Los héroes de papel

  Para los impugnadores de los comandos que participaron en la acción militar "Chavín de Huántar", éstos son unos héroes de papel. Quienes se jugaron la vida para salvar la vida de quienes permanecían torturados durante más de cien días bajo las amenazas mortales del grupo terrorista del MRTA, aquellos son héroes de papel.

La noticia de que la jueza Cecilia Polack que tenía a su cargo las investigaciones sobre la liberación de esos rehenes había ordenado la detención de doce comandos que participaron heróicamente en esa acción, cayó como otro baldazo de agua fría sobre el angustiado pueblo del Perú. Pobre Perú, el nuestro, caminando indesmayablemente de tumbo en tumbo, de desastre en desastre.
Esta decisión fue corroborada por el Procurador Ronald Zegarra, a quien se le acusa de haber sido comunista convicto y confeso, miembro de Vanguardia Revolucionaria y allegado Patria Roja y por eso ahora, apoyando la medida. Por lo menos, debería inhibirse si tiene sangre en la cara, le ha dicho un congresista.
Probos doctores en leyes, como Eduardo Roy Freyre y Javier Valle Riestra, han declarado públicamente que la orden de detención es arbitraria, que no es legal y que, al contrario, constituye un inconcebible exabrupto. Con los códigos penales en las manos han demostrado que la jueza, el procurador y otros miembros del Poder Judicial –cuyos nombres son de conocimiento público- están equivocados al pretender defender lo indefendible.

Los comandos, como los generales José Williams y Luis Alatrista, sorprendidos y a punto de renegar de la justicia peruana, han declarado que ellos no son pretendidamente asesinos como se los quiere juzgar ni violadores de los Derechos Humanos, imposibles de estar incursos en muertes extrajudiciales llamados crímenes de lesa humanidad.

Políticos destacados, congresistas tanto tirios como troyanos, han criticado aservamente la postura de los jueces y algunos de ellos han afirmado que es un jugada fallida del gobierno hecha con la finalidad de buscar una forma más espectacular para poder acusar de violaciòn de los DD. HH. al ex presidente Fujimori y así conseguir su extradicción. Alguien afirmó que la posiciòn de defensa por parte del presidente de la República a favor de los comandos es pura hipocresía. A la declaración del presidente Alejandro Toledo, al terminar su reciente week end en Madrid, de que los comandos deberían ser indultados, el congresista Barba Caballero le respondió que esa era una estupidez.

El problema comenzó cuando los peritos en o antropología forense que aparece como una ciencia exacta, en un momento de extravagancias, informaron que algunos de los emerretistas caídos bajo el fuego violento del rescate, aparecían con balas en la cabeza o la nuca lo que los hacía suponer que habían recibido los disparos cuando ya se habían rendido. Las huellas de orificios en el cráneo era lo que les permitía entrar en sospecha. Victor Maurtua, el reputado especialista de larga experiencia en criminalística, los ha desmentido, digamos, rotundamente. Imposible de evacuar un documento con esas presunciones, ha dicho.
Estas afirmaciones pudieron haber nacido o ser reforzadas, antes que de una conclusión técnica irreprochable, reforzada por las declaraciones de un malagradecido rehén japonés, quien luego de su liberación, dijo haber visto que uno de los emerretistas fue ejecutado después de rendirse.

Recuerdo que su declaraciòn presumiblemente fue recogida por un periodista local y publicada en el diario "Clarín" de Buenos Aires. En el diario El Comercio opiné serenamente, en aquellos días confusos, que me parecía imposible que sólo un rehén de los 72 pudiera haber visto esa ejecución, que me parecía imposible que hubiera tenido tiempo para apreciar primero, que le ataran las manos a la espalda y que luego, lo ultimaran. Dicha afirmación me pareció fuera de razonamiento lógico, común, tal como ha sido corroborado ahora por uno de los comandados participantes en esa hazaña. El combate fue una guerra de vida o muerte que duró menos de 15 minutos. En medio de las explosiones, el humo y la rapidez de las acciones, ¿qué tiempo iba a haber para atarle las manos a un rendido?. El resultado de la contienda fue: 71 rehenes sanos y salvos, y uno que murió en la refriega junto a dos comandos que ofrendaron su vida por la de aquellos a quienes ni siquiera conocían. Dos o tres comandos quedaron heridos de gravedad, uno vive mutilado.

El comando, general Alatrista ha declarado a un diario local, que de acuerdo a la estrategia planteada y la táctica empleada, los comandos deberían disparar tres tiros seguidos al cuerpo del enemigo, principalmente, a la cabeza. Esta táctica está concebida para neutralizar al enemigo: efectuar los disparos llamados en la jerga castrense, "de tiro instintivo". No había otra alternativa en casos de combate como estos donde el dilema es matar o morir. Y ellos tenían la consigna de morir, pero después de salvar a los rehenes. Los subversivos estaban armados hasta los dientes con material explosivo y armas sofisticadas de última generación. No habían sido sorprendidos en un bar o mientras dormían en cuyo caso, si se rendían, su vida habría sido respetada, según los comandos. "Porque nosotros sabemos respetar los Derechos Humanos" han declarado. En la embajada japonesa no pudo ser así.

La operación militar, según estamos viendo ahora en videos, fue milimétricamente planificada y ejecutada por un grupo de hombres que había entrenado a lo largo de varios meses para que no fallaran en lo más mínimo, como sucedió en otras oportunidades, en otros países. La orden era no darles tregua, también, como sucedió en otros países donde los terroristas reaccionaron y acabaron con sus captores en el menor descuido.

Juristas competentes, como el doctor Roy Freire, han dicho que la jueza Polack exageró su celo y ordenó capturar a quienes no tenían ni la menor intención de salir del país ni eludir la recta justicia. Ellos están llanos a que se aclaren las cosas, pero sin ser sujetos de medidas humillantes como vendría a ser la encarcelación. No obstante, un comando ya está tras las rejas.

El padre Juan Julio Witch, rehén voluntario y uno de los más probos peruanos de nuestro tiempo, ha declarado que la acusación a los comandos mella indudablementre a nuestras Fuerzas Armadas. "Es un atropello" ha dicho.
Toda la semana, la noticia ha sido pendular. Ha ido de un lugar a otro sin detenerse en ningún momento. Desafortunada determinación de las autoridades judiciales en momentos en que estamos viviendo otra realidad, no la de un estado bajo las presiones del terror, en todo caso bajo otros signos no menos terroríficos, como son la extrema pobreza y áun más, la desesperanza.

Se aguarda que en estos días, los jueces interpreten la ley y que no den marcha atrás sino que valoren las cosas con justicia, cambien la orden de detenciòn por la de comparecencia para resharcir de alguna manera la ignominia que significa presumir asesinos a quienes el país y el mundo consideraron héroes legítimos.
De todos modos, la exitosa operaciòn "Chavín de Huántar" y sus comandos ya están registrados en la historia.
index.gif (10218 bytes)
1