Algunos de los representantes de diferentes
Organizaciones No Gubernamentales que llegaron ayer de Bogotá para
acompañar a los integrantes del IPC y pedir la liberación
de sus cuatro compañeros, cuestionaron la ineficiencia del Gobierno
Nacional para brindar protección a los defensores de Derechos Humanos.
“Se hace palmaria la vulnerabilidad
de estos organismos. Se refleja el incumplimiento del Estado a los compromisos
a los que llegó tras la muerte de Eduardo Umaña Mendoza.
A la luz del día, en absoluta impunidad, se llevan a cuatro trabajadores
de una institución y no hay ningún dispositivo para controlar
esas amenazas”.
“Lo que ocurre no es un rayo en cielo
sereno. Las ONG de Derechos de Humanos, que plantean una salida de paz
y que están comprometidas con una solución política,
son asediadas y acosadas”, recordaron los activistas presentes en Medellín.
Para los entrevistados es preocupante
que se esté castigando al IPC por su independencia y criterio para
evaluar la situación nacional. “También es lamentable que
se le responda así a su compromiso con la paz y las mayorías
nacionales”.
Es preciso, anotaron los visitantes,
que quienes tienen puntos de vista comprometidos con la paz rodeemos al
IPC y hagamos sentir una voz de rechazo para que estas situaciones no acallen
la labor ni las tareas hechas en contra de la guerra.
El grupo de activistas sociales y
de D.H. que arribó ayer a la ciudad está integrado por miembros
de Brigadas de Paz, las iglesias del Canadá, Colectivo de Abogados
José Alvear Sanín, Programa por la Paz de la Compañía
de Jesús y del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos,
Ilsa.
“El IPC es parte activa de la comunidad
de ONG nacionales e internacionales que trabajan por la paz y es fundamental
en la plataforma nacional de Derechos Humanos y Democracia. En tal sentido
lo que ocurre nos afecta a todos y por eso estamos aquí”.
EL COLOMBIANO 30 de Enero de
1999
Junto a Naciones Unidas
Human Rights Watch condenó
el hecho
Una condena enérgica al secuestro
de cuatro defensores de Derechos Humanos pertenecientes al Instituto Popular
de Capacitación y la solicitud de que sean puestos en libertad de
inmediato hicieron ayer Human Rights Watch Americas, HRWA, y la Oficina
de la Alta Comisionada de Naciones Unidas, en Bogotá.
Ambos organismos expresaron su preocupación
por la suerte de los investigadores antioqueños secuestrados por
un comando armado la tarde del jueves pasado. La dependencia de Naciones
Unidas exhortó al Estado para que garantice medidas de protección
a los defensores de
Derechos Humanos.
De igual manera, el director Ejecutivo
de HRWA, José Miguel Vivanco, observó que “es la primera
vez en nuestra experiencia en Colombia en que defensores de Derechos Humanos
han sido secuestrados en una forma tan brutal y tan abierta”.
Vivanco recordó que en octubre
pasado expresó al presidente Pastrana su preocupación por
la falta de acción del Gobierno para proteger a los defensores DH.
“Hoy me pregunto: ¿cuántos defensores tienen que sufrir antes
de que las autoridades tomen las medidas necesarias para protegerlos?”.
HRWA señaló que los
cuatro funcionarios plagiados no son combatientes en el conflicto armado
colombiano y por ende son explícitamente protegidos por el Derecho
Internacional Humanitario, DIH.
Entre tanto, la Oficina de la Alta
Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió al
Gobierno “hacer efectivo el reconocimiento del derecho de los defensores
de los Derechos Humanos a desarrollar sus actividades sin injerencias ni
impedimentos ilegítimos; y en condiciones de plena seguridad para
su vida, su integridad y su libertad”.
EL COLOMBIANO, 30 de Enero de
1999
Hipótesis sobre la retención
Los organismos de seguridad y los integrantes
de diferentes instituciones no gubernamentales analizaban ayer seis hipótesis
posibles sobre la retención de los cuatro integrantes del Instituto
Popular de Capacitación, IPC:
1. Que la retención fue realizada
por uno de los actores del conflicto armado (tal vez las Autodefensas Unidas
de Colombia), como parte del comienzo de una serie de acciones que buscarían
presionar el reconocimiento de su estatus político por parte del
Gobierno y de los demás bandos de la guerra interna.
2. Que podría tratarse de un
plan sistemático de retenciones de grupos paramilitares y de autodefensa
para presionar a las Farc, al ELN y a la disidencia del EPL, a que liberen
a las personas en su poder: soldados y demás secuestrados con carácter
extorsivo en el país.
3. Que el comando armado estaría
conformado por algunos integrantes de los sectores de los organismos de
seguridad más reacios al diálogo y a la negociación
política del conflicto armado. Se trataría de un mecanismo
de presión para frenar los esfuerzos de los diferentes movimientos
de la sociedad civil que abogan por una salida negociada (no militar) a
la guerra interna.
4. Que se trata de una reacción
violenta de alguno de los actores de la guerra interna frente a la investigación
anual mediante la cual el IPC, desde hace seis años, analiza y denuncia,
en materia de Derechos Humanos y violaciones al Derecho Internacional Humanitario,
el desarrollo y los efectos del conflicto político, social y urbano
que afecta al país.
5. Que los miembros del Instituto
Popular de Capacitación habrían sido raptados para ser portadores,
en los poróximos días, de un mensaje de alguno de los actores
del conflicto armado.
6. Que el hecho, en el contexto de
la “guerra sucia”, fue cometido por los sectores de derecha más
reaccionarios del país con el ánimo de dar un “mensaje de
amenaza” a los defensores de Derechos Humanos para que cesen su veeduría,
denuncia y pedagogía sobre el tema a nivel nacional e internacional
y para que desistan de su propósito de facilitar y alentar una salida
dialogada al conflicto armado.
Medellín, sábado
30 de Enero de 1999
Siguen desaparecidos 4 defensores
de D.H.
“Es injusto violentar a nuestros
compañeros”
Numerosas personas insistieron ayer
en que los cuatro integrantes del Instituto Popular de Capacitación
retenidos por un comando armado están comprometidos con la paz y
la democracia. “No hay justificación alguna para que sean blanco
de los actores del conflicto”
Por CARLOS ALBERTO GIRALDO M., Medellín
En medio del clamor para que sean
devueltos a sus hogares sanos y salvos, los compañeros de los cuatro
integrantes del Instituto Popular de Capacitación, IPC, retenidos
por un comando armado reiteraron que no existen motivos para que se ejerza
violencia contra ellos.
“Son personas dedicadas a buscar,
a imaginar, soluciones pacíficas al conflicto armado que nos golpea.
Además, están integradas al pacto de neutralidad suscrito
por las ONG de Antioquia y del país frente a los grupos que protagonizan
la guerra interna”, observaron miembros de la institución.
Cabe recordar que el jueves pasado,
entre las 4 y 25 y las 4 y 50 de la tarde, un grupo armado compuesto por
ocho hombres y una mujer asaltó las instalaciones del IPC y, luego
de reducir a 25 personas que se encontraban allí, se llevó
a Jairo Bedoya, director Ejecutivo del Instituto; Olga Rodas, directora
Administrativa; Jorge Salazar, director del Progama de Paz y Derechos Humanos
y Claudia Tamayo, directora del Programa de Gestión y Desarrollo
Municipal.
Funcionarios del IPC, organismo que
cumplió 17 años de existencia el pasado 23 de enero y es
uno de los más reconocidos en el país por sus investigaciones
en Derechos Humanos, democracia y paz, dijeron que no pesaba ninguna amenaza
contra el Instituto ni ninguno de sus integrantes.
“Apenas vivíamos las tensiones
propias de los asesinatos de Jesús María Valle, Eduardo Umaña
y Jorge Ortega; además del ambiente difícil del país
por el recrudecimiento del conflicto armado”.
Ayer todavía eran un misterio
la identidad y vínculos de los autores del hecho: “personas entre
los 27 y los 30 años de edad, antioqueños, vestidos con ropa
informal (jeans de marca, zapatos modernos, cachuchas, chaquetas y bien
afeitados y motilados). Entre ellos, se llamaban ‘compañero’ y dijeron
que no permitirían que la guerrilla se imponga en la ciudad. Su
jefe portaba radio de comunicaciones”.
Reflexión
“Lo sucedido nos comprueba que trabajar
en Derechos Humanos y Paz en este país es estar en el ojo del huracán.
Socialmente asumimos ese reto. Por eso hoy existe una gran movilización
civil en pro de buscar una salida negociada al conflicto e impedir que
se violen las garantías fundamentales”, dicen los voceros del IPC.
“De ahí nuestro desconcierto
porque quienes precisamente nos movilizamos en favor de la paz y contra
la guerra, somos las víctimas de la confrontación y los que
ponemos los muertos”.
Aunque el año pareció
comenzar bien, observó uno de los miembros del IPC, hoy todo es
confuso: congelamiento de los diálogos Gobierno-Farc, ofensiva paramilitar
y, para acabar de ajustar, el temblor de tierra en Armenia que copó
la atención de la opinión pública y es aprovechado
ahora para cometer este gravísimo atentado contra los defensores
de D.H.
Según versión de un
funcionario público que pidió mantener su nombre en reserva,
es posible, dadas las características del operativo y de sus autores,
que se trate de un comando de autodefensas. “Pero la verdad es que mientras
irrumpieron en la sede nunca se identificaron como parte de esas organizaciones
ni mencionaron el nombre de algún comandante en especial”.
Llamado
Existe la convicción de que
el rapto no se debe al informe anual de Derechos Humanos y Conflicto Armado
que publica el IPC. “Ese texto no le gusta a ningún actor armado
(guerrilla, paramilitares o Fuerzas Armadas), porque mantiene la distancia
necesaria frente a cada uno de ellos y se basa en estadísticas y
hechos concretos de limpieza social, secuestro y desaparición”.
“Es decir, la ‘papa caliente’ que
tenemos sobre el tema es el informe mismo no ninguna otra cosa, porque
el informe es neutral. El resto de nuestras actividades son académicas
y no se relacionan con grupo alguno”.
El problema, dicen los miembros del
IPC, es que en medio de una cultura política tan maniquea, que divide
todo entre buenos y malos, es una constante que se vea a la defensa de
Derechos Humanos como un crimen.
“Lo que hacemos es defender el Estado
de Derecho y las garantías ciudadanas, que son la esencia de cualquier
modelo de sociedad y, por supuesto, de la paz”.
“Como institución y en el caso
de nuestros directivos retenidos sostenemos que no es un delito ni una
actividad criminal ni un atentado defender los Derechos Humanos y la paz.
Y eso hacen Jairo, Jorge, Olga y Claudia”.
Ante esa convicción moral,
los integrantes del IPC reiteraron la necesidad de que se respete la vida
de sus compañeros y que “puedan volver cuanto antes con sus familias
y al trabajo. Ellos sólo piden paz con justicia social y en eso
somos transparentes y claros”.
Medellín, sábado
30 de Enero de 1999
A defensores de D.H. del IPC
¡Libérenlos¡,
piden Colombia y el mundo
Colombia y el mundo Por CARLOS ALBERTO
GIRALDO M. Medellín
La voz fuerte y firme de decenas de
organizaciones nacionales e internacionales se hizo sentir ayer para pedir
que sean liberados, sanos y salvos, cuatro investigadores del Instituto
Popular de Capacitación de Medellín, retenidos por un comando
armado desde la tarde del pasado jueves.
La Embajada de Gran Bretaña,
la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos
Humanos y Human Rights Watch Americas, entre otros organismos, condenaron
el hecho y pidieron al Gobierno ofrecer seguridad para que las ONG de Colombia
laboren en favor de las garantías fundamentales sin cortapisas ni
amenazas.
Hasta el final de la noche de ayer,
el paradero de Jairo Bedoya, Jorge García, Olga Rodas y Claudia
Tamayo, era incierto y las autoridades no confirmaron tener pistas seguras
sobre los responsables del hecho, aunque funcionarios que pidieron mantener
su nombre en reserva sostuvieron que, dadas las características
del rapto y de sus autores, podría tratarse de una acción
cometida por un comando de autodefensas.
EL TIEMPO 28 de enero de 1999
Presidente Pastrana traslada
su despacho a Armenia hasta el sábado
Una ciudad en pie de guerra En Armenia
todos es caos: saqueos de tiendas y supermercados; robos; desorden en el
reparto de alimentos, especulación con los precios de los víveres,
trancones. Ayer se decretó la militarización de la ciudad.
En un intento por conjurar la situación
de orden público que se presenta por la escasez de alimentos, el
Consejo de Seguridad que sesionó ayer en Armenia decidió
decretar la militarización de la ciudad.
De la determinación participó
el alcalde municipal, el gobernador y autoridades del Ejército y
la Policía.
Caos era la palabra que definía
a la capital del Quindío ayer: cientos de habitantes de los barrios
populares saquearon los supermercados; hubo un gran desorden en los suministros
de agua y de alimentos para los damnificados; la congestión del
tráfico duró hasta la mitad de la tarde, sobre todo en el
área del centro; se desató una ola de especulación
con los precios de los alimentos y del transporte. Y el hambre era generalizada
en el sur de la ciudad.
Como si fuera poco, casi desde el
mediodía hasta bien entrada la noche cayó un impresionante
aguacero que complicó más las cosas, sobre todo la movilización
y los rescates de víctimas bajo los escombros.
El caos fue tan absoluto que el gobernador
del Quindío, Henry Gómez Tabares, aceptó que la situación
de la ciudad se les salió de las manos y clamó desesperadamente
por ayuda nacional. “Con lo que tenemos no somos capaces de controlar todos
los problemas”, dijo.
Al cierre de esta edición,
en un Consejo de Seguridad, en el que se encontraban el alcalde municipal,
el gobernador, y autoridades del Ejército y la Policía se
discutía la posibilidad de militarizar la ciudad.
Inclusive el propio presidente Andrés
Pastrana decidió desplazarse a Armenia desde Bogotá y despachar
allí durante los próximos tres días.
“Vine a poner las cosas en orden”,
afirmó el Mandatario, tras señalar que no entiende las razones
por las cuales la ayuda nacional e internacional no está llegando
oportunamente a los damnificados.
¿Quién coordina?
El origen de la mayoría de
todos estos problemas parece estar en el impresionante desorden en la distribución
de los alimentos. Toda la operación la están coordinando
Martín Calvo y Juan Antonio Osorio en el aeropuerto. Son ellos quienes
entregan a los comités locales de emergencia todo el suministro
y ellos a su vez están repartiendo los víveres por zonas.
El problema es que hasta ayer en la
noche a los barrios del sur, donde se asientan varias de las comunas más
pobres (Brasilia, Boyacá, Belencito, Santander) no había
llegado ni un solo alimento.
“Para llevar agua a un barrio nos
estamos demorando toda la mañana”, dijo Carlos Peralta, un socorrista
venido de Bogotá. “Es que hay trancones de más de tres horas.
Y lo malo es que empezaron a llegar muchas personas de otras ciudades cercanas
a noveliar, a mirar lo que pasó aquí, y otros a robar”.
Para completar este panorama, se ha
desatado una ola de especulación por los precios de los alimentos.
La mayoría de tiendas cerraron para dejar los productos para propio
consumo, y muchas están cobrando 1.500 pesos por una libra de arroz
que hasta ayer costaba 400 pesos, y 1200 por una de azúcar que valía
la mitad.
“El pasaje de Pereira a Armenia costaba
hasta el domingo 15 mil pesos; hoy tuve que pagar 60 mil para llegar acá,
dice Wilmar Virgen, un comerciante que vive en la capital de Risaralda.
“Aquí está llegando gente de otras ciudades que está
vendiendo el litro de leche a cuatro mil pesos”.
Estas circunstancias hicieron que
a las 10 de la mañana, decenas de personas arremetieran contra las
rejas de Supermercados Centrales, sede sur, que estaba cerrado. Un piquete
de 40 policías intervino, pero se vieron desbordados en pocos minutos
y tuvieron que pedir refuerzos. En una hora, el episodio se volvió
una lucha entre casi 200 policías y más de 600 personas tratando
de entrar a la tienda para conseguir alimentos.
Hubo unos disparos al aire a cargo
de los agentes, y una respuesta de miles de piedras por parte de la gente.
“Finalmente, nos tocó dejar que entraran”, dijo el subcomandante
de la Policía Armenia, Dagoberto García. “Aquí ya
ha habido muchos muertos y nosotros no podemos producir más”, afirmó.
Inicialmente la gente empezó
a tomar cosas de primera necesidad, pero luego el movimiento degeneró
en saqueo total, y empezaron a salir con vajillas, lámparas y enseres,
y algunos con carritos de mercado repletos de víveres.
Antes del mediodía, el rumor
del saqueo se regó, y empezaron a bajar de las comunas cientos de
personas más que dejaron el almacén vacío en pocos
minutos. Luego la emprendieron contra las supertiendas Olímpica
a pocas cuadras de allí.
A las tres de la tarde, llegó
el refuerzo de un contingente de policías antimotines de Manizales,
y el aguacero ayudó a poner la situación bajo relativo control,
aunque a lo largo de la tarde se presentaron conatos de saqueo aislados
en otros puntos de la ciudad.
Ya van 879 muertos
Ayer empezaron a hacerse más
claras y definitivas las cifras del impresionante drama que empezó
a vivir el Eje Cafetero desde el lunes pasado.
Según el último reporte
de la Cruz Roja Nacional, hasta ayer el terremoto había cobrado
un total de 879 víctimas, y producido 3.420 heridos.
En solo Armenia han muerto 526 personas,
y se reportan 1700 heridos. En Calarcá la cifra de defunciones se
elevó a 115, en Caicedonia a 78, en La Tebaida, 48, y en Pereira
a 44. Todavía hay decenas de personas atrapadas en los escombros.
Según reporte de Dixon Tribiño,
de la Cruz Roja del Quindío, en Armenia el número de casas
destruidas excede las 20 mil, y el número de personas afectadas
por la tragedia es de 150 mil.
EL TIEMPO
Martes 26 de enero de 1999
En 19 páginas presentan
su propio ‘dossier’ del paramilitarismo
Farc quieren caída de
diez generales
Al prolongar el ‘congelamiento’ de
las conversaciones de paz, la guerrilla levanta su dedo acusador contra
quienes, según ella, son los principales promotores de los grupos
de justicia privada. Los incriminados replican y dicen -como lo afirma
el propio director de la Policía- que no aceptan que las Farc se
conviertan en sus jueces. Para analistas, este nuevo episodio muestra que
hay una prueba de fuerza entre guerrilleros y ‘paras’ alrededor de un pretendido
reconocimiento político para estos últimos.
Por ALIRIO FERNANDO BUSTOS
Enviado Especial de EL TIEMPO
Zona de distensión
Cuando las Farc dijeron que sus exigencias
al Gobierno Nacional contra el paramilitarismo iban mucho más allá
de la cabeza de Carlos Castaño, máximo ,jefe de las Autodefensas
Unidas de Colombia (Auc), estaban pensando en diez generales de la República,
una veintena de mandos medios, tres ex gobernadores y en un ex ministro
de Estado.
La organización insurgente
quiere ver destituidos y procesados, por supuesto auspicio y conformación
de grupos de justicia privada, a los generales Iván Ramírez
Quintero, Víctor Julio Álvarez, Rito Alejo del Río,
Martín Orlando Carreño Sandoval, Julio Charry Solano, Javier
Hernán Arias Vivas, Alfonso Arteaga Arteaga, Rafael Ruiz, Carlos
Alberto Ospina Ovalle y Eduardo Herrera Verbel.
Las acusaciones contra el alto mando
militar las consignaron las Farc en un documento de 19 páginas que
ayer fue entregado al Gobierno Nacional y a los medios de comunicación.
En él también dan a conocer la que, a su juicio, es la estructura
interna de las autodefensas.
El documento se conoce luego de que
las Farc ‘congelaron’ las conversaciones de paz y condicionaron su reinicio
a una acción eficaz del Gobierno contra los responsables del paramilitarismo.
Luego de hacer un recorrido histórico
por el fenómeno paramilitar, desde los tiempos de los ‘chulavitas’
y los ‘pájaros’ de los años 50 hasta hoy, la guerrilla revela
los nombres y las acusaciones contra los militares y civiles que la organización
insurgente considera responsables de centenares de masacres.
Los diez generales son acusados por
las Farc de promover la creación de grupos de justicia privada como
una prolongación de su estrategia contrainsurgente. También
de proteger a Carlos Castaño y de prestarles a los ‘paras’ apoyo
aéreo y servicio de comunicaciones.
Cumbres con Castaño
El documento reseña los nombres
de los militares que, según las Farc, han participado en operaciones
paramilitares en Córdoba y Urabá. Los acusados son el general
Hermófilo Rodríguez, el capitán Álvaro Patrón
Pacherna, los tenientes Monsalve, Izquierdo y Rodríguez y los sargentos
Luis Martínez Vergara, Medina Nestra, Suárez y Ávila.
