De partida, la venda que debe cubrir sus ojos, garantía de imparcialidad, no está en su lugar, por lo
que se trata de una justicia no tan ciega, como la hemos supuesto siempre.
La balanza que lleva en la mano derecha, no está en su posición de equidad sino que bastante
cargada hacia uno de sus lados.
Otro de los símbolos, la espada, se encuentra invertida, apoyada sobre el hombro mas que en actitud
de defender sus dictamenes.
Además no podemos obviar su actitud arrogante así como su desafiante mirada.
Afortunadamente solo se trata de una estatua y no de nuestros severos y siempre justos jueces de menores.
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