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Levantaron el palo e hincaron la punta en el ojo, y yo, echándome encima, empecé
por arriba a girarlo igual que una barrera perfora la tabla de un buque al
forzar por debajo con una correa, y tirando de una punta y después de la otra
le van embutiendo; así dentro del ojo la estaca inflamada girábamos, y, rodeando la estaca encendida
brotaba la sangre; y al arder la pupila, el vapor las pestañas y párpados le quemó,
y al calor las raices del ojo chirriaron. Así como el herrero una gruesa macheta
o un hacha en el agua muy fría sumerge y chirría con ruido, para darle el buen temple
que es toda la fuerza del hierro, así el ojo chirriaba rodeando la estaca de olivo...
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...Él aulló horriblemente y la peña a su voz retumbaba, y asustados huimos, y entonces
quitose la estaca, toda sucia de sangre del ojo, y con furia tremanda la agarró con las manos
y la despidió a gran distancia; con sus gritos horribles llamaba a los Cíclopes, quienes
habitaban las grutas cercanas en cumbres ventosas. Al oir sus clamores, de todos los lugares
llegaron y paráronse en torno a la gruta inquiriendo la causa:
"-Polifemo, ¿qué cosa te enoja que das tantas voces en la noche inmortal y a nosotros
despiertas de pronto?
¿Ha venido quizá algun mortal a llevarse tu hato?
¿O te matan usando de engaños o bien con la fuerza?
Homero: "Odisea" Canto IX.
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