“En general, (están involucradas)
las unidades de los batallones Cacique Coyará y Número 33
de Junín de la XI Brigada”, dice le informe.
“También -agrega- los batallones
de la II Brigada Héroes de Corea, La Popa, Córdoba y Nariño,
y los batallones de Infantería de Marina de Bolívar y Sucre”.
En el informe, las Farc también
consignan los nombres de los oficiales que se habrían reunido con
Castaño: el general Eduardo Herrera Verbel, los coroneles Armando
José Rengifo y Germán Morantes Hernández y el mayor
Yesid N.
Además de las acusaciones contra
los militares, la guerrilla hace un listado de las 20 frecuencias radiales
supuestamente utilizadas de forma conjunta por las Fuerzas Armadas y las
autodefensas.
Además de las ‘cabezas’ de
estos oficiales y suboficiales los guerrilleros también quieren
la del ex ministro José Manuel Arias Carrizosa. Lo acusan de ser
uno de los principales financiadores y promotores de los ‘paras’.
Al nombre de Arias Carrizosa se suman
los de los ex gobernadores Mauricio Pimiento, del Cesar; Jorge Luis Caballero
Caballero, del Magdalena, y Carlos Buelvas Aldana, de Córdoba. “Están
encubiertos en asociaciones Convivir”, dice el informe.
Nombres por centenares
También aparece un centenar
de nombres de supuestos financiadores de los paramilitares, a muchos de
los cuales los acusan también de ser narcotraficantes.
La lista se amplía con los
nombres de las personas que, según las Farc, son los máximos
jefes paramilitares que operan en el norte del país y en el Magdalena
Medio. Es tan detallado el informe que, incluso, revela dónde vive
cada uno de ellos, a qué actividad se dedica y a qué base
paramilitar está adscrito.
Las Farc acusan a Iván Duque
Escobar de ser asesor político de Castaño y afirman que Guillermo
Ángel, propietario de un empresa de Medellín, utiliza la
torre de control del aeropuerto Olaya Herrera para coordinar los desplazamientos
aéreos de Castaño.
A renglón seguido, el grupo
guerrillero consigna los nombres de los responsables del paramilitarismo
en Córdoba. Dice que ‘H2’, un cuñado de Castaño, comanda
la base El Diamante. También acusa a Pedro Bula;
Antonio Mercado, ‘Franco’; Arturo
González, ‘Guateque’; John Freddy Durango y Hernán Ogaza
(‘El Guacho’). A este último lo señala de ser el responsable
de las masacres de Tierralta y Valencia.
Acusan al alcalde de Tierralta, Héctor
Acosta Pacheco, de auspiciar este tipo de grupos. “Sus dos escoltas son
paramilitares y se reúnen frecuentemente con Castaño”, sostiene
el informe. La misma acusación lanzan contra Gerardo Ferreira, alcalde
de Puerto Parra (Boyacá).
Esta es la tarea, según las
Farc, que debe realizar el Gobierno Nacional si quiere continuar las conversaciones
de paz con la organización de ‘Tirofijo’.
EL TIEMPO [Noticias de
última hora]
Lunes 25 de 1999
Habría más de
200 muertos
Terremoto dejó en ruinas
al eje cafetero
Resumen de agencias (6:50 p.m.)
Más de 200 muertos deja
hasta el momento el temblor que sacudió el Eje cafetero, con una
intensidad de 6 grados en la escala de Richter.
Según informes preliminares
de la Red de Solidaridad, el balance trágico asciende a más
de 200 muertos, discriminados así:
En Armenia, 150 muertos; en Pereira,
15; en Obando (Valle), 12; en Calarcá, 30 muertos, y en el municipio
vallecaucano de Ulloa se reporta una destrucción casi total.
La tragedia ha sido mayor por los
derrumbes presentados en las carreteras de acceso. Por ejemplo, en la vía
Bogotá-Armenia se presentan derrumbes en el kilómetro 56,
en el Peaje de Cajamarca y en el Alto de La Línea. La capital
quindiana quedó incomunicada por la caída de un puente en
la carretera Ibagué-Armenia.
El temblor se produjo aproximadamente
a la 1 y 20 de la tarde, hora colombiana, con el epicentro entre los municipios
de Obando y Cartago, en el departamento de Valle del Cauca. De acuerdo
con Ingeominas en la tarde se han producido nueve réplicas y a las
5:44 de la tarde se presentó una de 5,6 grados. Aún se desconoce
el saldo de estos nuevos movimientos.
Ante la emergencia, el presidente
Andrés Pastrana decidió aplazar el viaje que debía
iniciar hoy por Europa, a la espera de un balance de los hechos. En estos
momentos, el Presidente recorre la zona para conocer en detalle el alcance
de la tragedia.
De momento, Armenia ha sido dividida
en 100 zonas para una inspección nocturna y un batallón militar
fue habilitado como morgue.
Numerosas edificaciones quedaron destruidas
por el movimiento telúrico y se adelantan acciones de rescate para
ayudar a las personas que han quedado atrapadas en los escombros. En Pereira,
más de 150 viviendas desaparecieron por la fuerza de la naturaleza.
Las imágenes de televisión
emitidas desde Armenia mostraban una gran cantidad de casas y edificaciones
derrumbadas; en Cali se produjo un conato de incendio en la calle Tercera;
en Pereira, parte del edificio de la Gobernación se vino al piso;
en Cajamarca (Tolima) se desplomó la cúpula de la iglesia
y sufrió severos daños el cementerio; en Caicedonia y Ulloa
(Valle) hay más de 120 viviendas destruidas.
Las autoridades sanitarias solicitaron
una masiva donación de sangre para atender a los heridos, puesto
que en los hospitales de la zona este recurso está agotado. Por
otra parte, el despacho de la primera dama ha dispuesto en Corferias un
puesto de donaciones de ropa, carpas, colchonetas, agua y demás
implementos que puedan ser de utilidad para los damnificados. Además,
para las donaciones en efectivo se abrió la cuenta número
00035200-5 a nombre del Banco de Bogotá en la que se puede consignar
en cualquier entidad del grupo Aval.
EL TIEMPO
Sábado 23 de enero de
1999
Desaparición forzada
a ‘extras’
En un claro mensaje a la comunidad
internacional en materia de derechos humanos, el Gobierno del presidente
Andrés Pastrana, decidió ayer jugársela a fondo para
lograr la aprobación en el Congreso del proyecto de ley que busca
tipificar en Colombia la desaparición forzada de personas y el genocidio,
y que propone el aumento de la pena para el delito de tortura.
En efecto, el mencionado proyecto
fue incluido en el decreto presidencial que convoca a sesiones extraordinarias
al Congreso de la República, a partir del próximo 5 de febrero
y hasta el 15 de marzo.
Este gesto ha sido interpretado también
como una
señal a la guerrilla del compromiso
gubernamental de lucha contra el paramilitarismo.
“Nosotros le concedemos una especial
importancia al proyecto de ley que tipifica la desaparición forzada
y el genocidio, porque no solo va a adecuar la
legislación interna con la
Declaración de las Naciones Unidas sobre el tema, sino porque esto
refleja la voluntad política que embarga al Gobierno en la defensa
de los derechos humanos”, dijo el ministro del Interior, Néstor
Humberto Martínez, en diálogo con El TIEMPO.
“Esta es otra acción concreta
del Gobierno para crear un marco legal que proteja los derechos humanos
de todos los colombianos”, agregó el Ministro.
De otro lado, y como estaba previsto,
las sesiones extraordinarias servirán también para darle
trámite al proyecto de ley orgánica mediante el cual se adoptará
el Plan Nacional de Desarrollo.
Así mismo, el decreto incluye
una iniciativa para armonizar la legislación laboral colombiana
a las convenciones de las organizaciones internacionales de trabajo.
El Gobierno llevará, además,
al legislativo una serie de objeciones que por razones de orden constitucional,
se determinaron frente al proyecto de ley que ampliaba los plazos para
la presentación de los planes de ordenamiento territorial.
Jueces sin rostro
Pese al interés del Gobierno,
a última hora fue descartada la inclusión en las sesiones
‘extras’, del proyecto de ley sobre la justicia regional.
Martínez Neira explicó
que como esta iniciativa implica la creación de jueces especiales,
adquiere el rango de ley estatutaria y por lo tanto no puede ser discutida
en sesiones extraordinarias.
EL TIEMPO
Sábado 23 de enero de
1999
Se le complicó nombramiento
a secretario de Estado, Peter Romero.
Romero, en vilo por Cumbre E.U.-Farc
El Congreso debía ratificarlo en el cargo en el que lo nombró
Clinton, pero la reunión de un dependiente de su oficina con las
Farc en Costa Rica generó un escándalo. Senado a la espera
de una investigación del caso.
Por SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
A Peter Romero, secretario del Departamento
de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental parece habérsele
embolatado su confirmación en ese cargo que está pendiente
desde hace varios meses y que depende del Congreso de ese país.
¿La causa?: el proceso de paz
colombiano.
Según pudo establecer EL TIEMPO
la reunión de Costa Rica entre un funcionario de la oficina de Romero
y las Farc, fue la gota que colmó la copa de un buen sector de la
Comisión de Relaciones Internacional del Senado, encargada de la
ratificación de Romero.
Romero ha venido actuando como secretario
desde que fue nominado por el presidente Bill Clinton en abril del año
pasado pero necesita de la confirmación del Senado para poder oficializar
su nombramiento.
Según Roger Noriega, uno de
los encargados de la investigación del caso y también responsable
de recomendar la realización de audiencias para la confirmación
de Romero, “la pregunta es si el departamento de Estado actuó dentro
de un marco legal cuando decidió reunirse con este grupo terrorista
en Costa Rica, y si contaban con la autoridad para hacerlo. Tenemos que
quedar convencidos además de que no hubo negociación con
las Farc. Mientras eso no suceda no habrá confirmación”,
dijo.
De acuerdo con este investigador también
surge la pregunta de qué tan recomendable es que el país
más poderoso del mundo decida legitimar a un grupo acusado no solo
de terrorismo sino también de secuestro, chantaje y narcotráfico.
“Dentro de todas las explicaciones
que dieron, mencionaron haberle hecho énfasis a la guerrilla de
que E.U. está en contra de las drogas y del secuestro de estadounidenses.
¿De verdad creen que se requiere que un oficial del departamento
de Estado se reúna con las Farc para decirles esto?. Creo que es
ridículo”, dijo Noriega que trabaja para el senador Jesse Helms,
presidente de la Comisión.
Por el momento, tanto el Senado como
la Cámara adelantan una investigación sobre el caso para
determinar de quién fue la decisión, mientras esperan una
explicación detallada del Departamento de Estado. En todo
caso, coinciden legisladores de ambas cámaras, “la responsabilidad
es de Romero pues él es el encargado”.
Para una fuente en la Comisión
de Relaciones Internacionales de la Cámara que prefirió guardar
su anonimato, en el Departamento de Estado “se están pisando entre
ellos mismos al tratar de apoyar a Pastrana. Y lo entendemos, pero esta
movida no fue inteligente. Debemos estar preparados para decirle no a Pastrana
en algunas ocasiones, sobre todo cuando se compromete nuestra propia integridad”.
El malestar contra Romero se agravó
esta semana luego del amague de las Farc de congelar las negociaciones
de paz, de no demostrar el Gobierno resultados concretos en materia de
paramilitares. “La inconsistencia de las Farc demuestra que le decisión
de reunirse con ellos fue un error, o por lo menos sí una decisión
apresurada”, dice la misma fuente.
Pero a Romero no solo lo persigue
el fantasma de Costa Rica. También se le achaca no haber aplicado
el título 4 de la ley Helms Burton que obliga a sancionar a compañías
extranjeras que estén traficando o usando propiedades confiscadas
a nacionales estadounidenses en Cuba.
También el otorgamiento de
una visa a uno de los involucrados en la matanza de la Zona Rosa en Costa
Rica durante la década pasada en donde murieron varios estadounidenses.
Aunque la confirmación de Romero
“no puede darse por muerta”, hasta que no se expliquen a entera satisfacción
todos estos inconvenientes -dicen los encargados del caso- no habrá
audiencia y sin audiencias no habrá confirmación.
EL ESPECTADOR 14.1.1999
Reanudan diálogos con
Eln
Por: ELIZABETH YARCE
Medellín
Con una apretada agenda, el Ejército
de Liberación Nacional, Eln, a través de sus voceros recluidos
en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, Francisco
Galán y Felipe Torres, y los representantes de la sociedad civil
que conforman el comité preparatorio, reiniciarán mañana
las conversaciones sobre la Convención Nacional que se instala el
próximo 13 de febrero.
La logística, el lugar y la
financiación serán los temas de discusión puesto que
el pasado 17 de diciembre no se llegó a ninguna conclusión
al respecto y lo único claro es que a la Convención Nacional
asistirán 300 personas entre representantes del Estado, la comunidad
internacional, el Eln, invitados especiales y 200 instituciones.
Varios representantes de la sociedad
civil expresaron su complacencia por todo tipo de acercamientos que conduzcan
a la paz. “Es muy positiva una experiencia de este tipo y hay que esperar
a ver los resultados”, señaló Hernando Hernández de
la USO.
Esta reunión, la primera de
1999, es la antesala a un encuentro definitivo que se cumplirá el
próximo martes 19 de enero entre el Eln y el Gobierno y para la
cual el presidente Andrés Pastrana nombró un negociador que
reemplazará a Gonzalo de Francisco.
Se trata del abogado Ernesto Borda,
director de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, experto
en Derecho Internacional Humanitario y asesor de Naciones Unidas.
La primera reunión de la Convención
Nacional se mantiene en firme para el 13 de febrero y se llevarán
varias propuestas para su realización. La primera es realizar la
Convención Nacional del Eln en el recinto Quirama, entre Rionegro
y La Ceja, oriente antioqueño, un lugar que combina lo rural con
lo urbano.
Por el momento se supo que asistirán
50 representantes del Gobierno y 50 periodistas nacionales e internacionales
al lugar de la Convención, que puede ser una ciudad, un pueblo o
el monte.
Según algunos integrantes de
la comisión preparatoria consultados por El Espectador, en ningún
momento del proceso con el Eln se ha hablado de despejes, similares al
que pidieron las Farc.
“Con la Convención Nacional
no se quiere generar dificultades para nadie, más bien se busca
que sea una situación participativa a la que todo el mundo pueda
llegar, dialogar a irse sin necesidad de presiones a la Convención”,
expresó Antonio Picón Amaya, de la Comisión Facilitadora
de Paz.
A pesar de que el jefe de las Autodefensas
Unidas de Colombia, Carlos Castaño Gil, ha manifestado que su organización
y el Eln le mermaron el volumen a la guerra y no descartó la posibilidad
de participar en la Convención Nacional, varios miembros del Comité
Preparatorio de Maguncia dijeron que el Eln no quiere que los paramilitares
participen en el encuentro.
EL ESPECTADOR 14.1.1999
¿Quiénes son
los perseguidos por la Fiscalía?
Bogotá
A raíz de la decisión
presidencial de ordenar colaboración sin límites de todos
los organismos de inteligencia hacia la Fiscalía, para la persecución
de los paramilitares, los líderes de estos grupos se han convertido
en los más perseguidos.
La lista de líderes de estos
grupos al margen de la ley sigue encabezada por Carlos Castaño Gil,
Ramón María Isaza Arango, Hernán Giraldo Serna y Fidel
Castaño Gil, a pesar de las informaciones sobre su presunta muerte
(ver recuadros).
También hacen parte de esta
lista de solicitados por las autoridades Luis Eduardo Cifuentes Galindo,
conocido con el alias de El Águila. Es requerido por la Fiscalía
Regional de Cundinamarca por el delito de daño en bien ajeno y también
lo solicita el Juzgado Cuarto de Orden Público de Bogotá.
Es oriundo del municipio de Yacopí (Cundinamarca).
Juan Francisco Prada Márquez,
alias Juancho Prada. Orden de captura sindicado por homicidio y conformación
de un grupo sicarial. Además tiene cuatro órdenes de captura
más.
Luis Emilio y Félix Capacho
Durán, alias El Tigre, sindicados por homicidio y conformación
de grupos sicariales.
Jacinto Alberto Soto Toro, se le sindica
de ser el jefe de finanzas de las Autodefensas Campesinas de Córdoba
y Urabá (Accu). Toro fue capturado en abril de 1998, pero se fugó
de la cárcel de Bellavista de Medellín el 30 de septiembre
de ese mismo año.
También son solicitados: Ricardo
Orlando Beltrán, Jhon César Vargas Palomeque, Jairo González
Sáenz, Carlos Andrés Rodríguez, Pedro Luis Oquendo,
entre otros.
Primera ofensiva
Ésta no es la primera vez que
el Gobierno anuncia medidas drásticas contra los grupos paramilitares.
El 3 de diciembre de 1997 el entonces
presidente, Ernesto Samper Pizano, creó, a través del decreto
2895, un bloque de búsqueda especial, integrado por delegados de
la Fiscalía, la Procuraduría, las Fuerzas Militares, la Policía
Nacional, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y el consejero
presidencial para la Defensa y Seguridad Nacional, con el propósito
de combatir los grupos de autodefensa, organizaciones de justicia privada,
bandas de sicarios y escuadrones de la muerte.
Como resultado de esta medida especial,
el 5 de enero de 1998 la Fiscalía profirió no menos de 200
órdenes de captura contra personas sindicadas de pertenecer a grupos
paramilitares.
El golpe más duro se dio el
11 de septiembre de 1998 cuando fueron capturados cinco integrantes del
grupo paramilitar Los Macetos, que fueron identificados como Álvaro
Sánchez Sáenz, Wilson Sánchez Toro, Diego Alfonso
Sánchez Zambrano, Jorge Orjuela Nieto ?alias El Abuelo? y Néstor
Mauricio Barragán Vivas ?alias El Mico?.
De igual manera, se capturó
al cabecilla de este grupo paramilitar, Rafael Antonio Alcedas Beltrán.
Los Macetos habían sembrado
el terror en la zona norte del Tolima, sindicados de participar en más
de 30 homicidios, hurto, piratería terrestre, extorsión y
secuestro, entre otros delitos.
“Fue una omisión”,
dice Defensoría
REDACCIÓN NACIONAL
Bogotá
Una acción omisiva por parte
del Estado y las propias Fuerzas Armadas en las recientes masacres perpetradas
por los grupos paramilitares, denunció la Defensoría del
Pueblo que a su vez hizo un llamado urgente para adoptar medidas que permitan
detener esos actos de barbarie en el país.
La defensora del pueblo encargada,
Blanca Lucía Echeverri, además de condenar los hechos en
los que perdieron la vida no menos de 140 personas en manos de los paramilitares,
dijo que resultaba inaceptable la acción omisiva del Estado y de
la Fuerza Pública frente a tales hechos que incluso la comunidad
había advertido.
“Los esfuerzos que realizan las comunidades
y los acuerdos que se firman con altos dignatarios del Gobierno nacional,
deben corresponder con una política del Estado contra el paramilitarismo
y con una acción eficaz y decidida de la Fuerza Pública para
que los anuncios hechos por los paramilitares no sigan cobrando la vida
de humildes campesinos”.
La defensora encargada concluyó
que se requiere del Gobierno la adopción de medidas urgentes para
prevenir el desplazamiento de las personas que están atemorizadas
e incluso atender a quienes ya han abandonado sus parcelas. “Tienen
que haber soluciones efectivas que superen la precaria política
de atención de emergencia con el fin de evitar los problemas de
miseria.
Frente a tal denuncia elevada por
la funcionaria, El
Espectador indagó sobre la
ubicación de compañías, batallones y brigadas del
Ejército, así como de las estaciones de Policía en
los departamentos en los cuales se presentaron las masacres de campesinos
durante los últimos días, como se demuestra en la infografía
sobre los hechos sucedidos en San Pablo (Bolívar).
Estado operacional de las F.A.
En San Pablo, sur de Bolívar,
donde el pasado 9 de enero fueron asesinadas 14 personas, se encuentra
ubicada a unos 100 metros de la población una barcaza de la Armada
Nacional con sesenta infantes de Marina, que conforman una brigada móvil
de apoyo y seguridad, la cual opera especialmente en los ríos Cimitarra
y Magdalena, y cuenta con un buen número de lanchas Piraña.
Allí también está
funcionando una base militar perteneciente a la II Brigada del Ejército,
conformada por cuatro unidades de contraguerrilla móviles, que reúnen
en total 150 hombres.
El día que se registró
la masacre se encontraban en el casco urbano de San Pablo 28 agentes adscritos
al Comando del Departamento de Policía Santander. La estación
está instalada a 100 metros de los tres sitios donde los paramilitares
cometieron los homicidios.
Igualmente, en el Cesar, una compañía
del Ejército denominada el Comando Periférico número
7 opera en el sector de Curumaní, donde el pasado 8 de enero ocurrió
una incursión de las autodefensas, concretamente en el corregimiento
Santa Isabel, distante 10 minutos del casco urbano. Además, en el
mismo municipio existe una estación de Policía.
