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"La
maravillosa sonrisa del presidente" se trocó rápidamente
en un rictus de dolor abrupto y desgarrador. Según relata Nelly
Connnaly, era la última vez que vio sonreir a John Fitzgerald
Kennedy, esa infausta mañana de Dallas.
La señora Connaly, esposa de John Connaly, gobernador de la
ciudad, iba junto a los Kennedy en el automóvil descubierto
que aquel trágico 22 de noviembre de 1963, conducía
al presidente norteamericano del aeropuerto a la ciudad.
Todo ocurrió en un minuto dramáticamente confuso. Cuando
Kennedy se llevaba la mano al cuello para tocar la herida, sonó
un segundo disparo que hizo blanco en el gobernador. Este solo atinó
a clamar: "!Dios mìo, nos van a matar a todos!",
cuenta la testigo sobreviviente.
El tercer disparo dio en la cabeza del presidente. Entonces, la confusión
fue generalizada. Jacqueline manoteaba desesperada mientras los agentes
conducían volando al herido, al hospital Parkland. Pocos instantes
después se anunciaba la muerte de Kennedy, el 35º presidente
en la historia de los Estados Unidos y el más joven (tenía
43 años cuando advino al poder); y acaso, después de
Lincoln y de Mackinley, la tercera víctima de magnicidio.
De inmediato, la noticia de su muerte arrasó en consternación
al gran país del norte y a todo el mundo, porque su trágica
desaparición, connotaba la "esperanza de un mundo mejor",
del que se había erigido en gonfalonero y de lo que sus seguidores
consideraban una grande probabilidad.
El 22 de noviembre –hace ya 40 años – moría
así otro miembro de la familia Kennedy, acaso el de mayor personalidad.
Se afirma que al mismo tiempo, nacía un nuevo e insólito
mito. Es decir, se daba otro hecho luctuoso que encadenaba a la historia
familiar. Pocos años después, su hermano Robert –con
posibilidades de llegar a la presidencia-, también era asesinado,
mientras su otro hermano, Eduardo, se veía envuelto en un oscuro
caso criminal. Para que el drama Kennedy no quedara inconcluso, su
hijo John-John, quien despidió los restos mortales de su padre
en el Capitolio cuando solo tenía cuatro años, moría
a los 39, junto a su esposa y su cuñada mientras piloteaba
su propio avión.
La muerte de Kennedy ensombreció a Jaqueline Bouvier con quien
se había casado solo 10 años atrás. Se decía
que nunca Estados Unidos tuvo una primera dama más carismática
ni más amada que ella. La muerte de su marido la deprimió
hasta el intento de suicidio. Católica romana, como él,
cuando su confesor, el padre McSorley, le dijo que no debería
ofender a Dios pensando en el suicidio, ella le contestó: "¿No
consideraría Dios que lo único que quiero es estar junto
a John?". Jacqueline superó su trauma y en 1968, se casó
con el millonario griego Aristóteles Onassis, aunque sus hijos
John-John y Carolina no estuvieron de acuerdo. Jacqueline murió
en 1994, consumida por el cáncer, mientras Carolina, viva aún,
ahora anda en juicios por sus derechos de herencia.
John Kennedy había acuñado algunas frases que fueron
tomadas cono íindice de su pensamiento político en torno
a su país y al mundo cuando era senador por Boston. Nominado
por los demócratas candidato a la presidencia, ganó
las elecciones luego de disputas televisivas espectaculares con el
candidato republicano, Richard Nixon.
Entonces, Kennedy estipuló: "No preguntes lo que América
puede hacer por ti, sino qué puedes hacer tú por América".
Se declaró defensor acérrimo de los Derechos Humanos
y el 13 de marzo de 1961, expresó en un discurso público:
"Salvemos a América Latina". Señaló
estadísticas como que: "el americano medio puede vivir
más de 70 años, en cambio, en América Latina
solo se vive 46". Luego, creó el programa "Alianza
para el Progreso".
