24 de septiembre de 2004
7 de la mañana, volvemos a aparcar junto la presa de Cavallers. Hemos
pasado la noche en un hostal de Boí. El Besiberri Nord es el último pico
de mas de 3.000 que nos queda en la zona; y dicen que es el más dicícil,
vamos equipados con arneses y cuerda por si acaso.
Recorremos el embalse de Cavallers por el este para rebasarlo y llegar a
los magníficos praderíos del "Pletiu de Riumalo". Buen lugar de acampada.
Tres puentes de maderas nos ayudan a atravesar el "riuet d'estany Negre",
encauzándonos hacia el oeste, en dirección al visible tajo erosionado por
el torrente de Malavesina, afluente del anterior. El barranco parece muy
agreste, aunque el sendero está marcado profusamente con cairns.
Poco a poco vamos ganando altura caminando por el lado derecho del tor-
rente. Antes de llegar a una profunda garganta, el sendero nos obliga a
atravesar al otro lado (+-2.260 m.), para seguir el curso del agua por
el sur. A nuestra espalda, hacia el oeste y en la lejanía, el estany Negre
nos envía reflejos dorados, y nos indica la ruta principal de ascenso a
la Punta Alta. El refugio Ventosa y Calvell destaca cerca de su rivera.
El día se nos empieza a girar, negros nubarrones nos llegan desde la Val
d'Aran. Seguimos el torrente hasta llegar al estanyet de Malavesina, donde
la impresionante muralla del cresterío de los Besiberri lo llena todo. En
frente nuestro aparece la brecha d'en Peyta, uno de los puntos interme-
dios que hemos de rebasar. Una enorme y descompuesta tartera desciende
desde ella hacia nosotros, parece el itinerario más evidente. Los cairns
y unas trazas de sendero nos obligan a ascender por su izquierda, allí
donde las piedras se juntan con las primeras briznas de hierba, facilitán-
donos el ascenso. A una veintena de metros de desnivel de la brecha, y a
unos 2700 de altura, ya en la base del cresterío, los cairns nos alejan en
dirección oeste, por la base del cresterío y por medio de un canchal de
enormes rocas.
Sube, baja, sube, salta y vuelve a subir; hasta llegar a los pies de la
enorme mole que configura la torre del Besiberri Norte en sus 100 últimos
metros de desnivel. Ascendemos por la cresta hasta su base. Paredes
escarpadas y angostas y verticales chimeneas nos esperan, dándonos a
entender que necesitaremos la cuerda. Estamos sobre los 2.900 metros de
altitud y los negros nubarrones amenazan aun más con arruinarnoslo todo.
Iniciamos la escalada por la primera chimenea, la que se encuentra un poco
a la izquierda de la ascendente cresta del lado este del Besiberri. La
roca es buena, pero de vez en cuando nos faltan agarres.En algunos lugares
el itinerario no esta, a pesar de los cairns, bien definido. La sensación
de que nos estamos "encigalando", metiéndonos en paredes de las que no
podremos salir, es continua. Después de múltiples dudas, podemos sortear
una nueva chimenea y descubrir una vez más las señales del itinerario.
Sobre los 2980 m., una pequeña brecha en la cresta nos muestra, a nuestros
pies, la impresionante Aubaga del Lac de Mar, y el propio Lac de Mar, con
su bonita isla, llamada era Unhola, en medio. Todo ello a unos 800 m. de
desnivel más abajo.
Las escaladas de IIIª ya llegan a su final con la última chimenea, que nos
deja en la angosta cima del Besiberri Nord. Los tres capullos que hemos
subido sin utilizar la cuerda, a pesar de llevarla en la mochila, nos
damos la mano. Unas fotos rápidas mientras la niebla ya lo cubre todo y
empieza a chispear. Hemos tardado 5 h. en llegar a la cima y nos quedan
unas 4 para volver al embalse de Cavallers, con los 100 metros de tortuosa
pared que hemos de desgrimpar por empapadas y resbaladizas rocas. El
capullo acostumbra a tener una naturaleza diferente a la de los demás mor-
tales... estos capullos que somos Joan, José y yo, descendemos sin
utilizar cuerda, pero los hados nos son favorables y los resbalones
anecdóticos.
Una vez en la base de la torre, empapados completamente, nos encontramos
con dos valientes muchachas que nos preguntaron si la mole que, a pesar de
la bruma, se dibujaba ante nosotros, era el Besiberri Norte. Tras nuestra
respuesta afirmativa, un par de indicaciones para que encontraran las
primeras chimeneas, más la recomendación de dejarlo para una ocasión con
condiciones atmosféricas mas favorables, iniciaron una rápida escalada que
las alejó de nosotros. La niebla y el calabobos nos acompañaron durante
todo el descenso.
Mapas Alpina: Montardo y el de Vall de Boí.
Libro: Pirineos IV de Miguel Angulo.
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