En esa oportunidad fueron asesinadas
11 personas, entre ellas dos ancianos, uno de los cuales fue incinerado.
Al sur del departamento opera la Brigada
Móvil del Ejército Héroes de Corea y en el centro
del Cesar opera el Batallón de Artillería La Popa, con sede
en la ciudad de Valledupar.
Unidades del DAS y personal de la
Sijín realizan permanentes operativos de registro y control en los
alrededores de la localidad de Pelaya hasta Pelaya, límites con
el departamento de Santander.
En Putumayo funciona la XXVI Brigada,
cuya sede es Puerto Asís, y el Batallón Contraguerrilla 31,
Sebastián de Belalcázar, acantonado en la misma población
de La Hormiga, y tan sólo a 20 kilómetros del sitio conocido
como El Tigre, donde tuvo lugar la masacre del pasado domingo.
Sólo cinco de los 13 municipios
del departamento, incluido Mocoa, cuentan con estaciones de Policía,
con no menos de 15 agentes disponibles al mando de un oficial.
Respecto al departamento del Magdalena,
la estación más cercana al Playón de Orozco, lugar
donde fueron asesinadas 30 personas el sábado 9 de enero, se encuentra
localizado en Tibijay, a 20 minutos.
Por su parte, Antioquia cuenta con
seis batallones ubicados en Girardota, Bello, Medellín, Rionegro,
Puerto Berrío y Carepa, mientras que las bases militares están
distribuidas así: XIV Brigada en Puerto Berrío, IV Brigada,
Medellín, y la XVII Brigada en Carepa.
En el municipio de El Bagre se encuentra
la sede del Comando Operativo número 9, adscrito a la XI Brigada
del Ejército, uno de los más grandes e importantes de la
institución.
Autodefensas aceptan diálogo
con Gobierno
Bogotá
Menos de una semana después
de protagonizar una ofensiva militar que dejó 139 personas muertas
en seis departamentos del país, las Autodefensas Unidas de Colombia
aceptaron acceder a conversaciones de paz con el Gobierno, y plantearon
un cese al fuego de las organizaciones armadas como primer avance en la
eventual negociación con el Estado.
En una carta dirigida al presidente
Andrés Pastrana Arango, las Autodefensas Unidas de Colombia señalaron
que aceptan la invitación del jefe del Estado para “iniciar conversaciones
con nuestro movimiento antisubversivo, que conduzcan a una negociación
simultánea y paralela a la que adelanta el Gobierno nacional con
la guerrilla” de las Farc y el Eln.
Las Autodefensas manifestaron que
el incremento de sus acciones militares en los últimos días
obedece al surgimiento de nuevos frentes subversivos, “y a la necesidad
de recuperar territorios invadidos por la guerrilla durante la tregua unilateral
determinada por las AUC durante el fin de año de 1998”.
Al referirse a la arremetida de los
últimos días, las Autodefensas aseguraron que sus acciones
no se han desarrollado contra civiles al margen del conflicto, “aunque
si, en algunos casos, contra comprobados subversivos, fuera de combate”.
Y agrega el comunicado de las AUC, que “estas son las características
impuestas por la subversión en esta guerra irregular”.
La declaración cierra manifestando
que la recuperación de sus territorios les permitirá continuar
sus acciones, en la misma dimensión en que la guerrilla continúe
su ofensiva. Sin embargo señalan que para avanzar en una eventual
negociación de paz, es conveniente plantear un cese al fuego por
parte de las organizaciones armadas no estatales, “para el buen desarrollo
de las negociaciones emprendidas por el Gobierno”.
Asamblea de paz
El anuncio de las Autodefensas Unidas
de Colombia se produce en momentos en que se aguarda con expectativa en
Antioquia, conocer los detalles de la propuesta de asamblea nacional por
la paz, que la propia organización al margen de la ley ha anunciado
a voceros de la Consejería de Paz de Antioquia, la Comisión
de Paz de la asamblea departamental y representantes del Gobierno nacional.
De acuerdo con el consejero de paz
de Antioquia, Ruben Darío Jaramillo, “ya se inició el proceso
de acercamiento con las Farc, en febrero se consolidará una iniciativa
semejante con el Eln, y entre esas dos fechas comenzaría el proceso
de paz con las Autodefensas“. Se trata, agregó el funcionario, de
un paso vital para Colombia, y en particular para Antioquia, seriamente
afectada por este actor de la violencia.
Y específicamente en Antioquia,
se ha recibido con esperanza la opción de que el paramilitarismo
acepte un diálogo, porque se trata de un departamento afectado por
25 grupos de choque de las autodefensas, especialmente en las zonas de
Urabá, nordeste del departamento, y recientemente el sur de la misma
región.
Habla Mindefensa
A su vez, el ministro de Defensa,
Rodrigo Lloreda Caicedo, solicitó a la Fiscalía General de
la Nación un informe estadístico sobre el estado de los procesos,
sindicados y juzgados por actos de paramilitarismo, al tiempo que resaltó
la acción de la fuerza pública para combatir a este actor
armado, pues se trata de que los organismos judiciales se integren a una
acción estatal contra los grupos de justicia privada.
Lloreda Caicedo explicó que
las medidas anunciadas por el gobierno contra el paramilitarismo, pretenden
“articular una cohesión de las agencias del Estado, y hacer más
efectivas las acciones contra todos los grupos al margen de la ley”.
Sin embargo, no descarto que éstos agentes de violencia puedan comprometerse
en la conciliación del país.
Sobre el particular agregó
que es el presidente de la República quien debe decidir cómo
y cuando se pueden gestionar los acercamientos con las autodefensas. Por
lo pronto, son claras las disposiciones del Ejecutivo para otorgarle todo
el apoyo a la Fiscalía General de la Nación, para la búsqueda
y apresamiento de los líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Precisamente ayer, en su alocución
televisada al país, antes de emprender su viaje a Cuba, el propio
presidente Andrés Pastrana Arango, al referirse a los últimos
ataques del paramilitarismo señaló que “no puede uno más
que sentirse horrorizado por el nivel de violencia observado”. Y agregó:
“he dado instrucciones a las Fuerzas
Armadas para que de común acuerdo con la Fiscalía conformen
un grupo operativo destinado a perseguir, capturar y castigar a los culpables
de las masacres”.
La desarticulación del paramilitarismo
constituye un punto relevante en las conversaciones de paz entre el Gobierno
nacional y las Farc en la zona del despeje como por ello existe expectativa
sobre la postura que puedan adoptar los voceros de la guerrilla frente
a los anuncios de las autodefensas de aceptar un diálogo de paz
con el gobierno, proponiendo de paso la consolidación de un cese
al fuego.
En su discurso de instalación
de las mesas de negociación el pasado siete de enero, las Farc fueron
enfáticas en señalar que nada tienen que dialogar con el
paramilitarismo, porque se trata de un problema que tiene que resolver
directamente el Estado, por cuanto en su criterio fueron grupos que nacieron
bajo su amparo, y por ello es el Gobierno quien debe combatirlos y lograr
su disolución.
Poder contraguerrillero en el
conflicto
Bogotá
Las Autodefensas Unidas de Colombia,
que lidera Carlos Castaño Gil, y que ayer expresó su interés
de entablar una mesa de negociación con el Gobierno nacional, cuenta
en la actualidad con cinco bloques de lucha de trece organizaciones asociadas,
y una escuela móvil para fortalecer sus diferentes frentes de guerra
en diferentes regiones del territorio nacional.
El bloque occidental comprende los
departamentos del Chocó y la zona de Urabá; el bloque norte
que agrupa tres frentes en Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar y la
serranía de San Lucas; el bloque llanero que comprende los frentes
Ariari, Guaviare y Pidemenonte; y el bloque metro que integra los frentes
del suroeste, occidente, oriente y nordeste de Antioquia.
Sus campamentos principales están
asentados en la zona del nudo de Paramillo y en el departamento de Córdoba,
donde surgieron las Autodefensas de Córdoba y Urabá. Según
diversos organismos de derechos humanos, cuentan la ventaja de que no son
tan perseguidos por el Ejército, muchos ex guerrilleros se unen
a sus filas y tienen el patrocinio económico de muchos terratenientes.
Aunque la acción de las autodefensas
campesinas data desde los años 60, y en la década de los
años 80 existieron claros vínculos con grupos de narcotraficantes,
y se logró la asesoría de mercenarios de nacionalidad israelí,
el movimiento de Autodefensas Unidas de Colombia representa el liderazgo
de Carlos Castaño Gil, y sus frentes de guerra en Urabá y
Antioquia.
Según el Departamento Administrativo
de Seguridad, los líderes fundamentales del movimiento, además
de Carlos Castaño Gil, son: Luis Eduardo Cifuentes, que opera especialmente
en el departamento de Cundinamarca y la zona del Magdalena Medio; Hernán
Giraldo Serna en vastas zonas del Caquetá y Vichada; Adan Rojas
Ospino en la costa atlántica; y Ramón Isaza en Santander.
La guerra de Urabá
El protagonismo de las Autodefensas
Unidas de Colombia vino a incrementarse a partir de 1993, cuando Castaño
Gil emprendió una ofensiva militar en la zona de Urabá, que
derivó en el retroceso de las Farc, que habitualmente había
impuesto su dominio territorial en la región. Pero no sólo
se concentró en Urabá, en los últimos meses incursionó
en la serranía de San Lucas para enfrentar al Eln.
En particular, Carlos Castaño
Gil logró apropiarse de una vasta región en el denominado
nudo del Paramillo, donde también dominaban las Farc. Sin embargo,
el pasado 29 de diciembre, las Farc, que nunca abandonaron del todo la
zona del Paramillo, atacaron el campamento central de Castaño, y
propiciaron una masacre en el corregimiento de El Diamante.
El ataque se dio en momentos en que
las Autodefensas Unidas de Colombia se encontraban en una tregua de navidad,
pero concluida esta el 6 de enero, emprendieron una contraofensiva que
dejó 139 víctimas en seis departamentos del país.
Ayer, súbitamente, después de los ataques, en un comunicado
aceptaron el diálogo y de paso propusieron el cese al fuego.
La postura de la autodefensas se produce,
paradójicamente, en momentos en que el Gobierno ha anunciado la
constitución de un bloque de búsqueda para perseguir al paramilitarismo.
Bloque de Búsqueda
Pese a los anuncios de las autodefensas
de aceptar diálogos de paz, ayer el director operativo de la Policía
nacional, general Alfredo Salgado Méndez, reveló que comenzará
a operar un grupo interinstitucional para perseguir individuos al margen
de la ley.
El alto oficial expresó que
los esfuerzos que realice la
Fiscalía, más la sumatoria
del CTI, DAS, Ejército y Policía, permitirán un valor
agregado para combatir a los sujetos que persisten en atacar a la población
civil, cualquiera sea su postura ideológica.
Este grupo estará integrado
por 74.000 policías de todo el país, que recibirán
apoyo de los organismos de inteligencia, a fin de darle captura a quienes
estén sindicados de patrocinar y apoyar grupos de justicia privada,
y complementar las tareas de la Fiscalía.
Según el general Salgado, en
1998 fueron capturados 203 paramilitares, y el propósito de la institución
es ahora perseguir también a los líderes de las organizaciones
delincuenciales.
EL TIEMPO 11.1.1999
Ofensiva paramilitar dejó
ayer otros 22 muertos
‘A dedo fueron escogidas las
víctimas’
En Playón Orozco los ‘paras’
asesinaron a treinta personas e incendiaron 15 casas. En Toluviejo mataron
a ocho personas que departían en una cancha de tejo y en Antioquia
dejan otras 14 víctimas. ¿Cómo es posible que perdamos
vidas para buscar la justicia?, se pregunta en sepelio colectivo en San
Pablo monseñor Jaime Prieto Amaya, obispo de la Diócesis
de Barrancabermeja.
Por ROBERTO LLANOS
Enviado especial de EL TIEMPO
Playón Orozco (Magdalena)
El sábado no era un día
cualquiera para Playón Orozco, un caserío perdido en el centro
del Magdalena.
Esa mañana llegaba en su primera
visita del año el sacerdote de El Piñón, Giovanny
Sanjuán, para celebrar la misa que oficiaba cada dos meses y que
fue aprovechada para bautizar a doce niños de la población.
Por eso desde bien temprano se vistieron
con sus mejores ropas y a las 11 en punto la gran mayoría se congregó
en la capilla.
A esa hora tres camionetas Toyota
cuatro puertas y otra de carrocerías de estacas, con unos 50 hombres
armados con fusiles AK-47 y R-15, se dirigían a toda velocidad hacía
el poblado.
Los bautizos colectivos no duraron
más de 50 minutos. Después de que el padre Sanjuán
les dio ‘el podéis ir en paz’, padrinos, ahijados y compadres se
fueron a celebrar.
El fin de la fiesta
El pueblo entraba en una especie de
fiesta colectiva. La música vallenata se dejaba escuchar en todas
las esquinas. Playón Orozco tiene solo tres calles de casas humildes
en las que viven unas 430 personas, todas dedicadas a la agricultura.
A las 12, cuando el sol caía
vertical sobre la población, Ubaldo Montero, un campesino que no
quiso ir a su parcela para asistir a una de las celebraciones, vio pasar
por su casa los cuatro vehículos.
“Pensé que era el Ejército
que andaba de vigilancia y nos les presté atención, pero
unos diez minutos después el pueblo quedó en silencio, la
música dejó de sonar y comenzaron a sentirse voces extrañas.
“Me asomé a la puerta y vi
a hombres armados con fusiles que le gritaban a todo el mundo que saliéramos,
que había una reunión urgente con todos los habitantes en
la capilla”, señala Montero.
“Nos arriaban como ganado y pateaban
las puertas de las casas que estaban cerradas”, dijo Luz Marina Moreno,
una profesora de Pivijay (Magdalena), que estaba de visita.
Los hombres armados lograron congregar
a unas 300 personas en la plaza.
“A los hombres los pusieron a un lado
y a las mujeres y niños en otro. A los hombres les quitaron las
camisas para ver si estaban armados. Sacaron una lista, pero solo llamaron
a tres: Ramón García, a la promotora de salud, Carmen Rudas,
y a un tal Moisés de la Cruz, a quien nadie conoce aquí.
“Ramón y Carmen dieron un paso
adelante y los ubicaron aparte. Después empezaron a pedirles cédulas
a los hombres. Una mujer alta, mona, con apariencia del interior, que aparentemente
lideraba el grupo, dio la orden de que dejaran las cédulas y comenzaron
a seleccionar a dedo a quien les daba la gana”, dijo un testigo.
Cuando reunieron a 30 personas obligaron
a las demás a ingresar a la capilla.
“A los 30 los dividieron en cuatro
grupos y se los llevaron a las afueras del pueblo. Desde la iglesia solo
escuchábamos las ráfagas, dijo entre sollozos Duvis Arévalo,
a quien le mataron al papá, al esposo y a un hermano.
Los paramilitares quemaron unas 15
viviendas, dos de estas contiguas a la capilla.
Según la profesora Luz Marina
Moreno, el grupo no se identificó, pero cuando reunió a la
gente en la plaza preguntaron que cuándo había pasado la
guerrilla. “Un señor les dijo que la última vez fue a principios
del año pasado, pero un tipo le gritó ‘mentiroso, todos ustedes
son apoyadores de la guerrilla”, explicó.
La presencia de los asesinos en la
población duró cerca de una hora. De la capilla la gente
solo salió cuando se dejaron de escuchar las ráfagas y los
lamentos de las víctimas
EL COLOMBIANO 10 de Enero de
1999
Ayer, otros 39 muertos en ataques
de autodefensas
Hubo incursiones en Antioquia,
Bolívar y Magdalena
La racha de ataques por parte de grupos
de autodefensa continuó ayer en diferentes regiones del país,
hechos en los cuales fueron asesinados otros 39 ciudadanos. De esa forma
llega a 84 el total de muertos por parte de esos grupos ilegales desde
el pasado jueves, luego de que levantaran la tregua de Navidad.
En El Playón de Orozco, pequeño
pueblo perteneciente al municipio de El Piñón, sur del departamento
del Magdalena, un comando armado llegó en momentos en que la comunidad
asistía a una misa de bautismo. Tras obligar a la suspensión
del acto religioso, llamó a 20 personas que tenían anotadas
en una lista y las asesinó afuera del lugar.
El coronel Octavio Grajales, comandante
de la Policía Magdalena, informó que el hecho fue denunciado
por el propio sacerdote que presidía la eucaristía.
Aunque todo ocurrió ayer en la tarde, la fuerza pública apenas
hoy estará desplazándose al lugar para apersonarse de la
situación.
Entre tanto, otras 14 personas fueron
asesinadas en San Pablo, sur del departamento de Bolívar. Tres más
quedaron heridas y se llevaron secuestrada a otra. La Policía indicó
que el nuevo ataque ocurrió en la madrugada de ayer.
Los miembros del grupo de justicia
privada, unos 40 hombres, irrumpieron en una sala de juego de billar, un
bar y en casas de la población y tirotearon a las víctimas,
hombres y mujeres de diferentes edades, tras acusarlas de apoyar a la guerrilla.
Los criminales atacaron el puesto
de policía sin causar víctimas entre los uniformados, señaló
el comandante operativo de la Policía Nacional, general Alfredo
Salgado Méndez.
Por último, en el sector La
Bramadora, zona rural del municipio de Guadalupe, norte de Antioquia, cinco
campesinos también fueron ajusticiados, en actos que se atribuyen
también a los mismos grupos al margen de la ley.
EL ESPECTADOR. 10.1.1999
Masacre en enero
Por: ALFREDO MOLANO
Todo el país sabía. La
Fuerza Pública estaba avisada, también los medios masivos
de comunicación. La opinión pública esperaba sólo
el número de hombres, mujeres y niños asesinados. La Cruz
Roja estaba preparada, también la Fiscalía General de la
Nación. Medicina Legal había evacuado los cadáveres
recogidos durante las festividades de fin de año para poder acomodar
a los muertos que las furias de Carlos Castaño tendrían que
producir en los mismos días en que las mesas de diálogo se
instalaran.
Todos lo sabíamos, y sin embargo,
hoy sólo podemos registrar los hechos, llorar los muertos y lamentar
nuestra impotencia.
Estamos acostumbrados al mecanismo:
matan los perros del caserío, llegan los camiones vestidos con el
uniforme del Ejército; si hay puesto de Policía le disparan
tres tiros para que los agentes se metan entre el baño y no vean
ni sepan qué pasa afuera; luego sacan de sus casas con lista en
mano 20 colombianos, asesinan a 15 y se llevan cinco para torturar y obtener
información sobre otros colombianos que serán incluidos en
la siguiente lista, se roban las casas antes de quemarlas y salen muy orondos
como entraron.
A las seis horas llegan los periodistas,
recogen información mientras las viudas gritan, el cura párroco
da declaraciones y los camarógrafos filman los cadáveres
y el humo que dejan los incendios; luego llega la Fiscalía y hace
su oficio.
A las doce horas llega la Policía
y hace el suyo
declaraciones y declaraciones?; a
las 24 horas llega el Ejército y ordena una investigación
exhaustiva: preguntan por dónde se fueron los señores de
las autodefensas.
El país se estremece cuando
suma los muertos: 130 colombianos juzgados en secreto y ejecutados en público.
El país se prepara para comenzar a vivir el último año
del milenio.
EL ESPECTADOR 10.1.1999
Los mensajes de una carta y
un discurso
Por: WILLIAM OSPINA
Bogotá
Más que dos discursos, desde
San Vicente del Caguán escuchamos una carta y un discurso. En las
cartas siempre habla un ausente, y a pesar de la presencia de jefes guerrilleros,
algo de la guerrilla estuvo ausente. Incluso el modo como Marulanda termina
su mensaje, la fórmula ritual de la correspondencia: “no siendo
otro el motivo de la presente me despido de ustedes” enfatiza su carácter
epistolar.
Se ha criticado la insistencia de
Marulanda en recontar los episodios de la larga guerra, pero no se asiste
a estos actos para decirle al otro cuál debe ser su tema y su tono
sino para escucharlo con atención.
El tono del documento de Manuel Marulanda
es el de una suerte de memorial de agravios, en el que se siente que la
causa principal de la lucha es una vieja ofensa. Ello no disminuye la importancia
histórica de esa lucha: una ofensa repetida puede equivaler a una
política.
Marulanda habla como anfitrión:
“Reciban un cordial saludo de bienvenida y al mismo tiempo nuestro agradecimiento
por honrarnos con su presencia en este trascendental acto público”.
Casi puede percibirse una ironía; es como se dijera al Estado y
a los visitantes: es la primera vez que ustedes vienen por aquí,
mientras que éste ha sido siempre nuestro mundo.
