El Gas de Bolivia

 

Según informaciones propaladas por algunos medios locales procedentes de Bolivia, grandes sectores de ciudadanos bolivianos están dispuestos a realizar nutridas manifestaciones para evitar que su país entregue la condución del gas de sus minas a Chile, para su exportación.

Como se sabe, Bolivia tiene potencialmente una cantidad incaculable de esta materia energética que en muchos aspectos sustituye al petróleo, el oro negro de nuestra civilización que movió al mundo a través de la industria hasta alcanzar la situación privilegiada de desarrollo en que se encuentra hoy.

Pues, bien, para realizar la operación de envío de sus reservas al exterior, a Bolivia le quedan sólo dos opciones: hacerlo vía Perú o vía Chile.No tiene otra alternativa que escoger a uno de los dos países. Pero, por razones históricas, por encima de que el asunto pueda ser prioritariamente econòmico, Bolivia enfrenta la obligación imperiosa de sobreponer esa solución a otra connotava de mayor preponderacia: la del dilema político.

Como todos sabemos, al final del siglo XIX, se desató entre los tres países una contienda, para los peruanos conocida como la Guerra del Pacifico, aquella infausta y acaso inoportuno entrar aquí en mayores detalles; total, la historia es sumamente conocida por todo el mundo. Dicha guerra se convirtió en una catátrofe para el Perú y Bolivia porque Chile cercenó por la fuerza de las armas sus territorios nacionales tan valiosos por contener ingentes riquezas naturales cuanto porque, por lo menos a Bolvia, la convirtió en un país mediterráneo.

Coadyuvó a que esta sea considerado uno de los episodios más crueles de la historia mundial, el comportamiento de los invasores chilenos, durante los hechos hubo un ensañamiento poco menos que inhumano por su parte. Bueno es recordar, además, que los soldados bolivianos, realmente desde el comienzo de la contienda quedaron fuera de combate.

Por supuesto que la herida quedó cerrada, aunque imborrable la cicatriz. Las relaciones entre nuestros países ya no han tenido reacciones criticables, aunque, por ejemplo, Bolivia no olvida su mediterraneidad, siempre quiere una salida al mar en lo que Chile está más comprometido que el Perú.

Como todos lo sabemos, éste es un país con una idiosincracia muy particular, muy ajena al de los países de este lado de los andes.

Chile, desde su advenimiento al concierto de los países libres siempre tuvo ambiciones muy concretas. Según sus líderes históricos, como Diego Portales, ("Chile debe plantear su política teniendo en cuenta sólo su provecho" y "Debemos dominar para siempre en el Pacífico, esta debe ser la máxima ahora y ojalá la de Chile para siempre"), Chile debe convertirse en un país rector entre las naciones de América, ambiciones que de ninguna manera tienen por qué llamar la atención ni despertar mayores sospechas, salvo el que para serlo tenga que apelar a la fuerza.

Aunque su prédica es de paz, algunas veces, sus acciones no lo confirman. Mientras el Perú alega en foros internacionales se disminuyan los gastos en armamentismo en Latinoamérica, Chile moderniza sus fuerzas de aire, mar y tierra decididamente. Pero, en fin, este es un tema que nos tomaría mucho espacio detallarlo.

El caso es que hay, pues, una indudable deuda histórica que nunca jamás se va a reinvertir. O sea, ahí está el recuerdo del hecho hasta el final de los siglos, pero lo claro es que no existe rencor ni revanchismo por lo menos, por parte del Perú. Hay que insistir en que en nuestro país trabajan muchos chilenos, funcionan muchas industrias y grandes almacenes comerciales y hasta seguimos teniendo en el entorno presidencial asesores chilenos. Eso mismo no se puede decir de Chile, donde en la actualidad y permanentemente vemos a través de la televisiòn, cómo nuestros pobres compatriotas afincados en Santiago son arrinconados, desprestigiados y tratados hasta la humillación.

El caso es pues, no complejo, sino patriótico o sentimental si viene al caso la palabra. Bolivia no debería darle a Chile la oportunidad de exportar sus reservas de gas al exterior por su territorio, sino al Perú. Bolivía era el Alto Perú antes de su partición ideada por Bolívar en los días de la emancipación española. Tanto que en la Guerra con Chile fuimos su aliado natural. Ahora mismo, los bolivianos pueden darse el gusto de zambullirse en el mar pácifico, en las playas de Ilo, como si fueran de ellos.

Tal vez estas razones sean las que están permitiendo que se se geste en grandes sectores de la ciudadanía boliviana en La Paz y otras ciudades, enérgicas protestas contra la intensiòn de algunas autoridades de la economía nacional, de otorgarles a los chilenos el pase de los oleoductos gasíferos y la exportaciòn por sus puertos antes de que lo sea por el Perú.

Por encima de la bancarrota política en que se encuentra nuestro país en estos momentos, nosotros debemos tener la preferencia. El que Bolivia pretenda otorgarle a Chile la licitación gasífera sólo por conveniencias financieras antes que por razones históricas, jamás satisfará a la conciencia colectiva de los peruanos ni de los bolivianos bien nacidos.

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