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El
Diccionario Enciclopédico del Perú, edición del
1966, da una acepción social del término "cholo"
medio lamentable, pero cierta, pues, se mantiene aún en algunos
sectores conservadores, adinerados o blancos. Entre otras acepciones,
el diccionario dice que "como cholo se conoció inicialmente
a los indiecitos empleados en el servicio doméstico y cuya
convivencia con familias hispanas iniciaba su mestizaje cultural".
Tal criterio no ha cambiado mucho. En general, el cholo, resultado
del mestizaje de cualquier otra raza o etnia extranjera con los índígenas,
fundamentalmente, nacidos en la sierra peruana, es maltratado aún
hoy.
Porque el problema no sólo es de mezcla de sangres sino de
trato social. Los cholos o mestizos según sea su nivel cultural
o socio-econòmico, son tratados peyorativamente por una generalidad.
Esta afirmación está corroborada por sociólogos
o antropólogos peruanos muy respetables o estudiosos de otras
disciplinas, como la etnóloga María Rostorowski o, simplemente,
más humanos, como el padre Felipe MacGregor. El padre MacGregor
considera que el racismo en nuestro país es más feroz
que el "apartheid" lo era en Sudáfrica.
Parece que la "choledad", igual que "negritud",
término ideado por el poeta y ex presidente de Senegal, Sedat
Segnor, a quien conocí, son categorías aplicadas a un
fenómeno socio-racial, en este caso inserción de los
cholos dentro de la sociedad peruana en sectores antes inexpugnables,
como lo afirma José Matos Mar. Este es un fenómeno que
avanza indetenible a cumplir, posiblemente, con su destino histórico.
El Perú es cholo y lo será aún más con
el tiempo y las aguas.
Por lo menos esa es la orientaciòn social de un proceso que
empezó cuando los indígenas o incas vivían bajo
los colonialistas. El historiador Juan José Vega, en su libro
"Guaman Poma, el Precursor", -el indio más importante
de su tiempo en toda América- nos detalla con suma erudiciòn
y paciencia ortodoxa, cómo los indígenas de entonces
se fueron insertando dentro de la sociedad colonial, contrarrestando
la "civilizacion invasora" hasta constituir, por razones
hereditarias, la sociedad actual.
Lo que pasa es que habemos unos cholos que no hacemos honor al apelativo.
No alcazamos todavía el nivel de los cholos, ellos sí,
"sagrados", como Julio C. Tello, José María
Arguedas, César Vallejo, José Sabogal, Víctor
Humareda y Gamaliel Churata, entre otra infinidad de prohombres de
nuestra patria chola verdadera.
Por ejemplo, algunos de nosotros somos soberbios, demasiado soberbios
y reverentes; preferimos lo extranjero antes que lo nacional.
En díaspasados, se publiccó una entrevista a Antauro
Humala, hermano del rebelde Ollanta quien se levantó contra
el ex presidente Fujimori cuando la situación para ese regimen
era de suma gravedad.
Antauro responde muy racionalmente a las preguntas del diario local
Correo, con gran agudeza intelectual y madurez política. A
una pregunta de hasta dónde podría medirse la influencia
de la señora Karp en Toledo, respondió: "El Perú
sigue siendo gobernado por extranjeros. Ser cholo no implica pensar
como cholo.Antes, a los cholos los empleaban como "chulillos",
ahora los emplean como presidentes.Es el caso de Toledo, un tipo que
desconoce el quechua y habla mal el castellano. Felipillo le queda
mejor que Pachachutec".
Es una respuesta que tiene numerosas lecturas o connotaciones que,
supongo, los analistas políticos tratarán de interpetar
mejor, y deben hacerlo, porque a mi juicio, este Ollanta da en el
clavo, toca la flauta; se espera que no sea por casualidad y se perfile
como un político inquietante. Ollanta se refiere a los extranjeros
que nos gobiernan. Cierto. En el entorno presidencial al más
alto nivel hay chilenos y judios, lo cual, como he dicho en repetidas
ocasiones, nada tiene que ver conque sean extranjeros sino con el
hecho de que eso significa desmerecer a los profesionales nacidos
en el Perú.
Le preguntan sobre el comportamiento de la esposa del presidente.
El responde: "Para ella, el Perú es su nuevo Discovery
Channel. Los nativos solamente somos asumidos en tanto hagamos juego
con el flash extranjero y con la miseria. Pero, todo ese romanticismo
tipo Discovery Channel se subordina a su apego al poder y al dinero,
por eso se explica lo del Banco Wiese. En el fondo es una inversionista,
ella y Toledo son socios".
Antauro es contundente en sus respuestas. ¿Cómo encarar
el 2006 frente a lo que está sucediendo en la actualidad?.
¿Qué propondría usted?. "Hay que nacionalizar
la democracia y convertir al país en nación, afirma.
La historia está hecha de procesos así. Lo que está
pasando en Bolivia con Evo Morales y Felipe Quispe, quienes no aceptan
la salida del mar por Chile, es un ejemplo. En Ecuador, la Confederación
Nacional Indígena tiene ocho congresistas.En esos países
ya ha empezado ese resurgimiento de nación".
Razón no le falta a Antauro Humala. Debemos nacionalizar al
Perú, a la democracia, pero no de dientes para afuera, no sólo
declarativamente, sino de a verdad. Debemos convertir al país
en nación, nosotros no somos nacionalistas.
No es una frase romántica decir que se precisa cholificar al
Perú, lo único que habría que buscar es hacerlo
con cholos auténticos, no cholos bamba con marbetes, con marcas
de fabricación extranjera.
Necesitamos de cholos como Tello, Arguedas, Vallejo, Sabogal, Humareda,
Churata, entre otros. O la doctora Rostorowski. Una vez, la señora
María me contó que cuando viaja al extranjero y les
envía tarjetas postales a sus amigos de todo el mundo, ella
firma orgullosamente: "La chola peruana".
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