El jefe guerrillero ha dado en su
texto explicación de su insistencia en los hechos del pasado: parte
de la base de que la mayoría de colombianos los ignoramos -en eso
no se equivoca- y considera que ellos lo justifican históricamente:
mal haría en no aprovechar para contarlos, la primera vez que tiene
la oportunidad de dirigirse al país, seguro de que lo escuchan.
En el Memorial de Agravios se oye
la voz de un campesino: hace un paralelo entre el ataque a Marquetalia
en 1964 “donde el Estado -dice- nos expropió fincas, ganado, cerdos
y aves de corral” y el ataque un cuarto de siglo después, en 1990,
a Casa Verde, donde “se apodera de 300 mulas, 70 caballos de silla, 1500
cabezas de ganado, 40 cerdos, 250 aves de corral, 50 toneladas de comida,
destruye puentes de la comunidad, arrasa con las sementeras y quema casas...”.
Su reiteración es ésta:
cada vez que reclamamos algo nos persiguieron, y así el problema
no ha hecho más que crecer. Según las Farc, esta guerra que
hoy le cuesta al país 8.000 millones de dólares al año
pudo haberse evitado hace 34 años con una inversión no superior
a cinco millones de pesos. De ahí que el momento más vigoroso
de la carta de Marulanda sea aquel en que dice “y sólo ahora, después
de 34 años de permanente confrontación armada, los poderes
y la sociedad comienzan a darse cuenta de las graves consecuencias del
ataque a Marquetalia”.
He leído en algún diario
que el tono de la intervención de Marulanda causó desazón
y malestar en el país. Es extraño oir eso. El texto de Marulanda
es quejoso y reiterativo en la enumeración de las ofensas sufridas,
y en parte es injusto porque sólo considera los errores ajenos y
no reconoce con suficiente sinceridad que ellos también han participado
de la atrocidad de la guerra, que la guerra produce sufrimientos y que
ellos, a la vez que los han padecido, también los han causado, pero
no es un discurso amenazante ni vociferante, tiene el tono de una justificación
histórica; por momentos, incluso, es cortés, y no termina
siquiera con viejas consignas virulentas al modo de Gaitán o con
invocaciones clamorosas al modo de Camilo Torres, sino con “un cordial
y fraternal llamamiento a todos los colombianos”.
El discurso del presidente Pastrana
comienza haciendo un reconocimiento a la validez de las quejas del jefe
guerrillero: “Hoy venimos a cumplir una cita con la historia. Hemos demorado
casi medio siglo en hacerla realidad”. Lejos de toda arrogancia,
Pastrana parece hablar en nombre de una generación nueva que ha
cambiado de actitud ante un hecho social, y su lenguaje coincide más
de una vez con el de Marulanda. Éste ha dicho: “Los representantes
de las Farc, Ep están dispuestos a escuchar y a ser escuchados”,
Pastrana declara: “Estamos dispuestos a discutir, estamos dispuestos a
proponer, a evaluar, pero sobre todo a construír”.
El énfasis en su legitimidad
democrática: “Como presidente de los colombianos”, “mi presencia
en esta plaza como jefe de Estado de una sola nación”, quiere salirle
al paso a los enemigos del proceso que proclaman el riesgo de una división
del país. El párrafo en que sustenta su autoridad es elocuente:
“Vengo investido de la legitimidad que me otorgó la democracia con
la más alta participación histórica de nuestra historia
republicana. Nos reune aquí el respeto por la unidad de la Nación
y la consolidación de las instituciones”.
Es comprensible que el esfuerzo por
recordar el pasado corra por cuenta de la guerrilla, mientras que Pastrana
cumple con su deber de estimular el proceso de diálogo y argumentarlo
ante el país: “un país que exige detener la muerte y abrirse
hacia las reformas que sean necesarias para merecer el futuro”. Habla con
seguridad y dice lo que la gente necesita oír: “Sé para dónde
vamos, sé que la travesía será difícil, sé
que hay un camino dispendioso por delante”. Sin embargo, en medio de un
discurso que podría perderse en exclamaciones de buena voluntad,
en un brindis entusiasta sin mayor rigor, se advierte el esfuerzo por hablar
con realismo. En vez de decir que acabará en el acto con la corrupción
y con la pobreza, que creará millones de empleos, prefiere matizar
sus promesas: “quiero una nación próspera y optimista, sin
violencia, comprometida contra la corrupción, progresando contra
la pobreza”, “buscamos crear las condiciones para dar empleo seguro y confiable”.
En un país acostumbrado a promesas irrestrictas que nunca se cumplen,
vale agradecer esa moderación en el lenguaje, que termina siendo
prueba de honestidad.
Una objeción frecuente al proceso
de paz es la de quienes piensan que una mera negociación entre guerreros
no corregirá las causas estructurales de la violencia y del caos.
El presidente procura demostrar que no peca de iluso y que conoce la complejidad
del desafío: “Yo sé que la paz sólo es posible si
se tiene conciencia de la dignidad del ser humano... Yo sé que la
paz empieza con el derecho a la vida”. Y en un discurso que tiende a la
abstracción, llega el momento de declaraciones más substanciales,
en las que estaría esbozada una dinámica posible de la negociación:
“Cada progreso de la paz será un avance de los recursos para cimentarla
y apuntalarla. Cada acuerdo dará lugar a proyectos de desarrollo
y creará las condiciones para que la solidaridad de los pueblos
convierta en obras de bienestar las buenas intenciones de sus propósitos”.
Pastrana coincide con Marulanda en
que se requieren cambios en grande. El jefe guerrillero ha dicho que la
superación de la crisis nacional “sólo podrá darse
realizando profundos cambios en las estructuras del Estado”, el presidente,
que “nuestra paz debe generar un modelo de nueva sociedad, en donde lo
social sea la fuerza que anime la transformación del Estado”.
Marulanda, quien desconfía de los mecanismos democráticos
nacionales, convoca a las organizaciones no gubernamentales a “acertar
en la escogencia de sus representantes, a través de asambleas populares,
para que hagan parte de la mesa de diálogo”. El presidente también
convoca a la comunidad: “Todo el que sueñe la patria tiene el derecho
y la obligación de participar en este esfuerzo que nos debe vincular
a todos”. Y añade que “hay gente que sólo está de
forma intelectual con la paz, pero no quiere hacer sacrificios por ella”.
Es una lástima que la guerrilla
exija con tanta vehemencia el castigo de los crímenes de los otros
y no mencione siquiera sus propios errores. A la hora de dialogar, más
que en castigos, el esfuerzo debe estar en la búsqueda de la reconciliación,
y para que el país sea comprensivo, hay que ser menos inflexibles.
También es una lástima que el presidente, acaso para no producir
la sensación de que está condicionando el proceso, no haya
aprovechado la ocasión para plantear con mayor claridad cómo
lo ve en términos de procedimiento, pues sin duda tiene ideas claras
al respecto. Pero tanto el tono inflexible y poco autocrítico
de algunas frases de Marulanda, como cierta sensación de vaguedad
y de imprecisión por parte del gobierno hacia el proceso de paz
son cosas que pueden ser corregidas. Lo reconfortante y esperanzador
es que estamos por fin en el diálogo, que hay voluntad de las partes.
Y que todo apenas comienza.
EL ESPECTADOR 10.1.1999
“Tengo una mala corazonada”
Por: ARTURO JAIMES
Enviado especial, San Vicente del Caguán
El jueves por la mañana, cuando
ya todo el mundo empezaba a esperarlo en el parque principal, Manuel Marulanda
Vélez, Tirofijo estaba muy cerca de este pueblo. Apenas a unos cuantos
minutos de camino. Sin embargo, ya tenía el alma llena de zozobras
y recelos. Él sabe a ciencia cierta que cualquier día, en
cualquier lugar y a la hora menos pensada, alguien intentará asesinarlo.
Por eso es cauteloso en extremo. Y por eso ha sobrevivido en los casi cuarenta
años que lleva en guerra. Y el jueves, apenas un poco antes de la
hora señalada, cuando uno de sus hombres de confianza le preguntó
si en definitiva iba o no a cumplir la histórica cita que tenía
a las diez de la mañana con el presidente Andrés Pastrana,
con el pueblo de San Vicente del Caguán, con Colombia y con muchos
países del mundo, pero en especial con las esperanzas de paz de
millones de seres, le respondió: “Tengo una mala corazonada”. “¿Cómo
así?”, le replicó uno de los hombres que tenía cerca.
“Sí. Tengo una mala corazonada campesina”. “Comandante, pues
tome usted la decisión final”, le dijeron entonces algunos de sus
hombres más allegados, según el pequeño relato que
hizo el jueves por la tarde uno de los hombres cercanos a Marulanda, en
voz baja y como si estuviera revelando un terrible secreto de Estado. Y
tenía razón. Para las Farc era ni más ni menos
que eso: un secreto de Estado. Y además aclaró que en el
momento supremo, en el instante de tomar la decisión de no asistir,
quedó en claro que sería una determinación del propio
Marulanda, pero que los otros seis miembros del Secretariado General de
las Farc se oponían de plano a cualquier acto en que pusiera en
serio riesgo la vida de su comandante. No en vano es casi un mito que a
lo largo de su historia él ha sido “dado de baja” en montones de
noticias, pero él sigue vivo en carne y hueso.
“Razones de seguridad”
Lo cierto es que Marulanda no fue.
Todo el mundo se quedó esperándolo. Y esa misma mañana
comenzaron los rumores. Las interpretaciones. Las versiones. “Sí,
puede haber razones de seguridad, pero algunos creemos que Marulanda sencillamente
no quiso enfrentarse por vez primera a un escenario para él desconocido:
una tarima en plena plaza pública, en un pueblo ya grande, con zona
urbana, y frente a los ojos del mundo. En el fondo, él sigue siendo
un hombre de campo. Jamás ha sido un político de balcón
y nunca lo será”, le dijeron a este diario cuatro allegados al Gobierno.
“Además, a él ya le falla la vista y no podría leer
con mucha fluidez un discurso, que, además, era un texto para él
muy largo”, agregó un personaje de san Vicente que lo conoce muy
bien. Incluso, otra persona vinculada a muchos pequeños grandes
secretos de las Farc dio su propia versión en esta charla, sostenida
a las 12:15 del mismo jueves, ahí, en una de las puertas de la casa
cural. “Él ha estado un poco enfermo estos días”. Pero
todo ello se quedó así: en conjeturas. Sin embargo, según
lo que dicho después por las propias Farc, Tirofijo tenía
razones de sobra para no concurrir: estaba en marcha un plan para asesinarlo.
La primera versión la dio Raúl Reyes, uno de los siete miembros
del Secretariado de las Farc y, además, uno de los tres negociadores
de ese grupo guerrillero. Fuera de ello, Reyes, tiene otros vínculos
afectivos con Marulanda. Reyes es una especie de “canciller” de las Farc,
y en sus tareas en el exterior por lo general lo acompaña Olga Marín,
una de las hijas de Pedro Antonio Marín, el mismísimo Tirofijo.
Esa primera versión sobre el atentado la dio Reyes el mismo jueves,
pero ya a las 4:15 p.m., cuando el mundo seguía preguntándose
por qué Marulanda no había venido. Esa primera noticia la
dio Reyes en una congestionada y casi surrealista rueda de prensa, frente
al atrio de la iglesia, ante un enjambre de micrófonos, grabadoras
y cámaras, y con un pequeño batallón de periodistas
sentados en el piso, ahí, en plena calle. Además, alguien
tuvo que pedirle a Marbelle, la cantante, que se callara unos minutos,
porque apenas a diez metros de ese lugar, en lo alto de la tarima, ella
estaba cantando a pleno pulmón: “Que sube y que baja y que vuelve
a subir....adónde irán los muertos ¡quién sabe
adonde irán!...”. La fiesta era ensordecedora y ahí,
abajo, frente a ella, la multitud comenzaba a bailar. Era una escena macondiana.
Y cuando Marbelle calló, Reyes comenzó a hablar. Pero esa
primera versión que dio fue muy genérica. Reyes no aportó
detalles. Fue casi un mensaje cifrado: “La ausencia del comandante Marulanda
no fue un desaire contra el presidente, contra la paz o contra el mundo.
Él no vino por razones de seguridad. Las Farc no podían poner
en riesgo la vida de su máximo líder, y mucho menos, una
aspiración de todos: el proceso de paz. Eso hubiera sido una irresponsabilidad”,
fue lo que dijo. Y agregó un dato clave: “Al Gobierno le volvimos
a comunicar hace pocos días nuestros temores por un posible atentado”.
Pero, a pesar de la insistencia de los reporteros, Reyes no habló
más del tema. No reveló pormenores. No dio detalles. Por
eso siguieron proliferando los rumores y las especulaciones.
“Me iban a matar”
La “bomba” noticiosa estalló
el viernes en la mañana. Y el protagonista fue Fabio Olmedo Palacio,
viceministro de Agricultura. “Me encontré personalmente con Manuel
Marulanda Vélez, allí, a unos cinco minutos del pueblo y
me dijo que las Farc habían detectado un atentado en marcha para
asesinarlo y que por eso no vino. Al parecer, ellos tienen detenidos a
dos de los hombres que iban a dispararle y creo que van a dar detalles
de eso muy pronto”, fue, palabra más, palabra menos, lo que dijo.
La primicia fue para RCN Televisión, que, de inmediato, lanzó
un extra. El revuelo fue indescriptible. Y como prueba de su encuentro
con Marulanda ahí, en Villa Nora, en las goteras del pueblo, el
viceministro trajo fotos en las que aparece él con Tirofijo, el
legendario fundador de las Farc. Esas fotos las tomó un guerrillero:
Joaquín Gómez, uno de los jefes del Bloque Sur y también
uno de los tres negociadores de las Farc. Y el viernes, ya un poco más
tarde, Daniel Ortega, el ex presidente sandinista de Nicaragua, confirmó
la versión.
“Manuel Marulanda nos dijo que poco
a poco habían ido descubriendo un plan para asesinarlo y por eso
no vino. Él no quería poner en peligro su vida, pero tampoco
el proceso de paz. Ellos nos contaron algunos detalles, pero son las mismas
Farc las que los deben revelar”, indicó Ortega y se marchó
a Bogotá. Marulanda y otros delegados internacionales pasaron la
noche del jueves en un campamento de las Farc cerca al pueblo. Allí
hablaron casi toda la noche con Marulanda y otros jefes guerrilleros, y
el viernes, luego de un desayuno campesino, regresaron a San Vicente, cogieron
sus maletas y se fueron. El jueves, casi al mediodía Iván,
uno de los 27 miembros del Estado Mayor Central de las Farc que estaba
“de visita” en San Vicente, ratificó la denuncia: “Iban a asesinar
al comandante Marulanda. Hubiera sido una irresponsabilidad haberlo arriesgado
a él y al proceso de paz. Por eso no vino”, afirmó él
y también se marchó del pueblo. Y para completar el escenario,
el viernes en la noche, a través de RCN Televisión, Víctor
G. Ricardo, alto comisionado para la Paz también dio algunos detalles,
esta vez desde Bogotá. Dijo que “desde hace cinco, seis u ocho días”,
las Farc le habían comunicado que habían detectado un posible
atentado en marcha, y que tenían serias dudas sobre dos hombres
armados que habían localizado. Para entonces, aunque nadie lo había
descrito con pelos y señales, para todos ya estaba claro que si
el presunto atentado se hubiera consumado, sin la menor duda hubiera habido
una verdadera catástrofe, una enorme matanza, un estallido sangriento
en el parque principal de este pueblo. Y lo cierto es que Andrés
Pastrana ?apenas después de esperarlo casi 45 minutos? supo que
Marulanda no vendría.
Versiones encontradas
Sin embargo, ante la ausencia, al
menos hasta ayer en la tarde, de pruebas contundentes y de una versión
completa y detallada sobre el posible atentado, en las últimas horas
han proliferado las versiones encontradas y los interrogantes aún
sin respuesta. Para comenzar, algunos medios han dicho que dos francotiradores
enviados por Carlos Castaño, el jefe paramilitar, fueron capturados
por las Farc apenas unos minutos antes de iniciarse la ceremonia del jueves
y cuando ya Marulanda estaba en las afueras del pueblo, camino al parque
principal. Además, otras versiones indican que esos dos presuntos
detenidos serán entregados por las Farc al Gobierno, pero hay quienes
sostienen lo contrario: que los mostrarán, pero no los entregarán.
Y no han faltado quienes han dicho, en abierta contradicción con
otros informes, que “los francotiradores tenían armas cortas”. La
realidad es que si tenían armas cortas ...¡no eran francotiradores!
Eran pistoleros. Sicarios. Y también hay quienes han dicho que con
esas armas cortas iban a disparar desde el cerro donde está el acueducto
del pueblo y que queda por lo menos a 3.000 metros del parque principal,
olvidando que con armas cortas muy difícilmente podrían hacerlo
y que en ese cerro, desde muy temprano y como le consta a todo el pueblo,
estaban por lo menos una docena de guerrilleros que jamás dejaron
de vigilar desde ese alto.
EL ESPECTADOR 10.1.1999
Cese al fuego con las Farc
está lejano
DE LOS ENVIADOS ESPECIALES
San Vicente del Caguán
Las Farc aceptarán a mediano
plazo un cese al fuego, siempre y cuando se logre un acuerdo en la mesa
de diálogo sobre “al menos ocho de los diez puntos que conforman
la plataforma para un gobierno de reconstrucción y reconciliación
nacional”, anunció ayer Jorge Briceño, “El Mono Jojoy”, segundo
hombre en importancia de la organización.
Briceño habló ayer a
los periodistas a eso de las 8:30 am, en la vereda La Machaca, cerca de
San Vicente del Caguán. Por considerar de importancia los anuncios,
reproducimos su contenido.
¿La guerrilla cree en
la paz?
Jorge Briceño: Queremos encontrar
una salida civilizada, distinta a los tiros, para resolver los problemas
de los colombianos, para que todos tengamos derechos iguales.
¿Se sienten satisfechos
por la mesa de negociadores que les ha nombrado el Gobierno. Creen que
con ellos se puede negociar algo?
Bueno, nosotros tenemos un equipo
de cuadros de las Farc, que son los autorizados para hacer las ruedas de
prensa y responder las preguntas. Ellos son los comandantes Raúl
Reyes, Fabián Ramírez y Joaquín Gómez.
Pero desde luego que estamos satisfechos por todo lo que hemos alcanzado
hasta ahora.
¿Por qué el comandante
Marulanda no asistió a la instalación de las mesas?
Tengo entendido que se había
preparado un acto terrorista contra él y por eso no hizo presencia,
pero él tiene toda la disponibilidad. Lo importante de todo es cuidar
la integridad física de él y del mismo presidente para que
el proceso continúe.
(Ante las múltiples preguntas,
Briceño pidió a los periodistas orden y ofreció responder
un interrogante a cada uno).
¿Es cierto que ustedes
tienen detenidos a los dos paramilitares que serían los encargados
de asesinar a Manuel Marulanda el día de la ceremonia?
Me informaron que habían detenido
a dos personas, que ellos dijeron que estaban preparando un acto terrorista
contra Marulanda y el presidente. Por eso él no hizo presencia.
¿Los van a entregar
a las autoridades?
Dejemos que se tome una decisión
en el Estado mayor.
¿Ellos confesaron que
iban a atentar contra Marulanda?
Eso es lo que nos han informado hasta
ahora.
¿Les incautaron armas?
No tengo información
¿Cómo avanza
el proceso de canje?
El próximo 20 de enero habrá
una reunión del comandante Marulanda y representantes de los tres
poderes para tratar el tema de la ley de canje, que significa que se establece
en el tiempo, es decir una ley que dure, por si no resolvemos ahora el
conflicto armado, si continúa, podamos canjear los prisioneros que
tengamos de parte y parte. Por ahora vamos bien y pensamos que eso va a
salir pronto.
¿Cuándo será
posible un encuentro entre el presidente y el comandante Marulanda?
Eso toca esperar a que el comandante
Marulanda y su Estado mayor tomen una decisión en coordinación
con el Presidente de la República.
¿Pero se puede dar ese
encuentro?
Es posible que eso se dé a
medida que avancemos en las conversaciones.
¿La no ida de Marulanda
al acto de San Vicente fue un desplante?
En ningún momento. El comandante
Marulanda, desde hace 34 años en Marquetalia, ha tenido la mejor
voluntad política para buscar la salida negociada, la salida civilizada,
distinta a los tiros. Es el gobierno, o mejor, su régimen oligárquico
el que no ha querido buscar una salida. Nosotros somos los más interesados
en la paz, porque a nadie le gusta vivir en el monte por capricho. Tenemos
derecho también a ir a otras ciudades. A Bogotá, Medellín
y a otros lugares del mundo.
¿Está descartada
una negociación de ustedes con los paramilitares?
Es que ellos hacen parte del Estado.
Hablar con el Gobierno es suficiente.
¿El Gobierno es paramilitar?
Ellos fueron los que sacaron esa ley
o, digamos, armaron a los grupos paramilitares; son los responsables. El
Estado colombiano es responsable de esa política.
