08 de noviembre de 1992
Todo en ella es diferente a lo conocido, su recorrido, sus gentes y
en comportamiento para con el corredor. Solo una falta, que el
circuito no sea cerrado a la circulación.
Nos transportan al alejado pueblo de Soto, después de haber pasado
el día anterior unos momentos bastante buenos en la fiesta que nos
han dedicado. Por el camino nos vamos dando cuenta de lo que nos
espera, un trayecto con continuos desniveles, un trayecto que
pensaba solo era de bajada pero que está jalonado de cuestas muy
pronunciadas.
Hace un frío que pela y la mayoría de los corredores, en manga
corta y bajo cero, damos botes en medio metro cuadrado para entrar
en calor.
La señal de salida, un pequeño repechón y comienza una bajada muy
pronunciada. Ni que decir de los dolores que llega a producir en
las pantorrillas esta carrera, bajadas de mas de 2 kms de largo,
alternadas con subidas de 700 u 800 metros que rompen el maldito
ritmo que llevo.
Quizá el error estuvo en el planteamiento de la carrera, pensé que
podía salir a una velocidad superior a la normal ya que creí que me
ayudarían los grandes descensos, pero los primeros kilómetros a
3:30 aún no estaban a mi alcance.
Un circuito muy agradable para la vista, continuos bosques y el Río
Nalón a nuestros pies, incluso atravesando la montaña, pero sobre
el 32, cuando ya empezaba a planear el recorrido, heme aquí
deteniendo un coche y rogando que me acerquen a la meta, en la
población de Sama (Langreo).
Un triste final para una carrera en la que había puesto mis
ilusiones y mas de 1000 kms de desplazamiento para hacerla. (Mas
otros 1000 para volver).
Nos despidieron con una buena fiesta en la que podías tastar de
todo. Un hurra para ellos.
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