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Consta
en la Biblia que Jesús les predicó así a los
escribas: "¿Cómo puede Satanás expeler a
Satanás?. Pues si un reino se divide en partidos contrarios,
es imposible que subsista el tal reino. Y si una casa está
desunida en contrarios partidos, la tal casa no puede quedar en pie.
Conque si Satanás se levanta contra si mismo, está su
reino en discordia y no puede durar, antes está cerca su fin...
En verdad os digo que todos los pecados se perdonarán fácilmente
(los surayados están en la misma Biblia) a los hijos de los
hombres y aun las flasfemias que dijeron..." (San Marcos 2.20).
¿Qué pasa con el Perú?. Realmente, ¿está
dividido en dos bandos satánicos?. ¿Se ha llegado a
estos extremos ?.
Pos supuesto que entre el hecho bíblico y la situación
del país, aparte de la distancia conmensurable en el tiempo
y en el espacio, en el fondo, ¿no hay una gran similitud?.
¿Nuestra casa no está partida en contrarios partidos
o sea, entre el amor y el odio, entre la verdad y el error, entre
el orden y el desorden: no creen algunos estar en el cenit y otros
en el nadir, no creemos algunos estar en el cielo y otros en el infierno?.
En un reciente artículo publicado en un diario local, el periodista
Francisco Igartua, opina breve aunque lúcidamente sobre la
situación que estamos viviendo y se asombra de no encontrar
aquí -al regreso de un breve viaje-, nada en su sitio, todo
está revuelto, rige la anomia, el desbarajuste, todo es caos,
prosigue la corrupción, reina la infraternidad y el vandalaje.
Contra las timoratos, contra los que tienen en sus manos medios de
información y callan adrede, contra los que tiene poder y callan
porque no les conviene a sus intereses, Igartua, levanta su voz airada
en el caso de Monseñor Juna Luis Cipriani, pero no para defenderlo
sino para que se pongan las cosas en su sitio, sólo para pedir
cordura, sensatez, acaso, desprendimiento en los juicios. Y eso, "porque
los ciudadanos tenemos el derecho a opinar como se nos de la gana
sobre cualquiera de lospoderes del Estado", dice el periodista.
En su reciente homilía del 30, el Arzobispo, Monseñor
Cipriani me sorprendió. Nunca me imginé que iba a exaltarse
tanto. Es posible que los cargos que le imputan los jueces lo hayan
sacado de quicio, hayan rebalsado el vaso de su paciencia como sacerdote
y exigido obrar como hombre, es decir, como lo haríamos cualquiera
de nosotros, hombes comunes y corrientes frente a falsos juicios.
No es cuestión del tratamiento periodístico sino de
una crítica severa al comportamiento de los jueces. En primer
lugar, a la infidencia. Si una afirmación se hace donde no
hay sino solo dos o tres magistradsos, solo uno de esos dos o tres
puede revelar su contenido. Y, eso ha ocurrido. Se recibió
una declaraciòn que, de acuerdo al criterio procesal. constituye
un secreto. Pues, aquello se convirtió en secreto a voces.
Y como lo sabe cualquier hijo de vecino: los médicos, los jueces,
los saerdotes y los periodistas somos los únicos que gozamos
del privilegio del llamado "secreto profesional".
Claro que los periodistas, a diferencia de los demás, tenemos
incluso la obligación de divulgar el secreto profesional haciendolo
volar a los cuatro vientos, lo que no podríamos hacer jamás,
es revelar la fuente del secreto.
Aquí, hubo una declaración y uno de los involucrados
divulgó su contenido. ¿Satanás arroja bíblicamente
a Satanás?. ¿No significa que el juez de la lengua larga
lo único que buscaba era echar más leña al fuego?.
O, como dijo Jesús, ¿eso no significa dividir a la casa
en dos contrarios partidos?.
Curioso, tal como lo han señalasdo tirios y troyanos que 48
horas después de que Cirpiani pidió perdón para
Hector Chumpitaz, un sector de satanaces se le viniera encima. Estos
se alegraron, procede la citación, que vaya, que se presente
a atestiguar su "inferencia en la matanza de la Cantuta",
queremos ver al "cura fujimontesinista en el banquillo de los
acusados" o algo así. Ridículo. O, mejor dicho,
habrían quedado en ridículo los satanaceses si Cipriani
se hubiera negado a concurrir. Pero, no; ya lo dijo en su homilía
que irá a presentarse ante los jueces, qué diablos.
Porque "basta ya de bajezas".
Entonces, el presidente de la Repúblidca y todo el aparato
del Estado -que escuchaba la misa pero también la ira santa
del prelado, -aunque debemos partir del principio de la duda y considerar
que no son parte de los satanaces- se quedaron mudos.
Nadie está en contra del juzgamiento de quienes resulten los
culpables de todas las matanzas y todas las corrupciones que ensombrecieron
al país. Nadie, con dos dedos de frente puede oponer un dedo
para que se juzgue a los posibles delincuentes, ni nadie discutirá
que se les castigue con todo el peso de la ley; pero, hay que ir más
rápido y más sensatamente, con más sentido de
la justicia que, desgraciadamente, no es divina sino humana.
A uno de mis alumnos sanmarquinos lo apresaron porque lo encontraron
junto a un requisitoriado por terrorismo. Sin más ni más,
fue calificado como terrorista y condenado a 30 años de prisiòn.
Su inocencia y el padre Lanssiers, pudieron más que la infamia
y lo liberaron después de cuatro años de cárcel.
Cuando salió, todo su entorno estaba destruído. Su joven
mujer, -porque estaba recien casado-, se fue con otro hombre. Toda
una vida por los suelos.
Hector Chumpitaz no puede seguir sufriendo por una falta, -que no
delito-, tanto como otros supuestos delincuentes que sí tuvieron
ligazón directa con la maffia montesinista y están libres
-oh, divino señor Bertini- gracias a las gestiones, a las influencias,
a los lobbies, como se les llama ahora a los chantajes políticos.
¿Hasta cuándo el país no se pone de pie para
decir basta ya?, ha exortado el Cardenal Cipriani, desbordando su
vaso humano de paciencia.
"Basta ya", debe convertirse en un nuevo grito de guerrra
para evitar el satanismo. Jesús lo dijo, lo dice, todo el mundo.
Gracias al milagro del amor, "El cadáver, ay, se puso
en pie, abrazó al primero hombre, echóse a andar",
escribió César Vallejo, y Pancho Fierro sentenció:
"Si los hermanos se pelean, se los comen los de afuera".
Ojo que puede ser se anhele con vehemencia, sigamos peleándonos
en este reino para que hoy o mañana nos devoren los de afuera.
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