¿Por qué las
Farc están sembrando terrorismo, al estilo de las autodefensas,
como ocurrió en Tierralta, Córdoba?
Mire: nosotros ante todo somos combatientes
revolucionarios. Dentro del campo de combate hay muertos, heridos y prisioneros.
Pero no decapitamos a nadie. Ésa es la información que le
venden los agentes del Estado a los periodistas, y ustedes la transmiten
al mundo para desprestigiar a la guerrilla. Entonces les pido el favor
de ser más prudentes. Constatar primero las informaciones, porque
el mismo Ejército puede hacer eso. Y de los que murieron allá
la mayoría son paramilitares, en un asalto que hizo el bloque José
María Córdoba a la sede del campamento de Castaño,
porque están matando la gente. Entonces nosotros también
tenemos que responder con armas.
¿Entonces ellos mismos
se cortaron la cabeza, o qué?
Pues no sé qué pasaría
ahí, pero las Farc no fueron, porque no es la costumbre ni es la
línea del movimiento.
Carlos Castaño dijo que después
del 7 de enero iba a hacer una arremetida.
Incluso amenazó con
meterse a la zona del despeje. ¿Ustedes qué dicen?
Bueno, esperemos a que los generales,
que son sus superiores inmediatos, le den la orden, a ver si lo hace o
no. Yo, de Castaño, no quisiera hablar, porque eso es hablar del
Estado.
¿Cuál es su valoración
sobre lo que debe ser la relación con Estados Unidos en este proceso?
Con Estados Unidos lo que se está
discutiendo es el problema del narcotráfico. En primer lugar, que
se den cuenta de que la guerrilla no es narcotraficante. Lo tenemos como
principio. Que venga y verifique en las distintas zonas, para que se de
cuenta de que el Gobierno y sus Fuerzas Armadas han estado engañando
a Estados Unidos, o a los gobiernos, para pedir ayuda y bombardear y fumigar
a los colombianos. Eso es lo que queremos que se comprenda. Hay que buscar
una salida..., negociada, digamos, una salida civilizada al problema del
narcotráfico en el país.
¿Aceptarían una
inspección de las autoridades estadounidenses para que vean que
ustedes no están narcotraficando?
Pues se mirarían las condiciones
para que vengan y miren las distintas áreas. Aunque ellos ya están
aquí entrometidos en este país.
¿Tienen que estar armados
para que los escuchen a ustedes?
Porque resulta que uno entre más
va creciendo y se va poniendo jechito, necesita resolver los problemas
con mucho más carácter. Entonces, como las Farc son una organización
que ante todo lucha por el bienestar de todos los colombianos, por eso
es que buscamos la salida civilizada. Estamos muy grandecitos para que
nos escuchen y nos crean, de otra manera el Gobierno no escucha.
¿Tienen una propuesta
frente a los narcocultivos?
Está en los Diez puntos de
la plataforma para un gobierno de reconstrucción y reconciliación
nacional.
Pero esos puntos están desde
1993
Pues en las mismas conversaciones
se puede mirar qué otros puntos se agregan. Pero hay que arrancar
por algo, no importa que sean antiguos. Son como las Farc, viejas
pero vigentes.
¿Se ampliará
el tiempo del despeje?
Esperemos que lo defina la comisión
encargada para ello.
¿Cómo le parece
la paz armada?
¡Ah,
chévere! Porque ¿no ve que el fusil es el garante de los
acuerdos? Un fusil mientras el ser humano no ordene dispararlo no se dispara.
Depende de los hombres que los manejan. Si no tenemos los fusiles a nosotros
no nos respetan. Ni siquiera ustedes vienen aquí a escucharnos.
¿Para qué? Vienen porque tenemos fusiles, ¿cierto?
Si no, no se vendrían a asolear aquí hoy.
Pero usted dice que tienen
derecho a caminar por Bogotá, Medellín y otras ciudades del
mundo. ¿Quiere hacerlo con fusil?
Claro, mucho mejor. Que el pueblo
lo conozca a uno tal cual es. Porque cuando era civil no era nada. Me he
hecho en las armas.
¿Cómo van a dejar
las armas en caso de que lleguen a una negociación?
Eso dejemos que lo resuelvan en la
mesa de conversaciones.
¿Mientras sigan los
diálogos van a continuar también los ataques a diferentes
poblaciones del país?
Fue el Gobierno el que planteó
que habría una zona de despeje y una zona donde continúan
los combates. Nosotros estamos listos para lo que nos toque. Para la paz
y para el combate si nos agreden. Y como no hay cese del fuego no hay acuerdos,
no hemos avanzado todavía mayormente en nada, entonces en otras
partes del país continuarán los combates, porque así
lo quiso el Gobierno, no nosotros.
¿Hay posibilidades de
una tregua?
La tregua sería después
de que aprueben siquiera unos ocho puntos de los diez; que ameriten un
cese al fuego, con mucha responsabilidad y seriedad, de resto no amerita...
¿Por qué no abrir esa
puerta?
Porque no hay condiciones todavía.
Hay que adelantar primero en los otros puntos.
Usted tiene fama de ser un
hombre duro. ¿Cuál es el lado humano suyo para mostrárselo
al país?
(Carcajadas...) El lado humano es
que soy, ante todo, un guerrillero y estoy con ustedes mostrando lo que
son las Farc. Entonces eso lo ha armado es el propio Ejército y
se lo ha vendido a ustedes los periodistas. Aquí no hay ni
línea blanda ni línea dura. Aquí hay una dirección
colectiva que responde por toda la línea política, militar,
financiera y social del movimiento guerrillero de las Farc.
¿Usted reitera que no
tienen secuestrados en las Farc?
Ésa dejémosla para otro
día.
¿Cuál es la situación
de las madres de los soldados?
Bueno, nosotros tenemos los soldados
de Miraflores, de Mitú, El Billar, La Uribe, de Vichada... el bloque
Sur tiene los de Patascoy y otros de un pueblito...., no recuerdo ahora.
Todos están en buen estado de salud, están alimentados, tienen
las medidas de seguridad necesarias.
El mensaje para las madres sería
que hagan el esfuerzo de organizarse y pedirle al Gobierno la solución,
la ley del canje para que salgan pronto esos muchachos del monte y los
guerrilleros de las cárceles.
¿Ustedes tienen los
misioneros de Estados Unidos?
Nosotros no tenemos misioneros de
Estados Unidos. Eso es carreta que se han inventado las mismas autoridades
colombianas para desprestigiarnos y pedir más ayuda de los gringos.
¿Ustedes son partidarios
del Derecho Internacional Humanitario?
Nosotros tenemos nuestro propio estatuto
de derecho humanitario. No aceptamos otros, hasta el momento. El respeto
a la vida, el respeto a la integridad física de las personas, a
excepción de que estemos en combate, que es otra cosa, ¿no?
¿Y el que aplica la
Cruz Roja Internacional no lo aceptan?
No, porque a nosotros no nos han reconocido
como fuerza beligerante. Tenemos nuestras propias reglas disciplinarias,
nuestros propios documentos.
¿Van a entregar pruebas
de supervivencia?
Ya se han entregado de todos. Sería
repetirlas.
¿Cómo se ve usted
dentro de 5 años?
Con cinco años más.
EL ESPECTADOR 9.1.1999
PROPÓSITO PAZ NACIONAL
Se unirían madres de
soldados y guerrilleros
DE LOS ENVIADOS ESPECIALES
San Vicente del Caguán
Las madres de los soldados que se
encuentran en manos de las Farc podrían unirse con las de los guerrilleros
que hoy se encuentran en prisión para solicitarle al Gobierno que
acepte la fórmula del canje propuesta por ese grupo guerrillero.
La prueba para que esta unión
sea una realidad será el próximo 13 de enero, fecha elegida
por las madres de los soldados y policías retenidos para reunirse
en Bogotá en la sede de la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos (Anuc).
El encuentro fue sugerido por el comandante
Jairo, uno de los jefes zonales de las Farc que ayer visitó a San
Vicente del Caguán para entrevistarse con unas 30 madres que acudieron
a este municipio para reclamar la pronta liberación de sus hijos.
“Hagan una sola familia, una sola
asociación de madres”, dijo el comandante Jairo al lanzar la propuesta
de unir a todas las madres que tienen a sus hijos en el monte o en una
de las 183 cárceles colombianas.
Y parece que la propuesta caló,
porque no sólo se logró fijar una fecha para un encuentro
tentativo. También se escucharon opiniones de las madres en las
que se responsabiliza al Gobierno de dilatar la solución para el
problema del canje.
“Queremos el canje. El Gobierno puede
hacer algo con la Ley 418”, dijo una de ellas para hacer referencia a la
ley de orden público que faculta al Gobierno a otorgar indultos
para los guerrilleros que hayan incurrido en la comisión de delitos
políticos.
Tanto Gobierno y Farc tienen previsto
en su agenda reunirse el próximo 20 de enero en la hacienda Caquetania
para discutir las alternativas jurídicas para lograr el intercambio
de soldados y policías por guerrilleros.
El comandante Jairo no quiso referirse
al tema del canje pues advirtió que este tema lo está liderando
el jefe máximo de esa organización subversiva, Manuel Marulanda
Vélez, pero reconoció que son conscientes de la angustia
que viven las madres.
“Entendemos el dolor de las madres
porque no somos extraterrestres”, sostuvo el comandante, quien lucía
una camiseta con la imagen estampada de los legendarios líderes
de las Farc: Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, quien falleció en
1990.
Las madres, entre tanto, expresaron
su agradecimiento hacia las Farc por las atenciones que les brindaron durante
una reunión que sostuvo con algunos de sus comandantes en la que
les brindaron información sobre la suerte de sus hijos retenidos.
EL COLOMBIANO 9 de Enero de
1999
De manera formal, en La Machaca
Hoy comienza el diálogo
Voceros del Gobierno y las
Farc se reúnen a las 9 a.m.
La Comisión de Voceros del Gobierno
guardó absoluto hermetismo sobre las propuestas que le presentará
a la subversión. Entre tanto, la guerrilla explicó que sugerirá,
entre otras cosas, una mesa itinerante por los cinco municipios del despeje
Enviados especiales José Guillermo
Palacio. Diana Losada Castaño
San Vicente del Caguán
Hoy el gobierno y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, Farc, definirán el mecanismo para fijar
los temas de la agenda de diálogo, lo mismo que los municipios del
despeje donde se llevarán a cabo los encuentros.
La cita se fijó para las nueve
de la mañana en la vía que conduce al caserío de La
Machaca y a ella asistirán como voceros del Gobierno el presidente
del Senado, Fabio Valencia Cossio; la ex canciller liberal, María
Emma Mejía; el empresario Nicanor Restrepo Santamaría y el
gobernador del Atlántico, Rodolfo Espinosa.
A su vez la guerrilla estará
representada por sus negociadores Joaquín Gómez, Fabián
Ramírez y Raúl Reyes.
La Comisión de Voceros del
Gobierno guardó absoluto hermetismo sobre las propuestas que le
presentará a la subversión. Entre tanto, la guerrilla explicó
que sugerirá, entre otras cosas, una mesa itinerante por los cinco
municipios del despeje y la entrega de un comunicado de prensa conjunto
al final de cada reunión.
Se conoció, además,
que el alto comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardo, estará
encargado de coordinar el grupo que en representación del presidente
Andrés Pastrana acudirá a la cita de La Machaca.
Reunión
Ayer, desde tempranas horas de la
mañana la Comisión de Voceros estuvo reunida en el Batallón
Cazadores, lugar en el que se hospeda, discutiendo los mecanismos que propondrá
el Gobierno para manejar los diálogos de paz.
La reunión fue privada y al
cierre de esta edición, los voceros no habían salido de la
sede del Gobierno.
A su vez, la mayor parte de la guerrilla
abandonó antenoche el casco urbano de San Vicente del Caguán
y sus líderes se retiraron hacia La Machaca con los invitados internacionales
que asistieron al evento.
Manuel Marulanda Vélez, comandante
de las Farc, recibió invitados de Brasil, Suiza, El Salvador, Cuba
y Nicaragua, desde la noche del jueves.
Para el ex presidente de Nicaragua,
el sandinista Daniel Ortega, quien habló con Marulanda jueves y
viernes, la razón de la no asistencia del comandante guerrillero
a la mesa de instalación del diálogo obedeció a razones
de seguridad.
“Las razones de por qué no
acudió tienen suficientes elementos y por eso Marulanda prefirió
andar con paciencia. El problema fundamental era asistir a una ceremonia
pública, pues es muy complicado manejar la seguridad, pero él
está dispuesto a encontrarse con el presidente en otra oportunidad”,
dijo Ortega antes de abandonar San Vicente del Caguán.
Viceministro
Por su parte, el viceministro de trabajo
Francisco Olmedo Palacio, quien también se reunió con el
máximo jefe de las Farc, explicó que Marulanda Vélez
tuvo la intención de asistir al acto de instalación de los
diálogos, pero su guardia de seguridad le advirtió que no
era pertinente.
“Estaba muy cerca al casco urbano,
pero sus hombres le avisaron que no debía asistir por seguridad”,
reiteró Olmedo.
El viceministro de trabajo además
afirmó que las Farc le informaron que podía haber un atentado,
“no nos hablaron de nombres de detenidos, pero si tienen a alguien me imagino
que deberán informárselo a Presidencia, al alto comisionado
de Paz o a la Comisión de voceros del gobierno”.
Las Farc dijeron ayer que detuvieron
a dos hombres armados antes de la instalación de la mesa de diálogo,
razón por la cual le sugirieron a su comandante que no se presentara
en público.
Sin embargo, no fueron revelados los
nombres de los detenidos ni se informó qué pasará
con ellos.
Agenda de las Farc
Luego de la argumentación sobre
la no asistencia de Marulanda a la instalación de la mesa de diálogo,
las Farc insistieron en que la propuesta de su agenda corresponde a los
diez puntos de su plataforma política revelados en 1993. Expresaron
también que los mismos sintetizan los problemas sociales y económicos
del país y que aunque no es una camisa de fuerza para el Gobierno,
no están dispuestos a ceder en lo que tiene que ver con la paz con
justicia social.
A su vez, los voceros del Gobierno
dijeron el jueves, luego del acto de instalación de la mesa, que
no tienen una propuesta concreta sobre los temas que deberán debatirse
y que escucharán a las Farc.
Por su parte, varios analistas consideran
que comenzar por el Derecho Internacional Humanitario, DIH; el paramilitarismo
o el canje llevaría a una pronta ruptura de las conversaciones debido
a la desconfianza entre las partes y a las profundas dificultades para
lograr consenso alrededor de temas en los que de antemano se conoce que
hay serias diferencias.
EL COLOMBIANO 9 de Enero de
1999
Con apoyo de Estados Unidos
Ejército niega creación
de batallones antiguerrilla
AFP-Santafé de Bogotá.
El comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias, negó
ayer que se hayan creado dos batallones antiguerrilla con apoyo de Estados
Unidos, tal como lo denunció las Fuerzas Armadas de Colombia, Farc,
durante la instalación de las mesas de negociación con el
Gobierno.
“No se han creado unidades para combatir
a la insurgencia sino a los narcotraficantes, pero si hay elementos armados
involucrados con las drogas pues ahí nos encontraremos y los combatiremos”,
dijo el oficial a los periodistas.
Tapias respondió así
al jefe máximo de las de las Farc, Manuel Marulanda, quien el jueves
aseguró que el presidente Andrés Pastrana pretende cercar
militarmente a los cabecillas rebeldes “con el pretexto” de la lucha antidrogas.
“Pastrana ha creado dos batallones
móviles de contraguerrilla, uno asesorado y financiado por Estados
Unidos, para ubicarlo en Guaviare y mantener un anillo alrededor del Secretariado”,
manifestó en un mensaje leído en la iniciación de
los diálogos de paz.
“Tirofijo” añadió en
su discurso que el mandatario es responsable de la creación de “una
unidad de inteligencia militar, dotada con sofisticados medios técnicos,
y de recibir cinco millones de dólares para reestructurar una base
aérea” en el departamento de Caquetá.
Según las primeras reacciones
entregadas por el comandante del Ejército, las acusaciones de la
guerrilla son infundadas y los esfuerzos logísticos del Gobierno
en cooperación con Estados Unidos están orientados a minar
el tráfico de estuperfacientes.
EL ESPECTADOR 9.1.1999
Las secuelas de un horror anunciado
Bogotá
Apenas 24 horas después de que
en San Vicente del Caguán se enarbolaran banderas de paz, la violencia
volvió a arreciar por cuenta del paramilitarismo, y en medio centenar
de hogares no hay tregua para el dolor, ni esperanza de que cese la cadena
de retaliaciones que mantiene nutrido el monstruo de la guerra.
Sólo que en esta ocasión
constituye el primer capítulo de un horror anunciado. El 6 de enero
finalizó la tregua de navidad publicitada por Carlos Castaño
Gil, y a las 48 horas, en los departamentos de Antioquia y Cesar, el paramilitarismo
dejó su impronta de sangre y fuego, sin que a la vista se avizore
un simple gesto humanitario.
Es la tardía respuesta de las
Autodefensas de Córdoba y Urabá al ataque de las Farc a uno
de sus campamentos en el nudo de Paramillo. Es el retorno de la disputa
territorial de la afligida zona de Urabá. La reactivación
de cinco bloques de lucha armada, que en su propósito de contrarrestar
el avance de la insurgencia, vuelven a dejar a su paso un rastro de tragedia
y la seguridad de la próxima venganza.
Pero mientras los estadígrafos
comienzan a registrar el itinerario de masacres del año nuevo, ¿qué
estarán pensando los cerebros de la seguridad nacional en el poder
ejecutivo? ¿cuántos muertos más tendrán
que contarse antes de que el Estado anuncie definitivamente su estrategia
contra el paramilitarismo?
El país tiene claro que con
las Farc habrá conversaciones, así resulten interminables,
en La Machaca (Caquetá). Con el Eln se tiene pactada una Convención
Nacional con fecha de apertura el 13 de febrero. Pero ¿cuál
es la política contra el paramilitarismo? ¿una mesa alterna
de negociación? ¿un cuerpo élite para cortar los nexos
entre los mercenarios y la sociedad? El silencio oficial es tan doloroso
como el nuevo recuento de homicidios.
Ayer se cumplió una nueva cumbre
de expertos para evaluar el tema, se sabe que la próxima semana
saldrá un documento para articular, al menos en el papel, los esfuerzos
de las agencias de inteligencia del Estado. Se trazarán directrices,
se anunciarán escuadrones, se divulgarán recompensas. Pero
¿cuántas matanzas habrá que reseñar antes de
que se produzcan resultados?
En cambio episodios como la guerra
en el sur de Bolívar o la fratricida disputa del nudo de Paramillo
o el nordeste de Antioquia, con guerrilleros y paramilitares enfrentados,
no demoran en repetirse con una consecuencia atroz: la muerte de muchos
inocentes, el aumento de las legiones de desplazados, y las lamentaciones
de un atribulado país que no alberga por ahora la esperanza de una
tregua en el fuego cruzado.
Ayer fue en Curumaní (Cesar)
o en Apartadó (Antioquia), mañana las malas noticias vendrán
del Meta, Arauca, Cundinamarca o Casanare. Pero mientras sólo la
Fiscalía enfrente al paramilitarismo, o en su defecto al Estado
lo sustituya la insurgencia, nada puede esperar el país distinto
al coraje de los investigadores del CTI, o la barbarie que dejan guerrilla
y autodefensas cuando se matan, y de paso acribillan a gente inerme.
Lo demás es resignarse a saber
que los muertos de ayer estaban anunciados. Cuando el jefe de las autodefensas,
Carlos Castaño Gil, reapareció después del ataque
de las Farc en El Diamante (Córdoba), lo advirtió tajante:
“vamos a continuar la ofensiva hasta que la guerrilla opte por una salida
civilizada al conflicto”. Y como esta opción aún es incipiente
o sin duda muy remota, la única expectativa es que el Estado defina
su postura frente a Castaño.
Se dirá que los discursos del
Presidente son claros en advertir que se combatirá al paramilitarismo.
Pero que se vea que no son apenas buenas intenciones. También la
administración Samper anunció grupos élite para contrarrestar
a este enemigo de la sociedad. Y fueron cuatro años de falsas promesas.
Once muertos deja masacre en
Cesar
Valledupar
Once personas muertas, un número
no determinado de desaparecidos, tres casas quemadas, terror y angustia
dejó una incursión de grupos armados, la madrugada de ayer
en el corregimiento Santa Isabel, municipio de Curumaní, en el centro
del departamento de Cesar.
Según informaciones oficiales
y de los temerosos moradores del poblado, más de 100 hombres llegaron
a la una de la mañana, en dos vehículos y con lista en mano
fueron sacando de sus residencias a jóvenes y ancianos, y les dieron
muerte, en la plaza principal del pueblo.
“Quizá no eran 100 sino menos,
pero con el miedo y las sombras de la noche uno veía más
de 1.000”, dijo uno de los habitantes de Santa Isabel.
