Sueldos altos, bajos asesores

 

Los sueldos y salarios son el índice de lo que en cualquier sociedad del mundo se paga por la cantidad y calidad de un trabajo cualquiera. Sabes tanto, ganas tanto; trabajas tanto, ganas tanto. Esto, en primer lugar; en segundo lugar, el valor del trabajo depende del mercado. Un peón de construcción civil o un médico no ganan lo mismo en un país desarrollado que en un país en desarrollo. Las economías no son semejantes y, lógicamente, tampoco lo son los niveles de vida.

En otras palabras, a un periodista profesional no le pagan lo mismo en los Estados Unidos de Norteamérica o en Alemania que en Sri Lanka o en Bolivia. No es que ambos no puedan desempeñarse de manera óptima, sino que los niveles nacionales de desarrollo no son semejantes.

Por ejemplo, en el Perú, los profesionales, definitivamente, no ganan lo mismo que en Suecia o en Canadá. Las economías del sur, en general, son rampantes: así lo son nuestros niveles y stándares de vida. En los países tercermundistas, como el nuestro, se desarrolla y se vive bajo la "cultura de la pobreza" que es como alguna vez la llamó Oscar Lewis o los sociólogos, en general. Amén del espíritu de explotación del hombre por el hombre, nuestra pobreza económica y status social nos acostumbran a ganar poco, a conformarnos con poco pero, porque sabemos que no se nos puede pagar más, o sea, cultural y económicamente, somos hijos del medio, de la situación de pobreza en que vivimos, como en una mayoría de países del mundo.

Esto basta como explicación para situarnos en el asunto y preguntarnos, cómo puede ser posible que en el Perú donde soportamos una crisis económica galopante aunque las cifras macroeconòmicas sean admirables, haya tres o cuatro centenas de peruanos que ganen sueldos asombrosamente exorbitantes.

Comencemos recordando que si no se hubiera producido una protesta nacional, el presidente de la República, estaría ganando en estos momentos 18 mil dólares mensuales, sueldo que él mismo lo consideró necesario y que le fue aprobado sin dilación. Primeramente, sueldo fijado en una moneda que no es la nuestra y por lo tanto fluctuante a más según el valor de cambio, y luego, una cantidad ascendiente a más de 60 mil soles nuevos que no lo ganan ni más de 100 maestros ni más de 100 policías juntos.

El presidente, ante el asedio o la repulsa, "se bajó" el sueldo a 12 mil que, de todos modos, resulta irritante porque eso no lo ganan ni los presidentes de los países ricos; se ha dicho que ni Mitterrand, el presidente de Francia.

Pero, resulta que sueldos tan exorbitantes no los gana solamente él primer Mandatario, sino quienes medran en su entorno; altos funcionarios y hasta simples ayayeros. Según se ha dado a conocer, por ejemplo, su secretario de prensa gana la friolera de 26 mil soles mensuales, una cantidad que periodistas de más fuste no lo ganaron nunca ni lo ganan ni lo reciben 10 o 15 excelentes reporteros juntos. Es irritante y, a viejos como ilustres periodistas de épocas pasadas, tales Francisco Igartua, AlfredoVignolo y otros más, debe dolerles en el alma semejante estropicio.

Nunca antes, la presidencia tuvo un vocero, es decir, un personaje sólo para leer los comunicados oficiales o dar razón de una que otra información sobre medidas gubernamentales. Por encima de la honorable calidad de quien ahora juega ese papel, es insultante que solamente por realizar esa tarea palaciega, cobre un sueldo por encima de los 20 mil soles mensuales.

Sobre lo que ganan los congresistas, ya se ha dicho demasiado. Salvo contadísimas excepciones, - que no pasan de los dedos de las manos-, ningún congresista merece ganar tanto dinero, no porque no pueda hacerlo sino porque el país está en bancarrota, nada le sobra, no está para el desperdicio ni de una gota de agua. Y encima de eso, ¿cómo es posible que algunos padres de patria sean tan incapaces que precisen de 5, 10 o más asesores para que los ayuden a legislar?. El vulgo dice que para eso, mejor no hubieran sido elegidos. Así es, como si desempeñaran honrosamente su papel legislativo, una mayoría de parlamentarios llega a las ventanillas y cobra sin verguenza ninguna sus emolumentos mensuales: una farsa humillante.

Mientras tanto, tal como es público y notorio, diariamente, miles de miles de hambrientos, en todas las ciudades del país llenan calles y plazas pidiendo reposiciòn, solicitando trabajo, pidiendo alguna forma de ganarse la vida, algo en qué ocuparse para mantener sus hogares o delinquir; la alternativa es trágica.

Es una ironía saber, pues, cómo se desperdician los dineros del estado en sueldos públicos. Por ejemplo, saber que en el Parlamento, el otrora recinto de las Leyes, es ahora una especie de escenario de televisión donde se pasean minifalderas o vedetes y payasitos listos a darle un toque de sabor a la función legisladora. Si no es una mina de oro, por lo menos lo es de soles nuevos. Los sueldos de algunas funcionarias -las corporalmente mejor dotadas por la naturaleza- están por encima de los 10 mil soles.

Felizmente, el dicho popular es muy sabio: no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Este desbarajuste durará sólo hasta el 2005, aunque hay quienes cree que podría ser menos. Pragmatismo realista que muchos no compartimos plenamente.

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