Por otro lado, y ahi nomás, a pocas millas del imperio, insurgía
Cuba comunista. Recogiendo el plan ideado por Eisenhower, decidió
una invasión de anticastristas a la isla. Según el historiador
Arthur Schellinger, "La CIA elaboró los planes de desembarco
masivo en Casilda". Sin embargo, la invasión se realizó
en Bahia de Cochinos y fue un fracaso. El escritor mismo reconoce
que la CIA hizo quedar en ridículo al presidente.
En 1960, Kennedy recibió un país envuelo en el remolino
de la "guerra fría". Detrás, la posguerra
como un fantasma en retirada, y delante, los atisbos de un proceso
de globalización ineludible. Kennedy, se había trazado
metas precisas en torno a su gestiòn de liderazgo mundial:
apoyar a los países democráticos o a favor de la democracia;
procurar la recuperaciòn económica interna e impulsar
la diversificaciòn y eficacia de los medios más modernos
para la defensa del imperio.
Se había producido la intervención en Vietnam y el rompimiento
con Cuba era inminente. Su animadversión al comunismo contribuyó
a que se produjera la célebre "Crisis del Caribe"
cuando la URSS, comandada por Nikita Kruschev, empezó a enviar
plataformas para misiles a La Habana. En agosto del 62, Kennedy, que
tenía en sus manos documentos irrefutables de que la URSS pretendía
establecer en la isla una especie de cabecera de puente para atacar
a los Estados Unidos, amenzó con bloquear a Cuba y no permitir
acercarse a ningún barco soviético. El mundo tembló
porque una guerra nuclear se convirtió en un juego de dados.
Kruschev dio medio vuelta a sus barcos y la pesadilla quedó
atrás; todo volvió a la normalidad menos el bloqueo
a Cuba que continua hasta hoy.
"Fue el dia más importante de mi vida" exclamó
Kennedy a quien Bertrand Russel comparó con Hitler si no demostraba
una prudencia mayor en el affaire. "No podemos aceptar un asesinato
en masa" advirtió el sabio inglés.
Cuarenta años después de la muerte de Jack, "el
mujeriego empedernido", como lo señalan los gacetilleros
porque hasta Marilyn Monroe cayó en la danza; el malogrado
presidente Kennedy, hijo de una familia acaudalada, -su abuelo irlandés
y hasta su padre habían amasado una inmensa fortuna aprovechando
algunos resquicios de la Ley Seca- sigue en el limbo mítico;
hasta su muerte es un misterio.
La Misión Warren y la justicia oficial afirman que el único
autor del magnicidio fue Lee Harvey Oswald, una oveja social descarriada.
Sin embargo, cien periodistas e investigadores conjeturan que no.
Unos creen que lo asesinó la mafia; otros, el FBI, la CIA,
los soviètcos, la derecha recalcitrante o la izquierda fanática;
los anticatristas o aún los castristas.
A Dallas, Texas, Kennedy fue a sabiendas de que no sería bien
recibido. Esa misma mañana del asesinato circularon unos volantes
donde se le acusaba de traidor. ¿A quién traicionó?.
¿Quiénes eran sus acusadores?. ¿Los mafiosos
y delincuentes que el FBI encontró alli aquel día sórdido?
Como se recuerda, dos días después del crimen, Lee Harvey
Oswald fue detenido en un cine y cuando era conducido ante la justicia,
el delincuente Jack Ruby le disparó a boca de jarro y no le
dio tiempo a que develara un ápice del misterio. A partir de
entonces, comenzaron a "desaparecer" de la escena de la
vida cientos de gentes que de alguna manera estaban ligadas al episodio:
mucamas, mayordomos, policias, investigadores, "gusanos"
cubanos, etc.. Entre los posibles conspiradores se cuenta al anticastrista
Santos Trafficante, preso aún, señalado como uno de
los que intervinieron en el crimen. Ese día, él estaba
en Dallas. ¿Qué hacías aquí?, le pregunta
el FBI.
Hace cuarenta años que murió asesinado, John Fitzgerald
Kennedy, uno de los presidentes más emblemáticos de
la historia norteamericana; pero, el mito de su vida y de su muerte
continúa vivo aún.
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