El grupo, que todo indica era de miembros
de las
autodefensas, incursionó en
el corregimiento de la manera más violenta registrada hasta ahora,
en la triste historia de las masacres en Cesar, hasta el punto de balear
a un anciano de 85 años e incinerar a una viejita de 82, que era
ciega.
Los armados fueron derrumbando las
puertas de viviendas y sacaban de sus lechos a las víctimas, que
fueron torturadas y baleadas ante el terror de algunos pobladores, que
fueron obligados a presenciar el horrible espectáculo.
Al despuntar el día, los cadáveres
fueron llevados hasta el hospital San Andrés de Chiriguaná,
para realizar las labores de rigor por parte de los funcionarios de la
Fiscalía y para que sus familiares fueran a reclamar sus cuerpos
sin tanto temor.
Diez de las víctimas fueron
identificadas, de la otra aún no se tiene información.
Los muertos fueron: Giovanny Castro
Herrera, de 22 años;
Alejandro de Jesús Rojas Machado,
de 21 años; Julio Tafur Hernández, de 25 años; Armando
Ruiz Hernández, de 51 y José Melquiades Robles Castillo,
de 41.
Además: Álvaro Vega
Santiago, de 29; Hermes Barbosa Ruiz, de 45; Luis Alfredo Guevara, de 20;
Francisco Machado Ortega, de 85 y Sara Benjumea de Dita, de 82 años.
Todas las personas asesinadas exceptuando
a Hermes Barbosa, quien era profesor de primaria, se desempeñaban
en las labores del campo.
Habitantes de Santa Isabel aseguran
que el grupo armado se llevó a varias personas aunque no se conocen
identidades ni el número de los desaparecidos.
Mientras tanto, oficialmente se informó
que cerca de la localidad, en Plan Bonito, vereda de El Paso, el mismo
grupo secuestró a 4 personas más.
Llorando, varios vecinos de Sara Benjumea,
la ancianita de 82 años, ciega y cuyo cuerpo ardió junto
con su rancho, se lamentaron de no poder salvarla de las llamas, “porque
no nos atrevimos a salir por miedo a ser también asesinados”, contaron
los habitantes.
El señor Francisco Machado
Ortega, de 85 años, logró salvarse de las llamas, pero eso
no bastó porque fue ajusticiado en la plaza del pueblo.
Hoy, el pueblo está lleno de
temor, mientras fuerzas combinadas de la Policía y el Ejército,
tienen controlada parte de la zona, que desde hace años está
considerada como la más conflictiva del departamento de Cesar.
Antioquia, epicentro de la violencia
paramilitar
Medellín
Un saldo inicial de 41 personas muertas,
de las cuales ya fueron identificadas 35, dejó una ofensiva de las
Autodefensas Unidas de Colombia en once municipios del departamento de
Antioquia.
En esta ocasión, los hombres
de Carlos Castaño escogieron selectivamente a sus víctimas
acusándolas de ser colaboradores de la guerrilla y anunciaron que
no dejarán que la subversión retome el control de Urabá
y el Nudo de Paramillo.
La mayor arremetida paramilitar se
registró en la zona de Urabá donde 15 personas fueron asesinadas.
Según el informe de las autoridades, el municipio más afectado
fue Apartadó, donde fueron baleadas ocho personas.
El balance indica que a eso de las
3:00 de la madrugada de ayer hombres armados que vestían prendas
de uso exclusivo del Ejército incursionaron en el barrio Policarpa
y La Chinita y asesinaron a ocho personas.
Posteriormente, en los municipios
de Carepa, Chigorodó y Turbo, varios habitantes de la región
fueron sorprendidos en la vías pública por hombres armados
que se movilizaban en motocicletas.
Camino de muerte
La ofensiva no paró ahí
y en el municipio de Dabeiba, la puerta de entrada a la zona bananera,
los habitantes denunciaron el paso de un comando armado, quien fue a buscar
su víctima hasta la casa.
Mientras tanto, en el occidente, en
el corredor vial que comunica con la zona bananera y comprende los municipios
de Dabeiba, Santa Fe de Antioquia, Toledo y Liborina, los paramilitares
asesinaron a otras diez personas.
Según el informe de los campesinos,
el primer municipio atacado fue Toledo, una de las poblaciones más
pobres de Antioquia, a 177 kilómetros distante de Medellín,
donde fueron ultimados cinco labriegos.
El recorrido de muerte no paró
ahí y en el municipio de Liborina se reportó el asesinato
de un agricultor.
No habían transcurrido cinco
horas cuando se conoció de un ataque en el municipio de Santa Fe
de Antioquia, donde seis personas habrían perdido la vida en dos
incursiones a las veredas, La Aldea y El Rodeo.
Nadie se atreve a entrar
“Al rodeo no se atreven a entrar siquiera
las autoridades, porque se dice que hay combates entre las Farc y los paramilitares
y por eso no se han rescatado los cadáveres”, advirtieron ayer campesinos
consultados telefónicamente en esta localidad.
La arremetida no terminó en
esa región. Simultáneamente en Salgar y Betania, al sur del
departamento, fueron reportadas nueve personas muertas.
De éstos, el caso más
grave se registró en el municipio de Salgar, donde un comando armado
ingresó a la vereda Los Andes y en un caserío conocido como
El Chispero asesinó a cinco campesinos, mientras que otro resultó
herido. Sus entidades no habían sido suministradas ayer porque se
adelantaban las diligencias judiciales.
Al parecer los campesinos de la zona
habían sido amenazados días atrás y por eso se inició
un desplazamiento de los habitantes de las veredas de la localidad, quienes
temen una nueva incursión.
En Betania, se reportó el asesinato
de otros cuatro pobladores en la vereda Guaricó.
De este ataque no se salvó
ninguna región de Antioquia y en el oriente antioqueño un
comando armado ingresó a dos veredas del municipio de San Carlos.
Jóvenes, las víctimas
Los hechos se presentaron en las veredas
El Choco y El Popo, donde fueron muertos tres jóvenes.
Según los pobladores, el municipio
está amenazado desde hace varios meses por la guerrilla y los paramilitares.
En medio de este cruce de intimidaciones perdió la vida el alcalde
Nevardo Morales, el pasado primero de enero.
El informe oficial señala que
en todos los casos, hombres que portaban prendas de uso exclusivo de las
Fuerzas Militares de Colombia y armamento de corto y largo alcance y seleccionaron
a sus víctimas y les propinaron varios disparos.
EL ESPECTADOR 9.1.1999
PROPÓSITO PAZ NACIONAL
Tirofijo: “No fue un desplante”
Por: ARMANDO NEIRA
Enviado especial, San Vicente del
Caguán
A las nueve y 50 minutos de la mañana
del jueves, el comandante de las Farc, Manuel Marulanda, se detuvo en una
rústica casa de tejas rojas y paredes claras, en la polvorienta
y pedregosa carretera que comunica a San Vicente del Caguán con
La Sombra, donde tiene su cuartel general, y les anunció a sus hombres
de confianza que cancelaba la cita con el presidente Pastrana, que a esa
hora lo esperaba puntual para instalar las mesas de diálogo.
Los demás miembros de la cúpula
insurgente apoyaron su decisión porque ellos ya estaban enterados
de la detención de dos francotiradores que habían sido retenidos
con sendas pistolas por los guerrilleros una semana antes. “Es mejor ser
prudentes”, les dijo Tirofijo a sus hombres.
Esta es la versión entregada
ayer a El Espectador por un comandante de la organización insurgente
con la que explicó el por qué de la ausencia de Manuel Marulanda
Vélez a la histórica cita.
La explosiva revelación sufrió
durante la jornada de ayer una metamorfosis total. Al caer la noche, las
partes coincidían en que fueron los problemas de seguridad los que
forzaron a Marulanda Vélez a no asistir al acto. Sin embargo, la
detención de los dos hombres variaba a cada instante.
Por ejemplo, el viceministro de Trabajo,
Fabio Olmedo Palacio, les dijo ayer a las 11:39 minutos de la mañana
a los periodistas de The New York Times, The Boston Globe y The Economist
que esta versión era cierta y ellos la despacharon así para
sus respectivos medios. Sin embargo, el mismo funcionario desmintió
media hora después, bajo el sol calcinante que bañaba al
aeropuerto de San Vicente del Caguán, esta información.
Contó que él se reunió
a las seis de la mañana de ayer con Manuel Marulanda Vélez,
Jorge Briceño, Mono Jojoy, Joaquín Gómez, Raúl
Reyes, Fabián Ramírez y el mayor de la policía Royne
Elías Chávez, jefe de seguridad del presidente, en un cálido
y respetuoso encuentro.
“Mi vida corre riesgos”
En esta sorpresiva cita, el comandante
de las Farc dejó en claro tres puntos. Primero que de ninguna manera
quisieron hacerle un desplante al presidente. “No fui a la instalación
de la mesa de diálogo porque descubrimos un plan que ponía
en riesgo mi vida”, explicó el comandante del movimiento insurgente.
Segundo, que lo importante era mirar
el fondo de lo ocurrido este jueves. “Se instaló la mesa de diálogos”.
Marulanda les explicó al viceministro y al mayor de la Policía
que no había que darle importancia a la foto sino al hecho de que
ese día estaba programada la instalación de la mesa y eso
ocurrió.
Y tercero, que el respeto y la confianza
del comandante de las Farc hacia el presidente era tal que “habría
nuevos encuentros en los próximos días con el presidente
Pastrana”.
¿Por qué el viceministro
y el mayor se encontraron con Tirofijo? “Esta mañana, a las seis,
fuimos a buscar unos equipos de comunicación que habíamos
traído para el acto y nos encontramos allí con él.
Fue coincidencial”.
El Espectador confirmó que
la casa donde se produjo este encuentro está ubicada a sólo
diez minutos en carro del parque de los Fundadores de San Vicente. Es decir,
este relato coincide con la revelación también a este diario
de un comandante de las Farc en el sentido de que Marulanda casi llega
al acto pero decidió detenerse allí.
El viceministro, sin embargo, es tajante
al decir que él no sabe de dónde salió la versión
que habla de los dos hombres detenidos y que según una tesis expuesta
por el comandante de las Farc se trata de paramilitares.
Sin embargo, ante esta versión
surgen varias preguntas. ¿Si Marulanda sabía de la existencia
de los francotiradores por qué no alertó al presidente?,
¿sabía el Jefe de Estado que la vida de los hombres que se
sentaban en la mesa corrían peligro?, ¿si los dos hombres
fueron detenidos, se los entregaron ayer al mayor de la Policía
que también era responsable de la seguridad del acto junto con los
guerrilleros?
La hora de las preguntas
Ayer, El Espectador le hizo estas
preguntas a Joaquín Gómez, uno de los tres negociadores nombrado
por las Farc, pero éste fue tajante en su respuesta: “Nosotros no
hemos dicho eso de dos hombres detenidos. Hemos hablado de riesgos muy
grandes”. Gómez, que llegó al aeropuerto de San Vicente,
conduciendo personalmente una camioneta Chevrolet Luv, cabinada y con varios
hombres y mujeres armados de camuflado, que escoltaban al alto comisionado
para la Paz, Víctor G. Ricardo, esquivó el resto del cuestionario
y dijo: “Solamente he venido a despedir a esta gente. Luego hablamos”.
Hizo una pausa y luego reveló: “En los próximos días
el comandante Marulanda explicará personalmente lo sucedido”.
A Víctor G. Ricardo también
se le preguntó. Luego, en medio del quemante asfalto del aeropuerto,
llamó aparte al viceministro y discutió con él. A
las 3:36 de la tarde abordó su avioneta y se marchó para
Bogotá, en donde explicó que en efecto hace varios días
la guerrilla le había informado que habían detenido a dos
sospechosos pero que no se los habían entregado. Gómez, por
su parte, se montó a la camioneta, y se marchó.
En el mismo aeropuerto, el ex presidente
de Nicaragua Daniel Ortega reveló que él y otras personalidades
se reunieron con Marulanda Vélez en la tarde y noche del jueves
y en la mañana de ayer. “Nos reveló de los riesgos personales,
pero aclaró que el proceso va por buen camino”. Esta opinión
que fue reafirmada por Carlos Payán Velver, senador del PRI y ex
director del diario La Jornada de México. “Lo vi muy bien de salud”,
agregó.
“¿De dónde salió
la versión de que había dos francotiradores detenidos”, preguntó.
Entre la confianza y la seguridad
La inasistencia del máximo
comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), Manuel
Marulanda, al acto de instalación de la mesa del diálogo,
el pasado siete de enero en San Vicente del Caguán, pudo obedecer
a motivos de seguridad personal o, simplemente, por manipulación
informativa.
Así lo manifestaron ayer algunos
analistas, luego de que la noticia del inicio del proceso de paz en Colombia
diera la vuelta al mundo, más aún con el agravante de que
el guerrillero más antiguo no se hiciera presente a la cita con
el presidente Andrés Pastrana Arango.
Según Vicente Torrijos, director
de la Escuela de Alto Gobierno, “sea cual fuere la verdad sobre la causa
de la ausencia del señor Manuel Marulanda, lo cierto es que él
no estuvo presente y que estamos siendo objeto los colombianos de manipulación
informativa: el Gobierno no tiene una versión clara y la guerrilla
tampoco”.
Lo cierto es que no existe confianza
en este proceso, agregó Torrijos, quien señaló que
no existen condiciones para que se desarrolle el diálogo. “Si se
estaba fraguando un atentado, entonces qué maquinaria siniestra
tiene la capacidad de organizarlo. Y si tal atentado nunca fue preparado,
qué ventajas obtuvieron las Farc al dejar solo al presidente en
un escenario que nunca debió montarse”, puntualizó Torrijos.
De otra parte, Jorge Mario López
Giraldo, experto en Derecho Internacional Humanitario, afirmó que
más que incumplimiento, la ausencia de Tirofijo implica un acto
lógico de seguridad personal “pues cualquier hecho atentatorio contra
su vida acarrearía graves consecuencias no solo para el proceso
mismo que se inicia sino para el país en general”.
López dijo que lo importante
fue que los voceros de Marulanda y del Gobierno asistieron al evento. “El
otrora candidato y hoy presidente cumplió su palabra. Lo que viene
nadie lo sabe, pero ojalá que esto no se convierta en un nuevo Tlaxcala”.
ANÁLISIS
‘Tirofijo’: el derecho a temer
“...Depende de las condiciones en
que piense la muerte. Si yo sé que en el camino me están
esperando, no me voy por ese caminito. Uno da la vuelta por otro lado”.
Eso le dijo hace diez años
Manuel Marulanda Vélez a Ángel Beccassino, en una entrevista,
cuando le preguntó sobre sus temores a la muerte. El jueves pasado
es posible que haya repetido lo mismo mientras era esperado para la instalación
de las mesas de diálogo.
Ayer, cuando se conoció la
versión del grupo insurgente según la cual pistoleros al
servicio del paramilitarismo fueron sorprendidos en un plan para asesinar
a Marulanda, hubo dos preguntas en concreto por resolver: ¿Era cierto
ese plan?, y, en caso positivo, ¿fue la única razón
para que no llegara a la trascendental cita?
En principio, Raúl Reyes, vocero
en los diálogos, dijo en San Vicente que Tirofijo no había
llegado por “razones de seguridad”. Hubo invitados al acto que pusieron
en tela de juicio esa aseveración. “Lo mismo pudo decir el presidente
de la República, y aquí está”, apuntó uno de
ellos.
Frente al palco principal de invitados,
centenares de guerrilleros, apostados en los más diversos sitios,
parecían darle la razón, mientras que los 60 miembros de
la escolta personal de Pastrana apenas sí se notaban en medio del
despliegue de la guerrilla.
Sin embargo, Tirofijo sí tuvo
a qué temerle. Y es que, contra lo que pueda creerse, el enjambre
de guerrilleros que se tomó la población en la noche del
miércoles no era plena garantía para que su jefe no sufriera
un atentado. Si es que es cierto que se fraguó.
Las Farc, como movimiento y como ejército,
son un grupo campesino lejano de las ciudades y de su manejo. El jueves
San Vicente del Caguán, con centenares de forasteros, era una ciudad.
Y las Farc, ese mismo ejército
que ha intentado con éxito la toma de bases militares y poblaciones
intermedias, no tienen una estructura para hacer tareas de protección
personal, asunto muy diferente al de realizar anillos de seguridad en el
monte para salvaguardar a los miembros de su cúpula.
Es decir, en las condiciones del acto
de instalación de las mesas eran altas las posibilidades de éxito
de un atentado contra Tirofijo. Primero, por esa sencilla razón
de índole militar. Y segundo, porque el sicariato en Colombia ha
dado muestras de su largo brazo para vencer todas las medidas de seguridad.
Las autodefensas de Carlos Castaño,
provenientes en buena parte del narcotráfico, también heredaron
a los sicarios con su terrorífica efectividad.
Como lo demuestran los casos de Luis
Carlos Galán Sarmiento y Carlos Pizarro Leongómez. En el
de Galán, seis comandos burlaron a 85 miembros de seguridad el 18
de agosto de 1989 en Soacha.
En el asesinato de Pizarro, el 26
de abril de 1990, dentro de un avión, en pleno vuelo Bogotá-Barranquilla,
el sicario, Gerardo Gutiérrez, pasó la inspección
electrónica del aeropuerto, los controles de la escolta sobre cada
pasajero y los de perros especializados. Nada valió. Quince disparos
mataron al líder del M-19. No obstante, hay que comenzar por saber
si es cierta la versión sobre el atentado a Marulanda.
Ahora bien: de carambola, las Farc
pueden obtener un gran dividendo político si demuestran ante el
país que los paramilitares están detrás de un intento
por abortar el proceso de paz, a costa de la vida de Tirofijo.
EL ESPECTADOR 8.1.1999
PROPÓSITO PAZ NACIONAL
“Queremos una paz, sin hambre
y sin represión”
El siguiente es el discurso del máximo
comandante de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, que fue
leído ayer durante la instalación de las mesas de diálogo
en San Vicente del Caguán por el vocero de esa organización
guerrillera, Joaquín Gómez:
“Reciban de las Farc-Ep un cordial
saludo de bienvenida y al mismo tiempo nuestro agradecimiento por honrarnos
con su presencia en este trascendental acto público que hoy nos
congrega aquí en la plaza de San Vicente del Caguán.
“Por primera vez en 34 años
de confrontación armada, declarada por el Estado en 1964 a 48 hombres,
con asesoría militar y ayuda económica del gobierno de Estados
Unidos, que le entregó $500 millones al presidente de ese entonces,
Guillermo León Valencia, para acabar con las supuestas “repúblicas
independientes”, que existían tan sólo en la mente del Parlamento,
en cabeza del doctor Álvaro Gómez, que en paz descanse; quien
promovió un fogoso debate en el Congreso contra éstas para
justificar la represión, mientras no lo hizo con la real república
independiente situada en Lomalinda (Meta), santuario estadounidense, donde
permanecía un gran número de ciudadanos de ese país,
armados y sin ningún control estatal, y a cuyo campamento no podían
entrar ni los generales colombianos.
Motivado por el doctor Gómez,
el Congreso facultó al presidente y a los altos mandos militares
para que nos pasaran la cuenta de cobro por haber enfrentado las dictaduras
de Laureano Gómez y del general Rojas Pinilla, a pesar de haber
sido nosotros amnistiados e indultados por una ley del Parlamento.
Huyendo de la represión oficial
nos radicamos como colonos en la región de Marquetalia (Tolima),
donde el Estado nos expropió fincas, ganado, cerdos y aves de corral,
extendiendo esta medida a los miles de compatriotas que no compartían
la política bipartidista del Frente Nacional.
De paso, le cerraron las puertas a
nuevas corrientes políticas en vía de crecimiento, convirtiendo
las elecciones en una maquinaria excluyente sólo para beneficio
del bipartidismo liberal-conservador, quienes eran los únicos que
podían elegir a sus representantes, porque así “lo consagraba
la Constitución”.
Los préstamos e imposiciones
del Fondo Monetario Internacional, hoy día instrumento de la política
injerencista, aumentaron el descontento popular, y el abismo entre ricos
y pobres sobrepasó los límites, sin solución a corto
plazo. Mientras tanto, aumentaba el presupuesto para la guerra y se creaban
los primeros batallones de contraguerrilla por mandato del Parlamento,
reduciendo, gracias a esta medida, la inversión social destinada
a mejorar el bienestar de la población.
Las manifestaciones, los movimientos
cívicos y los paros laborales y estudiantiles fueron declarados
ilegales y sus líderes detenidos. Algunos de ellos fueron posteriormente
asesinados por agentes de la inteligencia del Estado.
