomacia secreta! [...]
Es imposible realizar este programa sin el derrocamiento de la burocracia [...] Sólo el levantamiento revolucionario victorioso de las masas oprimidas puede resucitar el régimen soviético y garantizar su ulterior desarrollo hacia el socialismo. ( PT , págs. 69-74.)
Algunas voces exclaman: Si continuamos reconociendo a la URSS como Estado obrero, debemos establecer una nueva categoría: el Estado obrero contrarrevolucionario. Este argumento trata de impresionar nuestra imaginación mediante la oposición de una buena norma programática a una realidad miserable, ruin y hasta repugnante. [...] Hay dos internacionales obreras completamente contrarrevolucionarias. [...] Los sindicatos de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y otros países apoyan completamente la política contrarrevolucionaria de sus burguesías. Esto no nos impide llamarlos sindicatos, apoyar sus pasos progresivos y defenderlos contra la burguesía. ¿Por qué es imposible emplear el mismo método con el Estado obrero contrarrevolucionario? En último análisis, un Estado obrero es un sindicato que ha conquistado el poder. ( En defensa del marxismo , en adelante DM , Yunque, Buenos Aires, 1975, págs. 6-7.)
¿Qué quiere decir defensa incondicional de la URSS? Quiere decir que no pedimos ninguna condición a la burocracia. Quiere decir que, independientemente del motivo y de las causas de la guerra, defendemos las bases sociales de la URSS si es amenazada por el imperialismo. [...]
La política exterior es la continuación de la interna. Jamás hemos prometido apoyar todas las acciones del Ejército Rojo, que es un instrumento en manos de la burocracia bonapartista. Hemos prometido defender únicamente a la URSS como Estado obrero y solamente aquello que pertenece al Estado obrero. [...] En cada caso la Cuarta Internacional sabrá distinguir dónde y cuándo el Ejército Rojo está actuando exclusivamente como instrumento de la reacción bonapartista y dónde defiende las bases socialistas de la URSS.
Un sindicato dirigido por burócratas reaccionarios organiza una huelga contra la admisión de obreros negros en cierta rama de la industria. ¿Apoyaremos una huelga tan vergonzosa? Naturalmente que no. Pero imaginemos que los patrones, utilizando dicha huelga, intenten aplastar al sindicato e imposibiliten en general la defensa organizada de los trabajadores. En este caso defenderemos al sindicato como lógica consecuencia a pesar de su reaccionaria dirección. ¿Por qué no es aplicable esta misma política a la URSS? ( DM , págs. 12-13.)
¿Qué significa Estado obrero degenerado en nuestro programa? A esta interrogación, responde nuestro programa con un grado de concreción que resulta enteramente adecuado para resolver la cuestión de la defensa de la URSS. Esto es: 1) los rasgos que en 1920 constituían una deformación burocrática del sistema soviético se han vuelto ahora un régimen burocrático independiente, que ha devorado a los soviets; 2) la dictadura de la burocracia, incompatible con las tareas internas e internacionales del socialismo, ha introducido y continúa introduciendo, también en la vida económica del país, deformaciones profundas; 3) básicamente, sin embargo, el sistema de la economía planeada, sobre los fundamentos de la propiedad estatal de los medios de producción, se ha conservado, y continúa siendo una conquista colosal de la Humanidad. La derrota de la URSS en una guerra contra el imperialismo significaría, no sólo la liquidación de la dicradura burocrática, sino de la economía estatal planificada, y el desmembramiento del país en zonas de influencia, una nueva estabilización del imperialismo y un nuevo debilitamiento del proletariado.
De la circunstancia de que la deformación burocrática ha crecido hasta convertirse en un régimen de autocracia soviética, sacamos nosotros la conclusión de que [...] es necesario derrocar a la burocracia; esta tarea sólo puede llevarse a cabo por medio de la creación de un partido bolchevique en la URSS.
De la circunstancia de que la degeneración del sistema político todavía no ha llevado hasta la destrucción de la economía estatal planificada, sacamos la conclusión de que todavía es deber del proletariado mundial defender a la URSS en contra del imperialismo y ayudar al proletariado soviético en su lucha contra la burocracia. ( DM , pág. 104.)
El Estado obrero debe ser tomado tal como salió del implacable laboratorio de la historia, no como lo imagina un profesor socialista, que reflexiona mientras hurga con un dedo su nariz. El deber de los revolucionarios es defender toda conquista de la clase trabajadora, aunque haya sido desfigurada por la presión de fuerzas hostiles. Aquéllos que son incapaces de defender las posiciones tomadas, nunca conquistarán otras nuevas. ( DM , pág. 158.)