La instalación de mesas de
diálogos por 90 días a partir del despeje militar ha despertado
gran expectativa en todo el país y el mundo, para buscar una salida
con justicia social y soberanía al conflicto social y armado que
está desangrando al país desde hace más de cuatro
décadas. Las Farc, en su condición de movimiento revolucionario
en lucha por los cambios, pondrá sobre la mesa la plataforma de
los diez puntos para el estudio y análisis de los tres poderes,
los partidos políticos, intelectuales, industriales, ganaderos,
agricultores, comerciantes, profesores, estudiantes, clase obrera, campesinado,
juntas comunales, desempleados, desplazados por la violencia, la insurgencia
y otras organizaciones, para el debate fundamental sobre la política
y la transformación radical de las viejas estructuras del Estado,
por medio de una Asamblea Nacional Constituyente que tenga la representación
directa de los distintos estamentos de la sociedad colombiana. Para que
sea ella la que apruebe, o desapruebe, los acuerdos de Estado-insurgencia,
para que la paz alcanzada sea duradera.
Por ello, los representantes de las
Farc-Ep están dispuestos a escuchar y a ser escuchados. Las Farc
informarán a la opinión pública acerca de los resultados
de las deliberaciones Gobierno-insurgencia durante los tres meses.
Somos optimistas respecto al nuevo
proceso que hoy comienza, donde analizaremos en profundidad la situación
política, económica, social, cultural, ecológica y
de soberanía, hasta encontrar las soluciones de fondo. Para que
fructifique sugerimos a las distintas organizaciones no gubernamentales
acertar en la escogencia de sus representantes, a través de asambleas
populares, para que hagan parte de la mesa de diálogo y así
evitar los errores del pasado con anteriores gobiernos que no permitieron
la participación del pueblo y dejaron toda la responsabilidad en
los tres poderes, para que analizaran y aprobaran las reformas solicitadas
por las Farc en los acuerdos de La Uribe.
Esperamos ocho años para conocer
los resultados, incluida la indemnización de quienes perdieron todo
en los departamentos de Tolima, Huila, Cauca, Valle y Caldas.
Los tres poderes nunca hicieron nada
para materializar los acuerdos y menos aún para aclimatar la paz.
En cambio, se enfrascaron en constantes debates partidistas a favor de
sus intereses personales, dando tiempo de manera premeditada al desgaste
político de las Farc, para someternos a la política oficial
sin condiciones y por la fuerza, como lo intentaron sin resultado alguno.
En diciembre de 1990, con el ataque
a Casa Verde mediante bombardeos, ametrallamientos y desembarcos, el señor
César Gaviria aniquila toda posibilidad de diálogos encaminados
a montar la paz. Con esta nueva agresión el Ejército oficial
se apodera de 300 mulas, 70 caballos de silla, 1.500 cabezas de ganado,
40 cerdos, 250 aves de corral, 50 toneladas de comida, destruye puentes
de la comunidad, arrasa con las sementeras y quema casas para demostrar
el poderío del Estado a través de la Fuerza Pública.
De la misma manera procedieron en
1965 en las regiones de El Pato (Caquetá), Guayabero (Meta), y Riochiquito
(Cauca).
Hoy la lucha contra el narcotráfico
viene siendo otro caballito de batalla utilizado por algunos gobiernos
para ocultar sus verdaderos fines de acción contra la insurgencia,
para impedir que se hagan los cambios que están reclamando las mayorías,
donde los gobernantes estadounidenses invierten grandes sumas de dinero
haciendo víctima a la población civil por intermedio de la
Fuerza Pública colombiana con bombardeos, ametrallamientos y fumigaciones
indiscriminadas, acabando con pastos, sementeras y aves de corral, dejando
una buena parte de la tierra estéril en desmedro de miles de familias
agobiadas por la pobreza y sin ninguna protección de parte de los
poderes del Estado.
Es necesario que los poderes elaboren
planes de erradicación de los cultivos de coca y amapola, partiendo
de que el problema de la siembra de cultivos ilícitos por el campesinado
colombiano, obedece a profundas raíces económico-sociales
y, por lo tanto, su tratamiento no puede ser represivo.
Consideramos que es necesario, para
ambientar el proceso de paz que hoy se inicia, que nuestros adversarios
terminen con el lenguaje calumnioso de narcoguerrilleros, bandidos, terroristas,
narcobandoleros, etcétera, porque la confrontación no se
gana con sandeces, sino haciendo una sociedad más justa y terminando
con las causas objetivas de la violencia.
El ex presidente César Gaviria,
en calidad de ministro de Gobierno del presidente Virgilio Barco, confirmó
en un debate en el Senado la existencia de 150 grupos de paramilitares
en el Magdalena Medio, Huila, Urabá y en otros departamentos asesorados
por los mandos militares y financiados por narcotraficantes, sin que el
Gobierno central tomara ningún tipo de correctivo. El paramilitarismo,
como modalidad del terrorismo de Estado, es financiado por un considerable
número de ganaderos, latifundistas e industriales, y tiene como
política exonerar al Ejército por la responsabilidad que
a éste le compete en la eliminación física de todos
aquellos opositores al establecimiento, a cuya cabeza figura Carlos Castaño.
Estos señores, por ser hijos legítimos del Estado y defensores
del mismo, no pueden recibir tratamiento político, como lo pretenden
algunos líderes políticos, haciendo creer a la opinión
pública que el enfrentamiento es entre guerrilla y paramilitares,
y no entre guerrilla y Ejército oficial.
Ellos, al igual que altos mandos militares,
deben responder por los crímenes de Estado cometidos contra la población
civil, como el genocidio cometido contra la Unión Patriótica,
al igual que por la muerte de comunistas, sindicalistas, defensores de
los derechos humanos, el caso de los esposos Elsa Alvarado y Mario Calderón,
Eduardo Umaña Mendoza, Jesús María Valle y el dirigente
obrero Jorge Ortega. Estos grupos, como han sido creados por el Estado,
tienen que ser sometidos por el mismo Estado a la justicia ordinaria, para
satisfacer el clamor nacional e internacional, antes de que la emprendan
contra el mismo establecimiento con cualquier pretexto para conseguir status
político. Hay que evitar que los crímenes cometidos por estos
grupos queden impunes y que la violación de los derechos humanos
sea aún mayor, hasta poner en grave riesgo los diálogos por
las continuas matanzas de inocentes, dejando más de un millón
de campesinos desplazados y sin tierra, de la cual se han apropiado los
paramilitares.
En 1984, a los acuerdos de La Uribe
cada sector social le dio su interpretación de acuerdo con sus particulares
intereses de clase. Durante el proceso adelantado por el ex presidente
Belisario Betancur, a pesar de existir un acuerdo de cese al fuego aprobado
por ambas partes, las Fuerzas Armadas fueron reiterativas en su violación.
El caso más sobresaliente fue el de Urabá (Antioquia), cuando
el Ejército asesinó a 25 guerrilleros. Cuando exigimos claridad
del por qué la Fuerza Pública, violando acuerdos, había
cometido esa matanza, que no era cosa distinta que un saboteo al proceso
de paz, la respuesta que fríamente dieron los representantes del
gobierno fue que la Constitución y las leyes facultaban al Ejército
oficial para poner a buen recaudo a quienes sin pertenecer a la autoridad
legítimamente constituida portaban armas privativas de las Fuerzas
Militares.
Esto, como es lógico, causó
disgusto entre los guerrilleros y como respuesta solidaria atacaron una
unidad militar en Caquetá, entre Puerto Rico y San Vicente del Caguán,
causando aproximadamente el mismo número de muertos y heridos. En
seguida el Gobierno central y la clase política del país
pusieron el grito en el cielo y condenaron el hecho por “apuntar contra
la paz”. El primer suceso para ellos no tuvo mayor importancia, porque
las víctimas fueron guerrilleros y los victimarios una institución
del Estado. Pero el segundo sí, por ser una acción realizada
por la guerrilla contra el Ejército oficial. En este mismo proceso,
la Brigada XX, en coordinación con el general Maza Márquez
nos desaparecieron varios guerrilleros sin contar cuatro que fueron eliminados
en pleno centro de Bogotá. Y hubo otra serie de provocaciones contra
distintos frentes de las Farc, que nos causaron distintos muertos y daños
de todo tipo. Es indudable que con esta concesión del Estado y con
el comportamiento de las fuerzas estatales durante los intentos de paz
con gobiernos anteriores, se ha sembrado la desconfianza de nuestros combatientes,
quienes han visto caer abatidos por balas oficiales hasta a los mismos
reinsertados.
Esto se ha dado desde los mismos inicios
de la lucha insurgente en Colombia. Durante los acuerdos de La Uribe los
mandos militares idearon y ejecutaron un plan de infiltración al
interior de nuestro movimiento con agentes del Estado, para asesinar a
comandantes, guerrilleros y auxiliadores nuestros en las áreas de
orden público, causándonos pérdidas tanto humanas
como económicas. En este proceso, durante el gobierno de Belisario
Betancur, también murieron a manos de la Fuerza Pública centenares
de ciudadanos del barrio Siloé, en Cali; ocurrió la violenta
represión contra los trabajadores bananeros en Urabá y posteriormente
el asalto al Palacio de Justicia, donde un poder mató al otro para
vergüenza de la democracia.
A pesar de la gravedad de todos estos
hechos, la clase política, valiéndose de la manipulación
de los medios de comunicación, ha querido sembrar de manera artificial
amnesia parcial en la mente de los colombianos, para que olviden estos
hechos, que permanecerán latentes en la memoria histórica
de nuestro pueblo.
A cuatro meses de posesionado el ex
presidente Gaviria nos dio un ultimátum a través de Álvaro
Vásquez, el senador Motta y Carlos Romero, para que nos desmovilizáramos
y nos incorporáramos a la vida civil a cambio de una curul en la
Asamblea Nacional Constituyente. Días después creó
otra brigada móvil de contraguerrilla y nos atacó a mansalva
y sobre seguro en los campamentos de Casa Verde, sede de los diálogos
con el gobierno de Betancur y Barco, acabando totalmente con la posibilidad
de continuar con la política de paz.
A pesar de ello nos reunimos en Caracas,
Venezuela y Tlaxcala (México) para dialogar y buscar la manera de
parar la confrontación bélica. Ello prueba la voluntad política
de las Farc para buscar una salida política al conflicto.
En 1964, a raíz del triunfo
de la revolución cubana, el presidente Kennedy diseñó
un plan contrainsurgente para América Latina, con el fin de evitar
el surgimiento de otras revoluciones en el continente; a estas medidas
diseñadas por el Pentágono se les dio el nombre del Plan
Lasso, y es dentro de este marco cuando el presidente Guillermo León
Valencia le declara la guerra a 48 campesinos de la región de Marquetalia,
dirigidos por Manuel Marulanda Vélez.
Ante la inminencia de la agresión
gubernamental estos 48 hombres se dirigieron al propio presidente, al Congreso,
a los gobernadores, a la Cruz Roja Nacional e Internacional, a la Iglesia,
a las Naciones Unidas, a los intelectuales franceses y demás organizaciones
democráticas para que impidieran el comienzo de una nueva confrontación
armada en Colombia con imprevisibles consecuencias.
Desafortunadamente nadie nos escuchó,
salvo la Iglesia, ya que comisionó al sacerdote Camilo Torres Restrepo
para que se entrevistara con nosotros, pero los altos mandos militares
se lo impidieron. A los pocos días empezó el gigantesco operativo
con 16.000 hombres del Ejército que utilizaron toda clase de armas,
incluso bombas bacteriológicas lanzadas por aviones piloteados por
expertos militares gringos, y sólo ahora, después de 34 años
de permanente conformación armada, los poderes y la sociedad comienzan
a darse cuenta de las graves consecuencias del ataque a Marquetalia. En
aquel entonces esos 48 campesinos solamente exigían la construcción
de vías de penetración para sacar sus productos agrícolas,
un centro de mercadeo y unas escuelas para educar a sus hijos, lo que implicaba
del Estado una inversión no superior a cinco millones de pesos.
El presidente Samper, al cabo de tres
meses de no haber aceptado la propuesta nuestra de despejar La Uribe para
dialogar, por imposición de los altos mandos, creó dos nuevas
brigadas móviles de contraguerrilla y nos declaró la guerra
total; fueron cuatro años de represión y violencia a cargo
de la Fuerza Pública para defender privilegios de clase, de los
monopolios nacionales y extranjeros, para lo cual utilizó leyes
aprobadas por el Parlamento, incluida la mordaza a la prensa y la radio.
Extraditó compatriotas hacia Estados Unidos, penalizó la
protesta social, creó zonas especiales de orden público,
acompañada de bloqueo económico y control de tránsito,
convirtió el delito político en delito común para
dejar pudrir a los luchadores populares en las cárceles. Estas
medidas agudizaron aún más la confrontación y profundizaron
la crisis en los poderes y los partidos tradicionales, hoy difíciles
de responder.
La superación de la misma sólo
podrá darse revisando profundos cambios en las estructuras del Estado,
para cambiar la imagen de Colombia, hoy conocida en el exterior como violadora
de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Los distintos
gobiernos, durante tres décadas, han manejado el país con
métodos represivos, siempre aplicando el estado de sitio, hoy día
llamado conmoción interior. Pretextando cualquier circunstancia
política, económica o social, han declarado la guerra al
pueblo para someterlo a la política neoliberal o antidemocrática,
impidiendo el surgimiento de nuevas fuerzas productivas y la presencia
de nuevos partidos en el escenario político. Cada día son
más visibles las desigualdades sociales que obligan a las masas
a movilizarse y protestar para alcanzar sus objetivos, recibiendo como
respuesta del Estado la represión, como lo vimos recientemente con
los empleados estatales.
El presidente Pastrana, a sólo
tres meses de posesionado, ha creado dos nuevos batallones de contraguerrilla
móviles, uno, asesorado y financiado por Estados Unidos, para ubicarlo
en Barranco Colorado (Guaviare) y mantener un anillo alrededor del secretariado,
con el sanbenito de combatir el narcotráfico. A esto se le agrega
la reciente creación de la Unidad de Inteligencia Militar, dotada
con sofisticados medios técnicos, más cinco millones de dólares
para reestructurar con fines bélicos la base aérea de Tres
Esquinas, del Orteguaza, en Caquetá. Los desprevenidos ciudadanos
se preguntan: ¿Será que con más batallones se eliminarán
las causas objetivas del conflicto?
Queremos paz, sin hambre, sin leyes
represivas, sin mordaza a la prensa, con tierra, salud, vivienda, bienestar,
empleo, crecimiento económico con desarrollo social, derecho a la
vida y soberanía, para lo cual se requieren grandes inversiones
del Estado con el aporte económico de la comunidad internacional,
sin que esto signifique injerencia en los asuntos internos de nuestro país.
No siendo otro el motivo de la presente
me despido de ustedes, haciendo un cordial y fraternal llamamiento a todos
los colombianos a fortalecer la unidad en torno a la plataforma de los
diez puntos, base fundamental de la solución política, la
reconciliación y la reconstrucción del país”.
Atentamente,
Manuel Marulanda Vélez. 7 de
enero de 1999.
EL ESPECTADOR 8.1.1999
Farc rechazan “chantaje de
E.U.”
San Vicente del Caguán
Un duro mensaje a los Estados Unidos
envió ayer el miembro del secretariado de las Farc y vocero oficial
de esta organización insurgente, Raúl Reyes al indicar que
no es con “amenazas y chantajes” al Gobierno colombiano, como se logrará
la paz.
Reyes fue más directo que Marulanda,
con respecto al papel que juega el gobierno norteamericano en el proceso
de paz.
Durante su discurso, luego de la instalación
de la mesa de diálogo, el vocero de las Farc indicó que “no
es avasallando la soberanía y la dignidad de nuestras naciones con
certificaciones de buena o de mala conducta, amenazas y chantajes para
presionar al Gobierno ni destruyendo los cultivos de los campesinos y sus
precarios bienes de subsistencia con millonarias ayudas en sofisticados
sistemas de comunicaciones y centenares de asesores en apoyo al Ejército
y la Policía colombianas”, como se conseguirá la reconciliación.
El vocero de las Farc insistió
en que los centenares de millones de dólares aportados para combatir
a los campesinos se podrían utilizar en la sustitución de
cultivos, sin dejar de lado los compromisos de los países consumidores
de los alucinógenos.
Siguiendo con el tema del narcotráfico,
Reyes indicó que los responsables de este flagelo son la ausencia
de políticas para incentivar la producción nacional y los
ideólogos y apóstoles predicadores de ese modelo.
En el discurso, que fue leído
después que se entonaron las notas del himno de las Farc, Reyes
hizo un recuento histórico muy parecido al que hiciera Manuel Marulanda.
Para Reyes, durante los últimos
45 años, las Farc han sufrido cinco guerras. Al rememorar esos episodios,
calificó de “dictador”, al ex presidente César Gaviria inició
“la operación de exterminio contra el secretariado de las Farc?Ep”.
Aseguró Reyes que a pesar de
estas circunstancias, “estamos convencidos de que la paz, después
que la clase dirigente tenga voluntad política, es posible conseguirla”.
Al comienzo de su discurso Raúl
Reyes resaltó que la presencia de los voceros guerrilleros “ratifica
una vez más la decidida voluntad de paz y la invariable decisión
de las Farc de no ahorrar esfuerzos en la búsqueda de salidas políticas
al conflicto que afecta a Colombia”.
Reyes agradeció la presencia
de la comunidad internacional y los demás invitados especiales.
Destacó la participación de países como Costa Rica,
México, Venezuela, Cuba, España, Suecia, Suiza, Italia y
Argentina, entre otros.
Finalmente, hizo una convocatoria
a todos los colombianos “para aportar a la lucha, primero por lograr las
conquistas, luego hacerlas cumplir y finalmente, para defenderlas”.
EL COLOMBIANO 5 de Enero de
1999
Mueren dos indígenas
y otro más desaparece
La OIA dice que en los hechos ocurrieron
en Urabá y en ellos están comprometidos las Farc y los grupos
de autodefensa
Como una violación a su derecho
de permanecer neutrales ante el conflicto armado colombiano calificó
la Organización Indígena de Antioquia, OIA, la muerte de
dos de sus autoridades y la desaparición de otra en incursiones
de grupos armados en la zona del Urabá.
De acuerdo con denuncias recibidas
por la OIA, hombres armados que se identificaron como miembros del Frente
V de las Farc, acribillaron a dos dirigentes indígenas de la comunidad
del Guapá, de Chigorodó, en retaliación por la negativa
a romper su posición de imparcialidad.
Integrantes de esa colectividad denunciaron
ante el organismo que los representa a nivel departamental que Pedro Luis
Bailarín, gobernador, y su hermano Guillermo fueron tomados cautivos
y luego ejecutado en un despoblado cerca de sus respectivos tambos.
Agregaron que los supuestos rebeldes
llegaron la tarde del pasado viernes con la intención de pedir una
vaca para alimentarse, situación que no pudieron lograr ante la
negativa de los indígenas, quienes invocaron su derecho a la neutralidad.
Al día siguiente, precisaron
los testigos, el mismo grupo de hombre regresó, saqueó los
tambos, hurtó el dinero de la comunidad, se llevó unas bestias
y con ellas a los dos dirigentes indígenas.
De igual manera, la OIA denunció
ante la comunidad nacional e internacional la desaparición de otro
de sus dirigentes, Abelardo Bailarín, representante de la comunidad
de Jiguamandó.
Según las versiones recogidas
por la organización, presuntos integrantes de las Autodefensas Campesinas
de Córdoba y Urabá, Accu, retuvieron a Bailarín el
pasado 24 de diciembre en el barrio La Paz, de Mutatá, sin que hasta
el momento se tenga noticias de su paradero ni de los motivos que originaron
su retención forzada.
Pronunciamiento
Para Gerardo Jumí, presidente
de la OIA, ambos casos son violatorios del derecho a la vida que le asiste
a cualquier ser humano y obedecen a la polarización del conflicto
armado colombiano, “en el que la peor parte la llevamos los civiles por
la retaliaciones de uno y otro bando, sobre todo después de acciones
militares”.
Precisó que las comunidades
y autoridades indígenas “reiteramos nuestra posición de neutralidad
ante el conflicto armado y pedimos a los actores armados que cesen esta
campaña de exterminio de nuestra población”.
EL ESPECTADOR 4.1.1999
Castaño anuncia ofensiva
Medellín
El comandante de las Autodefensas Unidas
de Colombia (Auc), Carlos Castaño Gil, presentó ayer el balance
de los enfrentamientos que libró contra las Farc desde el pasado
28 de diciembre, y advirtió que su movimiento continuará
con su ofensiva a partir del próximo 7 de enero.
“Vamos a continuar con la ofensiva
hasta que ellos (los guerrilleros) opten por una salida civilizada al conflicto,
que creo es mediante el diálogo, no hay otra”, sentenció.
En una entrevista a la cadena radial
Caracol de Medellín, Castaño Gil aseguró que su movimiento
mantiene en la actualidad el control del Nudo de Paramillo. “Fue un golpe
real que se le dio al movimiento de autodefensas, pero fue un golpe más
fuerte a la población civil”, dijo Castaño al referirse a
la incursión perpetrada por las Farc.
El jefe paramilitar explicó
que durante los combates perdió a cuatro de sus hombres, y advirtió
que el resto de muertos ?cerca de 25? eran civiles de varias veredas del
Nudo de Paramillo. “A su paso, ellos (los guerrilleros de las Farc) dejaron
miseria y muerte, hasta que se retiraron hacia la zona de origen, pues
venían de los lados del municipio de Ituango”, explicó.
El líder de las Auc aseguró
que el comando central de su movimiento “está intacto. Intentaron
tomarlo pero no pudieron hacerlo”, dijo, al tiempo que reconoció
que en su embestida las Farc alcanzaron a quemar la casa de las Auc.
Finalmente, Castaño Gil explicó
que las Auc están ubicadas en terrenos que otrora ocupara el frente
José Eduardo Sepúlveda, del Eln. “Hemos copado todos los
municipios de Norosí, de Coca, Tiquisio, Puerto Rico y El Sudam...
No se ha erradicado en su totalidad a la guerrilla, es un conflicto irregular”.
La muerte de “Esteban”
Castaño Gil explicó
ayer que durante la incursión de las Farc al Nudo de Paramillo,
él se encontraba en la hacienda Toloba, que fue la primera atacada
por la subversión.
Según Castaño, el comandante
Esteban, uno de los ideólogos del Eln que estaba en su poder, se
encontraba retenido por sus hombres en la hacienda Toloba. “Cuando ellos
toman el campamento encontraron un hombre bien vestido, diferente a los
demás patrulleros, y supusieron que era Carlos Castaño, que
se mantenía vacaniando, como creen ellos, y lo ejecutan y se llevan
su cadáver”, relató.
El jefe paramilitar aseveró
que los guerrilleros de las Farc tomaron el cuerpo de Esteban y lo presentaron
como trofeo de guerra por toda la región, asegurando que era Carlos
Castaño Gil.
EL ESPECTADOR 3.1.1999
PROPÓSITO PAZ NACIONAL
Paz: un camino que se empieza
a andar
Bogotá
Este jueves, cuando el presidente Andrés Pastrana
y el líder de las Farc, Manuel Marulanda, se sienten a dialogar
en San Vicente del Caguán, se habrá dado apenas el primer
paso del intenso itinerario de paz de 1999.
Ese día empezará el período de prenegociación
con las Farc. Y un mes después, el 13 de febrero, comenzará
esa misma fase con el Eln y el Epl a través de la llamada Convención
Nacional.
Las negociaciones como tales, sobre temas de fondo del
nuevo Estado que se quiere construir, vendrán mucho después.
Por el momento, esta semana empezará una fase
del proceso de paz en la que se deben obtener algunos acuerdos preliminares
de forma alrededor del cronograma y la agenda, según lo explicaron
dos analistas: Enrique Serrano y Alfredo Molano.
“Se trata de establecer un lenguaje común y de
buscar alternativas para prever conflictos”, dice Serrano, politólogo
e internacionalista de la Universidad del Rosario.
Para Molano lo que empieza es apenas la búsqueda
de “acuerdos sobre las reglas de juego de la negociación”: lo que
se va a discutir, quiénes van a participar en la mesa de negociación,
quiénes serán los garantes del desarrollo de los acuerdos,
el lugar donde se sentarán a negociar y cuánto tiempo se
llevará cada asunto, es decir el cronograma.
Dentro de cuatro días termina la etapa inicial
de acercamiento de las Farc con el actual Gobierno, que empezó en
la campaña, y cuyo primer paso público fue la reunión
del hoy alto comisionado de Paz, Víctor G. Ricardo, con Marulanda.
Nadie sabe qué pasará después. Es
probable que la prenegociación y el despeje de cinco municipios
en Cauqetá y Meta vaya mucho más allá del siete de
febrero, fecha que aún figura como límite para esos dos asuntos.
Los analistas se atreven a proyectar lo que puede pasar.
Los puntos clave en la fase que comienza el jueves, según
Serrano y Molano, serán paramilitarismo, canje, tregua y cultivos
ilícitos.
La agrupación exigirá al Gobierno la eliminación
del paramilitarismo y pedirá una estrategia oficial al respecto.
El tema está en manos del vicepresidente Gustavo Bell, quien tiene
el encargo de presentar los lineamientos de esa política.
Esa exigencia podría enredar la conversación,
sumada a otra que, cree Molano, hará el Gobierno: una tregua. “La
necesita para reestructurar las Fuerzas Militares, porque en medio de la
guerra es imposible”.
El tema del canje de soldados y policías retenidos
por guerrilleros presos será paralelo a la mesa de conversación,
según anunciaron el presidente y Marulanda. De hecho, el 20 de enero
se reunirá la comisión de paz del Congreso con los voceros
de las Farc para analizar el borrador de un proyecto de ley al respecto.
A los cultivos ilícitos se referirá el
Gobierno a través del Plan Colombia, que incluye préstamos
internacionales para invertir en zonas de conflicto, según explicó
el ex canciller Augusto Ramírez Ocampo.
Se hablará sobre respeto al Derecho Internacional
Humanitario. La liberación de secuestrados será un tema paralelo
al canje, cree el presidente de la Comisión de Paz del Senado, Juan
Manuel Ospina.
Una vez superada esta etapa vendrá la negociación
sobre la concepción de un nuevo Estado, que incluirá la manera
de llevar a cabo la reforma agraria, o la reestructuración de las
Fuerzas Militares, o la política petrolera. Y todo ello será
legitimado a través de una última fase pública: una
Asamblea Nacional Constituyente. Las Farc así lo han pedido.
También se podría negociar en una mesa
y poner los acuerdos a consideración del pueblo en un referendo.
Pero es menos probable.
La negociación con el Eln, a juicio de Molano,
también pasará por una Constituyente. Pero por ahora su prenegociación,
que empieza en la convención del 13 de febrero y terminará
ocho meses después, permitirá unos preacuerdos sobre cinco
grandes bloques de temas.
La agenda presentada por el Eln incluye: DIH, derechos
humanos, impunidad, justicia, insurgencia y conflicto; recursos naturales
y política energética; democracia, Estado, Fuerzas Armadas
y corrupción; economía y problemas sociales; cultura e identidad,
nación-región, ordenamiento territorial, problema agrario
y narcotráfico.
Finalmente, después de un largo tiempo ?que varios
analistas calculan de más de diez años? se sabrá si
la negociación de paz sólo llevó a los hoy guerrilleros
al poder o si servirá para llevar desarrollo a las zonas afectadas
por la violencia y la ausencia del Estado. Eso es lo que muestra la experiencia.
San Vicente, un pueblo tomado
Por: ANDRÉS GRILLO
Enviado especial, San Vicente
del Caguán
A partir de hoy comenzará la invasión de
periodistas y medios de comunicación a San Vicente del Caguán.
Este grupo será la avanzada de un centenar de invitados especiales,
un número similar de funcionarios del Gobierno, una cantidad indeterminada
de guerrilleros de las Farc-Ep y más de 1.000 comunicadores de todo
el mundo que durante los próximos cuatro días se tomarán
uno de los municipios más extensos del país, para presenciar
o participar en la apertura de la mesa de diálogo entre las autoridades
y los subversivos.
Los 11.453 habitantes del casco urbano de San Vicente
están preparados para lo que viene. Algunos, como el dueño
de una reconocida droguería de la zona comercial, en vista de las
restricciones de seguridad que serán impuestas y que afectarán
en gran medida su vida cotidiana, se tomarán unas vacaciones obligadas
y partirán hacia las fincas del área rural o hacia poblaciones
aledañas.
Otros, en cambio, como los dueños de restaurantes,
residencias y almacenes, esperan hacer su agosto con los nuevos visitantes.
Eso sí, tienen claro que no pueden abusar tampoco, tal y como ocurrió
durante los primeros días de despeje, para no tener inconvenientes
con la guerrilla. Ésta se ha tomado a pecho, por razones obvias,
el control de la seguridad en el pueblo. En todo sentido. Los hombres de
las Farc recuperaron, por ejemplo, diez vacas que habían sido robadas
del seminario de Florencia.
En los últimos días no menos de 250 guerrilleros
se han encargado de las labores de vigilancia en el área, sin contar
a los que permanecen en los retenes instalados sobre las vías de
acceso y los miembros de los cordones de seguridad que protegen el perímetro.
Es probable incluso que en estos días las Farc prohíban el
paso a la calle principal y el parque de Los Fundadores, donde se realizará
el evento del próximo 7 de enero.
El principal problema logístico que tenían
los organizadores era dónde instalar a los periodistas que cubrirán
el evento. Algunos medios tienen casas alquiladas desde el comienzo
del despeje, y otros, como RCN, consiguieron una a último momento
para alojar al equipo de 23 personas que desplazarán a San Vicente.
El hotel El Samán, el único de San Vicente, y las residencias
de la población tienen reservadas todas sus habitaciones a partir
de hoy. Conseguir una habitación de hotel ya es imposible.
El resto de los comunicadores serán alojados en
las instalaciones del Centro don Bosco, un colegio de internado para 120
alumnos que funciona desde hace cinco años en un terreno sobre la
vía al aeropuerto. En el centro educativo, su director, el padre
Carlos Julio Aponte, habilitó dos dormitorios con capacidad para
64 personas cada uno, en los que serán instaladas las periodistas.
Para sus colegas masculinos se acondicionó el coliseo, donde monseñor
Luis Augusto Castro solía jugar baloncesto tres veces por semana.
Se instalaron cien colchones del batallón Cazadores que prestó
el Gobierno. Los baños quedan al lado, y durante el fin de semana
fueron evacuados de ellos los murciélagos que acostumbraban dormir
allí.
Los dueños del restaurante Monteblanco, el que
se incendió una noche en San Vicente, al parecer serán los
encargados de la comida de los periodistas. En el Centro Don Bosco también
se preparó la sala de profesores para las ruedas de prensa, y los
salones de los grados sexto podrán ser utilizados como oficinas
por los diferentes medios. En el Centro los periodistas podrán observar
además algunos de los cultivos que se dan en la región, como
el plátano y la cocona; conversar con Roberto, un loro que acompaña
al padre Aponte desde hace seis meses; o tomar un baño en las aguas
del río Caguán. Mientras los periodistas se alojan en el
Centro Don Bosco, los 110 invitados de la guerrilla lo harán en
las casas de los habitantes de San Vicente del Caguán.
El pueblo todo, espera la paz.
“E.U. no nos intervendrá”
Por: GLORIA CASTRILLÓN
Bogotá
Nadie puede dudar de que Augusto Ramírez Ocampo
es la persona más experimentada en procesos de paz. Desde 1983 participó
en las negociaciones en Centroamérica. Fue director durante tres
años del Fondo de las Naciones Unidas para el proceso de paz en
esta región. Él mismo estuvo a la cabeza de una operación
que recaudó 4.200 millones de dólares que se invirtieron
en las zonas de conflicto.
Ramírez Ocampo lleva cinco años trabajando
discretamente en la Comisión Nacional de Conciliación. Hace
poco rehusó la embajada colombiana en París y prefirió
quedarse para presenciar el proceso de paz. Es el “cerebro” que ideó
el Fondo de Inversiones para la Paz, y su experimentada mano se ve en la
política de paz del Gobierno. Algunos lo perciben como un posible
negociador con las Farc y otros se preguntan por qué el presidente
no lo nombró como alto comisionado de Paz. Él dice que prefiere
trabajar “en la sombra”.
¿El 99 será el
año de la paz?
Será el del inicio de negociaciones. Desde las
reuniones de Tlaxcala, la evolución que ha tenido el país
es formidable. El 99 tiene la virtud sobre los otros años
de que el clima está creado para que se inicie la mesa de diálogo
y fructifique.
¿Cuáles son esos
cambios?
La opinión pública no tenía conciencia
de la envergadura de la guerra. Se creía que era un tema entre las
Farc, el Elp, el Eln y el Ejército. Un avance es que los colombianos
tienen conciencia de que el país está en guerra y que tienen
la responsabilidad de crear el clima de paz. Durante la administración
Samper, las Farc no le reconocieron al Gobierno legitimidad, ni capacidad
de convocatoria, ni mando sobre las Fuerzas Armadas; eso hizo imposible
abrir una mesa. Los únicos contactos fueron para la devolución
de los soldados de Las Delicias, con la manifestación de las Farc,
de que se hacía por razones humanitarias. Con el Eln lo único
fue el preacuerdo de Viana.
¿Cómo maduró
la sociedad colombiana?
Está el aporte de la Red de Iniciativas por la
Paz, la Comisión de Conciliación, el Mandato por la Paz y
otras instituciones. Hay conciencia de que este conflicto sólo tiene
una solución política negociada. Es una premisa que parece
obvia, pero no fue fácil, porque durante muchos años se pensó
que se solucionaba desapareciendo al contrincante.
También se hizo conciencia de la necesidad de
la cooperación internacional, que el gobierno y la guerrilla repudiaban
porque pensaban que vulneraba la soberanía. Ahora la agenda es amplia,
ya no se habla de desmovilización y reinserción sino de temas
estructurales, como reforma agraria, a la justicia y al papel de las Fuerzas
Armadas.
¿Qué podría
dañar el proceso?
Empezar las negociaciones en medio de la guerra como
ha sido aceptado hasta ahora, mantiene ese riesgo, porque la guerra es
brutal. Por eso es necesario un acuerdo de respeto al DIH. Un punto
neurálgico es el compromiso de las partes de no levantarse de la
mesa de negociación sin importar lo que ocurra. Aquí pueden
suceder acontecimientos muy trágicos si estamos en guerra, eso puede
exacerbar la voluntad de las partes o de la opinión pública.
Es importante que Manuel Marulanda diga que fueron los
dos gobierno anteriores los que propusieron negociar en medio de la guerra
y él usa una expresión afortunada: es más fácil
hacer el proceso de paz, en medio de la paz que en medio de la guerra.
Si se pudiera llegar a un cese bilateral del fuego, se reducirían
los riesgos de que algo pasara.
Hay que entender que la paz es costosa, pero que la guerra
es mucho más costosa. Incluso para la guerrilla la guerra es más
costosa: la guerra demora más sus anhelos de justicia social y sus
posibilidades de llegar al poder. Con el desprestigio de la clase política,
una actividad política de la guerrilla los acercaría más
al poder.
Raúl Reyes dijo que no es posible una tregua.
Él lo puso en el contexto de que habían
sido los dos gobiernos anteriores los que dijeron que había que
negociar en guerra y que todavía no se ha pactado un cese al fuego.
No está rechazando esa posibilidad.
¿Es posible una intervención
de E.U. en el conflicto?
Lo descarto plenamente. No creo que el país acepte
una cosa semejante. Es claro que Estados Unidos ha dado muestras, como
en la invasión que hizo el presidente George Bush en Panamá,
que en su arrogancia termina cometiendo actos inaceptables. Además,
las condiciones colombianas lo hacen imposible, porque la guerra se libra
en la selva y eso es diferente a ocupar Ciudad de Panamá. Para E.U.
son vitales los narcocultivos y ese tema estará en la mesa de negociación.
El sistema impuesto por norteamérica de fumigación no es
viable. Pero la paz está ligada a la erradicación de
los narcocultivos, sobre la base de que se entreguen opciones reales a
quienes se dedican a esa actividad y eso está contemplado.
Cuando el presidente lanzó
el Plan Colombia invitó a la guerrilla a ejecutarlo. ¿Era
un llamado a cogobernar?
Propusimos que la planeación y ejecución
del Plan de Desarrollo Alternativo debe hacerse en la mesa de negociación
con la guerrilla. Eso permitiría una verdadera y extraordinaria
reforma agraria.
¿Los paramilitares podrían
sabotear el diálogo con las Farc como retaliación al ataque
en el Paramillo?
Carlos Castaño ha dicho que favorece los procesos
de paz. Además, en un comunicado dice que respetará
el cese al fuego que declaró. El tema es muy claro para el presidente,
quien antes de las elecciones dijo: los paramilitares degradan la guerra,
son actores del conflicto y deben ser sometidos en una mesa de negociación
separada a la de la guerrilla.
¿El proceso con los
paramilitares puede interferir el que se hace con la guerrilla?
Espero que no. La subversión sostiene que el paramilitarismo
es una expresión de las Fuerzas Armadas y eso es una equivocación.
Es posible que algunos grupos hayan nacido con la complacencia de las Fuerzas
Armadas, pero no hay ninguna duda de que no tienen mando sobre las autodefensas.
¿Cómo resolver
ese punto, si el Gobierno se comprometió a desmontarlas?
Si está comprometido tiene que hacerlo: si no
operan los acuerdos, tendrá que hacerlo por la fuerza.
¿Es cierto que el Eln
está debilitado?
No creo. El Eln en los 37 años que tiene ha demostrado
su capacidad de supervivencia. Su ideología sigue firme.
El Eln se ha quejado del mal trato del Gobierno, ¿es
cierto?
No. El Gobierno ha estado dialogando con ellos, incluso
se dio primero con ellos el reconocimiento político. El alto comisionado
ya se entrevistó con miembros del Coce. Si bien el Eln y las Farc
hacen parte de la Coordinadora, tienen el compromiso de que cuando se llegue
a la fase final de los procesos de negociación trabajarían
conjuntamente. Los dos han reconocido que tienen diferencias que les hace
imposible, por ahora, adelantar procesos de manera conjunta.
¿En algún momento
confluirán los tres procesos: Farc, Eln y paramilitares?
No sé si confluirán en uno solo, pero sí
se pueden firmar simultáneamente los documentos finales, sea separada
o conjuntamente. Tengo la ilusión de ver culminado el proceso.
¿Qué errores
le ve al proceso?
Se han cometido equivocaciones, pero no vale la pena
puntualizarlas. El proceso tiene tanta dinámica que a pesar de los
errores, se han superado y ahí vamos. No creo que haya mejor demostración
de que todo ha sido bien conducido.
¿Qué es negociable
y qué no, o se debe pactar la paz a cualquier precio?
No es a cualquier precio. Hemos sostenido que no puede
haber temas vedados, todos son discutibles.
¿Qué es lo mejor
de este proceso?
Que la paz no es liberal ni conservadora, no es de Pastrana
ni de Serpa. Reconozco que la actitud de Serpa es extraordinaria, está
dando ejemplo de hacer una oposición constructiva. Igual ha hecho
Noemí Sanín.
F.A. deben asesorar al Gobierno
¿Qué se puede
esperar después del 7 de enero?
Me consideraría satisfecho si en ese mes, si es
que no se prorroga el despeje, se llega a un acuerdo sobre la agenda de
negociación. En eso se ha avanzado: las Farc tienen muy claros sus
10 puntos. A eso se añade la liberación de secuestrados,
el tema del paramilitarismo, el acuerdo sobre respeto a DIH, el canje de
prisioneros; así la agenda estaría construida.
Si se logra un calendario de negociación, se ordena
mucho el proceso. También definir desde el comienzo un proceso de
verificación. Luego definir el papel de los países amigos.
Después sigue una tarea larga, compleja, con participación
de sectores de la sociedad civil para hablar de temas sustantivos, sin
descartar que se suscriban acuerdos parciales de ejecución inmediata.
¿Es necesario prorrogar
el despeje?
No descarto esa posibilidad, si las negociaciones avanzan
seriamente y si está comprobada la voluntad de las partes, aunque
siempre he creído que es más fácil hacerlo fuera del
país para no tener interferencia de la gente que quiere resultados
inmediatos o de la prensa que hurga. Lo importante es el prerrequisito
de la seguridad de las partes.
¿Quiénes deben
participar en la mesa?
Las Farc han designado tres negociadores que tienen pleno
respaldo del secretariado. El Gobierno, igualmente, tiene que designar
tres negociadores. Cada uno de esos grupos negociadores debe tener un excelente
grupo de asesores.
Mientras menos sean los participantes en la mesa, mejor.
El Gobierno debe tener asesores a altos oficiales de las Fuerzas Armadas,
porque el tema militar es muy importante. Los negociadores deben ser representativos
de las fuerzas políticas. Hay que abrir escenarios para la sociedad
civil, pero la mesa misma de la negociacióndebe ser exclusivamente
de las partes.
¿Qué papel deben
jugar los delegados internacionales?
Puede haber distintas gamas: que sirvan como amigables
componedores, hasta un mediador, que estaría habilitado para proponer
fórmulas a las partes, o incluso hasta un árbitro.
¿Cuáles son las
salidas al canje?
Hay que hacer modificaciones legales,
sobre todo a la luz de la interpretación restringida que la Corte
Constitucional dio al tema de los delitos conexos. El Congreso debe adoptar
una legislación más amplia. Otro punto son los condenados
o procesados por secuestro y extorsión que son delitos lesa humanidad.
El pragmatismo enseña que después de un conflicto armado
de la duración y las dimensiones que ha tenido Colombia, hay que
encontrar salidas. Hay que aplicar indulto o amnistía. Como lo propuso
Ernesto Borda, comenzar con la libertad provisional. Edmundo López
propuso que las fórmulas a que se lleguen sean ratificadas por un
referendo, eso es interesante.